Como te voy a follar
Hay mil maneras de empezar. Y un millón para continuar....sabemos que nos han quedado mil cosas por hacer, y quiero hacerlas todas
Hay mil maneras de empezar. Y un millón para continuar. Pero lo primero será mirarte. Siempre. Después puede venir un beso, una caricia furtiva, o incluso si la situación lo requiere, un pollazo. Pero lo primero será decirte con mi mirada que te deseo. Que deseo fundirme contigo, que deseo perder la cabeza, la noción del tiempo y del espacio. Que tu placer será el mío, y el mío será tuyo. Que no existirá nada más que placer, ni nadie más que nosotros. Todo esto sin palabras. Solo con los ojos, y también a través de la piel. Nuestros cuerpos empiezan a conectar, quien sabe porque puntos. Puede ser mi mano en tu nuca, tus labios en mi cuello, los míos en tu oído, susurrándote lo mucho que te deseo. Pueden ser tus uñas en mi espalda, apretándome contra tu cuerpo para que nuestros sexos se vayan conociendo. Pronto nuestros dedos buscarán caricias más arriesgadas. Más directas. Esquivando la ropa como pueden, porqué aun no queremos desnudarnos. Hay tiempo, todo el del mundo. Si nuestros cuerpos tiemblan de excitación, y somos incapaces de mantener los ojos abiertos ahora, imagina lo que sucederá después, cuando sintamos el sudor del otro. Pero no nos adelantemos. Quiero disfrutar de cada beso, de cada mordisco, de cada caricia. Quiero arrancarte los suspiros uno a uno, disfrutar oyendo como se transforman en gemidos. Mis manos ya se conocen tu espalda, y ya han llegado hasta tu culo. Acariciándolo, apretándolo, separando tus nalgas y escurriendo mis dedos hacia el origen de tu humedad. Pero ahora quieren conocer a tus pechos. Suben por tu cintura, y aprovechan para ir despojándote de tu camiseta. Es ver piel nueva, y mis labios quieren probarla. Así que empiezo a besar tu vientre, ascendiendo lentamente, mientras la camiseta supera el montículo de tus pechos, y levantas los brazos para poder quitártela. Cojo tus pechos, los masajeo, aun no quiero quitarte el sujetador. Mi lengua llega hasta ellos, y recorre toda la piel que encuentra. Sé que tú la quieres en tus pezones, pero te conformas con la mano que deslizo por debajo, y que atrapa uno entre sus dedos.
Y mientras tanto, tú no estás quieta. Hace rato que tienes una mano encima de mi bulto. Me desabrochas los pantalones, y metes la mano, ansiosa por palpar mi polla. La sacas fuera, y la miras relamiéndote. Acercas tu cabeza, tienes ganas de comértela, es lo primero que hay que hacer según los cánones. Pero te detengo justo cuando la tienes en la punta de la lengua. Me he quedado con ganas de tus tetas. Vuelvo a guardarla en los bóxers, y eso sí, te dejo que me quites los pantalones. Te siento encima mío, para que puedas masturbarte con mi polla mientras saboreo tus pechos. Da igual si son grandes, medianos o pequeños. Son tuyos, son perfectos y están deliciosos. Te desabrocho el sujetador sin que te des ni cuenta, y ahí empieza mi festín. Los chupo como si fueran mi alimento, los recorro beso a beso, mi lengua viaja de un pezón a otro. ¿Te gusta que te los muerda? Seguro que si, si lo hago con ternura. ¿Y que estarán haciendo mis manos? Pues bien cogidas a tus nalgas, moviéndote encima de mí, clavando tu coño en mi paquete. Me encanta que lleves falda porque así puedo notar tu humedad. El tanga ya hace rato que está empapado. Y mis dedos ya han encontrado la manera de evitarlo para llegar a tu centro de calor. Está empapado, podrías clavártela ahora mismo. Pero mis dientes atrapan tus pechos, y mis dedos tu coño. Me coges fuerte de la cabeza, y me separas por un momento de mi biberón. Nuestras miradas se cruzan, se enredan y unen nuestros labios en un beso, mientras ambos aceleramos nuestros cuerpos y rozamos el cielo por primera vez. Te frotas cada vez más deprisa, tanto que mis manos no pueden seguirte, y tengo que separarlas de tu culo. Lo que me permite empezar a azotarlo, mientras la otra mano acaricia tu cuello. Separo nuestras lenguas y te digo: “quiero beberme tu coño”.
Trepas por mi cuerpo hasta ponérmelo en la boca. Dios, que rico que está. Como me gusta sentir tus jugos resbalando por mis labios, tu campanilla brincando con mi lengua, tus dedos enredados en mi pelo mientras me pides más y más. Llevo mi lengua por todos tus rincones. La meto dentro de ti, la pongo encima de tu clítoris y empiezo a moverla muy deprisa, en círculos. Voy parando y arrancando, quiero volverte loca. Pero sin prisas. Escuchando la música de tus gemidos para que la bailen tu clítoris y mi lengua. Llevándote a las puertas del orgasmo. Solo te las dejaré atravesar si me lo pides por favor, no con palabras, sino con tus ojos. Aunque si me lo pides con palabras me excitarás tanto que posiblemente me descontrole y te termine haciendo estallar. Y así podría pasarme horas. Lamiendo tu coño, besándolo, chupándolo. Orgasmo tras orgasmo, bebiéndomelos todos. Compartiendo tu placer a través de mi lengua, tus miradas, tus caricias descontroladas, tus palabras viciosas. Porque eso es lo que eres, un vicio, el más delicioso que existe.
Y tu eres una viciosa, como yo, por eso nos deseamos. Y como viciosa, no te conformas con una lengua, necesitas sentir tu coño lleno, necesitas sentirte aún más unida a mí. Así que desciendes lentamente, poniendo al alcance de mi lengua tu vientre, tus pechos, tu cuello, mientras libero mi polla de los calzoncillos. Está apuntando al cielo. Te la colocas en la entrada, y ambos contenemos la respiración. Empiezas a moverte despacito, lo justo para que tu coñito engulla mi glande. Lo atrapas, lo envuelves con tu calor. Más adelante lo querrás sentir en el fondo de tus entrañas, pero ahora te recreas jugando con él. Me miras con una sonrisa pícara, acaricias mi pecho. Yo estoy embobado contemplando como mi polla desaparece cada vez un poquito más dentro de ti. Me estás volviendo loco con tus movimientos circulares. Así que te cojo de los hombros, y te clavo en mí. El gemido que te arranco hace que se endurezca aun más. Y empiezas a cabalgarme. La sacas entera, despacio, y te la vuelves a clavar de golpe. Y cada vez más deprisa. Me acercas tus tetas a la boca, llevas un dedito a tu clítoris y te dedicas a gozar. Y me haces volar. Ondas de placer a cada contacto de mi polla con el fondo de tu coño. Gemidos, besos, empezamos a tener demasiado calor. Pero ni nos damos cuenta. Yo sólo puedo pensar en que me folles. En que me folles más y más, en que te muevas como sabes, en que te disfrutes de mi polla a tu antojo. Y eso es lo que haces. Y tú, para disfrutar por completo de una polla, también necesitas saborearla. Así que sin avisar, te levantas de golpe, te arrodillas frente a mí, y la engulles.
El sentir tu boca calentita logra arrancarme el primer grito. La devorarías ahí mismo, me podrías llevar al éxtasis en cuestión de segundos. Pero a ti también te gusta jugar. Así que te la sacas de la boca, y te dedicas a recorrerla con tu lengua. Desde la puntita hasta los huevos. Y vuelta a subir. La acaricias con las dos manos, la lames, te metes el glande en la boca y me lo castigas con tu lengua, haciéndome perder el control de mi cuerpo, que empieza a temblar. Por favor, métetela en la boca, trágatela, se buena… Pero en el fondo sabes que me encanta que seas mala, así que abres la boca, pero para comerte mis huevos. Mueves la lengua muy despacio, mientras una de tus manos sostiene mi polla, apretándola fuerte. La otra ha viajado hasta tu coño casi sin que te des cuenta. Te pone muy cachonda saber que me estoy derritiendo en tu boca. Y a mí me encanta escuchar tus gemidos ahogados, sentir como vibra tu garganta a través de mi polla. Porque ahora sí que te la estás comiendo. Me estás haciendo la mamada de mi vida. Con cada movimiento de tu lengua parece que intentas metértela un poco más adentro. Te escucho sorber, mamar, lamer, gemir, ahogarte con mi polla dentro. Pero por encima de todo, te siento disfrutar, y por eso yo toco el cielo. Y cuando estoy en él, volando entre las nubes, una nueva sensación hace verme las estrellas, y un grito de placer escapa de mi boca, aunque yo ni lo oigo. Me has metido un dedo por el culo, sin avisar, y me ha encantado. Menos mal que has detenido tu lengua mientras lo hacías, sino habrías tenido mucha leche por tragar. Lo sacas y me lo vuelves a meter. Ahora eres tú la que me está follando, la que me tiene bajo su control. Me retuerzo cada vez que te siento dentro de mí, y te miro suplicante. “chúpame la polla mientras te follas mi culo, por favor”. Sonríes y acercas tu lengua. Esas lamidas lentas por todo el tronco, y que finalizan con un besito en la punta, serán el único acompañamiento a tu dedo, que cada vez llega más adentro. Continuo mirándote, pero esta vez mis ojos, y mis labios, piden otra cosa. Y esta si me la concedes. Un beso con toda tu pasión, en el que ambos sabemos al sexo del otro. Nuestras lenguas se juntan, mientras tu dedito juega dentro de mi. Lo has dejado quieto, investigando mi interior. Pero tienes un descuido y lo sacas, y ahí recupero el control de mi cuerpo y de mis sentidos. Te vas a enterar.
Me salgo de debajo de ti, y me pongo detrás. Ya estás arrodillada, justo como te quiero. Me agacho para darte un lametón desde el clítoris hasta el ano, te sujeto de las caderas, y pego mi polla a tu coño. Te la metería ahora mismo, pero yo también se ser malo. Se que si empiezo a frotarte el clítoris con mi polla, empezarás a gemir y a pedirme que te folle. Y se que si extiendo mis caricias por todo tu coño, hasta llegar a tu culito, te haré gritar y suplicármela. Y cuando menos te lo esperes, la sentirás dentro. La primera vez entrará despacio, quiero sentir como se abre tu coño centímetro a centímetro. Pero una vez haya llegado al fondo, empezaré a follarte como un salvaje. Me agacharé para llegar a tus tetas, me agarraré a ellas y te la clavaré una vez tras otra, mientras las aprieto, las pellizco, o simplemente rozo tus pezones mientras las dejo botar al ritmo de mis embestidas. Pronto empiezo a escuchar un ruido que me encanta. El de tus dedos masturbándote a toda hostia. Como me gusta oír ese chapoteo, y notar tus dedos cada vez que mis cojones chocan contra ti. Tu también los notas, los coges y los aprietas contra tu coño. Así, mi vida, frótate con mis huevos, ya sabes que mi cuerpo entero está a disposición de tu placer. Incluidos mis dedos, que devolviéndote la jugada, empiezan a jugar con tu culito, y pronto uno se abre paso, aumentando el volumen de tus gritos. ¿Quieres correrte? Puedes, pero no pienses que te servirá de excusa para que te deje de follar.
Te doy la vuelta sin sacarla, y pongo tus piernas encima de mis hombros. Ahora sí que la sientes bien adentro. Y empiezo a follarte despacito. Nuestras respiraciones se acompasan, y ambos abrimos los ojos. Nos debatimos entre comernos con la mirada, o disfrutar del espectáculo de mi polla entrando en tu coño, despacio, hasta el fondo. Dios, es que veo tu coño y quiero comérmelo. Es demasiado bonito, no puedo evitarlo. La saco y me agacho a por mí comida. Pero esta vez nada de delicadeza. Mi lengua va directa a tu clítoris, y un par de dedos sustituyen a mi polla. ¿Qué dices, que quieres otro en el culito? Aquí lo tienes, entrando y saliendo despacio, mientras mi lengua no deja de moverse, y con los deditos encuentro ese puntito mágico que te provoca espasmos, y que libera esa agüita que tantas ganas tengo de beberme. Pero tu también quieres tu ración, así que a la que te recuperas del orgasmo, me empujas contra el suelo, y te ensartas en mi polla. Ahora si que no me vas a dar tregua. Me follas como poseída. Clavando tus uñas en mi pecho, mueves tu culo de arriba abajo todo lo rápido que puedes. Te la metes hasta el fondo, y empiezas a dar círculos con tus caderas. Y cuando la sientes tocar el punto que te gusta, empiezas a moverte adelante y atrás, apretando fuerte tu vagina, como si quisieras arrancarme la polla y quedártela dentro de ti. Vas en busca del orgasmo definitivo, el que te obligará a tomarte un respiro. Y también vas en busca del mio. Quieres ver mi rostro desencajado, escuchar mis gemidos y besarme justo en el momento en que me quede sin respiración. Y quieres mi leche. Pero no te la daré tan fácil, tienes que pedírmela. Y tienes que decirme donde la quieres. A lo mejor la quieres inundando tu coñito. O quizás prefieras saborearla. ¿O la quieres sentir sobre tu piel? ¿Sobre tus pechos? Te la daré donde tu la quieras, porque es tuya. Arqueo mi espalda. Siento que toda mi energía se concentra en un punto. Y al fin exploto. Necesito sentir tu cuerpo cerca mientras me corro, necesito poder besarte, donde sea. Que sientas mi placer a través de unos dedos que se clavan en tu cuerpo. Eres mi diosa del sexo, y por eso te necesito a mi lado. Sobre todo en el instante posterior. Los segundos en que la realidad va volviendo, y es bonita porque tu estás a mi lado. Desnuda. Lo que hará que no tarde mucho en volver a empezar a besar tu piel. Pero esa es otra historia.
Ambos sabemos que nos han quedado mil cosas por hacer. Yo sigo teniendo hambre de tu coño, pienso que no he dedicado todas las atenciones que se merecen a tus pechos. Tu me la chuparías continuamente. Hemos tonteado con el placer anal, pero sabemos que otro día iremos más allá. ¿Y si jugamos a algo? Que tal a que uno manda y el otro obedece? O a masturbarnos uno delante del otro. O a que solo se pueden usar las manos. O… hay mil maneras de follar, y quiero probarlas todas.