Como TERMINAR un día de arduo trabajo
Nuestros jugos se mezclaron en un chorro que escurrió por mi entrepierna llegando hasta el piso debido a su abundancia. Me acomodó el vestidito en su lugar y me dio un suave y rápido beso. ̶ Vámonos a dormir precisos, ya es tarde.
Llegué demasiado cansada del trabajo, había tenido una junta en una ciudad cede cercana, a la que sin embargo debía volar por cuestión protocolaria. Sobra decir que lo tedioso de un viaje así no es el viaje en sí, eso apenas si me había tomado 45 minutos de ida y otros 45 de vuelta. El verdadero problema se encuentra en llegar al aeropuerto, registrarse, el papeleo, la espera y el abordaje que puede llegar a ocurrir en casi 2 horas por cada evento.
El reloj de la entrada marcaba las 11:38, pude verlo a través del cristal de la puerta cuando intentaba torpemente abrirla en medio de la penumbra nocturna. Cerré la puerta tras de mí lo más callada que pude pues a esa hora él debía estar dormido. Rodé la maleta que llevaba y la alcé para superar los 3 escalones de la entrada.
Mis tacones sobre la duela resonaban demasiado así que opté por quitármelos. Sentí un gran alivio al bajar de ellos. Si bien siempre he sido fanática de los zapatos lindos, me duele aceptar que es un gusto que se debe pagar con un poco de dolor. Por otro lado lo hermoso que remarcan las pantorrillas, la elegancia que aportan y la sensualidad que nos brindan es recompensa suficiente para usarles del diario en el trabajo.
La maleta y los tacones se quedaron en la entrada y sin querer emití un suspiro de tranquilidad pues ya podía sentir la comodidad de mi casa. La planta de mis pies enfundados en unas hermosas y delicadas medias, produjo el clásico sonido de unos pies descalzos impactando el piso.
Me recosté sobre el sofá y coloqué ambos pies sobre la mesita del centro de la sala. Contemplé el hecho de quedarme a dormir allí para no despertar a mi amado, pues él se levanta a las 6 en punto para ir al gimnasio, pero a pesar de lo cómodo que era aquél sillón, mi cama era mucho más reconfortante. Entonces decidí que al menos procuraría preparar todo antes de entrar al cuarto para minimizar el ruido que produciría.
Comencé por soltar el liguero que sostenía mis medias, y fui deslizándolas poco a poco para que no se maltrataran. Con el tiempo había adquirido gustos por la ropa fina para ir a trabajar, pues antes le daba prioridad a la comodidad, sin embargo después de haber sido ascendida por mi empleadora. Esta me exigió que utilizara ropa más acorde al puesto. La elegancia y la sensualidad eran un requisito si quería estar en la élite de los negocios.
Entonces escuché una risa apagada proveniente de la entrada a la cocina. Giré para ver y allí estaba, un hombre fornido de algunos 90 Kilos de pura masa muscular, la barba negra cerrada y un undercut perfectamente acomodado le remarcaban sus hermosas facciones mediterráneas.
Solo llevaba una playera negra de cuello en V y unos Jeans Levi’s en corte clásico. Pero vaya que aquellos enormes bíceps y ancho pecho le hacían que aquellas sencillas ropas, lucieran espectaculares en él.
̶ ¿Quién es usted? ̶ Pregunté sonriendo burlonamente.
̶ Un don nadie que vive en esta casa ̶ Me respondió siguiéndome la corriente.
Yo sonreí y continué removiéndome la otra media de la forma más sensual que pude intentando provocarle. Se acercó a mí, me recorrió con su vista y sonrió. Acercó su rostro al mío y yo me preparé para ser besada, pero él se retiró y se sentó en la posa brazos del sofá.
Me mordí los labios saboreando aquel instante de frustración pero que estaba segura nos llevaría sin duda a algo candente. Coloqué mis manos sobre las rodillas de mis piernas cruzadas y jugué el papel de ingenua.
̶ Creo que estoy un poco borracha y me he confundido al entrar en esta casa.
̶ Eso podemos solucionarlo fácilmente ̶ Me dijo mientras se ponía de pie y me extendía la mano para ayudarme a levantarme. ̶ Tengo bastante alcohol para que deje se estar solo un poco borracha.
Sonreí ante su plan y le extendí mi mano para que me ayudara.
̶ Déjeme ayudarla no quiero que vaya usted a resbalar, un poco no es mucho pero el alcohol es traicionero. ̶ Colocó su mano sobre mis nalgas sin esperar mi respuesta y nos dirigimos hacia la cocina. Sacó varios chupitos de cristal, los pegó y comenzó a llenarlos sin importar que el tequila se tirara al pasar de un a otro.
̶ ¿Jugaremos a algo o solo beberemos? Le pregunté mientras me sentaba en la barra.
̶ Te haré algunas preguntas y cada de respondamos ambos tomaremos un trago.
̶ Eso no tiene sentido, ¿Quién gana?
̶ Los dos por supuesto.
̶ ¡Acepto! ̶ Respondí emocionada.
̶ ¿Se siente usted emocionada en este instante?
̶ Si. ̶ Respondí a secas tomando rápidamente el trago de tequila y él también lo hizo.
̶ ¿Tiene ganas de poseerme? ̶ Pregunté adelantándome a que él hiciera otra pregunta.
̶ Si. ̶ Respondió riendo y ambos bebimos.
̶ ¿Es salvaje una palabra que viene en estos instante a su mente?
̶ ¡Si! ̶ Respondí efusivamente soltando una carcajada mientras recorría su brazo indicándole que estaba leyéndome la mente. Luego bebimos otro shot.
̶ ¿Con o sin ropa? Le pregunté mientras levantaba un poco el borde de mi vestido, enseñándole mis hermosas piernas de porcelana.
̶ Con, no hay tiempo para quitársela. ̶ Me respondió mientras tomaba un gran trago directo de la botella. Su boca se unió a la mía y me pasó aquel alcohol. Mientras nos besábamos deliciosamente.
Recorrió mis costados a ritmo lento y al llegar a mis caderas se detuvo. Sentí sus manos apretándolas mientras avanzaba hacia atrás para llegar a mis nalgas, me dolían un poquito, aquellos apretones, pero el sexo rudo siempre ha sido lo mío.
Tiró de mí y me bajó de la barra y en un solo movimiento fuerte me giró haciendo que mi culo quedara a su merced mientras me recargaba en la barra. Levantó mi vestido y me dio dos nalgadas fuertes que resonaron por toda la casa. Yo me giré hacia él para verlo pues me gustaba disfrutar de sus muecas cuando está decidido a cogerme como un animal y este era el caso.
Intenté bajar mis pantis pero él se me adelantó y bruscamente las llevó a mis rodillas. Escupió en mi ano y colocó la enorme cabeza de su pene contra mí.
̶ ¿Así sin nada? ̶ Pregunté con un poco de miedo.
No respondió nada, solo una sonrisa en sus labios se vio dibujada en respuesta a mi pregunta. Y de una fuerte embestida me introdujo toda la extensión de su verga. 25 cm de carne magra entraron en mí abriéndose paso entre mis entrañas. Un fuerte gemido salió de mi boca que poco a poco se volvió un quejido.
̶ Uff es enorme.
̶ Estas muy apretadita como siempre. Me encanta ser quien alivie tu estrés, hermosa.
Continuó con las embestidas fuertemente y poco a poco mi ano fue cediendo ante su invasor. Una mueca de placer se dibujó en mi rostro y mis ojos se torcían ante tanto placer que estaba recibiendo.
Comencé moverme a su ritmo para que su enorme pito llegara más profundo de mí. Y aquél vestigio de lo que alguna vez fue mi próstata recibiera de lleno los impactos del glande de aquel hombre. Logré mi cometido. Y de mi comenzó a emanar un líquido viscoso y transparente que caía en largos y delgados hilos, casi tocando el piso sin despegarse de mí.
Él apoyó sus manos sobre mis hombros logrando que sus estocadas fueran aún más fuertes. Mis gemidos que antes lograba contener, estaban desbocados y retumbaban por toda la casa, seguramente incluso llegando a ser audibles para los vecinos.
Tiró del vestido y comenzó a levantarlo para quitármelo. Yo subí los brazos para facilitarle la acción y una vez que pudo quitarlo lo arrojó a una esquina. Sujetó mis enormes pechos estrujándolos fuertemente haciendo que el placer aumentara aún más llevándome casi al límite.
Luego gentilmente me alcanzó por detrás y besando lentamente mi cuello llegó hasta mi boca haciendo que nuestras lenguas danzaran en un baile por demás sensual.
̶ No importa cuando tiempo me vaya, si es apenas una hora o varios días, siempre que me alejo se despiertan en mi pasiones que afortunadamente solo tú sabes calmar.
̶ Por eso eres mi Reyna hermosa. Porque el sentimiento es mutuo y solo tu cuerpo calma mis deseos.
̶ Agradezco que las cosas que me ocurrieron por más horribles que fueran me trajeran hasta ti.
Sus embestidas fueron cada vez más fuertes y profundas. Yo dejé de tener control sobre mi cuerpo y me dejé llevar por la pasión. Sus fuertes brazos acentuaron las estocadas pues con sus manos tiraba de mí hacia su cuerpo.
De un momento a otro comencé a explotar y aquello que alguna vez fue mi diminuto pene, y que ahora formaba parte de mi cavidad vaginal, comenzó a emanar un líquido de manera bastante abundante. Al mismo tiempo él comenzó a correrse dentro de mi culo y nuestros jugos se mezclaron en un chorro que escurrió por mi entrepierna llegando hasta el piso debido a su abundancia.
Me acomodó el vestidito en su lugar y me dio un suave y rápido beso.
̶ Vámonos a dormir precisos, ya es tarde.
Tomándole de la mano acompañé a mi prometido hasta nuestra habitación donde noche con noche me hace sentir la mujer más afortunada del mundo.