Cómo perdí la virginidad con una amiga de mi madre

Una noche de fin de año improvisamos un plan de fiesta y salió bien. Muy bien.

Me llamo Adnan y hace poco me animé a escribir mis historias relacionadas con mujeres maduras y sexualmente insatisfechas casi todas. Salvo alguna excepción, este es el tipo de relación que suelo mantener.

La verdad es que siempre me han gustado las mujeres mayores y hasta la pérdida de la virginidad fue con una chica mayor.

Yo era algo pringadete con las mujeres -con las chicas- así que no llegaba a mucho más que besos y toqueteos por encima de la ropa, tocar alguna teta y poco más. Me moría de miedo y de la vergüenza por ser rechazado. Solamente una vez llegué a comer un coño pero ni siquiera fue demasiado placentero.

En el año 94, yo tenía 18 años, fuimos mi madre y yo a pasar el fin de año a la casa de una amiga suya que vivía a su vez con su madre. Es algo raro en un fin de año pero mi padre se había ido a visitar a su familia -mis padres alternan tiempos buenos con tiemps de crisis continuamente – así que mi madre y yo nos quedamos solos. Mi hermana no me acuerdo donde estaba, seguramente en el pueblo.

Su amiga se llamaba Marisa, tendría por aquel entonces unos 30 o 32 años, una mujer echa y derecha para mi. Era una mujer casi 10: vale que no era guapísima pero lo resolvía arreglándose bien -era peluquera de profesión- y tenía un cuerpazo, los famosos 90-60-90 que eran referente en la época.

Mi madre y ella se habían echo amigas aunque tampoco eran de la misma generación, mi madre es mayor, y enseguida congeniaron. Marisa pasó a ser casi como de la familia y no era raro que estuviera presente en cualquier fiesta familiar, en casa pasando ratos… más que amiga de mi madre, era amiga de la familia.

Nos había contado que unos años atrás -antes de que nos conocieramos- estuvo a punto de casarse pero ya con todo montado, piso comprado… su novio dejó embaraza a otra, se fué todo al traste y quedó algo escocida de sus relaciones. Hasta donde yo sabía, no había tenido pareja desde entonces.

La verdad es que resultaba una mujer muy divertida, desinhibida y agradable, era cañera. Yo creo que hoy podríamos definirla como moderadamente “choni”. Conmigo se llevaba muy bien y me agradaba su compañía.

Cuando mi madre y yo supimos que nos quedábamos solos aquel fin de año y surgió la idea de ir a cenar con Marisa y su madre a mi no me desagradó, al contrario, lo pasaríamos bien. Yo después de la cena saldría de fiesta así que me quedaba a dormir ya en su casa y en año nuevo mi madre volvería para comer. Ese era el plan.

Cenamos, comimos las uvas y me preparé para salir. A eso de la 1 o 1 y poco , salimos mi madre, Marisa y yo de casa. Primero dejamos a mi madre en casa y de vuelta me quedaría yo en la fiesta.

En nuestra ciudad en año viejo se llevaban las fiestas privadas con barra libre, apenas había sitios con entrada libre. Yo tenía la entrada para la fiesta a la que irían muchos de mi instituto, estaba nervioso porque llevaba tiempo deseando que llegara ese día. Me había vestido elegante, en el 2021 diría que ridículo, con traje y corbata. Marisa luego iría a su casa.

Llegamos a la puerta de la fiesta, una hilera de chicos y chicas se agolpaban esperando su turno para entrar, había mucha gente. Al ir a despedirme hasta la mañana siguiente una idea pasó por mi cabeza: estaba al lado de una mujer que ni podía soñar y en la fiesta sólo estaríamos niñatos y niñatas, borrachos a la primera de cambio, siendo casi todos conocidos y, seguramente, bastante cortados para pensar en meterla en caliente (que al final es en lo que pesamos a los 18 años)

-Marisa, porque no pasamos de esta fiesta y vamos tu y yo a algún otro sito. No tienes plan para esta noche y también es de recibo que lo pases bien

-Anda que, mira con que me sales. Pero no ves que están ahí tus amigos y amigas.

-No me importa, seguro que contigo me divierto más

-Que cosas tienes pero vamos a ver que opciones tenemos...y empezó a pensar en otros sitios a los que ir – Podríamos ir al hotel en el que una amiga mía ha organizado el cotillón, pero seguro que son todos viejos.

-No importa, nosotros iremios a nuestro rollo. Anda, vamos,….

-Déjame llamar antes a mi madre, anda

Buscó una cabina para llamar a su madre, nada de móviles en los 90, y le contó que se había encontrado a unas amigas y que se iba de marcha un rato. Todo “normal”.

Condujo su coche un rato. Yo iba a su lado y estaba excitadísimo pero no sexualmente sino de emoción. A esas alturas a mi ni se me pasó por la cabeza todo lo que pasaría aquella noche.

Fuimos a un hotel, hotelazo de 4 estrellas. Marisa vestía vaqueros y una camiseta de manga larga, llevaba una cazadora.

-Menudas pintas traigo

-Buah, no te preocupes por eso. Estás muy buena y no te hace falta más – no eran raros ese tipo de comentarios entre nosotros-

De todas formas, abrió su maletero y se puso una chaquetilla de su trabajo de azafata, Estaba bastante aparente. Una chaqueta negra, una camiseta clara y unos pantalones vaqueros que le quedaban como un guante. Sus tetas se dejaban notar bastante, marcando su sujetador -siempre me han dado muchísimo morbo los sujetadores que se intuyen- y llevaba unas zapatillas bailarinas que dejaban ver parte de sus pies, aunque la verdad, muy de fin de año no eran.

Entramos por la típica puerta giratoria de estos hoteles y Marisa preguntó por su amiga en recepción. uvo que insistir pero al final pudieron localizarla por el pinganillo que llevaba todo Dios. Se vieron y se dieron dos besos:

  • Anda guapa, a ver si me puedes hacer un hueco que este amigo mío y yo estamos improvisando una noche de fin de año-

-Claro, sabes que no hay problema. Lo vais a pasar muy bien aunque igual no es vuestro perfil de fiesta, vais a ser los reyes de la pista...

Nos dió las dos entradas.

Seríamos los últimos en llegar. Marisa me cogió de la mano y me empujó, yo estaba preguntándome si habría hecho bien con aquella idea, yendo con ella a la fiesta. En la puerta ya no había nadie controlando la entrada.

-En menudos líos me metes – me dijo – se ve que tampoco lo tenía claro...

La verdad es que la fiesta era un fiestón, 100 o 150 personas, hombres y mujeres dándolo todo. Todo el mundo iba super bien vestido con mucho vestido de noche y mucho smoking. Había zona de baile y zona de mesas con grupos más amplios compartiendo copas y botellas de champan. Era como una boda pero más de fin de año

Los dos nos quedamos como pasmarotes en la puerta de entrada, nadie se fijó que estábamos allí y eso que seríamos con diferencial los más jóvenes.

-Ya que hemos venido, vamos a jugar – me dijo Marisa y con paso decidido echó andar hacia una de las barras

Ella pidió una copa y yo lo que bebía siempre, whisky con trina de manzana -siempre que podía pagar una copa, claro-. La tomábamos en la barra mientras íbamos echando un ojo y acostumbrándonos al ambiente. Yo no sé ella lo que pensó en aquel momento pero yo me relamía viendo a tanta mujer mayor, por supuesto había algunas poco agradables pero allí había mucha hembra apetecible, pensaba en las que me follaría y eran la mayoría.

-Vamos a bailar

Dejamos las copas en al barra a medio beber y fuimos a bailar, primero tímidamente, poco a poco más animados. Con las diferentes canciones nos fuimos integrando entre aquella gente, tanto a ella como a mi se nos pegaban hombres y mujeres medio pimplados. La verdad es que nuestra edad quiso que nos hiciéramos un poco los protagostas de la fiestuqui. Marisa lo estaba gozando calentando a los hombres y a mi las mujeres me calentaban y tenían a mil

Varias veces me rozaron el culo y el paquete con más o menos disimulo. Una señora de cierta edad en vez de cogerme por la cintura me puso la mano en el paquete. Ya llevábamos un bueno rato y un par de copas por lo que valor sobraba: cogí su mano en mi paquete y en lugar de apartarla la subí y baje recorriendo con su mano mi polla que debajo del pantalón ya se percibía bastante dura. La mujer sólo me dijo: dentro de un rato búscame

Marisa vió la escena y alucinó, agitó la mano como diciendo lo pasada que iba la señora y me dijo:

-Parece que has triunfado. Si viene con su marido no te metas en problemas- me dijo riéndose y pensando que no sería mi tipo.

-Yo he venido para estar contigo – le dije y la agarré a ella para bailar más juntos y que nos dejaran a los dos a nuestros rollo.

La sensualidad de nuestro baile iba en aumento, mi camisa ya dejaba ver algunas marcas de sudor y su camiseta se le pegaba al cuerpo por lo mismo. Sus piernas se metían entre las mías haciendo inevitable en contacto con mi paquete. En un momento en el que se bailaba una de las canciones de moda, la lambada, llegamos a frotarnos con cierta ansia.

Yo la tenía agarrada por la cintura, una de sus piernas en medio de las mías y nos movíamos con rapidez. Al tiempo noté una mano que no era de ella en mi culo pero yo seguía concentrado en hacerlo bien. No me imaginaba que a ella aquello la excitó tanto o más que a mi. Los hombres casi siempre pensamos que las mujeres son de piedra. Mis manos se movían por su cuerpo, la proximidad de sus tetas me ponían cardíaco y en algún momento llegué a notar el tacto de su sujetador con aros.

La canción acabó y siguió alguna también caliente:

-¡Que calor hace!, igual deberíamos salir afuera- me dijo

  • Terminamos esta y vamos- le dije

Seguimos bailando con la misma actitud provocadora y al límite de lo escandaloso. Queriendo o sin querer nos habíamos movido a un lado de la pista más oscuro y discreto:

-Si me ve tu madre me mata.

  • No te preocupes, no le contaré nada- le dije y nos reímos siendo cómplices.

Al acabar la canción me dijo que tenía que salir a tomar aire, serían las 4 de la mañana por lo menos y estábamos ya cansados y bebidos, yo llevaba una erección permanente desde hacía un par de horas pero a mis 18 años podían estar así toda la noche.

-Menuda sobada te ha dado esa tía pero la has puesto en su sitio-

-A ti también te habrá pasado, no? -

-Sí, alguno se divirtió bien y otros me hubieran follado allí mismo. Pero dime, todo lo que tocó esa mujer era tu polla? Me pareció bastante tocar.

  • Joder, estoy a mil- le dije

  • Juventud divino tesoro.- Me dió un beso muy caleinte en la mejilla y me dijo:

-Me lo estoy pasando muy bien, Gracias

Y se levantó para volver a la fiesta.

Entramos y nos fuimos a por otra copa.

  • cariño, espérame aquí un momento, que vengo ahora

  • pero….

Y me dió un pico en la boca que me dejó paralizado.

Me dejó plantado mientras esperaba. Mi corazón iba a mil, pensaba en lo que era mejor hacer a su vuelta, lanzarme a su cuello, hacer como si nada… estaba perdido entre miles de opciones.

La vi llegar. Llevaba algo en la mano.

-Anda, vámonos de aquí

Me agarró de la mano y me arrrastró hacia afuera pero en lugar de ir hacia la puerta fuimos a los ascensores, pulsó el piso 2.

Yo la seguía como un perrito faldero. Estaba verdaderamente acojonado, si me corto las venas en aquel momento no sale sangre. Entramos en la habitación 215. No lo olvidaré nunca.

-Adnan – me dijo- No quiero hacerte daño y quiero que entiendas que pase lo que pase no te puedes enamorar de mi, no lo permitiré. No quiero que nada de lo que hagamos salga de aquí. ¿vale?

-No te preocupes Marisa, seré una tumba – lo primero que se me ocurrió.

  • Sabes que no me corto, la cuestión es que estoy caliente como una perra y te voy a follar hasta dejarte seco – y dicho esto se me echó encima y me dio un morreo libidinoso a más no poder.

A ver, yo era virgen. Podría decir que le arranqué la ropa a mordiscos y la penetré empotrándola contra la pared… pero sería falso. Estaba totalmente acongojado, hubiera salido de allí corriendo si mi cerebro estuviera pensando pero estaba tan paralizado como el resto de mis músculos.

Aquel morreo siguió de otro y de otro, por suerte me pude ir recomponiendo. De todas formas, no estaba tranquilo:

-Marisa, nada me apetece más que hacerte el amor pero sabes que soy virgen, no se si podré ser suficiente para ti.

-Mi vida, desde Jose no he vuelto a estar con un hombre, creéme que estarás a la altura.

Y con estas me desabrochó el pantalón para empezar a masajearme la polla, dura, muy dura, lentamente. Yo apenas había tocado sus tetas por encima de la camiseta pero me salté ese paso y metí mis manos por dentro. Mi polla quería ir a mil por hora pero mi cerebro me decía que fuera despacio, aquella era mucha hembra para mi y había que jugar bien la partida.

Con el masaje de mis manos en sus tetas y sus manos en mi polla empezamos a comernos el cuello, los lóbulos de las orejas. Casi por instinto le metí la lengua en el oído y casi se cae de la convulsión

-Que no será suficiente dice, que estás poniendo loca perdida

Ella me tumbó en la cama, toda la iniciativa era de ella y yo prácticamente me dejaba hacer, y me ayudo a quitarme los pantalones, yo me quité la camisa (y la corbata…) y me quedé totalmente desnudo con el mástil apuntando al techo. Ella aún estaba vestida aunque con las tetas fuera del sujetador. Se colocó a cuatro patas en mis piés y fue avanzando poco a poco hasta llegar a la polla que besó:

-si te hago una mamada ahora te correrás, no?

Yo no dije nada, en realidad estaba ya apunto de correrme y apenas me habia pajeado un momento. Ella se puso de lado.

-Ayúdame a desnudar, anda-

Me puse encima de ella, de frente, sentado con mis piernas encima de las suyas y le quité la camiseta. Sus tetas quedaron a la altura de mi polla y ella se las agarro y frotó sus pezones con mi capullo. Tenía unas buenas tetas, a mi me parecieron grandes y turgentes, duras a sus 30 años. Los pezones estaban ya duros y estimulados, eran rosados con una aureola pequeña. En medio de una de las tetas había un gran lunar.

Yo me incorporé un poco y le empujé los pantalones y las bragas a los pies para dejarla por fin, desnuda.

Abrió las piernas ofreciendome su coño. Ya se lo había comido a alguna novieta pero hasta no le gustó demasiado (a mi me encantó siempre hacer sexo oral), me lanzé a su coño sin mucha dilación y empecé a lamerlo. Su coño estaba ya muy abierto y muy húmedo, notaba perfectamente los labios, su agujero de entrada y su sabor fuerte amargo, dulce, salado… un coño sabe a todo.

Lo que no sabía, más que en la poca formación sexual que teníamos, cómo y dónde estaba su clítoris. Yo lamía sus labios arriba y abajo y noté que había dos cosas que la hacían gemir más fuerte: cuando metía mi lengua como follándola y cuando chupaba un bultito – es el clítores- pensé. A esas dos tareas dediqué un rato. La verdad es que me encantaba hacerla disfrutar y lo estaba haciendo. Retorcía sus piernas y me pasaba las manos por su nuca

-Sigue, sigue, no pares. Dios que gusto me estás dando… esto ya lo has hecho más veces, no? Como folles igual te hago un monumento, cabrón…

Yo segí chupando hasta que tuvo un orgasmo. Nunca antes se me habían corrido con la boca en el coño: cerró las piernas haciéndome prisionero, su sabos se intensificó un poco más y al cabo de unos pocos segundos me apartó de allí, casi como si le molestara. Yo me desilusioné un poco porque pensé que había hecho algo más.

-Estás bien? Le pregunté preocupado.

  • Claro que sí, mi amor. Me ha gustado mucho. Déjame un momento que me recupere de este pedazo de orgasmo que me has dado. Me he quedado bien a gusto.-

Seguimos con nuestros besos, yo seguía acariciando su coño peludo, besaba y lamía sus tetas, su cuello, su vientre, la llené de besos. Ella se fue animando poco a poco también. A estas alturas ya los dos olíamos a sexo por todos lados.

Se levantó y me puso un condón que ella sacó del su bolso.

-Es una pena, hace justo un mes dejé de tomar la píldora...si esto va bien igual tengo que empezar a tomarla otra vez- estaba realmente cachonda para decir eso

Se colocó ahora justo encima de mi, me agarró el tronco de la polla y apuntó a su raja. Empezó a bajar poco a poco metiéndosela, no le costó mucho entrar pero tampoco lo hizo de un sólo golpe. Yo estaba quieto y apenas me movía, me dejaba hacer.

Con la polla dentro, acerco su cara a la mía y me preguntó si me había dolido, le dije que no y empezó un movimiento sube y baja… era mi primera vez y aún así estaríamos así unos 30 o 40... segundos… no aguanté más, me corrí copiosamente y con espasmos que me hacían mover y retorcer sin control A ella le dio un ataque de risa pero no dejó de moverse nunca, me agarró las manos apretándolas contra el colchón.

-Disfrútalo como yo lo disfruté antes, cariño.

Al cabo de un rato, le pedí que parará que me volvería loco si no lo hacía y nos quedamos quietos un rato. Mi polla aún estaba dentro de ella, se la saqué y poco a poco se fué relajando. Mi corrida había sido copiosa y creo que la vez que más lefa he soltado.

Al retirarme el condón una cosa hizo algo que me alucinó: me limpió la polla de mi semen y se la metío en la boca miemtras me daba pequeños mordiscos en el tronco y me masajeaba los huevos.

-Joder, Marisa, perdona que no he aguantado nada. Lo siento pero es que tenía muchas ganas. Me encanta que hayas sido tu la primera mujer pero siento…

Me besó como solo me ha besado ella y me dijo: seguro que te recuperas pronto.

Efectivamente entre el abrupto final y aquello yo ya estaba bastante duro otra vez. Seguimos dándonos el lote un rato,

-Adnan, no tengo más condones, prométeme que no te correrás dentro

-no te preocupes, no lo haré.

Ella volvío a colocarse encima igual que antes y empezó la penetración:

-Sí, tengo que volver a la píldora.. joder que gusto.

Yo me concentraba en aguantar así que no dije nada, tenía que estar más rato.

-Ya eres un follador -me dijo riéndose y saliéndose de mi- estoy agotada. Vamos a hacerlo a lo perrito, seguro que te encanta.

Colocó su culo en pompa y ella misma volvió a guiar mi polla hacia su entrada. Yo vi por primera vez un ano femenino y desde aquel momento he sentido una atracción imparable hacia el. Los dos nos movíamos bastante bien sincronizados para ser la primera vez y lo disfrutábamos. Los dos gemíamos aunque ella hablaba más que yo:

-me encanta, me encanta, vas a hacer que me corra otra vez!!

En un momento dejé de follarla y no me pude resistir a darle un lametazo a su chocho, con todos los jugos y subir hasta su ano.

-no dejes de follarme, cabrón

No le gustó la idea, así que volví a lo mío. Me dió tiempo a agarrarla de las tetas y apretarle los pezones -no le gustó que lo hiciera fuerte- , a apoyarme en sus caderas cuando quería darle fuerte y en su espalda para llegar a sobarle el coño por delante…

En esa posición, masajeandole el pubis y el clítoris posiblemente de forma tosca, me anunció su orgasmo:

-sigue, sigue que me corroooo, siiiiiiiii cabrón que bien me has folladoooo

Yo no aguanté más tampoco y en previsión de lo que podía pasar, salí de ella y ahora sí que me dejó que le chupase el coño, el culo y lo que hiciera falta, mientras yo terminaba con la otra mano.

Antes de correrme se la puse en sus labios y recibió mi corrida en sus labios, restregando el chorreante capullo por toda su cara. Gemíamos los dos.

-Gracias por no hacerlo dentro- no sabes lo que me costó pensé yo.

-Gracias a ti por esta noche, es la mejor de mi vida, pero ahora hazme un sitio.

Nos quedamos tumbados los dos en la cama. La habitación apestaba a sexo y a hormonas pero estábamos en la gloria.

Nos quedamos los dos en un superficial duermevela, ni siquiera habíamos apagado la luz de las mesillas, y a eso de las 7 me despertó.

-Adnan, si no queremos que tu madre nos mate, va a ser mejor que nos vayamos a casa.

Nos dimos una ducha juntos, a mi se me empalmó otra vez:

-Ya no me acordaba de lo que era follar con jóvenes...tengo el chocho aún dolorido de ayer y es muy tarde.

-No te preocupes, ya buscaré como aliviarme.

-Ahora vamos a mi casa, ya se nos ocurrirá algo que hacer porque me parece que yo voy a estar también bastante caliente.

Nos vestimos y nos fuimos. Hacia las 8 ya estábamos en su casa metidos cada uno en su cama.

Yo dormí como un bebé hasta las 12 o así. Al despertarme tuve que esperar un momento para pensar si aquello había sido un sueño

Me levanté y fuí a la cocina. Me moría de sed. Estaba Marisa cocinando la comida de año nuevo. Llevaba puesto un pijama

La abracé por detrás

-No podemos hacer nada ahora, mi madre ha bajado a por pan pero subirá enseguida.

Yo metí mis manos por dejajo del pijama para llegar a sus tetas y ella ya se dejaba hacer, echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos mientras llevó una mano a mi paquete.

-no podemos, como te pasas – me dijo mientras facilitaba mi acercamiento.

-si no llevas bragas seguro que nos da tiempo

Y metí mi mano por su pantalón y efectivamente no las llevaba. Le bajé el pantalón justo para dejar su culo al aire

-Escucha por si se oye el ascensor – me dijo

Le levanté una pierna para apoyarla en la encimera y que me quedase su raja, ya húmeda, al alcance de la boca. Otra vez le lamí sus labios desde el clítoris hasta el ano.

-Joder, mucho te gusta mi culo. Nunca me habían hecho eso

-Te gusta?

-oh, si… me encanta, aprietame

Al cabo de un rato me dijo.

-Fóllame ya o me voy a correr. Se buen chico otra vez y sácala. Puedes correrte en mi culo si te gusta, en mis tetas o donde quieras menos dentro.

Siempre a los hombres nos tienta demasiado corrernos dentro, la verdad, y a veces cuando estamos muy calientes es un gran esfuerzo tener que hacer la marcha atrás… sin bajarle la pierna de la encimera la follé con fuerza por el coño, estímule su culo pero no dió para tanto. Se corrió y al poco tuve que tomar una díficil decisión:

-Marisa hazme terminar con tu boca- se puso de rodillas con una sonrisa de oreja a oreja en la cara, se metió la polla en la boca y al medio minuto ya se la llené de leche. Se la tragó toda y estando así escuchamos el ascensor. Como pudimos nos incorporamos levantamos nuestras ropas y entró su madre con el pan.

-Hola buenos días, ¿qué tal lo pasaste ayer? ¿lo pasarías tan bien como Marisa que está de tan buen humo?. Aquí os traigo el pan y unos croasant que seguro que necesitáis energía. Por cierto, huele raro en esta cocina, no?

María y yo nos miramos y nos reímos.

Hasta el día de hoy Marisa es una gran amiga de la familia. En estos más de 20 años que han pasado hemos follado infinidad de veces en muchas ocasiones, en fiestas familiares y en hoteles solitarios. Nuestra relación ha unido cariño y sexo, hemos tenido nuestras parejas y a veces espaciado más nuestros encuentros pero siempre nos hemos sentido cerca uno del otro. Nuestros cuerpos ya no tienen secretos para el otro.

comentarios y sugerencias aquí o en adnanmenot@gmail.com