Como pasé del sexo virtual al real - 2
La gran Orgía. Vuelvo a citarme con un amigo del chat, cuya herramienta me impresionó, y aparecen dos hombres más en escena. Bueno, había que aprovecharlo
La gran Orgía
No escarmenté por el incidente con Juan Luis, porque en parte me gustó y podíamos decir que fue forzado a medias y mantenía de nuevo correspondencia y chat con gente diversa, que me resultaba muy entretenida.
El mas asiduo era un norteamericano que me escribía cosas muy bonitas en un castellano medio antiguo, medio mezclado con el inglés y me prometía unas hermosas sesiones de sexo cuando nos conociéramos. Yo seguía en mi línea de audacia verbal y nos decíamos cosas por la red que, bien miradas, eran grandes barbaridades sexuales, pero que nos calentaban y divertían.
Mi marido estaba muy contento con la nueva y reciente disposición mía a tener sexo con mas frecuencia, sin tener en cuenta la hora o el lugar, y yo pensaba que estaba rejuveneciendo, que el sentirme mas ardiente era una buena señal.
Robert me mandó una foto desnudo, correspondiendo a otra mía también con escasa ropa, en la que descubrí dos cosas muy importantes: que era negro, muy negro, oscurísimo, y que tenía un miembro de considerable tamaño. Lo tenía a la vista cada vez que hablábamos por las noches y desee verla mejor, con mas detalle y en todo su esplendor.
Atendió mi petición y quedé impresionada al verlo erecto y casi vertical, en una fotografía tan cercana que se podían contar perfectamente las venitas sobresalientes y apreciar hasta el mas mínimo detalle.
Poco a poco pasé de mi contemplación extasiada de cada noche a un deseo extraño e irresistible de poder verlo en carne y hueso, (bueno, en este caso en carne solo) e incluso de poder tocarlo y admirarlo de cerca y quien sabe si también…
Con el paso de los días esa desazón se hizo cada vez mas fuerte en mi interior. Lo que quería realmente era probarlo, sentirlo dentro. No era necesidad sexual. Con mi marido tenia todo lo que quería y cuando lo hacíamos, quedábamos bien a gusto y disfrutábamos los dos.
Era algo más. Era la oportunidad de probar algo nuevo. Nunca había visto una cosa igual y a lo mejor nunca lo volvería a ver y tenia la necesidad de saber que placer diferente, que sensaciones recibiría al tocarlo, al besarlo, al… tenerla dentro, porque no. A sentir el movimiento de ese enorme cilindro en el interior de mi vagina.
En definitiva, quería saber que se siente al ser penetrada por un pene casi el doble que el de mi marido y por un chico casi la mitad de joven que él.
A pesar de esa idea rondando continuamente por mi cabeza, no me decidía a aceptar ninguna de sus invitaciones, hasta que me prometió que no estaríamos solos, habría otra pareja, comeríamos en el jardín de su casa, en una lujosa urbanización de las afueras de Madrid, nos bañaríamos en la piscina y si había ocasión de estar a solas me la enseñaría (su herramienta, no la casa) y si no, por lo menos disfrutaríamos de una tarde agradable.
Accedí a ir un sábado a media mañana. Me había hecho un plano muy detallado y llegar allí fue sencillo. Me recibió con dos besos en la cara, que me pusieron muy nerviosa, más de lo que estaba, y sin saber que hacer con la mano que había extendido para saludarle.
El me la agarró y tiró de mí hacia dentro, llevándome hasta unas sillas colocadas cerca de la piscina, con unos refrescos ya preparados, me indicó donde podía cambiarme y se sentó a esperar. Salí esplendida con mi bikini pequeñito y mi hermosa figura, bien morena en esa época del año.
El ya estaba en traje de baño y el bulto que se veía debajo daba a entender que la fotografía que me había mandado no era nada exagerada.
¿y la otra pareja?
Mikel esta dentro cambiándose y Juan no se a que hora vendrá, pero no creo que tarde mucho.
¿pero son hombres los dos?
claro… con esos nombres que van a ser.
pero tu me dijiste que vivías con tu pareja.
pues a lo mejor me expresé mal o me entendiste mal. Yo siempre te dije que vivía con mi partner. Mi… como dicen ustedes: mi socio
Cuando apareció Mikel era un tipo casi igual de grande y fuerte y me saludó esta vez dándome la mano y ahora fui yo la que se quedó a un palmo de su cara dispuesta a darle un beso.
Estuvimos bañándonos y comiendo, un almuerzo ligero, estilo USA y después nos tumbamos al sol.
- déjanos ver tus hermosos pechos, a ver si es igual que en las fotografías…
Me quité el sujetador.
- ¡Guauuu! Es maravilloso, ¿puedo tocar?
Pregunta tonta porque antes de que me diera tiempo a contestar ya estaban comprobando su firmeza y tersura, incluso antes de que pidieran permiso. Me tocaban con mucho cuidado y mimo, y esto hacía que se me pusiera la carne de gallina y los pezones se endurecieron bajo sus manos.
estas fantástica!
y vosotros también… bueno, supongo.
¿No te gusta lo que ves?
pues… a mi también me gustaría saber si la foto que me enviaste se parece a la realidad.
Se sonrió y sin levantarse apenas, se bajó el bermudas, dejando su hermoso miembro al aire. Si, era formidable también. ¡Qué hermosura! Oscuro, como de ébano, reluciente, durísimo…
Lo tocaba con mi mano y lo repasaba de arriba abajo, como con miedo de que se pudiera romper, con respeto hacia semejante obra de arte, con éxtasis. ¡Qué bonito era! ¡Y como crecía al contacto de mis caricias! Le di unos besitos en la punta y me mojé los labios con algo de líquido que le empezaba a salir, como si supiera que iba a tener juerga y se estuviera preparando.
Lo fui pasando por mi cara y me mojaba, dejaba un reguero de baba, como un caracol. Me lo metí en la boca un poquito y lo probé. No sabía si me gustaba o no, pero me daba un morbo tremendo lo que estaba haciendo.
Con mis manejos crecía y crecía, cada vez mas. El tocaba mis pechos, mientras su amigo pasaba sus manos por mi culo y mis piernas. Yo ya no podía mas, pero me daba miedo empezar.
Quería probar que sentiría con una verga de ese tamaño dentro, pero es que allí había dos y no me cabía duda de que los dos iban a querer mojar y yo no sabía si sería capaz de aguantar lo mismo dos veces.
Bueno, no me lo podía perder. Para una vez que iba a tener tal tesoro a mi disposición había que animarse y hacerlo. Me puse en pie para que me siguieran hacia la casa y les tendí mis manos.
Ellos también se levantaron, pero no entramos en la casa. Allí mismo me levantaron como si fuera una pluma y entre los dos me sujetaron en el aire, con sus manos en mi culo y en mi espalda, mientras recorrían mi cuerpo con sus labios y sus lenguas, saboreando mi piel, bebiendo mi sudor y poniéndome en un estado de nervios y de deseo, difícil de explicar.
Parecían de acuerdo, como si lo tuvieran ensayado o lo hubieran hecho mas veces. Uno me agarró desde atrás, sujetándome en vilo por los muslos, mientras abría mis piernas todo lo que podía y el otro empezó a entrar en mí, mojando la polla con mis jugos y su saliva para que entrase mejor.
Cuando la tuvo toda dentro me agarró por la espalda y el culo y me juntó a él, hasta que la sentí bien dentro y notaba mi chochito bien repleto, ensanchado al máximo y feliz de lo que había sido capaz de tragar.
Se movía arriba y abajo mientras el otro se juntaba a mi espalda y apuntaba con su herramienta a mi agujerito trasero. Llegó a meterla un poco, sentí como se ensanchaba mi culito por el redondo tapón, que hizo diana un par de veces, pero las mismas se salía enseguida por la postura tan forzada que había de poner y los movimientos del otro.
No importaba, eran buenos amigos y se lo repartieron como tales. Consiguió meterla cuando el otro se salió y me separó un poco de él para ponerme a disposición de mi enculador. Metió un buen trozo y lo movía despacio, pero era muy difícil así, de modo que volvimos a la postura original y sentí otra vez al primero introducirla nuevamente por el sitio original, el asignado por la naturaleza para estos fines.
Cambié de protagonista follador en mas ocasiones, según les apetecía, hasta que me vino un orgasmo bestial, irresistible, que les obligó a acelerar su placer y derramarse ambos, uno dentro de mi y el otro por mi espalda.
Cuando cesó un poco mi agitación y todavía con la sensación del ultimo orgasmo y el sentimiento de desolación por haber llegado tan pronto y haber perdido el tenerlas dentro de mi un rato mas, me dejaron tendida sobre la hamaca con mucho cuidado, mientras una sombra que mis ojos no distinguían bien por el contraluz, se acercaba a mi.
A una señal de este tercero, me dieron la vuelta rápidamente y quedé de rodillas sobre la hamaca y sentí como me la metía sin ninguna dificultad después del ensanchamiento anterior y todavía chorreando semen por todos los lados.
No me importó que fuera más pequeña, quería continuar un poco mas y esto me venía bien. Me folló despacio y a conciencia, con fuertes golpes que movían mis tetas colgantes en todas direcciones; sentí varios orgasmos seguidos y cuando al fin mi cara se contrajo en el ultimo y el ardor en mi chochito era ya casi inaguantable, se vino dentro y sentí los chorros que escupió dentro de mi, hasta que quedó vacío, a gusto y tranquilo, igual que yo.