Como seducir a una top model en 5 pasos (32)
El poema
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Janis.
Un buen día, Calenda recibió un paquete postal que Cristo le trajo cuando repartía el correo de la agencia. Era un paquete plano, envuelto en un bonito papel de regalo, pleno de colores y brillos, con un elegante lazo rojo, muy bien rizado. Un paquete que no traía remitente, ni sellos postales; de lo más extraño.
La bella modelo, llena de curiosidad, desató el lazo y rasgó el papel, descubriendo una gran caja de bombones belgas, de la marca más exquisita. Pegadas a la caja, una tarjeta plegada en libro, llamó su atención. Miró a su alrededor, antes de abrirla. Calenda se encontraba en el camerino, preparándose para una sesión fotográfica de Match & Play.
Nadie la miraba, bien, se dijo.
Abrió la tarjeta y se dio cuenta que tan sólo contenía un extenso poema. No había nombre alguno, ni más explicación que aquellos versos. Así que decidió leerlos tranquilamente cuando llegara en casa, atiborrándose de deliciosos bombones.
Cuando llegó al piso, May Lin y Ekanya estaban encerradas en su dormitorio, como siempre. Aquellas dos no dejaban de hacer el amor a todas horas. Calenda tomó una rápida ducha y se enfundó en su camisón veraniego, antes de tirarse sobre su cama. Con la uña del pulgar, hizo saltar la tapa de la caja de bombones y llevó uno a la boca, indolentemente. El chocolate negro se fundió sobre su lengua, derramando en su boca una porción de anisado licor.
¡Dios! ¡Cómo le gustaban los bombones! Mañana tendría que doblar el tiempo en el gimnasio…
Abrió la tarjeta, contemplando la pulcra letra inclinada, con las “o” bien redondas y los arabescos en las mayúsculas. No la reconoció. Tomó otro bombón, y comenzó a leer.
Llegaste de la Tierra de Gracia,
De un litoral de islas diamantinas
Bañadas en caribeña agua turquesa,
Donde duermen tantas hundidas sentinas.
Irrumpiste en mi calmado mundo
Con la fuerza de mil tormentas,
Asolando mi vida como el viendo andino
Y sumergiéndome en deliciosas afrentas.
Pero no sólo la belleza mora en el Olimpo.
Amistad y ternura rescataron mi penuria,
Dejándome flotar en un solitario limbo
Que acabó llenándose de pura lujuria.
Inconsciente, iluminas los tediosos días
Al caminar entre nosotros, meros mortales.
Resplandeces cual diosa de etéreas melodías
Reconfortando nuestros solitarios corazones.
Entre focos y atrezzo, envuelta en jirones
De tejido sutil y alas de papel maché,
Pisoteas gracilmente los sueños más puros,
Hasta convertirlos en restos de romántico puré.
No puedo contar las interminables noches
En que he sufrido las deliciosas pesadillas
Repletas de carne sensual, de marfileños pechos
Pertenecientes a doncellas de oscuras mantillas.
Todas ellas, entre sus humosos contornos,
Brillan esas pupilas felinas que anulan mi razón.
Todas ella repiten mi nombre con quejidos roncos,
Hasta incendiar mi sangre con inagotable pasión.
Y al abrir los ojos, sudoroso y ardiente,
Clamo a gritos en mi vacío tálamo
Contra los juegos de Morfeo, esa serpiente,
Y la agonía que siento al recurrir a mi mano.
Por eso, Calenda, amada mía, mi Musa perfecta,
Debo tomar este sentimiento con valentía, por el moño,
Y elevar a los cielos la pregunta que quema mi garganta.
¿VA A SER EN TU CAMA O EN LA MÍA, COÑO?
El bombón que la modelo estaba a punto de llevarse a la boca, cayó sobre la colcha y de ahí al suelo, atónita por el último verso. ¿Quién era el capullo que…?
Una última línea, más estrecha que las demás aguardaba al final de la tarjeta.
“P.D.: Si quieres conocer a tu admirador, mira debajo de los bombones. Besos.”
Irritada, Calenda levantó el plástico que acogía los deliciosos bombones, de los cuales ya se había tragado la mitad, y contempló la foto que estaba pegada al fondo de la caja. Calenda sonrió, olvidando su enfado inicial.
Por supuesto, no podía ser otro. Era Él.
CONTINUARÁ…