Como todas un día nació abril
Recuerdo esa caja como el primer gran tesoro que encontré
Creo que fui un niño normal, no era muy sociable ni mucho menos pero me gustaba jugar a lo que cualquier niño de mi edad, no me llamaban la atención las muñecas ni otros juegos de niña. Por cuestiones de trabajo mi mamá no estaba en la casa por las tardes, a mi papá no lo conocí así que supongo que también la figura del hombre en la casa estuvo vacía. A mí me gustaba ver a mi mamá maquillarse y ponerse guapa para salir. Debido a mis tardes solitarias a veces buscaba qué hacer, vivíamos en una colonia en la que éramos vecinos de casi todos los hermanos de mi madre así que se despreocupaba cuando me dejaba, al final siempre estaría alguien para cuidarme aunque otra de las razones por las que mi mamá se iba tranquila era que yo no gustaba de salir a jugar ni nada. Mi mundo estaba dentro de esas 4 paredes. No recuerdo exactamente mi edad entonces pero sé que estaba entrando en la adolescencia cuando buscando algo para jugar me topé con una caja llena de ropa y zapatos usados, estaba en buen estado y en su mayoría era de niña, era comprensible porque tenía más primitas que primos y se la daban a mi madre para que la regalara a niños que la pudieran necesitar.
Recuerdo esa caja como el primer gran tesoro que encontré, recuerdo también dos vestidos que fueron mi "disfraz" cada tarde y las primeras sandalias que me calcé. El primer vestido era uno blanco con holanes, por debajo de la rodilla; el segundo era un vestido rojo ladrillo con los brazos desnudos y que llegaba a medio muslo. Las sandalias eran blancas con una mariposita blanca con rosa pequeña adelante, me encantaba usar el vestido rojo y sujetarme con el brochecito metálico las sandalias. Me veía al espejo y como el corte de cabello que se usaba en la época era unisex pasaba como una auténtica nena de mi edad. Caminaba por la casa, iba de un lado al otro, bailaba, en fin, sentía lo que solamente una chica coqueta podría sentir al usar ropa que le gusta.
Cada tarde era el mismo ritual, mi madre se iba a trabajar después de comer y regresaba hasta muy noche, en ocasiones cuando yo estaba dormido. Todas esas horas eran ya de franca transformación, había nacido Abril.
Una tarde mientras me encontraba hojeando algunas de las revistas de mi mamá, tocaron la puerta. A través de la rendija pude ver que era un primo mío, era 4 años más grande que yo, para ese entonces habrá tenido 15 años, yo había crecido un poco más. Tocaba con gran insistencia y gritaba el nombre de mi mamá y el mío. No me daría tiempo de cambiarme porque se iban a preocupar mis familiares que vivían ahí cerca por el escándalo que estaba haciendo él al tocar como un loco. Decidí abrirle tal como estaba vestida, al principio su cara fue de sorpresa pero después dibujo una sonrisita maliciosa y se "invitó" a pasar. Me dijo:
- Hola nena, ¿no está tu mami?
- No, salió a trabajar, ¿querías algo?
- Pues quería invitar a jugar a Lalo pero veo que no está,¿ tú cómo te llamas?
- Soy Abril le dije tímidamente-.
- Ah muy bien Abril, pues si tú no le dices a mi tía que vine yo tampoco le diré nada a nadie, ¿de acuerdo?
Me tenía en sus manos pero por otro lado la actitud que había tenido me dejaba tranquila y hasta satisfecha.
Una semana después volvió a tocar de la misma forma y yo le abrí tal como me encontraba cada tarde, como una niña. Traía unos refrescos, unas palomitas y una película. Me dijo que se iba a quedar a cuidarme toda la tarde. Como a mí me dio miedo de que me fuera a delatar preferí hacerlo socio de mi secretito. Estuvimos viendo la película, se portó muy amable conmigo, lo que se puede decir un caballero, me trató como una mujercita de verdad.
Cada jueves era el mismo ritual, traía una película diferente y pasábamos la tarde juntos. En algunas ocasiones traía ropa en alguna mochila, era de sus hermanas y me la llevaba para que la usara, se podía decir que me estaba ayudando a conseguir mi guardarropa jiji.
En una de esas tardes, llovía incesantemente, hacía algo de frío y la película era algo romántica, yo lo veía ya como mi protector, con admiración, era la única persona que me conocía tal y como era, que me respetaba y eso me gustaba. Siendo esto así me atreví a recostarme en su pecho, él me abrazó y me empezó a acariciar el hombro, esto me hizo sentir maripositas en el estómago, estaba feliz.
Por nuestras edades las hormonas ya comenzaban a hacer su trabajo, él cada vez era más un hombre y yo cada día me sentía más identificada en mi papel de su noviecita; al ver aquellas películas y algunas otras cosas en la televisión me dieron ganas de sentir otra clase de cosas al lado de mi hombre, también me llamaba la atención cada vez más maquillarme y pintarme las uñas, ser más femenina. Una de las tardes que me visitó vestía un short corto blanco y una camisa a rayas, yo me había pintado las uñas de pies y manos de un rojo carmín a juego con mi vestido favorito con lo cual me sentía muy bien, muy rara era la primera vez que me sentía sexy. Al verme así me dijo un par de cosas lindas y desde que se sentó en el sillón frente a la televisión me recargué en su pecho. Como no veía que fuera a hacer nada más me decidí a ser yo la que tomara la iniciativa. Con el pretexto de ir por un poco de refresco me paré del sillón, serví la bebida y al regresar fingí un tropiezo para caer sentada en sus piernas, él me abrazó para que no me cayera, me tomó de la cintura y puso mis nalguitas muy pegadas a su abdomen. Estaba sentada sobre él, me bajó el cierre del vestido por atrás y metió su mano acariciándome la espalda, empecé a sentir cómo dentro de su short su pene estaba tomando dimensiones fabulosas. Yo comenzaba a moverme de atrás a adelante para sentir completamente su virilidad, nuestra respiración estaba muy agitada y seguimos así hasta que me pidió que me quitara, al voltearme a ver ese delicioso paquetote pude constatar que su short se encontraba manchado de un líquido claro y él tenía los ojos viendo hacia arriba, casi en blanco, se apretaba la punta como queriendo evitar su eyaculación pero era demasiado tarde. Se fue de mi casa algo avergonzado y a toda prisa como para que nadie notara que acaba de sucederle un pequeño "accidente". Por mi parte me encontraba bien excitada, me metí a bañar con agua muy caliente, metí al baño un hacha de juguete, era de plástico rígido, con un mango grueso y había decidido que ese día sentiría algo rico dentro de mí. Tomé un frasco de vaselina que tenía mi mamá en el mueblecito de baño, lo embadurné todo y poco a poco fui introduciéndomelo, para mi sorpresa mi penecito había tomado un tamaño bastante inusual, yo seguía sacando y metiendo el instrumento aquel sintiendo delicioso hasta que llegué a un clímax en el que un calambre recorría todo mi cuerpo y mi pene palpitaba una y otra vez volviendo en unos segundos a su tamaño original, supongo que fue mi primer orgasmo. Bueno, pues así fue la primera vez que tuve un contacto tan íntimo con un hombre, obviamente la cosa no paró ahí así que esto continuará