Como pasé del sexo virtual al real - 17

Las vacaciones se acababan, y yo deseaba un poco mas antes de volver a mi casa, y aquel último día tuve de todo, y los dos chicos fueron casi lo mejor de la fiesta de despedida.

Último día.

Suponía que les era más fácil hacer sus cosas si pensaban que yo no era consciente y el estar dormida o quieta a su disposición, les daba más seguridad y tiempo para divertirse. Puede que les diese miedo no saber como comportarse o les inhibiera al tomar yo la iniciativa. En cualquier caso, no tenía la más mínima intención de ser yo su maestra. Eran muy jóvenes, ya irían aprendiendo.

Anochecía después de cenar y salí a gozar un poco del aire fresquito que llegaba del mar, cuando me llegó el olor de un cigarrillo y unas voces quedas detrás del mismo seto de la otra vez. Con el mayor cuidado de que era capaz, me acerqué para intentar saber cuales serían esta vez sus planes.

  • ¡estaba increíble, allí desnuda, mojada, con las piernas abiertas!

  • calla enano, tú que sabrás…

  • lo único que se es que cuando me agarró el pito, casi no me cabía en su mano. Lo sentía arder y me corrí como nunca lo había hecho antes.

  • Si, eso si. Que bien lo hacia la condenada. Ya podías tu aprender y hacérmelo igual de vez en cuando.

  • ¿es que yo te lo hago mal? Pues nunca te quejas.

  • bueno, da igual. Me gustan sus tetas, redonditas y suaves, sus pezones duros del tamaño perfecto, sus muslos, su coño…

  • pues a mi lo que mas me gusta es su coño. Cuando estaba tumbada anoche era como una montaña justo abajo de su tripa, y esos pelitos cortitos y suaves alrededor…

  • uhm, si, es verdad. ¿Tú crees que se lo recorta? Mamá lo tiene mas largo.

  • a lo mejor unas mujeres lo tiene mas largo que otras, no se…

  • si, tienes razón, no se…

Me parecía que se removían para abandonar el escondite y me alejé lo mas sigilosamente que pude. Menuda conversación¡¡¡ me habían puesto caliente los dos mocosos con esa forma de hablar de mi. Y lo malo es que ahora no sabia que hacer realmente. Mi mente estaba en los cuerpos jóvenes de los chicos, en sus pollas suaves y ansiosas, en sus miradas de admiración y deseo, con esos ojos entre inocentes y ansiosos.

Bueno, por fin un día había podido dormir sola y tranquila. Y era casi temprano cuando me levanté para asearme, vestirme y bajar a desayunar. No tenía ningún plan para hoy, pero imaginé que me tendrían algo previsto, así que busque que ropa ponerme por si acaso surgía algo especial.

El teléfono sonando me interrumpió cuando me estaba colocando mis braguitas negras y casi me caigo por correr para contestar. Era Pedro, para avisarme que me iba a subir el desayuno y que le abriera la puerta.

Me puse una bata ligera y dejé entreabierta la puerta, para que no se molestara en llamar y antes de que pudiera volver al cuarto de baño, sentí que se abría y un “bon dia”, alto y jovial, resonó por toda la habitación.

Colocó la bandeja sobre la mesilla, mientras yo le observaba sentada en la cama, la bata entreabierta y ojos de sueño todavía.

  • pero si no has traído ni café… ¿Qué desayuno es este?

  • no, no es tu desayuno. Es el mío. Túmbate en la cama, verás.

Me quitó la bata, ayudándome a continuación a recostarme y con delicadeza, procedió a bajarme las bragas, tirándolas por algún rincón. Puede que fuera mejor no usarlas, nunca me duraban puestas gran cosa. A continuación, fue abriendo bolsitas de miel y a repartirlo por mis tetas, el ombligo y lógicamente, por el vientre, mientras yo intentaba protestar por como me estaba poniendo.

  • pero que haces ¡¡¡¡ ¿has visto como me estas poniendo?

  • uyyyy, si. No me va a quedar mas remedio que limpiarte ahora.

En fin, os podéis imaginar. Su lengua se paseó por mis pechos. Las puntitas habían dejado resbalar casi toda la miel, así que me volvió a cubrir de nuevo, para poder chupar y quitarla a continuación. La lengua se metió por el ombligo, hasta que casi me lo borra y entonces le tocó el turno a mi vientre.

Menos mal que me gusta llevar cortito el pelo, porque creo que me arrancó la mitad, y cuando ya casi estaba limpio, volvió a echar, abriendo las piernas, por todo el surco de mi sexo. Chupó y chupó, mientras yo bajaba la cabeza para ver toda la operación y al notar que apenas me afectaba, lo abrió un poco con dos dedos y vertió un par de porciones mas, bien dentro.

Puffff, ahí dejé de estar tan impasible y me vino el primer escalofrío al notar el liquido fresquito entrando casi hasta el final, y el segundo al primer lametón sobre mis labios, y el tercero al acertar con mi clítoris.

¡Uhmm, que lengua tan larga y tan divina! Entraba y salía, daba golpecitos sabios que me hacían poner rígida, saltar, apretar como loca su cabeza contra mi coñito, y casi llorar de placer. Me mantuvo así no se cuanto tiempo, gimiendo, retorciéndome y arqueando mi cuerpo para sentirle mejor.

Me notaba empapada por su boca y la miel pegajosa y todo lo que iba soltando mi cuerpo para facilitar el momento del sexo. Pero el no quería entrar, solo quería hacerme sentir, ver como me movía y disfrutaba sin parar ante sus maniobras dentro de mi.

Sentía su lengua, su nariz, sus labios pellizcando y sorbiendo en mi interior y estaba al borde de la locura. Exploté aferrada a su pelo, tensas las manos sobre su cabeza y mil sensaciones recorriendo todo mi ser, mientras el intentaba levantar un poco la vista para ver mi cara trasfigurada por el placer.

Cuando me detuve y se separó un poco, casi me muero de la risa, al ver su cara llena de miel, pelitos de mi coño pegados como con cola, y su sonrisa de satisfacción por un trabajo bien hecho.

  • lávate antes de salir y cambia la expresión de esa cara de bobalicón, que va a parecer que te ha dado un paraflux.

  • si, ya me lavo y me voy corriendo a traerte el desayuno, que tenemos que continuar.

Nunca me había duchado y arreglado tan deprisa, vestido y bajado a desayunar en tiempo tan record en toda mi vida. Tenía que ir a tomar el sol y descansar y si volvía a aparecer y me pillaba en la habitación, no saldría de ella en todo el día.

Trini me abordó cuando aparecí por el hall.

  • ¿vas a ir hoy a la playa, o te quedas en la piscina?

  • pues no se… pensaba ir a la playa, si encuentro quien me lleve

  • pues espera que me arreglo y enseguida estoy contigo.

  • si, tranquila, todavía tengo que desayunar

  • ¿A estas horas? ¿Pues cuando te has levantado?

  • ya te contaré, por el camino.


  • mama, déjanos ir otra vez a la playa con ella, por favor…

Esto fue lo que escuche cuando me acercaba a su mesa. Y a la madre denegar con la cabeza mientras acercaba el café a sus labios. Callaron cuando me senté a su lado, dándoles los buenos días.

  • no me importa, Cati. La verdad es que lo pasamos muy bien y se portaron como dos hombrecitos.

  • no puedo dejar que hagas de niñera con mis hijos. Ya ayer fue un abuso el pedírtelo.

  • en serio, lo pasamos genial. Además hoy viene Trini y entre las dos será más fácil entretenerlos.

Los chicos asistían expectantes y sorprendidos a esta conversación. El que fuera yo la que insistiera les daba la esperanza de que algo podía volver a ocurrir en la playa y que no estaba ni enfadada ni desilusionada con su comportamiento de ayer. Lo malo es que no estaríamos solos, pero quien sabe si…

A Trini no la hizo mucha gracia, pero tampoco se lo tomó muy mal y me miraba extrañada mientras conducía. Ya se lo explicaría tranquilamente mientras ellos se bañasen.

La playa estaba igual que ayer, las mismas personas, en los mismos sitios, como si hubiesen dejado las toallas para reservar. Y también igual que ayer, ellos se desnudaron inmediatamente y se lanzaron al agua. Volví a mirar su espalda, sus culos cimbreantes mientras corrían levantando puñados de arena y me pareció una escena mas divertida que erótica.

Yo no me desnudé del todo, solo me quité el sujetador y me senté sobre la toalla, viéndolos chapotear y nadar, como dos chiquillos que eran, después de todo. Me gustaba observarles y mi amiga se dio cuenta de hacia donde se dirigía mi vista.

  • oye, oye, no pensaras…

  • ¿Qué si no pienso? Mira esos cuerpos, fíjate en ellos cuando estén aquí al lado, no me digas que no…

  • estas loca¡¡¡

  • pero si tu ya lo has hecho con ellos, o ellos contigo, que mas da. Hazlo ahora consciente, disfrutándolo. Además, no tiene que pasar nada, solo lo que nos apetezca.

  • ¿nos desnudamos?

  • venga.

Lo dudó unos segundos, pero cuando los vio chapotear desnudos, jugando en el agua, le pudo su parte morbosa, como a mí, y decidió disfrutar de aquello, así que nos quedamos desnuditas las dos, y nos tumbamos a tomar el sol tranquilamente.

Yo me considero un poco exhibicionista, pero lo de aquellos chicos era ya una provocación, involuntaria tal vez, pero para dos mujeres calientes y siempre con ganas, como nosotras, era demasiado para poder aguantar mucho tiempo.

Y es que, cuando se cansaron y regresaron a nuestro lado, se quedaron allí, de rodillas, mirándonos fijamente, mientras sus miembros iban cogiendo volumen y se colocaban cada vez más verticales casi en nuestras caras. Vi como nos observaban, como hipnotizados, y me fijé también que la respiración de los tres se aceleraba, suponía que igual que la mía, y miraba hacia los otros grupos, a ver si se les ocurría irse a comer, como ayer, pero nada se movía, excepto las olas y sus pollas.

Creo que pasamos una mañana tensa, aunque de vez en cuando se alejaban a jugar, ya menos ruidosos, cuchicheando como dos conspiradores. Supongo que nuestros cuerpos desnudos, además de incitarlos, les daba alguna esperanza o posibilidad de que algo ocurriera.

Y yo no pude aguantar mas, le dije a Trini que me iba a mojar un poco, y me acerqué despacio hacia donde ellos estaban, haciendo figuras con la arena. Me recosté a su lado, mirando esas pollas relucientes y duras. Me gustaba la cara del pequeño, nervioso, indeciso, sin saber muy bien como debía comportarse, que se suponía que tenía que hacer.

Se acercó a una seña y se arrodillo junto a mi cara. Su pene brillaba, y ya no pude aguantar. Me lo metí en la boca mientras se quedaba pasmado, incrédulo y preguntándose de nuevo, suponía yo, como reaccionar.

Pero el cuerpo es muy sabio. El gesto de asombro dio paso a otro de placer, de gusto. Se puso cómodo, más cerca de mi cara, y se dejo hacer. Aquello cogía fuerza, dureza y entonces fui yo la que le coloqué su cara entre mis muslos, para que oliera y correspondiera.

! Y vaya si correspondió ¡le debió gustar mi sabor, o como dije antes, su instinto le guió hacia dentro, con su lengua y hasta con la barbilla. Y cuando me pareció que estaba demasiado nervioso, a punto darle un colapso, separé su cabeza y solo le dije:

  • métemela, por favor.

Era un chico muy obediente y debía estar deseando porque antes de que terminase mi ruego ya estaba intentando colocarse entre mis muslos y apuntando hacia donde un poco antes tenia toda la lengua.

Y entró bien dentro, de un tirón, hasta donde llegaba su ansia. Y ahí le sentí crecer un poco más, y apretar como si pretendiera entrar todo él. Agarré su culo y le separé un poco, y luego le apreté de nuevo contra mí. Le volví a separar y apretar fuerte su culo otra vez. Y ya no hizo falta más. Le cogió el gusto a eso de entrar y salir y me concentré en disfrutar de sus arremetidas.

Los gemidos de los otros dos, muy cerca de nosotros, me hicieron ladear un poco la cabeza y distraerme de mi trabajo. Menos mal que Trini no lo tenía muy claro, porque estaba encima del otro chico, cabalgando con un estilo digno de la mejor amazona, la boca abierta, jadeando y disfrutando, y es que ninguna de las dos teníamos remedio. Nos gustaba aquello, indudablemente.

Creo que no tuve el orgasmo que esperaba, porque estaba mas pendiente de él, que de alcanzar mi placer. Pero disfruté de aquel juego con todas mis ganas, viendo su cara, el rostro contraído, mientras expulsaba su carga dentro de mi, y su cuerpo se derrumbaba, agitado y casi sin poder respirar. Mi cabeza veía todo, le veía rojo por la tensión, el pecho suave, sin vello, el cuello con las venas a punto de reventar, y no me cupo la menor duda de que era un hombre, muy lejos del chiquillo de unos instantes antes.

El mar ya nos rodeaba y se me quedó mirando, a un lado ya, sin atreverse a irse, sin saber si debía dar las gracias, decir algo o reír o llorar. Bueno, era mas crío de lo que pensaba un momento antes, así que me acerqué a su rostro y le di un beso, y una sonrisa, arrojándole agua para que se separase y se diera cuenta de que ya se había acabado todo.

Trini cayó a mi lado, sonriente, cuando los chicos se metieron en el agua a lavarse y bajar un poco la calentura. Y allá, no muy lejos, otra pareja estaba medio dentro del agua, teniendo su sesión de sexo, y sus gritos resonaban en la playa casi vacía.

  • pufff, y te lo querías perder, eh…

  • calla, de verdad no quería hacer nada, pero cuando te vi chupando y chupada, y al otro pobre mirando desconsolado, con el pito casi como el de un caballo, no lo pude aguantar.

  • creo que las dos somos fáciles, que se le va a hacer…