Como si nada (3)

la continuacion de una noche mágica con Gabriel.

Cuando entré en la habitación, me llevé una sorpresa: Había encendido unas velas aromáticas, la temperatura se encontraba en su punto; y, aunque increíble, tenía puesta una música suave, sugerente y muy acorde para la ocasión.

COMO SI NADA (3)

Me gustó mucho que Gabriel se haya tomado esas molestias por mí. Me hizo pensar en Eduardo, en todo nuestro tiempo juntos jamás había hecho algo parecido, inclusive en nuestra luna de miel. Pero en cambio recordé que Gabriel solía tener ese tipo de atenciones para conmigo. Me sonreí al darme cuenta que él no había cambiado y llegué a pensar que esto era una rutina suya para conquistar a las mujeres. Qué conflictiva estaba, por un lado me hubiera encantado que todo esto estuviera sucediendo con mi esposo, pero por el otro era como un sueño estar aunque sea una vez más con Gabriel.

Gabriel se acercó por detrás y me tomó del brazo en ademán de adentrarme a la habitación, yo solo me dejé llevar. El ambiente había hecho lo necesario para transportarme de regreso al mundo del deseo y estar con él ahí era hipnotizante.

Con gran destreza me sacó la toalla y la tiró a un lado sin soltarme, posó su otra mano en mi cintura y empezamos a bailar al son de la música. Nos volvimos a besar muy suavemente, esta vez eran besos sensuales, eróticos y llenos de amor. Gabriel movía sus manos por toda mi espalda, propiciándome las mejores caricias que haya sentido; yo me apoyé en su pecho para poder disfrutar mejor. Podía sentir sus latidos fuertes y disfrutaba sentir cómo él se entretenía oliendo mi cabello. Estuvimos así un tiempo, mientras duró la música suave; pero Gabriel tenía preparada algunas sorpresas.

Empezó a besarme nuevamente, pero ahora podía sentir la lujuria crecer en nosotros. Poco a poco nos fuimos excitando y casi enseguida estábamos otra vez en el juego.

Me recostó en la cama, mientras me besaba el cuello, fue bajando por mis pechos; los besó y los chupó a tal punto que me hizo gemir muy fuerte. Continuó por mi estómago, mis costillas, seguía bajando; alzó mis piernas e introdujo su lengua en mí. Yo me sujeté del borde de la cama para no correrme en ese momento. Gabriel levanto su cara, me vio a los ojos y me sonrió. Entonces haciendo uso de su maestría en el arte del sexo, tomó su pene y ubicándolo en la entrada de su nuevo hogar, lo metió de una sola. Ahora si no pude contenerme y me corrí.

Gabriel comenzó a bombearme de a poco, cada vez más rápido. Lo sacaba por completo y lo introducía de golpe. Me dio la vuelta y me puso en cuatro, pude sentir su miembro aun más profundo. Con su mano derecha me daba pequeños golpes en la nalga mientras gritaba: ¿Te gusta? ¿Quieres más?

Yo como loca, gritaba: ¡Sí, sí, dame todo lo que quieras! Ahhhhhhhh!!!

Cada vez que me penetraba me sentía llena, sentía cómo mis fluidos me corrían por las piernas. Gabriel sutilmente había ubicado su dedo pulgar en mi ano y estaba masajeándolo, como preparándolo para lo que venía. Yo gritaba más y más fuerte, gritaba como si alguien me estuviera haciendo daño; pero realmente gritaba del orgasmo tan fuerte que estaba sintiendo.

Sus dedos continuaron jugando con mi orificio trasero, mientras su miembro seguía bombeándome por delante. Cuando en uno de esos mete y saca, lo sacó por completo y lo acomodó por detrás. Para ese momento mi ano ya estaba listo para recibir al invasor, pero Gabriel no me quería hacer daño y metió solo la punta, luego empezó a empujar un poco, y un poco más y ¡listo! Lo tenía adentro.

¡Qué sensación! Tener un miembro ahí al inicio es un poco incómodo, pero de a poco te das cuenta que definitivamente no es lo mismo a que te lo pongan del otro lado. Las paredes de mi ano se llenaban con ese instrumento de placer, pude sentir cómo estimulaba mi punto G mientras me bombeaba. ¡Ahhh, qué placer!

Su ritmo se acrecentó, nuevamente estaba gimiendo muy alto, él y yo empezamos a gritar otra vez, el placer era demasiado. Las gotas de sudor caían en mi espalda, y al rodar, parecían caricias que me prodigaba mi amor. ¡Otro orgasmo! Perdí la cuenta, ya no me importaba, solo quería seguir disfrutando ese hombre que tenía a mi disposición y para mi placer.

Gabriel aceleró sus impulsos, gritaba de placer, me daba más y más fuerte cada vez. Yo extasiada, sentía como se hinchaba su miembro y que no faltaría mucho para que él se venga también. Entonces como pude, le dije que quería que acabe dentro de mí, pero del otro lado. Quise sentir su semen caliente en mi vagina, esa sensación tan deliciosa de tener algo tan tibio adentro; y más aun viniendo de él.

Me sonrió y en menos de un segundo me lo clavó en la vagina. Esta vez no tendría piedad de mí en lo absoluto. Comenzó el bombeo salvaje, a lo loco, hacía su cabeza hacia atrás y nuevamente estábamos gritando como locos por el placer. De repente como una ráfaga, sentí los chorros de semen siendo expulsados en mi interior. Otra vez me vine, al sentirlo.

Gabriel respiró profundo y se dejó caer en la cama. Yo también hice lo propio. Descansamos un poco antes de dirigirnos al baño, estábamos totalmente sudados. Como colegiales, nos dábamos piquitos mientras nos duchábamos. Al salir, entre juegos y risas, mis ojos se posaron en un reloj que había cerca; no lo podía creer, eran las 3 de la mañana. Parecía que el tiempo transcurrido era mucho menor.

Gabriel se dio cuenta de lo que me pasaba y con dulzura me miró y me dijo: "Quédate la noche, en la mañana te llevo a desayunar y a tu casa. Déjame dormir contigo por una vez."

No pude decirle que no, yo también quería quedarme; además, allá me esperaba una casa vacía y fría mientras que aquí era todo lo contrario.

Gabriel arregló la cama y nos acostamos juntos. Él me abrazó y se puso por detrás. Me dio un beso en el cabello y suspiró. Yo cerré los ojos y disfruté al sentirme amada. Nada podía romper ese momento mágico. Ahora era mío y yo de él.

CONTINUA