Como se puede llamar infidelidad VII SiguienteTrio

En Valencia se formará otro trío entre la pareja José y Montse y yo

-... aún me parecen inapropiadas ciertas cosas que realmente son bastante naturales. Lo son para un pareja, lo que no somos, claro, y sin embargo hacemos cosas que convencionalmente lo son. Mi pregunta sería si tendría permiso, si vuelve a pasar algo, para experimentar cosas nuevas. Vamos que no tengo claro hasta donde puedo llegar. Ni siquiera estoy seguro de poder preguntar estas cosas- Llevábamos unas copas encima y el habla era sueltita y a la vez algo torpe, sin esas copas ¿como podía hablar esas cosas que por otra parte era necesario hablar?

-Hay que hablar las cosas. A mi también me pasan cosas parecidas. Cuando estábamos en Madrid, toqué el culo de Sara muchas veces, pero dudé de que fuese adecuado, y eso que teníamos permiso explicito, seguramente se lo habría tocado más, me encanta el culo, yeso que ya había follado con ella tres veces contando ese día, si introducir el pene sin correrse es follar, cinco, y perdón por la palabra.

-¿Perdón? Follar es la palabra más poética después de hacer el amor y eso son tres palabras, al menos antes se decía, o yo leí, que venía de folia de hoja y era una referencia al germinar, a la naturaleza. Ahora parece que coja fuerza otra etimología según la cual vendría de fuelle, y haría referencia al ruido del fuelle parecidos al ¡Ah, Ah, Ah! Ja ja, me he ido por las ramas, lo consulté para escribir la palabra, la primera está sacada de mi memoria, la segunda de internet...Y perdonad que me alargue pero quiero contar algo que me acabo de acordar. Hace unos cuantos años, tuve una especie de novia, no lo era realmente, creo que lo habría sido si en aquel tiempo no hubiese estado enamorado de otra, era una buena chica de un pueblo de Bilbao, de las que hablaba vasco fluido. Era algo escrupulosa, nos habíamos ido a la cama como media docena de veces. Estábamos en la cama, en la típica postura, yo estaba arriba y tenía el pene dentro de ella. De repente observé que tenía los brazos en alto, no los bajaba porque para ello tendría que tocarme el culo, apoyar las manos en mi culo y debía darle reparo. Insisto, yo tenía el pene dentro.

-Por mí puedes, por supuesto, experimentar, toma el ejemplo de Sara, por lo que habéis contado, Sara hizo lo que sintió y no se planteó ningún problema moral o relacional, las mujeres somos más prácticas y Sara y yo tenemos la suerte de tener dos buenos exploradores en vez de uno que suele ser lo normal- y sonrió.

-No al cien por cien, cuando José se fue a la cama me preguntó si estaba mal lo que había hecho, luego tenía dudas ¿Tú no las tienes?

-Sí, ja ja, muchas, aunque son dudas más prácticas que morales pero casi todo lo que hemos hecho, quitando el primer día, ha sido casi sin tener que tomar decisiones lo que no genera dudas, las decisiones las tomaban las casillas y el dado, sí, tomamos una decisión a última hora, y en el primer contacto nuestro que obramos por nuestra cuenta. Sin el juego dudo que hubiésemos llegado a donde llegamos, me alegro de haber jugado, creo que todos lo hemos disfrutado y que ha abierto curiosos caminos. El primer día, no sabía si meterme tu pene en la boca. Pero esas dudas pasan en las primeras relaciones físicas entre dos personas. Sin embargo, y ahora me pongo en el otro lado, ninguna caricia tuya me pareció inapropiada, ni se me pasó por la cabeza que tuvieses dudas. Me pasaste un dedo por el ano, yo no sé si me habría atrevido y me pareció muy bien que lo hicieses. Puedes explorar lo que quieras, si lo haces estoy segura que lo disfrutaré, y seguro lo hagamos el resto de participantes. No sé que opina José.

-Opino que si seguimos con el tema vamos a terminar en la cama, hablar de estas cosas tan agradables abre el apetito, no me digas que, tras esta conversación, no deseáis experimentar un poco Montse y tú, la mención atrae el deseo- observó José con acierto.

-Vale, ya me callo, cuando lo hagamos, si lo hacemos, experimentaré, aunque son tonterías.

-No te calles, no tengo nada en contra de que vayamos a la cama- dijo José -al contrario, no hay nada tan agradable y divertido.

-¿Cómo qué tonterías?- volvió Montse para atrás -Me has despertado la curiosidad.

-Bah, tonterías.

-Cuenta, también yo tengo curiosidad- insistió José

-Cosas normales, por ejemplo el primer día no sabía si podía mirar tus tetas con detenimiento y tenía muchas ganas. ¿No os ha pasado nada por el estilo? Por cierto ¿No es un poco morboso lo que estamos hablando?

-No te vayas por las ramas que quieres escaparte, te hemos pillado.

-Jolín, algo que he hecho pero se ve que no lo suficiente, pero eso no es más que un ejemplo, me quedé con las ganas de pasarte la lengua por toda tu vulva y el ano y explorarlos con más profundidad, creo que me he puesto colorado al decirlo. Ahora si surge me costará más hacerlo.

-Propongo que, si a Montse le apetece, vayamos a la cama y experimentes, si vamos específicamente a eso no te costará, yo, de momento, miro, aunque siguiendo nuestros hábitos puede que me desnude como siempre hacemos y para estar preparado por si acaso.

-¿De veras quieres que experimente Jaime. ¿Sin participar tú? No es que no me apetezca, pero también me gustaría que estuvieses tú...

-Bueno, pues como Jaime quiere experimentar por abajo, yo me coloco por arriba y te acaricio las tetas, ¿no te tienta tener a dos exploradores para ti sola? Además sería lo justo para equilibrar la balanza con Sara, aunque tampoco es necesario equilibrar nada.

-Me tienta, si sois vosotros.

Nos cogió de las manos y tiró de nosotros riendo hacia el dormitorio.

-Primero os desnudo yo y luego me desnudáis vosotros, José por arriba y Jaime por abajo, cada uno su zona. Ja ja. Sentaros en la cama, uno al lado del otro. Estoy impaciente.

Nos colocamos como había dicho y dirigiéndose a mi me quitó los zapatos y calcetines que ya llevábamos, empezaba el otoño, aunque no hacía frío,me cogió un pié y se metió el dedo gordo en la boca y me lo chupó mirándome a los ojos.

-Ay, ¡Que gusto!.

-Es que Montse es una joya- Dejó el pie y repitió con el otro y a continuación se los quitó a José e hizo lo mismo. Nosotros teníamos cara de divertidos. Pasó a quitar mi camisa polo, me la subió sacándola, yo con los brazos en alto, un vez fuera me dio un beso-chupetón en cada pezón, sonreí y miré a José, si tuviese que definir su cara yo diría que era una mezcla de amor y orgullo. Hizo exactamente lo mismo con él. Ambos sonreíamos. Parecíamos dos niños buenos y obedientes. Lo siguiente fue desabrocharme el cinturón y en vez de quitarme el pantalón se fue a desabrochar el de José. Se dirigió a mi.

-Solo te levantas un poco, lo justo para que pueda pasar el pantalón. ¿Ok?

-Ok

Y me dejó en calzoncillos que afortunadamente eran bastante nuevos, no era casualidad del todo.

Luego se fue a por José y repitió la operación. Estábamos auténticamente felices. Teníamos una sonrisa de oreja a oreja, puede que exagere. Me daba cuenta que llevaba la misma pauta que Sara, empezaba siempre por el invitado que esta vez era yo.

Nos quedaban los calzoncillos. Se fue hacia mi, los cogió con las dos manos y tiró para abajo haciendo que yo me levantase un momento, mi pene también se había levantado pero para más tiempo.

-¿Tenemos confianza para que yo experimente con una chupadita pequeña?

Moví la cabeza afirmando. -Creo que sí- Me cogió el pene con una mano y tiró un poco de la piel descubriendo un poco el glande y se lo metió en la boca, lo justo para sentirla, para devolver, a continuación, la piel a su sitio. Muy ordenada.

-Dan mucho gusto las confianzas- Se sonrió mirándome y pasó a repetirlo con José.

-Contigo sé que la tengo. Por eso no te he preguntado- Le dijo con coquetería, e imitó la acción anterior .

-Permíteme decir que me encanta tu chupadita- dijo José y la miró con cara de diversión. Estábamos completamente desnudos y ella completamente vestida, aún quedaba hasta llegar a lo que habíamos ido y si lo dejásemos en ese momento podríamos decir que habíamos pasado un buen rato que recordar.

-Podéis poneros de pie- Al hacerlo levantó las manos, como en una especie de baile con aleteo de las manos, mirando nuestros penes apuntándola. Reímos todos. -Estoy lista.

-Tendrás que sentarte si no quieres caerte- Se sentó y me puse a quitarle las sandalias, ya no era original pero le di un beso en el empeine del pie como si fuese la mano, cogerle el pie con mi mano me pareció erótico.

-Princesa, beso su pie a sabiendas de que va a ser imposible superar tus iniciativas al desnudarnos, has hecho como Picasso que se cargó en cierto sentido el arte, después de él nadie pudo innovar nada, estaba todo innovado.

-Perdón- Pero su sonrisa desmentía su disculpa. Montse era muy divertida, alegre y positiva. José ya le había quitado la blusa, tenía un sujetador muy bonito, me hice la ilusión que esperaba algo de mi visita.

Procedí a quitar los pantalones, desabroché su botón y la cremallera. y le bajé el pantalón con su ayuda porque es más difícil quitar un pantalón a una mujer y lo pasé por los pies. José ya le había quitado el sujetador.

-Sé que sería pisar terreno ajeno pero ahora les daría un beso a tus tetas, tan pequeño como tu chupadita, es imposible no desearlo- Ella misma me cogió la cabeza y me la dirigió.

-Ahora yo estoy en desventaja- dijo José en broma. Montse le cogió su mano y se la metió por dentro de las bragas sonriendo y se la mantuvo dentro un ratito y le dio un beso en el brazo.

-Ojo por ojo... pero lo que de verdad queréis es llevarme a la cama- Nos reímos otra vez, pura felicidad.

-Queremos pero no nos hace falta, ya estás en la cama- Mientras le quitaba las bragas.

-Y yo diría que desnuda y en compañía de dos hombres desnudos de intenciones algo dudosas, date por llevada a la cama.

-Vale, me rindo... y me tumbo, creo que tú ibas a experimentar y tú a tocarme las tetas. Y si se tercia fuellamos. Podéis empezar. Voy a hacer un juego, mientras pueda aguantar no me inmutaré comoquien se fuma un cigarrillo- y se tumbó en medio de la cama pero transversal de manera que nos quedaba más a mano nuestra zona de maniobras. Nos arrodillamos cada uno en nuestro puesto de trabajo. José le puso las manos en las tetas y se puso a acariciarlas con movimientos circulares hasta donde yo vi. Yo metí la cabeza y pregunté:

-¿Entra como experimento utilizar el olfato?

-Tú experimenta lo que tengas que experimentar, la ciencia debe ser libre- Le separé las piernas. Tenía algo maravilloso para mi el tiempo que quisiese. Con los dedos gordos de mis manos le abrí los labios le di un beso y me puse a oler. Mi pene reaccionó bruscamente a lo olido y a todo. Mientras olía me puse a mirar separando unos labios de los otros, tocando y observando el clítoris.

-Me va a costar no gemir un poco- Nos dijo suspirando. José ahora estaba enzarzado con los pezones.

-No me río por si me corro de la risa, me encanta la ciencia- Mientras seguía manteniendo la vulva abierta y observaba, miraba todo lo visible y a veces volvía a oler, estaba embriagado.

-No noto movimiento ¿Has dejado de experimentar?

-Oh, no, estaba mirándolo todo, dijiste que tenía libertad, tienes un coño, con perdón, muy bonito de forma y de color… y de olor- observé que José había pasado a los besos y lametones mientras con la mano le acariciaba cariñosamente la mejilla, pero estaba atento porque se rió con lo del olor.

-Muchas gracias, José, ¿a ti también te lo parece?-

-Muy bonito, aunque del olor no me fijo demasiado.

Montse aguantaba sin gemir como había prometido aunque cogía un poco más de aire de lo normal. Pasé a la lengua inspirado en el trabajo del piso superior. Me puse a lamer los labios mayores con la punta de la lengua, casi rozando y le daba suaves mordisquitos, luego me dediqué a la zona entre labios mayores y menores, que para mi asombro parece que no tiene nombre específico, al menos yo no lo encontré en internet, como aperos utilicé la lengua y el dedo índice, disfrutando de mi tarea, nadie lo veía pero tenía una prueba de ese goce, cierto miembro había dejado de colgar entre las piernas para señalar acusica, como si fuese la varilla de un zahorí, a la responsable. En este caso la varilla en vez de agua señalaba donde le gustaría resguardarse, en concreto a la cueva del pecado, pero más adelante porque ahora estaba muy gratamente enfrascado en la investigación. Cuando hube recorrido, tomándome mi tiempo, ese valle entero me fui olfateando y lamiendo por el camino el periné en dirección al ano. A pesar de los cada vez más fuertes ganas de gemir tuvo el humor de decir -Parece que vas un poco de culo- Pero le costó sacar la broma porque algo más competía por salir de su boca. Me llegué hasta el ano y lo lamí con mucho placer tratando de meter la punta por el agujero al que, naturalmente, besé, me metí un dedo mio en la boca y pasé a meterlo en su ano, al principio un poco luego poco a poco avance introduciendo casi todo el dedo -¿Te molesta?- -Siempre es una sensación rara, pero no, no me molesta- Espero que le gustase, no fue constatable físicamente porque seguía tratando de mantenerse impasible. A esas alturas yo estaba muy excitado. Montse la suponía muy excitada y José, no lo sabía, supongo que también. Saqué el dedo del ano y éste, tras quedar abierto un momentito, se recompuso con ciertos movimientos propios e involuntarios. Me fui hacia el rey de la casa y abriendo lo que pude el capuchón del clítoris me puse a besarlo, sorberlo y lamerlo. Montse aguantaba y no aguantaba el prolongado asedio porque empezó a tensar, cuanto menos, sus piernas que era la zona bajo mi vigilancia. Terminó por desmoronar su impasibilidad, no consiguió resistir el ataque y diciendo -Me corro- empezó a contraer todo su cuerpo y soltar por la boca todo lo que se había guardado. Yo paré sin perder el contacto de su clítoris y metí un dedo en la vagina para sentir las contracciones, no las sentí porque el dedo es más delgado pero si noté muchas mucosidades que me gustaron. José la abrazó con la cabeza en su cuello. Cuando se calmó dijo:

-Jolín, me corrí. Era difícil resistir. Ahora, podemos pasar a otro experimento. Me gustaría, bueno, ya sabéis, José, en Madrid tú penetraste antes a Sara, ¿Te parecería mal que dejemos también al invitado primero?. El orden es lo menos importante, pero es una manera de deciros que es lo que me gustaría ahora.

-Por favor- dijo José haciendo un gesto con la mano de invitación y Montse se tumbó en el centro de la cama y con los brazos me indicó que me tumbara con ella. Me tumbé,

-Solo tumbarme a tu lado ya es un gran placer- la abracé situando una mano en su culo, la besé labios y boca, le empecé a tocar las tetas con cierto frenesí tratando a la vez de no ser brusco, le seguí acariciando todo el cuerpo, como veía que reaccionaba le introduje el pene muy poco a poco mirándola a los ojos diciéndole -Ya no son desconocidos, se sabe el camino, no te puedes hacer idea de lo que le gusta entrar y lo deseo más que la primera vez- dije en voz baja pero no tanto que no lo pudiese oir José y cabalgamos hasta la total rendición, observé que miraba a José, creo que suponía el desenlace y quería dedicárselo a él ya que era yo el que la estaba penetrando, o mirarle le ayudaba a llegar al orgasmo al incorporarle o le decía que lo amaba, y ahora sí, volví a notar las contracciones de la vagina que apresaban mi pene y que a su vez motivaron mi corrida. Según amainaba me besó la mejilla y me pidió con la voz que pudo sacar:

-Ahora le toca a José- Me bajé sacando el todavía no tan disminuido pene que me quedaba dentro y me aparté para dejarle paso besándola, de camino, por encima de la teta. José se subió encima de Montse.

José obedeció y volvieron a cabalgar hasta que Montse, ahora mirándome a mí, al notar la mirada se la devolví con amor, volvió a tener otro orgasmo mayor que los anteriores. José la acompañó. Se quedaron uno encima de la otra, agotados, supongo que el pene de José todavía dentro.

Cuando se restablecieron un poco, Montse me llamó con la mano pidiéndome que me situase en su lado izquierdo y José pasó al derecho, reposamos nuestras cabezas en el hueco correspondiente del cuello, en el lugar que en anatomía se llama o se llamaba literalmente coin d’amour y nuestra respectiva mano en la respectiva teta, nos íbamos quedando dormidos.

-José te pregunto como preguntó Sara a Jaime, ¿hay algo que preferirías que no hubiese pasado o que te haya molestado?

-Cuando descansemos repetimos, estoy orgulloso de ti y de todo lo que haces y dices, no te cambiaría por nada del mundo- Acompañó la palabra con un descenso de la mano que pasó a abarcarle el coño.

-Estoy a punto de dormir, pero una última cosa, no me contestéis ahora pero igual viene bien para tener bonitos sueños. Yo también quisiera experimentar aquello que hicisteis con Sara en Madrid, así que iros preparando.

Se produjo un silencio porque nos íbamos adormilando, Montse besó a José en los labios, me miró para ver si estaba despierto y me besó a mi y nos quedamos dormidos como benditos.

. VII Nuevo trío 2

Mi despertar por la mañana fue paulatino, nos fuimos moviendo todos y despertando sin despertar del todo. Cuando abrí los ojos comprobé que Montse los tenía abiertos. Cruzamos la mirada, le sonreí y ella acercó sus labios para besar los míos. Lógicamente ofrecí los míos con mucho agrado. Después, como no, dejé reposar mi cabeza sobre su pecho a la altura de las costillas. José se rebulló y abrió sus ojos. -Buenos días- con voz aún más grave de lo usual.

-Hola, mi amor- dijo Montse. Y le dio otro beso.

-Buenos, incluso muy buenos, yo he dormido en la gloria ¿vosotros?

-Haciéndote compañía en el mismo y desde el mismo lugar.

-¿En la gloria y desde la cama?-Nos conocíamos bien.

-Exacto. ¿Veo que te has cogido la mejor almohada, le has dado los buenos días?- Se refería a la teta izquierda de Montse sobre la que reposaba mi cabeza.

-Nada me gustaría más, no me atrevía sin desayunar. ¿Puedo?- dirigiendo la cabeza para poner mis labios sobre su pezón y con la vista dirigiéndome a ella.

-Claro, le gustan los saludos y es muy agradecida- y le dí un beso lento consiguiendo un pequeño efecto contráctil que demostraba que era muy agradecida.

-Muy simpática y muy bonita-

-Gracias.

-Tú también lo eres y mucho, pero se lo he dicho a ella.

-Pues en su nombre... Estoy indecisa entre que vayamos a desayunar o pediros que practiquemos lo pactado anoche.

-Yo creo que desayunamos con el rabo algo tieso por la posibilidad del después y luego practicamos posturas y si se tercia fuellamos. ¿Os parece?- Dijo José.

-Imposible mejorar el plan.

Y nos levantamos para ir a desayunar, Montse nos cogió a los dos de la mano, con la promesa implícita de volver, la casa estaba protegida con toldos y la temperatura excelente, no nos hizo falta vestirnos y fuimos a la cocina desnudos y hermanados, de mano.

Desayunamos café y tostadas con tomate. Al terminar recogimos y metimos los platos y tazas en el friega platos.

-¿Volvemos un rato a la cama a practicar? Dijo José

Cogimos dirección cama. Al llegar quedamos indecisos.

-Nos tumbamos y pensamos- Lo hicimos dejando a Montse en medio, claro. Cogió una mano a cada uno. Como sincronizados nos acercamos mirando hacia ella.

-¿Hay algo que te haga ilusión para empezar?- Dije.

-Se me ocurre que me gustaría sentir crecer los dos penes a la vez pero en mi cuerpo, bueno, de momento en mi piel. En otras palabras, que me hagáis un sándwich. Para no hacer un feo a nadie miro un rato en una dirección, luego en la otra y de paso me beso con el que tenga enfrente. ¿Os parece?- Y se puso mirando para José y se puso a besarse con él, por tanto yo me arrimé a su culo. Mi pene cumplió al contacto con sus nalgas y creció y disfrutó de la visita, supongo que a la par del de José. Toda la piel que rozó su cuerpo disfrutó.

Yo no tenía permiso implícito, realmente sí, pero le acaricié espalda y culo con la mano de arriba sin perder el contacto de mi pene, con la mano de abajo hacía lo que podía. Estaba empalmado, ella echo una mano para atrás y me cogió un ratito el pene como saludando al pene crecido.. Creo que hizo lo mismo con la otra mano y José. Tras un rato separó su boca de José y la volvió a juntar para un beso en los labios. Y se dio la vuelta haciendo coincidir su sexo pero más su barriga con mi pene, mi pecho con su pecho, su boca con mi boca, sus ojos sonrientes en los míos y sus brazos alrededor de mi cuello. Nos besamos para mi deleite y espero que el de ella. Yo tenía una mano libre y le busqué una buena colocación, ¡que mejor que su teta!, si trabajaba bien igual conseguía un puesto mejor pero para empezar estaba muy bien, al rato me percaté que el puesto mejor estaba bien ocupado porque los suspiros de Montse no estaban justificados por mi trabajo en la teta. Como llevábamos besándonos un rato razonable se volvió a dar media vuelta, con lo que el puesto mejor quedó libre y dirigí mi mano que acarició su culo pasó a acariciar el ano y terminó en su vulva que ya estaba humedecida por los trabajos de José. En ese momento creo que Montse cogió el pene de José y lo restregó por su vulva y clítoris empezando a gemir. Entonces paró.

-Me toca que que me hagáis lo que hicisteis a Sara, cuando me lo contó José me puso muy muy a tono solo de oírlo, me masturbé a vuestra salud mientras me lo contaba por teléfono, según me dijo se oían vuestros gritos o sea que a lo mejor tuvimos un orgasmo conjunto o casi- José interrumpió a Montse

-Cuando la llamé por teléfono después de estar con Sara... ¿Puedo contarlo?

-Cuenta.

-Se masturbó mientras le contaba nuestras hazañas, me avisó y le di detalles para estimularla y se corrió al teléfono- La historia me motivó darle un beso en la mejilla.

-Me avisó que lo estaba haciendo y me gustó mucho. Pues si os parece, yo me tumbo boca arriba.

-Eres un cielo- Y le dio un beso y se sentó encima, pero en vez de poner sus labios rodeando el pene de José lo cogió y dirigió su punta hacia su clítoris y le restregó el pene y se dio repetidos golpes con él. No estaba mal pero no era lo que hicimos con Sara, estaba pasándolo bien que es lo importante y gemía. Cuando llevaba un rato a José le pasó como a mi y me pidió el relevo.

Yo me puse boca arriba y ella se sentó encima. José le dijo:

-Espera, coloca tus labios mayores rodeando su pene y muévete para adelante y para atrás, te gustará y así es como lo hicimos con Sara. Lo que has hecho también ha estado bien, a mi me ha gustado mucho- Sara se colocó en la nueva posición.

-Ah, vale, te has ganado un beso, pero como estoy muy bien colocada acercate tú- José se acercó y se lo dio, yo aproveché ese momento para rozarle el clítoris con la yema del dedo gordo. Montse empezó a moverse hacia delante y hacia atrás friccionando mi pene. Necesitamos algo más de tiempo por el parón pero empezamos a ver el cielo al poco, por supuesto mi pene estaba descapullado y brillante, yo miraba encantado, me hipnotizaba ver el pene en contacto con el clítoris, ella también miraba pero verlo lo veía con peor perspectiva

-¿Puedo metérmelo?- dijo con la voz esa de deseo.

-Por favor, hazlo- dijimos José y yo, quizás con otras y no iguales palabras.

Y se introdujo mi pene.

-Me gusta mucho, no tardaré en correrme- dije

-Córrete- y aceleró los movimientos, tardé un poco más de lo que prometí pero me corrí y grité fuerte y cogiéndola por el culo la apreté más contra mí.. Montse se corrió conmigo yo la cogí y mantuve el fuerte abrazo. Yo estaba al borde del llanto ¿A santo de qué?. Ella lo notó y me dio muchos besos en la cara.

Me salí y me eché a reír. Estaba un poco descontrolado.

-José, perdona, no sé que me ha pasado, el placer que gasta bromas, pasa, por favor.

José se reía pero se colocó encima de Montse y comenzaron a copular a lo clásico, se alargó un poco más pero terminaron en orgasmo. Se quedaron como siempre reposando el coito, mientras reposaban le di un beso en el hombro, luego José se bajó y se dirigió a mí:

-Es una pena que te vayas esta tarde. Te echaremos de menos y espero que tú a nosotros, ahora, dos días más a este ritmo y la palmamos, eso sí, felices y contentos. En las últimas 12 horas hemos echado dos polvos cada uno, Montse cuatro con sus consiguientes orgasmos más uno extra y no te creas pero no desecharía otro. La última casilla de tu juego iba de una postura que no me importaría realizar.

-¿Os gustaría hacer un trió cada uno de vosotros por separado con Sara y conmigo a la vez?

-Creo que nos gustase o no, es más difícil, no imposible, tú no sueles venir sola a Madrid, ni Sara a Valencia, pero mal no estaría. Todo lo que sea con vosotras dos y José estoy abierto a ello. Yo estoy un poco enamorado de Sara, no se lo digáis, y me encanta lo que está pasando contigo, creo que nos gusta a todos, siento algo extraño contigo, sé que eres pareja de José y nunca haría nada en contra, me gustas mucho físicamente y de alguna manera te tengo un cariño que viene de más lejos, pero no se me habría planteado nunca ningún deseo si no hubiese pasado lo de aquel día y lo que hacemos está totalmente unido a que estamos todos o casi todos. Estamos a gusto los cuatro y tenemos confianza los unos con los otros. Yo calificaría lo que está pasando de un milagro raro. Supongo que os pasará lo mismo o parecido, cuando José le mete el pene a Sara es casi como si se lo metiese yo, es algo agradable para los tres y si estamos los cuatro, para los cuatro, me alegro que disfruten uno y otro porque en definitiva el pene de José dentro de Sara lo disfrutan José y Sara en principio y a mi me gusta que sienta placer José y me gusta que sienta placer Sara, pues que lo hagan los dos me da doble placer, sin contar que no puedo evitar excitarme mucho al verlos. Por descontado me gusta hacer lo mismo contigo. Y hablando de placer mi pene está reaccionando a este discurso. ¿Me dejarías que te acariciase unos minutos como despedida?

-Ven a mis brazos y acaricia.- Me dijo casi ronroneando. La volví a abrazar y a sentir, le volví a tocar las tetas, le volví a tocar el culo y le puse la mano en la vulva y acaricié sus labios mayores y menores y le toqué el clítoris, ella me cogió el pene y se puso a masturbarlo. Mi intención no era más que acariciar pero, sin comerlo ni beberlo, estábamos haciendo el amor de nuevo. José se arrimó por detrás, le había visto que se escupía en la mano pero la visión fue fugaz, ni siquiera imaginaba porqué, ni siquiera estaba seguro de haberlo visto, ahora lo entendía, yo no sabía que practicasen sexo anal pero le estaba metiendo el pene por el ano arrancándole un pequeño grito mezcla de dolor y placer y pensé que era una invitación a que entrase por delante, que lo hacía precisamente para eso y para que Montse tuviese por primera vez dos penes dentro a la vez. Los gritos venían de las tres gargantas. Montse se hizo oír de entre los gritos.

-Si, por favor correos, por favor, me gustaría mucho- Y vaya que si nos corrimos, yo creo que en esa corrida iba mezcladas muchas sustancias de mi ser, semen, ideas, problemas, amor, tristeza, agradecimiento, sexo.

-No creo que pueda expresar todo lo que siento, pero si analizases con un microscopio el semen que te he dejado quizás lo pudieses entender- Montse me besó en la boca un beso corto y cuando estuvimos desenganchados nos volvimos a recostar sobre Montse y ella nos cogió a ambos por los hombros. Esta vez fui yo el que se salió al ratito para irme a duchar dejándoles en la cama abrazados. Cuando terminé de ducharme y fui a vestirme les oí que estaban otra vez liados. José me dijo al despedirme que tuvo un cuarto orgasmo y Montse un sexto en doce hora, yo creo que tener tres orgasmos seguidos en una mañana y el cuarto en doce horas me ha pasado solo una vez en la vida en otra época en que era más joven.