Como pasé del sexo virtual al real - 8

Despedida. Pedro me folla con mi marido haciéndose el dormido y observando todo desde la otra cama. ¡Mi marido se había convertido en mi cómplice!

Despedida

Alcancé a mi marido antes de entrar en la habitación, en el pasillo, me agarré a su brazo y pasamos juntos. Cerró la puerta y me dio un beso.

  • me dijeron que ya te habías venido a acostar.

  • si, no te vi y pensé que ya estarías aquí. Me entretuve un momento despidiéndome de mis compañeros de mesa.

Era nuestra última noche allí juntos y quería cargar baterías para las noches que pasaría solo esa semana. Me quitó la camisa y besó mis pechos, llevándome hacia la cama. Allí, tumbados, siguió besándome y llevó sus manos hacia mis muslos.

  • te quiero, tía buena. ¿Te he dicho alguna vez lo buena que estás

  • no recuerdo, creo que no.

  • mentirosa. Te voy a follar por mentirosa.

Su mano ascendía por mis piernas, se introducía entre ambas y alcanzaba mi desnuda rajita. Ya no me acordaba que iba sin bragas. Me levantó la falda hasta la cintura, metiendo sus dedos en mi cueva y sacándolos empapados de una sustancia pringosa.

Se enderezó un poco para verme bien el vientre y se dio cuenta entonces que esa sustancia blanquecina salía de entre mi pelo y recorría la mitad de la cara interna de mis muslos.

  • ¡Sin bragas y todo el coño chorreando! ¿Has estado follando con otro?

  • yo… verás…no es exactamente eso… quiero decir…

  • ¿has follado con un tío mientras a mi me entretenía la rubia, ¿no es así?

  • deja que te explique… no es así…

Se puso encima de mí, bajándose rápidamente los pantalones. Su polla estaba enorme, como yo nunca la había visto en muchos años de casados.

  • si, explícamelo. Con todo detalle. Quiero saberlo todo.

  • verás. Salí un momento a tomar el aire, estaba sofocada…

  • no, eso no. ¿Cómo te la metieron? ¿Qué sentiste al tenerla dentro?

¡O sea, que le excitaba saber que había estado con otro! ¡Era eso!

Nunca había sido celoso, a veces jugábamos así, pero no pensé que le pusiera tan cachondo imaginarme siendo poseída por otro hombre.

¡No me lo estaba echando en cara, lo estaba recreando y disfrutando! Quería deleitarse con lo sucedido y que yo se lo contara para calentarse con los detalles.

  • pues verás, estaba apoyada en la barandilla, aspirando el aire de la noche y se me acercó alguien por detrás, subió mi falda y puso sus manos sobre mis bragas.

  • ¿en tu coño?

  • si, pero por encima de las bragas.

  • ¿y te gustó? ¿Qué sentiste?

  • pensé que eras tú y dejé que me acariciara y apretara con el dedo sobre la rajita, lo metió un poco, con tela y todo y apretó justo en mi clítoris.

  • y te empezaste a mojar… ¿él lo notó, verdad?

  • si, me empecé a mojar y me apoyé en la barandilla, sacando el culo hacia fuera.

  • estabas chorreando, querías que te la metiera…

  • si, ya te digo que pensé que eras tú. Empecé a gemir y retorcerme. No me dejaba dar la vuelta ni ver quien era, hasta que me soltó, agarró mi mano y me llevó a una habitación o despacho.

  • ¿era Pedro, verdad? ¿Te gusta ese hombre?

Ahora si me pareció ver algo de celos en su cara o tal vez un leve toque de dolor, o de pena.

  • no, él no es mi tipo, tu lo sabes. Me gusta lo que me hace sentir, me atrae su audacia, su desfachatez y su forma de tratarme.

  • sigue. ¿Qué hicisteis allí?

El ya estaba desnudo, su polla gigantesca parecía que se hacia mas grande dentro de mi, mientras yo le iba contando esas cosas. Me había inventado esa introducción para no ser tan directa, pero luego le fui narrando meticulosamente todo lo que pasó un rato antes en aquella habitación.

Él quería saber mis reacciones, mis sensaciones y yo adornaba el relato con detalles fuertes y con la máxima expresividad de que era capaz.

Cuando estaba en el momento en que Pedro dejó paso a su amigo sentí su primer espasmo y cuando narraba la sensación interna de recibir sus descargas y como las notaba golpear en el fondo de mi vagina a borbotones, no pudo aguantar mas y él también soltó todo su semen sin parar, a la vez que su cuerpo se tensaba y apretaba mis caderas hasta casi hacerme daño.

  • parece que te ha gustado lo que te he contado

  • ha sido la sensación mas fuerte y excitante que he sentido en toda mi vida.

  • ¿te ha excitado saber con detalle como dos hombres se han follado a tu mujer?

  • si, me ha excitado, me ha puesto a mil, ha provocado en mi algo que nunca había sentido. Ha sido total.

  • pues no sabia que te gustara tanto, si lo llego a saber lo hago antes.

  • pero avísame. Quiero estar contigo para verlo todo.

  • o sea, que además quieres ser testigo de cómo te pongo los cuernos…

  • no seas cruel, no lo digas así. Pero si, así es. Si me he puesto de esta manera solo con oírtelo contar, ni me imagino lo que puedo sentir viéndolo.

  • ¿quieres verlo ahora?

  • ¿Cómo?

  • ¿quieres ver ahora como me follan? ¿Te gustaría verlo antes de irte mañana?

  • ¿lo harías por mi?

  • ¡como no! Si estas dispuesto a verlo y aguantarlo sin decir ni pío. Pero no puedes intervenir, solo mirar.

Nos quedamos mirando muy fijamente, supongo que él pensando en si sería capaz y yo en si me atrevería a hacerlo delante suyo. Veía su lujuria crecer de nuevo entre sus piernas, y su cara de duda, y me levanté para ducharme y limpiarme de toda la suciedad acumulada en las últimas horas y para dejar que lo pensase sin mi mirada clavada en sus ojos.

Me puse unas braguitas limpias, antes de acostarme de nuevo en mi cama y entonces le miré de nuevo, y noté como su pene seguía vivo y expectante y sus ojos brillantes que decían casi todo. Alcancé el teléfono, sin dejar de mirarle, una pausa, una mirada interrogante y al no ver rechazo, marqué el numero de recepción para que me pusieran con él.

Sentía como su rabo crecía aun mas entre sus piernas, mientras preguntaba por Pedro. Cuando se puso le dije en voz muy baja:

  • Pedro, ¿te apetece subir dentro de un rato? Mi marido se ha dormido.

Me tumbé en la cama tapándome con la sabana mientras mi marido apagaba la luz. Estaba totalmente oscuro, y la ventana hacia de contraluz, por lo que no podía saber si me miraba o tenía los ojos cerrados, pero no oía la respiración pesada de cuando dormía y la quietud en su cama me confirmaba que seguía expectante y atento.

Me quedé adormilada, todo el ajetreo del día me habían dejado cansada, por lo que no sentí como se abría la puerta sigilosamente, ni oí como dejaba la bata o el albornoz en el suelo y su cuerpo desnudo se acercaba al mío suavemente, hasta que unas manos me tocaron por encima de la sabana, y comenzaron a bajarlo despacito, hasta quedar a los pies.

Recorrió mi espalda desnuda, la nuca donde depositó sus labios y en ese momento el escalofrío que recorrió mi columna me fue despejando y abrí los ojos. Vi la quietud total en la otra cama, acostumbrada a la oscuridad todo era más brillante ahora y estaba segura de que tenía los ojos abiertos y estaba presenciando toda la escena sin perder detalle.

Sus manos siguieron descendiendo por la espalda hasta encontrar el obstáculo de mis bragas. Pasó la mano por todo el culo y después las enganchó en el elástico y comenzó a tirar hacia abajo. Se pegaban por delante, y separé un poco el cuerpo de la cama. Cuando la parte interior se separó de golpe de mi intimidad, me sentí desnuda y expuesta de nuevo ante él, y de nuevo un escalofrió atravesó todo mi cuerpo.

Besaba mi cara, se agarraba desesperado a  mi pecho, me sometía de nuevo. Oía su respiración en mi oreja, muy cerca, y un poco más allá otra mas agitada, queda, contenida.

Mi mente se puso a mil por hora. Era increíble la escena dentro de mi cabeza, la sensación de sentir a uno a mi espalda y enfrente vislumbrar al otro, espectador voluntario, convirtiendo sus sueños en realidad.

Sentí un golpe de calor en la cara y empujé las caderas hacia atrás, buscando su contacto. Estaba nervioso ante la proximidad de mi cuerpo y el peligro de que nos pudiera ver u oír mi marido y no atinaba.

Separé un poco las piernas y mi sexo se abrió como una flor, casi de golpe, hasta que sentí como entraba en mi chochito y volvía a arremeter y golpear en un orificio ya algo dolorido y entumecido después de tanto trajín en la última hora.

Veía a mi marido enfrente, con los ojos abiertos, mirando todo a la escasa luz que entraba desde los jardines. Abrí mis piernas, levantando lo que podía la de arriba, para que no perdiera detalle de cómo me perforaba la polla de aquel hombre, señalé con un dedo donde debía dirigir su mirada.

Le vi moverse, con su mano agarrada a su pene, otra vez enorme y tieso y la cara en éxtasis. El otro acometía desde atrás, silenciosamente y tuve una sensación increíble, irreal pero intensísima, al ver a mi marido que nos miraba sin perder detalle y sentir la polla del otro dentro de mí, golpeando y golpeando.

Sentí una especie de vértigo, mi cabeza dejó de pensar racionalmente y solté un gemido quedo y largo, infinito, que subía de tono según me apretaba mas contra él y viendo como salían unos chorritos verticales de la otra cama en nuestra dirección.

Mi orgasmo fue mas bien mental que físico. Estaba ya demasiado insensible; pero ver a mi marido presenciando todo y la respiración agitada detrás de mi, del otro al desahogarse, fue realmente algo tremendo, único.

Tenía razón mi marido. Había que vivirlo. Era total.