Como se puede llamar infidelidad II El juego

Para integrar a mi ex en una relación de intercambio reformo o invento un juego erótico y lo jugamos

Como se puede llamar infidelidad lo que es amor II. El juego

Este relato va precedido de uno anterior en el que conoceremos a la gente que participa en éste, en resumen Montse y yo tuvimos una relación propiciada por José, su pareja y amigo mio. Yo estaba separado de Sara aunque me seguía gustando mucho. Tras contárselo a Sara le insinué la posibilidad de tener relaciones sexuales los cuatro, la posibilidad quedó en el aire.

Tras el suceso de junio yo estuve flotando en la isla de San Borondón que es lo mismo que decir en las nubes y ahí pasé algunos días recordando los momentos cumbre, dentro de lo permitido por las necesidades cotidianas tales como trabajar. En ese tiempo y desde San Borondón desarrollé un juego con la idea, entre otras, de intentar incluir a Sara. Me puse a ello tras conversaciones con José y Montse en las que hablamos de lo que pasó entre Montse y yo y de la posibilidad de ampliarlo compartiendo sexo los cuatro que tan a gusto estábamos hacía tan poco tiempo, fue un comentario de Montse y como dicho en broma pero había un fondo que era necesario explorar. Faltaba, muy importante, convencer a Sara y hacerlo realidad. Pensé, y no me equivoqué, que Sara tendría curiosidad de hacerlo, aunque, seguro, pondría alguna pega porque estaba en su naturaleza ponerlas; lo del otro chico se había ido a pique y no tenía pareja. Además le había hecho una promesa, una promesa gratuita que ella no me había pedido y en la que había involucrado a José sin contar con él, ahora estaba seguro que él sí aceptaría. En principio copié algún juego que venía en Internet pero poco a poco fui cambiándolo. El juego resultante es una especie de Juego de la Oca o de La Escalera pero erótico. Vas tirando un dado y cumples con el mandato de la casilla, el dado decide con quien lo cumples, por tanto el dado es el que decide todo y no un jugador subjetivo que te puede perjudicar o favorecer como suele ser habitual en estos juegos, lo cual también puede tener gracia.

El juego no es difícil inventarlo, requiere tiempo y cierta imaginación y, desde luego, osadía. Lo difícil es convencer a gente para llevarlo a cabo. Es como el juego de Impávido que todo el mundo ha oído hablar de él pero nadie lo ha jugado.

Sara y yo nos teníamos que ver a menudo por la niña que yo recogía en su casa o ella en la mía o por otros motivos relacionados con ella. Un día en mi casa tras dormirse Laura, nos quedamos solos y Sara sacó, tratando de disimular los celos, el tema de lo que había pasado con Montse. Le contesté a sus preguntas y a mi vez le dije:

-Vente un fin de semana a Valencia. Seguro que están a punto de ocurrir cosas en las que te lo pasarías bien participando y José y Montse desearían que lo hicieses- Le dije, suponiendo que eso la picaría. No lo dudó mucho, una vez roto el tabú que rompimos entre Montse y yo con la complicidad de José, realmente fue José el que lo rompió, el deseo es más fácil que acuda, había tenido tiempo de fantasear, pero me puso dos condiciones leves:

-Primero, la niña lo dejamos con mis padres no vaya a pillarnos si pasa algo, sería desconcertante para ella. Segundo, si pasa algo entre tú y yo, no te haces ilusiones con que podemos volver a ser pareja.

-Ok- y quedamos para ir unos días de agosto que nos cuadraban a ambos con el trabajo, bueno ella como profesora tenía parte del verano libre. Llamé a Valencia para informar que íbamos, el hecho de ir los dos podía darles una pista de lo que podría pasar. Tras lo hablado debería estar bastante claro.

Cogimos mi coche y fuimos a Valencia. Llevé el ordenador en donde tenía el juego en formato Excel y unas láminas de dibujos eróticos del tamaño de naipes que había impreso y que formaban parte del juego, también un dado.

Cuando llegamos, cenamos y charlamos. Cuando estábamos bien acoplados, a gusto y con alguna copa encima, concretamente José y yo, ellas bebían poco, les conté el juego que me había inventado del que nadie conocía su existencia y dejé caer vagamente para que lo había inventado y a preguntas les expliqué las reglas por encima.

Todos quedaron en silencio unos segundos. José se rió.

-Pues se puede o mejor, si todos estamos de acuerdo, se debe probar, por mi parte apoyo el juego y me parece que estoy deseando hacerlo.

-Aunque solo fuese por curiosidad, yo me apuntaría… aunque creo que no me atrevería, ni por curiosidad, con nadie más que con vosotros- dijo Montse.

-Pues nada, saca el ordenador y probamos- dijo Sara, nadie había sugerido que jugásemos ahora, las anteriores opiniones eran más vagas, pero aproveché. Les advertí que había casillas muy subidas y que si alguien no quería realizar alguna pues se podía saltar y pasar a la siguiente aunque normalmente cada una era peor que la anterior y por supuesto, si alguno quería dejábamos de jugar. Se vio, luego, que nadie se interesó en esa posibilidad.

Las primeras jugadas son suaves y sobre todo pensadas para desvestir a los jugadores, básicamente se trata de que la gente se quede en pelotas y poco a poco va subiendo el tono. Nos saltaremos algunas de las casillas para no aburrir.

Yo deseaba varias cosas a la vez, deseaba tocar a Sara, deseaba, en lo posible, volver a tocar a Montse y pensaba que lo ideal era que el primer escarceo fuese de Sara y José, tenía curiosidad de verles juntos, y sobre todo para evitar celos a Sara, la única auténticamente celosa, si era la primera en tocar o ser tocada estaría más predispuesta a aceptar lo que viniese después, tenía cierta gracia que estaba más celosa de mi que Montse de José cuando ya estábamos separados, con José sabía que no habría problemas.

Tuve suerte porque fueron los primeros en caer con algo suave.

Para evitar el tedio, resumiré los mandatos de las casillas.

La primera casilla de tocar le correspondió a José, el segundo dado indicó que fuese con Sara. Si el dado marcaba 1, 2 o 3 establecimos que les correspondían a José o Montse, si 4, 5 o 6 a Sara o a mí. Tenía que encontrar lunares por palpación en abdomen y espalda de Sara con los ojos cerrados y José los fue buscando y encontrando a base de recorrer esa parte del cuerpo palpando despacio su piel. Ella todavía llevaba la ropa interior. Los dos tenían una sonrisa que delataba, así lo interpreté, el gustito que les daba tocarse. A mi me corrió un gusanillo por el estómago, todavía era celoso de cualquier centímetro de su piel. A Sara le tocó, en la siguiente tirada, que yo le metiese la mano por el canalillo, metí la mano por dentro del sujetador entre los pechos, no era mucho pero siempre era un placer tocar a Sara que tampoco se quejó. Tiré yo y me tocó meterle la mano a Sara un instante ahora bajo las bragas. Me encantaba su clítoris pero no me dio tiempo a notarlo y eso que ella adelantó un poco su pubis, supongo que por reflejo. Se rio cuando saque la mano, sería por mi cara, a saber la que puse. A Montse le tocó que José lo hiciese por debajo del sujetador acariciando su pecho.

Ella aprovecho para decirle –Te quiero- De momento el dado estaba bastante conservador con tendencia a favorecer la pareja, pero aún quedaba mucho juego por delante.

José cayó en la misma casilla que yo y con la misma persona. José se acercó a ella.

-Perdón señorita, Parece que debo meter un momentito la mano por ahí. Y señaló la braga- José, muchas veces, hablaba así, con esa especie de hablar un poco anticuada y de broma. Tenía cara de divertirse.

-Espera dos segundos que me recicle, creo que me da un poco de vergüenza- Tras esos dos segundos le apareció una sonrisa como si hubiese encontrado una formula secreta, me miró. -Jaime, ¿No te darán celos ver que me toca?- yo creo que lo decía con cierta guasa -Ahora lo sabré pero espero que no, o sí, si te interesa te lo cuento después.

-Aunque me de vergüenza tengo curiosidad. Será un placer, caballero, puedes meter la mano- y se acercó a él sonriente y pasó dos dedos por dentro del elástico superior de las bragas, gesto que no entendí pero no se puede entender todo. Él rodeó sus hombros con el brazo izquierdo y le dio un achuchón, acercó su otra mano, se detuvo posándola en el vientre que ella encogió, la miró a la cara:

-¿Sigo?

-Si quieres cumplir tendrás que seguir, es el juego?- Y dirigió la vista para abajo para ver la entrada, José siguió la mirada.

–Pues será un placer también por mi parte estate segura- y con una mueca de expectación y curiosidad continuó metiendo lentamente la mano por dentro de la braga, y al tocarla ella tuvo una reacción contraria que conmigo y al primer contacto con sus partes íntimas se echó un poco para atrás con la mano de José perdiendo su pubis, ella escondió su cabeza en el hombro de José y dio un pequeño suspiro, muy pequeño, tenía una cara entre susto, sonrisa y gusto y se quedó mirando a José a la cara. José estaba ahora más atento a la mano de la braga. –Hecho- dijo, como quién cumple una obligación y además necesita reafirmarse porque no está seguro de haberla realizado, lo más que le pudo dar tiempo es de intuir sus labios, pero tenía un sospechoso bulto en sus calzoncillos, su única prenda en ese momento y que evidenciaba que, a pesar de todo, fue un placer aunque solo fuese provocado por la imaginación y por rozar lo irrozable por prohibido.

-Me ha gustado, por supuesto, pero más que un placer ha sido un placercito. ¿Podríamos repetir que sin querer me he echado para atrás?- Nos reímos pero Sara separó su elástico y dejó un hueco para la mano de José, a la vez lucía una sonrisa irónica que hacía dudar que estuviese hablando en serio.

-Yo creo que es una tarea agradable de repetir- dije pensando que una de las razones por las que me gustaba Sara era por ser tan provocadora e imaginé con nostalgia a la mano tocando lo que iba a tocar, yo casi la sentiría como mía aunque también me diese celos.

-Yo encantado- José volvía a tener sonrisa de diversión, suponía que era una especie de broma pero también pensaría que era apetecible seguir la broma y volver a meter la mano y tocar donde antes no podía ni mirar, se volvió a acercar a Sara y la volvió a coger del hombro, volvió a poner su mano en el vientre y ella volvió a encogerlo.

-Bueno, segundo intento- Y volvió a meter la mano más despacio, cuando la mano llegó a su destino, Sara colocó una mano por encima de la braga comprimiendo suavemente la mano de José contra su vulva y se la mantuvo un ratito más largo de lo dispuesto mientras soltaba una especie de suave exclamación prolongada. Esta vez tuve tiempo de visualizar en mi mente como José habría sentido sus labios mayores y quizá su clítoris que en mi visión era rozadopor el dedo corazón, Sara tenía vello, no se lo depilaba del todo, lo cuento porque salía en mi visualización. Sara retuvo la respiración y su cara reflejó la diversión y el gusto que le dio. Volvimos a reír y José salió con el pene totalmente erecto a punto de asomar por arriba, no era persona que se ponga colorado de lo contrario se habría puesto, mi pene reaccionó por simpatía como el de José.

-José, tienes una mano cálida que inspira confianza, ahora sí ha sido un placer. No me habría importado que durase más o repetir otra vez, pero ya espero, y a ti, ¿te ha gustado?- Había cierta coquetería en la pregunta y en el gesto.Supuse que Sara estaba preparada para una relación más total con José tomándome literalmente la palabra que le di, es más, tuve claro de que no terminaría el día sin que pasase, tampoco tenía mérito suponerlo con las pruebas del juego que yo ya conocía, Sara en definitiva le acababa de decir que le cedía su cuerpo, el juego era superficial pero encerraba deseos escondidos o al contrario, los motivaba y ella le decía que estaba más que dispuesta a aceptar que la terminase poseyendo, en realidad es lo que estábamos haciendo todos. Miré a Montse para ver que veía pero no vi nada, una sonrisa impenetrable. Aparte de la atracción que había aparecido, me inspiraba cierta admiración, deseé abrazarla.

-Puedes estar segura que me ha gustado. Y según ha explicado Jaime el juego seguro repetiremos y me volverá a gustar.

A Sara le tocó ver, solo ella según la instrucción, y tocar el sexo de José un instante. Como solo llevaba calzoncillos no le costó bajarlo por delante para enseñar el pito a Sara, pero lo hizo, cumpliendo fielmente las instrucciones, de espaldas a nosotros y no le vimos. -A este sujeto- refiriéndose al pene -lo conocía de vista de Cap d'Agdey alguna playa más, nunca pensé que intimaríamos pero es de justicia, si el me tocó, ahora me toca a mí tocarle- dijo mirando al instrumento y a su dueño con picardía y tocó con delicadeza, casi como si quemase, pero con dos dedos en forma de pinza y una sonrisa, a ella si la veíamos, al sujeto no lo veiamos pero seguro que no le habría dado tiempo de decrecer.

-No lo veis pero está durito- se dirigió a nosotros.

En mi turno tenía que cumplir con Montse según dado entre varias acciones y sitios del cuerpo posibles, tiré dados de sitio y acción y me tocó un 5 y un 6, traducido: «nalga» «morder». Se dio la vuelta con coquetería, se sonrió, José la miró con amor, Montse se bajó las bragas despacito, mirándome y se pasó la mano acariciándose la nalga derecha, muy sexi, yo la cogí por las caderas y le di mordisquitos en el culo con un último mordisco grande, casi un beso, sin apretar, en la parte inferior de la nalga. Se rió y dijo que le hacía cosquillas. Me gustó, claro, tenía un culo muy agradable y además sentí que tenía la piel de gallina, lo cual es agradable al tacto. Tras esto Montse se sentó y José acercó su silla a la de ella y la cogió por los hombros, ella reposó su cabeza en él aunque no por mucho tiempo porque le tocó tirar.

Montse tuvo que coger mi mano izquierda y chupar los cinco dedos metiéndoselos en la boca dedo a dedo mirándome a los ojos, una prueba mucho más agradable y erótica de lo que pudiera parecer.

A José le tocó quitar dos prendas. Una prenda se la quitó a si mismo y se quedó en bolas, le había bajado la erección, no totalmente, y la otra a su derecha, o sea a Montse y la dejó solo con las bragas. Sara tuvo que tocar el sexo quitando la ropa necesaria y le tocó otra vez con José, trla ropa estaba quitada, y con la vista en su pene, tuvo que cumplir con lo de meter mano y lo hizo cogiendo el pene y dejándolo en la palma de la mano y se quedó mirando como terminaba de crecer y, cómo no, dijo lo que tenía que decir.

–Mira, está creciendo. Me inspira darle un besito- José aguantaba, estoico y con una medio sonrisa, los manejos de Sara que había hecho suyo el juego, y como nadie se opuso, lo hizo y le besó la punta y con el dedo gordo le bajó el prepucio por la parte del frenillo con la propina de un pequeño lengüetazo justo en el frenillo provocando un alzamiento tipo nacional en donde levantaban el brazo con parecido resultado visual pero distinta intención, y se lo dejó apuntando hacia las montañas nevadas, totalmente para arriba; con la tontería estuvo de 20 a 30 segundos con él en la mano en vez de los 10 estipulados, terminó quitándole con los dedos una gota que salía de la actual cumbre o sea de la punta y que se limpió en su pierna, Sara es muy atenta.

Las siguientes casillas-prenda seguían en la línea de terminar de desnudar con pequeñas acciones. Al rato, estábamos todos desnudos, eso ya lo conocíamos, lo cual no impedía que nos mirásemos con más deleite que en las playas nudistas, sobretodo lo nuevo era tocarnos unos a otros, y bien tocados.

Hubo tocamientos por todos los lados, les tocamos las tetas a ambas, nos tocaron a nosotros, nos abrazamos con los cuerpo desnudos y los penes empinados, por delante y por detrás, por detrás y por delante, besamos sus tetas, besamos su boca, su sexo y su clítoris, ellas nuestro pene, nos quedamos quietos en posturas sexuales como si posáramos para una foto, según instrucciones de imitar los dibujos que traje y más cosas muy agradables. José le tocó las tetas a Sara por primera vez, si contamos todo el juego le tocó todo por primera vez y eso me puso muy excitado y supongo que a él, nuestras visibles erecciones evidenciaban para todos el deseo que nos inspiraba la que no era nuestra pareja y por supuesto la que era, en mi caso expareja, pero sus suspiros demostraban que no estábamos solos en el deseo. Y todas estas acciones se realizaron, como se puede suponer, con gran placer de los participantes y de los espectadores y ninguna queja. Los suspiros no eran exclusividad de ellas, y todos respiramos profundamente cuando nos tocaron los sitios sensibles. No pasó nada que no disfrutásemos todos. Eran placeres compartidos por cuatro, y en cierto sentido torturas. Estábamos bien calientes e impregnados de secreciones, indudable, todos estábamos deseando follar.

En la casilla 70 en la que cayó Sara el texto decía: Desnudos, cada uno con su no pareja, él sentado en suelo piernas abiertas, ella dentro de espaldas, él da golpecitos con un dedo en clítoris, la mano izq. en teta. 20 sg., la otra pareja hará lo mismo sentados enfrente, todos miran a los de enfrente. Naturalmente ellas y nosotros respirábamos profundo, Sara mantuvo la boca abierta. Yo veía como José daba golpecitos en el clítoris y con la otra mano abarcando su teta. A mi me encantaba dárselos a Montse, pero también me daba envidia de ver el clítoris de Sara recibiendo los toques de José a la vez que me excitaba. Los pezones de las dos estaban erectos, el de Sara lo veía, duro y coloradito, en erección era más colorado que el de Montse, con el lateral del dedo corazón de José sobre la areola, rozándolo como sin querer justo donde se le transparentaba una venilla azul, pero no podía ser sin querer porque era el primer día que se los tocaba y era imposible que lo hiciese con indiferencia, Sara tenía pezones especiales, grandes y muy bonitos. Se veía claramente que Sara estaba disfrutando mucho; el pezón de Montse lo sentía, al menos el que tenía cogido con mi mano y acariciaba muy lentamente con la yema del mío mientras mi mano no solo estaba reposada en la teta izquierda, la apretaba ligeramente para trasmitirle lo que me gustaba hacerlo. José también miraba lo que yo le hacia a Montse, me gustaba tanto lo que hacía como sentir su desnudez. Mi pene estaba en total erección y pegado a la espalda de Montse supongo que Sara sentiría la presión del de José. Sara tenía cierto desencaje de su cara por el placer. Me miró como pidiendo excusas por el placer que le estaba dado José, indudablemente interpretaciones mías.

Ninguno había sucumbido al orgasmo hasta entonces aunque faltó poco. Todos teníamos el sexo húmedo y brillante y creo que, como a mí, la excitación nos venía, no solo de lo que hacíamos, sino, a partes iguales, de lo que veíamos. Al incorporarnos, ellas se rieron señalando nuestros penes erectos a la par, reírse de ellos era reírse pero también una forma de acercarse a ellos y mirarlos. Poco a poco fuimos llegando a las casillas finales.

-¿Estáis seguros que vamos a aguantar hasta el final?- dijo José.

-Casi seguros de que no aguantaremos, Mi enano está a puntito de explotar- dije mirándome el pene.

Con Sara me tocó restregar mi enano con su clítoris diez segundos y meterle la punta otros diez. Lo de meter la punta lo hicimos, una vez embocado, mirándonos. En el momento de mirarnos me dijo bajito -Sigue siendo tu casa- no sé porqué me dijo eso cuando ella tenía muy claro que no lo era, sería la pasión del momento o sencillamente se refería a otra cosa. Esa punta no entraba en mi supuesta casa desde hacía tiempo y la última punta en entrar no había sido la mía sino la de su último novio, un tal Tomás, con lo cual cualquier sensación de hábito había desaparecido y la entrada era muy deseada. Por cierto, era la primera punta que entraba ese día, a partir de ahí las pruebas serían de entrar. El placer no solo se veía, se olía. Olía profundamente a sexo en toda la habitación. Sara me dio de propina un mordisco en el labio inferior.

En la siguiente tirada Montse tuvo que sentarse, de espaldas a José, introduciéndose su pene, José estaba tumbado, y luego retroceder lentamente, todo a pulso. Se lo apresó con la mano para introducirlo. Ambos cerraron los ojos en el mismo momento, vimos el pene penetrar y desaparecer engullido y volver a aparecer con otro aire más húmedo. Montse abrió los ojos y percibió al público que miraba mientras suspiraba.

-Por si tenéis dudas, me ha gustado- Sonrió. Todos sonreímos. Empezábamos a estar todos bastante al límite.

Con un cinco José entra en otra casilla, tiene que practicar la postura del misionero con quien toque, y simultáneamente yo tendría que hacerlo con la otra persona y manteniéndonos quietos dentro, esa opción la puse en las reglas para evitar corrernos demasiado rápido. José volvió a tirar el dado, un seis. Le tocaba con Sara y por tanto a mí con Montse. Creo que todos estuvimos contentos con la decisión del dado pero sin explosiones de alegría que pudiesen herir a nuestra pareja, si hubiese sido por voto secreto habría salido esta jugada u otra parecida y si no ¿qué hacíamos jugando a eso? Teníamos la mirada inquieta y un poco culpable, culpable de desear lo prohibido, todos deseábamos entrar en vagina ajena y ellas recibir el pene confundido, lo de prohibido solo socialmente porque eramos mayores y estábamos de acuerdo. Si las parejas estaban cruzadas, y lo estaban, teníamos que hacer, a la vez, manitas con nuestra pareja real. Antes de entrar la miré a la cara con dudas y muchas ganas, iba a meter mi pene en la vagina de Montse y lo deseaba, me dio el sí en forma de sonrisa. Lo coloqué en la entrada, miré alternativamente hacia nuestro sexo y a sus ojos, empujé y el glande entró con relativa facilidad, empujando elresto del pene se abría bien camino por estar bien lubricada, iba notando su vagina, aunque no fuese mi casa me sentía muy bien dentro, comprobamos que alguna casa ajena era tan acogedora como la propia, y una vez dentro, primera vez, Montse emitió un sonido salido de su garganta y acercó su boca abierta a la mía, nos besamos dos segundos y procedió a coger la mano de José y yo la de Sara que me la apretó fuerte. Me estaba haciendo participe del placer que sentía con el pene de José y por como apretaba debía ser mucho. José debía alucinar, Sara tenía una segunda característica física, tenia un vagina muy estrecha y eso da mucho placer, creo que se lo había contado a José en alguna ocasión con dudas por si era demasiado íntimo, ahora la intimidad empezaba a ser a cuatro y lo estaría comprobando por si mismo. Todos, estoy seguro, sentíamos mucho placer, yo tenía cierto miedo de correrme, quizás José también.

-José, también tienes el pito cálido, me gusta sentirlo dentro, me está gustando mucho- Dijo Sara jadeando, mirándole a los ojos y besándole luego la boca.

-Tu también eres cálida- le dije al oído a Montse y le di un mordisco en el lóbulo.

-A mi también me gusta sentir tu pene, me encantaría que te corrieses dentro pero no lo hagas que sigo sin tomar nada.

Fue una idea algo retorcida lo de hacer manitas con Sara durante el coito con Montse y supongo lo mismo para ellos. Sara intentó ver mi pene dentro de Montse pero estaba tan tapado por mis caderas como su cópula por las de José, Me habría gustado ver como la penetraba, curioso el verbo con su raíz tan apropiada pene-trar; si no llevaba mal la cuenta, en este momento, era el quinto elemento, pene, pero por hacer la gracia, que le entraba en su coño, si es que no se metió otro que no me hubiese contado; también era la primera vez con José, era la primera vez de todos. Me lo perdí porque en el mismo momento estaba gratamente ocupado, solo pude imaginarlo y vi mentalmente el pene de José bien colocado dentro de Sara ocupando, supongo, todo el espacio de la vagina, era fácil imaginarlo, solo lo conocía en total erección de ese día, antes poco, un día en Cap d'Agde, a la hora de la siesta, tenían la puerta abiertay sin querer miré y estaban acariciándose el totalmente empalmado y conocía bien la vagina de Sara por las veces que fui yo el que entraba y ahora lo veía en mi imaginación en contacto total uno y otra y sintiendo sus, amadas por mí, húmedas paredes y con la base del tronco en la puerta de entrada porque no cabía más, si imaginarlo con tanto detalle son celos, tuve celos; simultáneamente podía imaginarlo porque yo estaba en la situación exacta, tenía que preguntar a José, porque no veía, por su actitud, que él tuviese celos, pero ¿que sabemos de los sentimientos íntimos de los demás? Desgraciadamente al pensar la casilla puse 30 segundos pero debía haber puesto un minuto, o mejor más, aunque por otra parte si hubiese sido mucho más quizá nos hubiésemos corrido, lo tendré que estudiar, 30 segundos se pasan volando, de todas maneras lo alargamos todos, nadie miraba el reloj. Sara es bastantepequeña, con lo que él la cubría totalmente con el cuerpo. Fue una imagen que se me quedó grabada. Ambos soltamos las manos de nuestras parejas y nos salimos con pocas ganas de salir.

A continuación, con un 4, Sara entraba en una casilla en la que le tocó una de mis posturas favoritas en que el chico la penetra desde detrás, no por atrás, Sara estaba tumbada bocabajo, le habíamos colocado un cojín bajo su pelvis, ahora pienso que mientras colocábamos el cojín ella estaría impaciente, y él también. José volvía a entrar en el coño de Sara y lo hacía despacito y disfrutando, José, para apoyar la acción, le había puesto la mano por delante acariciando, supongo, su clítoris, y lo creo por los movimientos de cadera de ella que eran más de clítoris, yo miraba embobado, podía imaginar no solo la introducción del pene, sentiría en su pelvis y muslos el suave culo de ella, ahora si veía como avanzaba entrando aunque no como entraba y Sara lanzaba gemidos y miraba para atrás como si quisiera cerciorarse que José realmente se la estaba metiendo, echaba para atrás su culo buscando una mayor penetración. La casilla decía que una vez dentro tenían que permanecer quietos 30 segundos, sin moverse y ahí quedaron, como pegados, lo que si veía era la actitud corporal de ambos que empujaban al máximo cada uno hacia el otro para tener el pene lo más profundo posible, desconozco si los dedos de José seguían estimulando su clítoris, me habría gustado que así fuese y supongo que los retorcimientos de Sara parecía indicarlo. Me provocó una total erección, quizás por la empatía, me ponía en el lugar de José y por eso necesitaba la polla tiesa para entrar como él. Tanta excitación me hizo coger a Montse cariñosamente, el brazo enlazando su cintura desde atrás y coloqué mi mejilla pegada a su mejilla y me apreté contra ella pegando mi erección contra su culo. Ella al notarlo y se volvió y miró, -Jolín- y se rió y me cogió el pene y me besó en los labios y nos apretamos el uno contra la otra ahora de frente, el ver a José le provocaría también una gran excitación y a la vez había un deseo nuevo que apareció de forma natural entre nosotros como lo había entre José y Sara. Nos bajamos al suelo y la penetré o fue ella que se metió el pene que tenía en su mano. Lanzó un profundo suspiro e hicimos el amor de la forma más habitual. José y Sara en vez de protestar al vernos, siguieron ya fuera de tiempo pero ya no estaban quietos, realizaban los movimientos naturales del coito y a cada movimiento de entrada le acompañaba una exhalación; muy de refilón vi, al rato, que José se había recolocado y estaban jodiendo de frente y pensé en acariciar a Sara pero estaba muy ocupado y ella también. Cuando quedó patente que la suerte estaba echada se oyó la voz entrecortada y entre gemidos de Sara dirigida a José:

-No te salgas, córrete dentro- poniendo un tope con su mano al intento de José de salir. A esta altura las exhalaciones no eran ordenadas y rítmicas sino totalmente caóticas. Esa voz pudo ser detonante. Si no es fácil un orgasmo conjunto a dos, más, o quizás menos, lo debe ser a cuatro pero lo tuvimos prácticamente en cascada, empezó José y con un segundo de diferencia, Sara, sin duda estimulada, entre tantas sensaciones, por el semen de José, luego Montse a la que debió ayudar la eyaculación de José a distancia dentro de Sara, de inmediato yo motivado por lo mismo más el orgasmo de Sara más el orgasmo de Montse. Me dio tiempo justo a ver el de Sara antes de caer en el mio, normalmente estoy o estaba, demasiado cerca para verla bien mientras tenía el orgasmo, su cara era de intensa pena como si perdiese algo, como si la hubiesen vaciado, pensé un chiste tonto de los que me salen a menudo, en este caso que pene y alma no cabrían en el mismo cuerpo, al entrar uno saldría la otra. Yo no tenía la suerte de José y tuve que salir para no correrme dentro, mi semen quedó en su bajo vientre y en el mio porque comprimí el pene entre nuestros cuerpos. Quedamos todos exhaustos yo abracé fuerte a Montse y mantuve el abrazo el tiempo de postcoito natural, pillé mis calzoncillos y con ellos limpié lo que pude el semen que le había derramada en su ingle y vello aprovechando para darle un beso que cayó entre sus labios mayores y los menores y de ahí volví a besar sus labios, ellos todavía mantuvieron el pene dentro un ratito, al rato recompusimos las parejas, José abrazó a Montse y yo a Sara y así nos quedamos largo tiempo abrazados fuerte, era un abrazo que no era de sexo, tal vez de consuelo, tanto placer lo pide. Y al poco nos fuimos a dormir, Sara y yo dormimos muy abrazados toda la noche. Para remontarnos a un abrazo igual teníamos que volver a nuestros primeros tiempos juntos. Previo al sueño definitivo nos dio tiempo de hablar un poco.

-¿Te ha gustado hacerlo con él? ¿Estás contenta de haber venido?

-Me ha gustado, creo que se ha notado, me ha gustado mucho-, aquí me dio un beso en los labios y me cogió el pene con la mano, lo interpreté como que mi presencia formaba parte del placer o solo me agradecía que la hubiese convencido de ir.

-Ha sido mejor de lo que imaginaba- me hablaba bajito -y en mi imaginación ya tenía un nota alta. Desde tu medio polvo con Montse empecé a tener fantasías de hacer el amor con José que antes ni se me había pasado por la cabeza... Es muy raro, no ha sido un polvo, ha sido más hacer el amor como cuando lo hacíamos tu y yo y eramos pareja, a pesar de que sé que nunca será, ni lo quiero, pareja mía, pero como hay tanto cariño entre ellos y nosotros… ¿Entiendes esa sensación? También has metido tu pene en mi que hace tiempo que no lo hacías, y le he reconocido y me ha gustado, aunque ha sido poco tiempo... Con Montse, de alguna forma también ha sido tu primera vez. Supongo que también te habrá gustado. Me habría gustado verlo bien, ha sido todo tan voluptuoso que me gustaría que lo fuera aún más, haberlo abarcado todo, haber sido ambas vaginas y ambos penes.

-Es difícil contestar. Claro que me ha gustado, Montse es sumamente agradable y me gusta mucho y he disfrutado de entrar en ella, también he imaginado el pene de José entrando en ti con todo detalle y eso me ha puesto a cien. Unicamente me ha sabido a poco lo que he hecho contigo, siempre me quedo con un poco de ganas de ti-. Me dio un corto beso en la boca.

-¿Crees que hemos pasado algún límite que no deberíamos haber pasado?

-No sé, no, nos hemos divertido, lo hemos pasado bien… muy bien- se sonrió mirándome a los ojos y le devolví la sonrisa más un beso -y… estábamos todos de acuerdo. Solo nos hemos querido un poco. Yo lo volvería a hacer otro día- Y me cogió el pene y se quedó definitivamente en silencio.

No quería dormirme rápido porque me gustaba sentir el cuerpo de Sara pero el cansancio hizo su efecto, me quedé con ganas de hacer el amor con ella.

Ya de madrugada me dejó que introdujese mi pene dentro de su vagina dejándolo en reposo, sin hacer nada, solo sintiéndonos, volviendo a coger el sueño, ¡cómo me gustaba Sara!... Cuando nos despertaron del todo para desayunar, el pene aún permanecía dentro.

-Todavía está dentro, me gustaría que te corrieses.- Así que pasamos a la acción y terminamos corriéndonos ambos.

Mientras desayunábamos todos juntos, Sara me volvió a decir que lo de la noche anterior ni lo de la mañana significaba ningún cambio en su relación conmigo. Montse contó lo abrazados que también habían dormido y los arrumacos que se habían hecho. Le contestamos que lo mismo nosotros. También convinimos todos que si se repetía, se repetía pero que no haríamos nada que implicase una infidelidad por separado. Todos estuvimos de acuerdo.