Cómo siguió la mañana con mi primo

Así da gusto despertar temprano

Mi lengua estaba haciendo un buen trabajo porque no habían pasado ni 10 minutos desde que mi primo me había llenado la boca con su exquisita leche, cuando se le volvió a parar como el mástil mayor de un barco.

El primer pete que había hecho en mi vida y me había fascinado, al punto de haberme dejado toda mojada y al borde del orgasmo.

Con su verga parada en toda su plenitud, Rodrigo me llevó a acostarme boca abajo en la cama y se puso encima mio. Sus besos en mi nuca, más sentir su pija dura entre mi cola me llevaron al cielo.

Comenzó a recorrerme con sus labios y su lengua muy despacio desde mi nuca hacia abajo, hasta que llegó  a mi cola. Con sus manos separó suavemente los cachetes y apoyó la punta de su lengua en la entrada de mi culo haciendo que me retorciera de excitación. Creí que iba a desmayarme de placer mismo. Muchas veces Silvina había lamido el esfínter de mi cola, e incluso me había penetrado con sus dedos, pero esto era totalmente distinto. Mi concha palpitaba de placer y destilaba jugo a raudales.

Rodrigo siguió lamiendo mi cola y mi concha con deleite hasta que no pude aguantar más y exploté en un tremendo orgasmo que me dejó totalmente rendida y entregada boca abajo en la cama. Mi primo aprovechando mi estado de semiinconsciencia se acostó encima mío y empezó a jugar con su pija en la entrada de mi mojadisima concha. Sentía su glande entrar apenas y volver a salir. Este jueguito me estaba haciendo ver las estrellas y sólo quería que me clavara hasta el fondo.

Mi primo entonces me tomó firmemente con sus manos de la cadera y elevó mi cola al cielo dejándome en cuatro patas totalmente abierta y expuesta para él, y sin más me enterró su pija de un golpe hasta el fondo haciéndome sentir que me iba a partir al medio. Aferrado a mis caderas comenzó a meterla y sacarla con fuerza mientras yo me derretía de placer llegando a los pocos movimientos a un nuevo orgasmo. En esa posición de perrita podía experimentar toda la plenitud de la verga de mi primo dentro de mi concha y eso me volvía loca.

Rodrigo entonces se salió de dentro mío y me arrastró con él hasta quedar ambos arrodillados contra la cabecera de la cama. Mi cuerpo quedó apretado entre el duro respaldar de hierro y su fibroso cuerpo, y me volvió a penetrar hasta el fondo.  Yo no entendía cómo era que mi primo no se cansaba ni acababa, pero no podía más que estar agradecida por ello porque a cada nueva posición me daba duro hasta que yo alcanzaba un orgasmo y entonces me cambiaba de posición.

Dada su fuerza yo era una muñequita de tela en sus brazos. Sin decir nada me levantó en vilo y me sentó sobre la mesa que hacía las veces de escritorio de mi tío, elevo mis piernas y me volvió a penetrar como un poseído.

Yo sabía que no estaba usando forro por lo que le pedí que no terminara dentro mío, entonces él me estampó un largo beso y me preguntó dónde quería yo la leche. En ese momento quería su leche en cualquier parte de mi cuerpo, y aunque sabía que él quería volver a acabarme en la boca, dentro mío tenía unas ganas locas de ver por primera vez una eyaculación en vivo y en directo y así se lo hice saber.

-quiero verla saltar hacia mi - le dije con la voz entrecortada porque otro orgasmo me llegaba.

Por toda respuesta él me bajó de la mesa y me hizo ponerme de rodillas quedándose parado frente a mí mientras se pajeaba. Mis manos fueron a acariciar sus huevos y uno de mis dedos buscó nuevamente su cola. Mi primo abrió las piernas mientras me sonreía morbosamente diciéndome que lo iba a volver adicto a mi dedo.

Yo de rodillas miraba la punta de su verga hipnotizada esperando ver mi regalo saltando como una fuente cuando sus piernas empezaron a temblarle y llegó al orgasmo mirándome a los ojos. La cantidad de leche que cayó sobre mis tetas no era mucha, pero en menos de doce horas había acabado tres veces, de todas formas sentir la leche tibia en mi piel me gustó.

Mi primo quedó apoyado con sus manos en el escritorio para no caerse y yo de rodillas a sus pies aprovechando para acariciar sus nalgas redondas y firmes.

Después de unos momentos nos fuimos los dos a la ducha con la idea de relajarnos y después desayunar porque después de tanta acción estábamos famélicos de hambre.

En el próximo relato les cuento cómo siguió ese día.

Besos, Sofi.