Como pasé del sexo virtual al real - 14

Entran en juego dos mocosos, avispados granujillas que consiguieron que me desnudase para ellos y me excitaron a tal extremo que les dejé que me follasen… bueno… un poquito.

Sábado

Ya era sábado y ellos tenían bastante trabajo, así que me fui a la piscina sola a tomar el sol. Entre unas cosas y otras me iba a ir poco mas morena que cuando llegué y pensé que hoy sí iba a cumplir mi intención de portarme bien, por mas que me tentasen padre e hijo.

A media mañana llegó Trini y se tumbó a mi lado, con un bikini que me sorprendió, más bien grande y recatado.

  • ¿no te quitas lo de arriba?

  • no. No está bien que todos los empleados le vean las tetas a la mujer del jefe.

  • ¿y qué mas te da?

  • no se. Puede ser algo anticuado, pero no me importa desnudarme en la playa y sin embargo aquí no me gusta que me vean los conocidos enseñando algo de mas.

Pues a lo mejor tenía razón, porque a los dos segundos estaba allí el camarero del chiringuito-bar a ver que queríamos, el maitre se acercó a saludarla y preguntarle si comería allí, la rubia de relaciones publicas se acercó también a darle un par de besos…

Si, todo eso con las tetas al aire podía llegar a ser un poco violento. Incluso me lo estaba pareciendo a mí, y eso que solo me saludaban de paso. Pero ellos estaban vestidos, de pie mirándote y tu solo tapada por unas mínimas braguitas, era como… incomodo.

Tampoco se atrevió a ayudarme a echar la crema por el cuerpo y eso que yo si se lo hice a ella, y a conciencia.

Solo a mediodía se atrevió a soltarse las tiras cuando estaba boca abajo y apenas estuvo sin sujetador mas de media hora. En cuanto empezó a llegar la gente de la comida se volvió a tapar.

Comimos las dos solas y ahí me comentó que el sábado era el peor día de trabajo para ellos. Se pasarían todo el tiempo organizando la cena, el baile y el concurso de por la noche con el equipo de animación y además esa fecha tenían un compromiso para cenar con unos amigos, así que nada mas terminar de arreglarlo todo se irían a casa a prepararse y ya descansarían a la mañana siguiente.

Volvimos a la piscina hasta que nos cansamos de tomar el sol y fuimos a buscarles. Estaban en el chiringuito y parecía que ya habían acabado por hoy.

  • venga, ir a arreglaros, que hoy tenemos la cena mensual.

  • si, ya vamos, estábamos esperando a que acabarais.

  • no. Yo no voy. Hoy me quedo aquí.

  • ¿por qué? Son amigos nuestros de toda la vida. Ya les hemos dicho que vendrías a pasar la velada.

  • no, no me apetece. Son vuestros amigos. Yo allí no pinto nada, prefiero cenar tranquila y descansar.

  • lo que tu digas, pero vendrás mañana a la playa con nosotros ¿no?  Iremos solo los tres.

  • si no madrugáis mucho, de acuerdo.

  • bien, es una pena. Contábamos contigo, pero en fin… te daremos un toque por la mañana antes de venir a buscarte.

  • si, mejor. Que os divirtáis.

Menos mal que no habían insistido demasiado. Trini se había dado cuenta de que no tenía ninguna gana de ir y antes de ponerme en una situación incomoda aceptó rápidamente mi decisión y se los llevó, deseándome que lo pasara bien en la cena y descansara.

La rubia, todavía no sabía su nombre, me detuvo antes de subir a la habitación para arreglarme para la cena y me pidió el favor de que les acompañase a la mesa de dirección. Tenía instrucciones de no dejarme tranquila del todo, por lo visto.

Era una chica algo mayor que yo, debería tener unos cuarenta años, pero vestía muy joven y espectacular y si no estabas al lado mismo de ella y veías de cerca su rostro, podía pasar por una treintañera; además su largo pelo rubio, amarillo casi, y caído hasta la cintura, atraía las miradas mas que su cara; su cuerpo, enfundado en estrechísimas y escotadas blusas y cortas y ajustadas faldas que resaltaban sus curvas, la hacía parecer mas vistosa.

Para no hacerla mucha competencia me puse un vestido camisero, con falda amplia, pero hasta las rodillas y como no era demasiado transparente, opté por no ponerme sujetador.

La cena estuvo muy bien y ella era encantadora. El baile empezó mas bien lento, en atención al publico ya algo mayor, que dominaba esa noche en la casi totalidad. Incluso a los jóvenes les gustó y aprovecharon la ocasión para bailar mas pegados a su pareja.

Tomábamos el café, ya solas, en la mesa y se acercaron atropelladamente dos chicos a nosotras, dos críos rubios, guapísimos, que empezaron a tirar de su brazo.

  • mamá baila conmigo, me lo prometiste.

  • no, conmigo. Me lo prometiste a mi primero.

  • por favor… chicos, no seáis maleducados. ¿No veis que estoy acompañada? Por lo menos ser galantes y pedírselo primero a ella.

Se quedaron un poco cortados, avergonzados, pero el mayor reaccionó inmediatamente y me pidió bailar. Acepté, por lo menos ésta sería una noche tranquila e inocente.

Su cabeza apenas me llegaba al hombro y le veía muy interesado, no se si en no perder el paso o en mi blusa, abierta de vez en cuando por los movimientos del baile.

Salí también con el menor, que, de igual forma, a veces se quedaba con la vista fija al frente, como concentrado en algo. Me hacía gracia tanto interés por el baile y por hacerlo bien en dos chicos tan jóvenes.

Acabaron agotándome y les dejé para ir a por un refresco. Como no les vi a la vuelta, aproveché para salir a tomar un poco de aire puro al jardín, que estaba solitario y tranquilo. Me senté en un banco en la mas absoluta oscuridad, no quería que nadie me viera allí sola, como una tonta.

Unas carreras y unas risas perturbaron mi paz, se pararon en el seto detrás de mí y poco después me llegó el dulzor del humo de tabaco desde atrás y una conversación en voz baja, pero nítida.

  • ¿has visto que vestido tan suave? Iba perfumada y todo, y cuando abría los brazos se quedaba desnuda; por arriba no llevaba nada.

  • calla, estas tonto. No digas eso.

  • ¿por qué? Se le veían bien las tetitas, no me digas que tú no las viste. Las lucía bien.

  • no me digas que ya te gustan las mujeres, mocoso.

  • claro que me gustan. Y me parece que no llevaba tampoco bragas.

  • si que las llevaba, pero eran de esas que dejan el culo libre.

  • ¡cómo van a dejar el culo libre! O son bragas o no lo son.

  • si lo son. Por detrás solo tienen una tira de tela, se meten por la raja y no se notan.

  • ¿a ti te la ha puesto gorda?

  • ¿pero que dices? ¿Qué sabes tú de eso? Si tú ni siquiera tienes.

  • si, mira, si que tengo… sabes… me gustaría verla toda desnudita.

  • ¿lo intentamos?

  • ¿cómo?

  • ven. Ya te lo explico.

Se levantaron y se fueron. Había intentado no hacer el mas mínimo ruido, casi sin respirar, porque era indudable que estaban hablando de mi. ¡Vaya con los niños y qué conversación!

Me sentía excitada y algo caliente. ¿Cómo harían para que me desnudase delante de ellos?  Estaba intrigada y una curiosidad morbosa me ponía impaciente por saber qué tramaban.

Entré por otra puerta para que no sospecharan y el mayor no tardó en verme y acercarse a mí.

  • ¿podía ayudarme con algo que he visto en internet y que no creo que sea posible?

  • yo no entiendo de internet ni esas cosas.

  • no. Es una foto, solo eso. La he visto y me parece tan raro…

  • bueno, si es darte mi opinión. Pero yo de informática no entiendo nada.

Le seguí hasta una habitación y ya tenía encendido el ordenador. Al pulsar una tecla se iluminó la pantalla y apareció, ocupando toda, un culo en un mínimo tanga. Me puse un poco colorada, pero intenté ser natural.

  • ¿Qué es lo que no entiendes?

  • ¿para que sirve esto? Si no tapa nada ¿para qué sirve?

  • Si que tapa. Por delante tapa todo y por detrás lo justo. Es para que no se noten las costuras por debajo del pantalón o vestidos ceñidos.

  • ¡ah! Por delante no es igual… no lo entiendo. ¿Usted las usa?

  • si, de vez en cuando.

  • ¿y por delante son mas grandes?

Vi a donde quería llegar y decidí seguirle el juego. Después de todo ya sabia lo que querían y había aceptado acompañarle. Me subí la falda y le enseñé mis exiguas braguitas. Miró y remiró. Me tuve que subir el vestido mas, me tocó por encima, metió los dedos por dentro, me preguntó si por arriba también había ropa como esa… En fin, acabé por quitarme el vestido y él aprovechó cuando me lo sacaba por la cabeza para bajarme las bragas.

  • ¿puedo ver como es por dentro?

Me senté en un sillón y abrí las piernas. Entre los toques, besos y caricias en mi chochito, empecé a excitarme. Dejé caer la cabeza hacia atrás para que no viera mi cara y extendí las piernas, bien abiertas, para que no perdiera detalle.

Sentí cuatro pequeñas manos hurgar en todos mis huecos, tocar todo mi cuerpo, pasar por mis pechos... Mis sensibles pezones respondieron inmediatamente.

Aprecié una polla grandecita que entraba despacio, con cuidado para no asustarme y se corrió enseguida, mientras yo notaba un dulce placer recorrer mi organismo y avivar las sensaciones que llegaban a mi cabeza.

Luego, no se si era un dedo o el fino miembro del otro, continuó proporcionándome un estado entre un orgasmo suave y una flacidez y ventura rara, que acabó dejándome relajada y feliz.

Cuando abrí los ojos les vi a los dos mirándome con asombro y devoción, de rodillas a mis pies. Detrás de mí, en la pantalla del ordenador, se apreciaba mi imagen tal cual, captada por una cámara en algún punto de la mesa.

¿Sería posible que me hubiera dejado llevar por mis ganas de sexo y les hubiera permitido poseerme a esos dos enanos? ¿Tan bajo había caído o tan necesitada estaba? El caso es que me había gustado, como siempre. Me encontraba calmada y a gusto y pensé que esa noche también dormiría como un leño