Como se puede llamar infidelidad V Trio

José viene a Madrid y surge un trio

VI Trío

En esta ocasión José me anuncia que viene a casa. Viene a Madrid por asuntos de trabajo. Llega un martes a primera hora de la tarde y se va el jueves pronto. El miércoles lo dedica al trabajo. Tenemos la tarde del martes, si no llega cansado, para ir a tomar algo. Llamo a Sara y le digo que José se pasará y su horario por si se quiere venir a tomar algo. Se apunta.

José llega a las seis con ganas de salir y vamos a tomar unas cañas, él toma vino, como siempre. Nos informa de Montse y de otras historias de Valencia. Nosotros de la niña, que es una chica sensible de la que me siento orgulloso, no hablo de ella pero se entiende fácil, no pinta nada en estos relatos salvo que para cualquier situación de estas requerimos de sus abuelos para que la cuiden. Pasamos un rato agradable como siempre. Cuando va anocheciendo nos vamos para casa donde yo tengo algo de cena.

Hemos cenado, estamos hablando a gusto. Saco whisky y coca cola que es lo que tengo, lo tomamos José y yo, Sara una cerveza con limón. Sara simpática y arrolladora, José locuaz, yo filosófico. Nos acordamos nuevamente de Montse que no está y que es una pena pero tiene mucho trabajo y le habría sido imposible pedir unos días.

Sara, sin previo aviso, en medio de la conversación, se levanta y se empieza a desvestir de espaldas a nosotros.

-¿Qué haces? ¿Te desnudas? Tenía el torax desnudo y se llevaba las manos para desabrocharse el botón del pantalón.

-¿Creí que os gustaría? Igual que estamos aquí hablando podemos ir a la cama, desnudarnos todos y seguir hablando o incluso tocarnos un ratito. Yo, al menos, lo echo en falta, y pensé: en cuanto me vean desnuda les entran ganas ¿Qué tal mi idea?.

-Estaría más que encantado. Aunque nos falta Montse..., pero al ser tres no se puede decir que sea en privado, no se me ocurrió que se plantease y no lo hablé, ...estoy seguro que no le importa, puede ser que se plantee en Valencia algo parecido algún día y tendremos ya la puerta abierta. Y francamente, me apetece mucho.

-Pues no voy a poner pegas yo, como si queréis que durmamos luego los tres juntos.

-Mañana tengo un día difícil, sería muy agradable pero prefiero dormir en la otra habitación. Pero el plan de Sara de ir a la cama a tocarnos, me cuesta decirlo, me parece una excelente idea, solo imaginarlo ya es un placer, estoy impaciente.

-No se hable más.

Nos fuimos al dormitorio y tardamos poco en estar desnudos. Sobre todo José y yo mientras nos quitábamos la ropa echamos miradas medio disimuladas a Sara que pronto estuvo como dios la trajo al mundo, al finalizar nos quedamos mirando todos.

-¿Puedo tomarme un pequeño anticipo? Acerqué la mano al sexo de Sara:

-Para eso estamos aquí- Y acerque mi mano y le cogí sus labios entre el dedo índice y pulgar. -Agradable anticipo- dijo. Si el deseo se pudiese palpar o siquiera verlo la habitación la veríamos llena de él, pero como mucho se deja intuir.

-Deberías darnos un abrazo de perder vergüenza- nos lo dio sonriente, primero a mí, me lo dio fuerte volviendo a sentirla desnuda, la apreté a mi vez y la di un beso en el cuello y una pasada en el culo con la mano tras lo que me subí a la cama feliz y excitado, dejando sitio para cuando se acostaran, me dio un escalofrió de impaciencia, luego a José otro igual de fuerte, cuando se separaron, José la cogió desde atrás por la cintura y le dio otro beso en el hombro, Sara acusó ese beso volviendo la cabeza hacia él con una sonrisa y dándole una caricia en la mejilla y volviéndose hacia él le recorrió con un dedo su incipiente erección y se acomodaron en la cama, Sara en medio.

-¿Y ahora? Aunque todo lo que hagamos será bueno, estamos en el mejor sitio de la casa- Hablé con una mano acariciando su barriga dedo gordo rozando su teta y dándole un beso encima de la teta. Sara tenía las tetas pequeñas, no sobresalían mucho, pero sus pezones con la areola eran especiales. Cada uno era casi una teta en si mismo, era grande, abultada, de lado parecía una teta pequeña encima de otra teta. Era casi imposible que no te engancharan haciéndote adicto, aunque la verdadera adicción siempre es a la persona.

-Si me dejáis me gustaría cogeros el pene a los dos, debe ser tradición al estar en la cama con dos chicos y empezar con los dos penes cogidos, vosotros podéis hacer lo que queráis, que seguro que me gusta, y si tenéis alguna fantasía que se pueda hacer, puede ser el momento- Y pasó a la acción cogiéndonos los penes y subió y bajó las manos movilizando nuestros prepucios y en nada estuvieron a punto.

Al poco se lanzó primero a por la polla de José y se la metió en la boca tras un beso en la punta, José tenía una sonrisa mientras veía como se la metía que convirtió en un cerrar los ojos cuando la empezó a sacar y volvía a engullirla, yo miraba y me estaba dando cuenta que no sentía ya nada de celos, incluso era consciente de que sin José yo no estaría desnudo con Sara desnuda al lado, por lo menos ese día. Yo aproveché para besar su espalda a la vez que le cogía un pecho y arrimé mi pene a sus nalgas e hice una pasada rápida por la vulva con mi mano. Tras unos pases la soltó y fue a por la mía repitiendo escena. José le tocaba el culo y por el saltito de Sara debió pasar también por su sexo, aún le dio tiempo de agacharse y darle un lenguetazo en el ano, a lo que Sara le respondió con una caricia en la cara. A continuación volvió a la posición inicial con un pene en cada mano.

-No hay nada más agradable que el sexo- dijo, yo le estaba besando el hombro

-Nada- contesté y para demostrarlo, seguí besando el hombro y cuello justo cuando José hacía lo mismo, nuestros pechos reposaban cada uno en la teta que nos correspondía, parecíamos los gemelos de “La noche de la iguana”. Estábamos tumbados, ella boca arriba, nosotros hacia ella. Me puse a besarle los labios y ella abrió la boca y nos besamos en la boca, José le besaba la mejilla y cuello de su lado, Sara giró la cabeza y se besó en la boca con José y yo pasé a sustituir a José por mi lado, nos turnamos varias veces, bajé al poco a la teta que me correspondía por estar situado a la izquierda. José estaba acariciando la de su lado. Ambas tenían los pezones erectos y Sara respiraba hondo, tenia cara de estar feliz y lo dijo -Me encantan vuestras caricias, creo que he tenido una muy buena idea-. José sin soltar la teta se subió a volver a besarla directamente en la boca. Como estaba ocupada la parte superior de Sara y sin dejar de besar y chupar la teta, su pezón llenaba mi boca, alargué la mano para acariciar su barriga, que tenía la huella de haber tenido un hijo, lo que a mí me gustaba, y fui haciendo amagos de acercamiento a su vulva, enredando los dedos en sus pelos y rozando las ingles, amagos que ella acusaba. Sara más que acariciar nuestros penes tenía sus manos encima del de cada uno abarcándolos, los tenía totalmente erectos. Pasé a acariciar sus muslos hasta donde me llegaba la mano sin romper nuestra equilibrada postura, fui en dirección a su vulva circunvalándola ahora por las ingles rozando labios mayores, al notarlo abrió un poco las piernas. José dejó de besar la boca y pasó al pezón y lo chupó con lo cual parecíamos otra vez dos gemelos, ésta vez, gemelos ya crecidos mamando y una madre incestuosa con los penes erectos de sus bebés en la mano y uno de los bebés, yo, jugueteando con su coño.

Seguí acariciando como si no hubiera un mañana que es lo que siempre temía con la imprevisible Sara. Terminé abarcando su vulva, a lo que respondió con un respingo, como un calambre. Le cogí los labios mayores en un pellizco con toda la mano. No quería centrarme todavía en la vulva y solté su paquete y pasé la mano por debajo, por su culo, ella lo levantó un poco para hacerme sitio y sentí unas contracciones que no podían deberse a esas caricias de culo, era José que ahora tenía la mano en su coño acariciando su clítoris. Eramos dos a dar placer. Seguimos un buen rato en esa maravillosa tarea de acariciarnos.

Sara se incorporó y se quedó sentada en el borde de la cama.

-Por favor, sentaros como yo- La obedecimos colocándonos igual, uno a cada lado y ella se giró hacia José.

-Acaríciame y bésame muy suave- José la cogió la cara y la besó suavemente en los labios mientras con la mano libre le acariciaba las dos tetas, yo le acaricié el muslo por encima y por la parte interna disfrutando tanto de mis caricias como de las de José, posiblemente disfruté más de las manos que tocaban las tetas. Al medio minuto se dio la vuelta hacia mí y me cogió la cara y me acarició ella mi pecho, caricias que imité con el suyo. Le cogí la cara y la besé los labios mordiéndolos suavemente, acaricié el cuello bajando hacia la teta derecha, le rocé suavemente el pezón pasando la mano hasta la barriga y volví al cuello repitiendo la acción. José mientras metió la mano entre sus muslos a la altura de su vulva. Sara puso una mano encima de la de él apretándosela, se volvió hacia él y lo besó en la boca metiendo la lengua, su pecho se pegó al de José mientras se besaban, José presionó con el brazo en la espalda abrazándola para apretarla más contra él. Ella acariciaba suave el pene del que besaba. Estábamos, los tres, disfrutando mucho. Al poco era yo el que notaba una teta comprimida contra mi pecho mientras nuestras lenguas jugaban. Volvió a repetir otra ronda completa, cuando estaba otra vez conmigo le metí la mano entre los muslos abarcando su sexo y con un dedo le acaricié el clítoris, nos volvió a coger los dos penes mientras saltaba de placer por mi incursión en el clítoris. Gemía mucho, sin parar del todo de gemir nos dijo algo entrecortada -Me gusta mucho tocarme con los dos, no paréis, me muero de placer…, nunca había estado con dos a la vez... tenemos que repetir alguna vez- La correspondiente mano del pene bajó nuestro prepucio, al menos a mí, y nos o me lo volvió a subir repetidas veces agachándose para dar lo que podría denominarse un pico en la punta del pene. A estas alturas Sara soltó los penes y se subió encima de José volviendo a tumbarle y frotando su sexo con el de él. El la cogió por el culo y la apretó con las dos manos. En ese momento en que estaba con José pensé que, por supuesto quería ser hombre y estar viviendo lo que estaba viviendo, pero que también me gustaría ser mujer y estar viviendo lo que estaba viviendo ella. Amando a la vez y alternativamente a dos hombres con los que en mayor o menor grado la unían lazos afectivos. Dos hombres a los que se entregaba, pero también dos hombres que se le estaba entregando y de una forma en que no sería igual ser hombre con dos mujeres. Sara se bajó de José y repitió, esta vez, conmigo, ni que decir tiene que me daba mucho placer, al ponerse encima de mí le pasé los dedos desde detrás por la vulva y el ano y la apreté con ganas su pecho contra el mio. Por supuesto todo esto iba acompañado de sus característicos gemidos que a veces se convertían en gritos. Nuestros penes estaban a su máxima potencia. Metí mi mano entre los cuerpos y acaricié las dos tetas y la besé el cuello y el frotamiento de sexos me dio una idea que recordé haber visto en páginas porno y me gustó, pero nunca lo había hecho exactamente así. La miré a la cara.

-Yo tengo ganas de probar algo que creo os puede gustar pero es de uno en uno. Me tumbo y tú sentada encima mio de frente me rodeas el pene con tus labios mayores y te mueves de adelante atrás haciéndonos una paja mutua, es algo que nunca probamos así. Luego se lo haces a José a no ser que quiera otra cosa o empiezas por él.

-Vale, yo, de momento, espero, ambos teníamos el pene muy empinado y José se lo miro y en broma dijo -Mira como estamos.

-Eso en poco tiempo está resuelto- y con la mano se lo estrujó un poco.

Me tumbé en el centro de la cama, se sentó encima haciendo coincidir sexos, mis manos en sus muslos y se frotó, no solo sentía como rozaba clítoris con pene, también lo veía, con su mano izquierda cogió el pene de José que se había tumbado girado hacia nosotros, empezó a gemir fuerte y siguió frotando y gimiendo hasta que le pedí que siguiese con José o me correría.

-¿Tienes la amabilidad de sustituirme?- Le dije sonriendo por la ironía pero con cierto sufrimiento en la cara, sufrimiento de placer.

José no contestó, se colocó boca arriba con su pene adecuadamente preparado, y utilizó esa palabra -Preparado- y una sonrisa. Ella se sentó encima dejando el pene entre sus labios, al sentir sus labios José dijo: -Me va a gustar mucho, lo sospecho, me encantará frotar ese bonito clítoris con el pene- y para demostrarlo le dio un pequeño pellizco en él y cogiéndolo lo frotó un poco con su pene Sara miró lo que hacía y luego comenzó a moverse, aún más excitada por el parlamento, para adelante y atrás, José la cogía por la cintura y ella colocó su mano encima de mi pene. - Me está gustando- dijo José. Con los movimientos dejó el glande de José descubierto quedando así permanentemente, su glande estaba brillante de las secreciones, en las secreciones de ambos veías el placer del que ambos disfrutaban. Yo apretaba una teta en respuesta a ese placer. Con la mano libre intentó cubrir el glande pero cuando se movió para atrás volvió a quedar descubierto y lo dejó, a veces el pene se lateralizaba y ella lo devolvía al centro. Tanto José como Sara gemían. No sé si fue peor el remedio que la enfermedad porque ver como rozaba clítoris y pene ajeno me tenían casi en la misma situación de estar cerca de correrme pero encima sin sexo en directo. Sara retiró la mano que tenía en mi pene y la puso debajo del pene de José para apretarlo más contra su sexo y aceleró los movimientos y a su vez aumentó el volumen de gritos. El roce la debió poner al borde del precipicio y con la mano que empujaba el pene a la vez que seguía moviendose adelante y atrás se puso a masturbarlo y en un momento dado empujo el pene e hizo coincidir con urgencia pene y agujero, nada más coincidir el pene fue entrando hasta el fondo provocando un rugido de ambos de distinta intensidad. -¿Os importa?- dijo entrecortada, no esperaba respuesta porque ya estaba hecho. Yo estaba de rodillas y le sostenía y le apretaba los pechos y a la vez miraba con arrobo el pene, mejor dicho el no pene de José porque estaba totalmente engullido por la vagina, a veces asomaba un poco, totalmente húmeda, la base del tronco. José miraba alternativamente a la cara y a los pechos de Sara, cuando me percaté dejé libre un pezón para que lo pudiese ver, admirar y y seguramente ayudarle a correrse. No hay palabra que lo defina mejor, lo cabalgó, ella empezó a tener contracciones en sus piernas cerrándolas ligeramente y abriéndolas con movimientos bruscos pero cortos, estaba a punto de tener el orgasmo, y al poco los dos se corrieron en una explosión de gritos y convulsiones. Se recostó sobre él besando su cuello todavía con decrecientes cabalgaduras, al finalizarlas le dijo:

-Gracias, José- Al recostarse sobre él, retiré las manos de las tetas y las pasé a acariciar su espalda y le di un beso en el culo.

-Jaime, te toca correrte a ti- José se apartó, ella le cogió el pene y se lo recorrió hasta que se le escurrió por la punta sonriéndole cariñosa -¿Ves como se resolvía en poco tiempo?- y el mostró su agradecimiento acariciándole mejilla y teta izquierda. José tenía parte del semen sobre su pubis y se lo limpió con la sabana superior que hasta ahora no había servido para nada. Le sustituí, fue realmente ella que se subió y se tumbó encima, me buscó el pene y se lo introdujo. Yo fui a meter la mano para estimularla pero me dijo:

-No te preocupes, me basta con que te corras, quiero sentir que os habéis corrido los dos dentro de mí- Entonces le metí el pene hasta el fondo empujando con mis manos en sus nalgas y comenzamos a movernos entrando y saliendo, ¡que placer estar dentro de Sara!. José se puso de lado mirando y colocó una mano en la parte de culo que había soltado yo para cogerle un pecho y sé, porque me lo dijo al día siguiente, que le metió la primera falange del dedo por el culo manteniéndola dentro . Ella volvió a gemir. Yo estaba muy caliente, pero por el parón me costó un poco más llegar. A pesar de su negativa anterior volví a tocarle el clítoris y eso me fue provocando el orgasmo al que me acompañó. La besé y abracé fuerte y cuando mi pene disminuyó me retiré a mi lado dejándola en medio. José la atrajo y le dio uno de sus abrazos con una mano en sus nalgas, ella metió la mano entre los dos y le debió de coger el pene, acompañando el abrazo, mientras, le decía:

-Señorita, me encanta sentirte, ha sido un enorme placer y no tengo palabras para definir la sensación de compartir otro orgasmo contigo..., me da mucha pena, me quedaría con mucho gusto, mucho gusto es lo que siempre siento al rozar tu cuerpo, tienes un piel increíble, tus tetas preciosas y tu culo no hago otra cosa que desear tocártelo y si cabe, más que todo eso, estás tú, sobre todo no sigo describiéndote no me vaya a empalmar otra vez, pero tengo la obligación de irme a dormir- Estas frases las dijo acariciando con la mano vulva y ano. La abrazó, casi la estrujó.

-Un último beso a tu pecho que creo que quiere despedirse de mí y yo de él- y le dio una especie de beso con el pezón dentro de su boca, como si mamase y luego pasó su lengua por toda la areola. Sara disfrutaba y sonreía. Ante el intento de él, Sara le dejó salir de debajo suyo, se levantó despidiéndose, a pesar de lo dicho, con el pene algo empalmado o quizás no había terminado de bajar. -Os dejo solos, portaros- Sara se volvió hacia mi y me abrazó con las manos detrás de mi cuello mientras José se iba. Le conozco lo suficiente como para saber que al quedarse solo llamó a Montse y le contó el trió y quizás ella se haría una paja al imaginarlo, eso puede ser demasiado suponer porque no sé siquiera si Montse se hace pajas. Yo me la habría hecho, si la hizo volvería a ser una relación a cuatro a distancia.

-Me gustaría intentar que te volvieses a correr, un orgasmo con cada uno más uno por estar con los dos y por ser tan bonita- le hablé al oído mientras la abrazaba; no esperé respuesta y le di un beso en la boca colocándome encima empecé a estimular su clítoris, ella movía las caderas y las elevaba y gritaba cada vez más, pensé que José lo oiría, y pensé que sonreiría, y le dije una cursilada -El cielo debe ser algo parecido a sentir tu piel mientras toco tu clítoris, no existe nada comparable- y pasé a chupárselo. Su clítoris era un bultito pálido, anacarado y duro protegido por una capucha de las que se ponen los chavales pero de piel, ya sé que casi todos son más o menos así pero a mi me parecía singular y asimismo me gusta evocarlo, evocarlo es un poco acariciarlo en la mente; cuando vi que volvía a estar a punto metí mis dedos centrales en la vagina hasta el punto G y la palma en el clítoris, como en el primer día hice a Montse, vamos, le hice una paja, hasta que se corrió con grandes convulsiones. Paré los movimientos pero no retiré la mano y le di muchos besos y la apreté contra mí.

-¿Te parece mal lo que he hecho?- Me preguntó.

-¿Que has hecho?

-Sugerir lo de tocarnos que luego ha sido más.

-¿Mal? ¿Lo qué has hecho?¿Si te refieres a hacernos disfrutar tanto y disfrutar tú? No sé mucho de religión pero en la mía solo por esto irás a los altares. ¿Como me va a parecer mal?, estar contigo es un privilegio, si José viviera en Madrid quisiera hacerlo varias veces al día. ¿Me he entusiasmado un poco demasiado? No hay nada comparado con estar dentro de ti y a José parece que también le gusta. Ha disfrutado mucho ver como os corríais, solo de pensarlo me dan ganas de comerte de nuevo... Lo único que me parece me parece mal es que no se me haya ocurrido a mi- empecé a ser consciente de que era muy tarde.

-Otro día recordamos las jugadas y nos volvemos a correr- Por respuesta me dio un beso.

Nos dormimos abrazados, ella con una mano en mi pene yo en su culo, como solíamos hacer tras un polvo. Ganas me daban de pedirle matrimonio en una especie de broma pero no la entendería y me había advertido contra, precisamente, eso.

Aún me dio tiempo a pensar antes de dormirme que esto de hoy, al escribir debería decir de ese día, podría tener un precio: ¿Cómo iba a ir a Valencia inocente, como hasta ahora, sin pensar y desear que esta situación se repitiese con Montse? Podía ocurrir que lo deseásemos todos y entonces sería estupendo. José debía venir mucho, por trabajo, a Madrid. Todo se podía hablar, faltaría más que no tuviésemos confianza. Debería dormir, tanto Sara como yo madrugábamos.