Como pasé del sexo virtual al real - 15

Domingo

Fuimos a la misma playa del primer día y me dio pena, hoy que había escogido uno de mis bikinis más bonitos, apenas lo miraron. Me lo quité nada mas llegar igual que ellos y nos tumbamos a tomar el sol.

Había poca gente, al igual que el día anterior: una pareja algo alejada y dos chicas muy monas que parecían extranjeras jugando desnudas en la orilla.

No tardaron mucho padre e hijo en dejarnos para ir a nadar un poco. Desde mi posición se veía toda la playa y me pareció que los dos hombres estaban ligando o tonteando con ellas y se oían de vez en cuando las risas de los cuatro.

Intenté que Trini no mirara en esa dirección, no por encubrirlos sino mas bien para que no pasara un mal rato, aunque en realidad no lo consideraba muy probable. De todas maneras me senté un poco para taparle la visión, con la excusa de echarle crema y hablar con ella.

• Trini, ¿conoces a los hijos de la chica esa rubia, la de relaciones publicas?

• ¿los chicos de Cati? Si. Son un par de salvajes. Parecen muy majos y educados, pero siempre están pensando alguna maldad. ¿Es que los has tratado por algo?

• estaban anoche en el baile. Tuve que bailar con ellos un rato y… bueno, no me parecieron tan salvajes. Fueron muy amables y corteses.

• uyyyy. Ten cuidado, entonces buscaban algo, seguro. Mira. A mi me hicieron una de las peores fechorías de mi vida. No son tan críos como parecen.

• no se. Parecían tan formalitos. ¿Qué te hicieron?

• veras... estaban jugando cerca de la piscina, era temporada baja y apenas había gente. No se como ni de donde lo sacaron, pero me pusieron perdida de barro.

• jugando, puede pasar, es normal en unos chicos.

• espera. Me quisieron ayudar con la manguera y cuando vi que lo que intentaban limpiar precisamente eran mis tetas y que se estaban poniendo morados tocando y manchándome mas incluso, me fui a una de la duchas, esas que están en los vestuarios exteriores, con una puerta batiente, y allí intenté quitarme toda la suciedad.

• ¿estarían avergonzados y compungidos?

• si, eso parecía. Se fueron casi llorando en otra dirección. El caso es que tenía el cuerpo lleno de barro. Me quité el bañador, lo limpié bien, luego me restregué por todo el cuerpo, hasta en el pelo tenía barro. Me volví a poner el bañador y salí.

• ¿y estaban allí para pedirte perdón?

. No les vi mas en todo el día, gracias a Dios.

• entonces… ¿Dónde está el problema? ¿Qué maldad hicieron para que me tengas que prevenir contra ellos?

• unos días después encontré por casualidad en una pagina de voyeur que me gusta ver a veces, un video de una mujer duchándose, desnuda y restregándose bien las tetas y el vientre y poniéndose luego el bañador antes de salir de la ducha.

• ¿eras tú? ¿Te filmaron y lo colgaron en internet?

• efectivamente.

Pedro y su hijo estaban ahora jugando en el agua con las chicas. Mas que jugar, diría yo, viendo sus miembros erectos y como se pegaban a ellas. Que por cierto, no les rechazaban. A mi me parecía de mala educación, estando allí nosotras dos con ellos.

De vez en cuando miraban hacia nosotras y al ver que seguíamos hablando continuaban a lo suyo. No creo que fuesen capaces de follárselas delante de nosotras, pero eran bastante atrevidos con ellas y no parecía disgustarlas.

A mí, después de todo, me daba igual. Yo no tenía mas relación con ellos que nuestra reciente amistad y por otra parte ya había comprobado lo abierta y liberal que era Trini en el aspecto sexual. De todas formas la seguí preguntando, porque me daba la impresión de que faltaba algo todavía.

• ¿y no les organizaste un buen follón?

• lo pensé, pero tuvieron buen cuidado de que no se me viera la cara. Entonces, si los denunciaba o decía algo, en dos días se enteraría toda la isla que esa mujer desnuda era yo y te puedes imaginar la vergüenza. Si no mencionaba el asunto ellos se darían por satisfechos por haberles salido bien la jugada y yo seguiría en el anonimato. Esa mujer podía ser cualquiera en cualquier parte del mundo.

• ¿y…?

• que no se conformaron con eso. Otros días vi unas fotos mías, desnuda o con las bragas bajadas mientras dormía en mi cama, alguna noche que me quedé en el hotel.

• ¿y no te diste cuenta cuando te las hicieron? ¿Les oirías entrar?

• mira. Ni les oí ni me enteré. Tampoco se me veía la cara, siempre tuvieron cuidado en eso, pero unos días después fue peor.

• cuenta

• de alguna manera volvieron a entrar, con alguna llave maestra que se agenciaron o por el balcón, no se. A la mañana siguiente olía un poco raro y se me ocurrió que pudieron haberme dado a oler algo que les asegurase que dormiría sin enterarme de lo que me hacían.

• ¿te drogaron?

• no creo, debió ser éter o cloroformo, no se. El caso es que fui corriendo a ver la página esa que te digo a ver que habían hecho esta vez. Dos días después me volví a ver. En esta ocasión se habían pasado. Las fotos eran bastante fuertes.

• ¿te violaron?

• no se, eso pensaba, pero luego me pareció que no. Todavía no estoy muy segura. Las fotos eran tanto boca abajo como de lado y se veía bien mi culo. Unas veces abierto, otras cerrado y una polla, de no excesivo tamaño pero bien rígida, apuntando o entrando por el agujerito o en mitad de la raja, o con la cabecita dentro. En fin, todo lo que se les ocurrió.

• ¡ahora si que hiciste algo!

• no volver a dormir en el hotel. Y si lo tenía que hacer, nunca sola o con todos los pestillos, cerraduras y ventanas bien cerradas y aseguradas.

• ¡pues vaya pareja!

En eso llegaron los dos hombres y se tiraron a jugar encima de nosotras. Nos defendimos como pudimos y la arena se nos pegaba por todo el cuerpo debido a la crema que nos acabábamos de echar para protegernos del sol.

Nos miraban satisfechos, dispuestos a lanzarse otra vez sobre nosotras, cada una por un lado y rebozadas de arena fina que se metía por todos los sitios y Trini se enfadó:

• dejarnos en paz y volver con esas dos guarras, a ver si os dejan follároslas. ¡Largo de aquí!

O sea, que si que los había visto a pesar de mis manejos. Luego me dijo que no le importaba lo que hubieran estado haciendo con ellas, le daba igual, pero que no soportaba que la arrastraran por la arena. La molestaba, le estropeaba la piel y le dejaba marcas rojas.

Eso era tener las ideas bien claras.

Estuvimos de morros todo el día, pero no porque estuviésemos enfadadas con ellos: para que nos dejaran en paz. Trini decía que si les hacíamos caso acabarían metiéndonosla sin importarles el público que pudiera haber.

En eso le daba la razón.

No se si les hizo efecto, pero no intentaron nada. Rechacé firmemente la oferta de acompañarles a su casa y me dejaron en el hotel.

Me arreglé y bajé a cenar, sola y tranquila, pero nada mas terminar se me acercó Cati, la rubia.

Tomamos café, que los chicos nos trajeron muy amables. El mío estaba muy amargo y los chicos no estaban a mano, así que me levanté a por otro azúcar, pero Cati me lo cambió por el suyo, decía que lo prefería así.

Cuando regresaron los críos me pareció ver unas miradas raras y cómplices cuando vieron que las tazas estaban vacías. Pensé en lo que me acababa de contar Trini y se me ocurrió que a lo mejor habían sido capaces de echarme algo y por eso amargaba.

Aseándome en la habitación antes de acostarme no me acababa de decidir, si tomar alguna medida o avisar a su madre, aunque si ella se había tomado mi café, es posible que ahora estuviera durmiendo como un tronco. Me miraba en el espejo del baño y me encontraba bien ¿como aparecería mi lindo cuerpecito en internet?

Al final me pudo mas la curiosidad y el morbo y esa mezcla de narcisismo y exhibicionismo que todas tenemos y según salí del baño y sin ponerme nada, me acosté.

Ocurrió como en la narración que horas antes me había hecho Trini. Entraron sin hacer ningún  ruido y sentí como bajaban la sabana y descubrían mi desnudo cuerpo. Me tocaron un poco y se les escuchaba cuchichear:

• ¿estás seguro que está bien dormida? Me pareció que la taza que le dimos estaba donde mamá.

• vamos a comprobarlo. Agáchate.

Me zarandearon un poco y uno de ellos me habló al oído en un tono normal. No me alteré lo mas mínimo. Mas tranquilizados, empezaron a trabajar. Me hicieron de todo mientras tiraban fotos, tapándome la cara con la sabana para que no me despertase el flash.

Noté como abrían bien mis labios para que se viera todo el chochito por completo, jugaron con sus dedos por dentro, me ponían la lengua, me besaban, dieron lametones a mi clítoris hasta que me oyeron dar un par de suspiros.

Luego hicieron lo mismo con mi culito. Me abrían con sus manos, metieron un dedo… hasta que el mayor se puso de rodillas a mi costado y empezó a colocar su pene entre mi culo, sin meterla, supongo que solo para la foto, y después de darme la vuelta lo repitió en mi vagina.

Solo había metido la punta un poco y sentí que me venía el orgasmo. Estaba excitadísima de tantas manipulaciones y de pensar en lo que me estaban haciendo. Arqueé un poco mis riñones y yo misma la introduje mas, moviéndome despacio contra él.

No se atrevió a moverse hasta que me vio con los ojos cerrados y supuso que seguía dormida. En dos o tres minutos se corrió el también, mientras yo intentaba que mi orgasmo no pareciera consciente.

• yo también quiero.

El pequeño se metió también dentro rápidamente, mientras besaba mis pechos. Yo seguía excitada y caliente. Apenas lo sentía, pero era tal la sensación, el morbo de lo que estaba haciendo, que me retorcía ante sus manejos sin poderlo evitar.

Mis gemidos apagados apenas les preocuparon. Me follaron un par de veces mas, metiéndola por delante y por detrás, agarrados a mis pechos, besándolos y mordiéndolos por turnos, mientras los flashes seguían sucediéndose y mi excitación iba en aumento.

Pararon cuando quisieron. Yo no me quejé y les dejé hacerme de todo, en todas las posturas y como si de verdad me hubiera hecho efecto lo que me dieron, disimulando como podía, y gozando y retorciéndome sin poder evitar un orgasmo tras otro.

No sé las fotos que hicieron ni cuando se fueron, pero a la mañana siguiente desperté tapada con la sabana y una toalla sucia a los pies de la cama.

Tenia que preguntarle a Trini cual era esa Web en la que los dos muchachos colgaban sus fechorías.