Cómo mi mujer acabó con otro tío entre las piernas
Noche de viernes. Una de nuestras salidas esporádicas, canguro para el crío ,cena, una copa y... como siempre yo soñando que esa sea una noche diferente , que ella se suelte, que abandone su papel de mujer casada, tradicional y tímida y se deje llevar por lo mucho que le gustan los hombres y el sexo
Noche de viernes en Madrid. Hace ya tiempo que nos propusimos salir cada cierto tiempo de cena, cine, copas, en fin, lo que sea. Y ahí estamos, no somos muy asiduos a la noche madrileña, pero sí que tratamos de cumplir nuestro propósito cada mes o mes y medio. Y el plan…bueno, depende de ella. Yo siempre estoy dispuesto a imaginar una noche loca y salir en busca de juerga, pero de vez en cuando es ella la que me pide algo tranquilo, cine, cenita una copa y para casa y por qué no?, eso también es un disfrute, claro.
Hoy no, hoy toca juerga o , más bien, toca imaginar que habrá juerga porque no es raro que a las 2 de la mañana nos llegue a ambos la llamada del ”hogar dulce hogar”- Pero esta noche…no sé, algo me dice que puede ser diferente…
Hemos seguido el ritual de las “grandes noches” (bueno si, de las supuestas grandes noches). He llegado pronto a casa por la tarde para atender al crío y permitir que ella se eche una siesta (te quiero descansadita hoy…). Mi servicio de cangureo ha continuado hasta la llegada de la canguro oficial, de modo que ella ha tenido tiempo de pegarse un bañito, maquillarse bien, ponerse ese conjunto de ropa interior que sabe que me vuelve loco y que reserva para ocasiones como hoy y un vestido no tan cañero como a mí me gustaría pero al menos lo suficientemente corto como para que se adivinen las ligas que sujetan sus medias cuando se sienta. Lo demás no me hace falta verlo. Sé que el pecho generoso que moldea su vestido se esconde hoy en un corpiño negro de infarto que hace que se pare el mundo cuando se coloca a cuatro patas encima de la mesa. Sé que el liguero negro que lleva se encuentra un poco más abajo con un tanguita negro mínimo. En fin…
Durante todo el proceso tonteo con ella, fantaseando con que hoy es “el gran día”, con que va a acabar debajo de un buen macho, ella ríe divertida mis descripciones, se lo toma a cachondeo…¿ o no?, a medida que va completando su transformación noto que se va metiendo más en el papel (“si en el fondo te calienta tanto como a mí, pero no lo reconoces…”)
La noche se desarrolla como cualquier otra de las grandes noches, que acaban siendo no tan grandes pero si divertidas. Un vinito, una cena en un sitio bien majo y un garito con música en directo, brasileña, africana y un mojito para cada uno y otro a medias. Los desplazamientos, paseando siempre que podemos, los aprovechamos para fumar un poquito de María. Ahí yo me afano porque el porro compartido caiga más de su lado, afán un tanto innecesario porque ella lo coge siempre con más ganas que yo…
Avanzado el concierto, con el alcohol y la María, bailamos muy pegados y la noto caliente. Se lo veo en los ojos y en la manera en que empieza a mover culo y caderas y mete al bailar mi pierna entre las suyas. Es esta la parte más divertida y suele ser también el principio del fin. Vuelvo a la fantasía, jugamos a que se queda sola, pero no hay ningún macho que merezca la pena en el local. Además, como siempre ocurre, llevamos más de una hora en el garito y a esas alturas cualquier macho cazador sabe que esa presa tiene compañía. Lo habitual entonces es que den las 12 de cenicienta y se acabe la fiesta, a casa con una mezcla de que-bien-lo-hemos-pasado, cansancio y algo de frustración porque..hoy tampoco. Pero hoy no, hoy algo me dice que puede ser diferente...
Le propongo, siempre lo hago, nuevo garito. Y hoy me dice que ”vale, ¿por qué no?” ¡Toda una novedad! Avanzo más en la propuesta; te voy a llevar a un sitio lleno de buitres; entraremos a la vez pero no juntos. Nos pediremos una copa a la vez pero no juntos. La tomaremos a la vez pero no juntos... Me sigue e juego, me tiene sorprendido
Vamos un bar de copas que conozco cerca de allí, por la hora sé que no van a faltar candidatos. Entramos, pedimos copa, ella baila en una zona del garito y yo me empeño en perderla de vista, en alejarme, para que no me pueda ver pero también, nervioso, para no verla yo continuamente, que mejor forma de alimentar una fantasía que cerrar los ojos y contar hasta 100…bueno, no necesito cerrar los ojos, me basta con irme al fondo del local, pero si, cuento, hasta 100, se me hace eterno y estoy nervioso.
No sé cuánto tiempo ha pasado cuando vuelvo a asomarme sigiloso para tratar de localizarla allí donde la he dejado. No ha sido poco, lo cual me pone cachondo al constatar que ella no ha venido a buscarme, que está dispuesta al juego. Pero, si… creo que tampoco ha sido mucho así que espero encontrármela tal como la dejé, bailando con..su copa. El corazón me da un vuelco, no está sola, habla con un tipo alto y fuerte, de camisa blanca, que me da la espalda. La veo mirarle hacia arriba divertida, ella es bajita. Por detrás el tipo parece encajar en buen candidato. Vuelvo a mi refugio al fondo del local, si no dejo de mirarles el tiempo parece eterno…
Una vez más me asomo, no está, no la veo…o mejor dicho…está pero no la veo porque está agarrada al tipo, bailando pegada a él que le saca más de la cabeza y me la tapa con sus anchas espaldas. Definitivamente esta noche puede ser diferente.
en ese momento se me pasan durante un segundo sentimientos y emociones radicalmente opuestos. Se giran al bailar y a ratos la veo, mira hacia arriba con ojos brillantes al tío, le sonríe con mirada pícara, le deja arrimarse sin problema. Noto la punzada de los celos, no estaba preparado para sentirlos pero a la vez y de forma inexplicable cuanto más celoso me siento más nervioso, excitado y, si, empalmado, me parece increíble pero el solo hecho de ver a un tío pegado a ella bailando en ese garito me pone a mil. Y bueno, sí, tengo claro a qué van ese tipo de tíos a ese garito, tengo claro que ese pedazo de macho está ahora mismo en tensión, con todos sus sentidos en alerta, desplegando todas sus artes con el único objetivo de acabar clavándosela a mi mujer. Que fuerte, ese tío loco por follarse a mi mujer, ella siguiéndole el juego como si yo no existiera, yo devorado por los celos y la calentura.
Pasa un tiempo que se me hace eterno, ella no me busca con la mirada en ningún momento, solo tiene ojos para él. Y él, tiene ojos y al cabo de poco tiempo también tiene manos para ella, las posa en su culo, primero muy arriba, poco a poco las va bajando, seguro que siente que no lleva nada, bueno si, lleva un tanga minúsculo, imperceptible. Lo que empezó siendo una caricia atrevida y descuidada se convierte en un buen manoseo del culo de mi mujer. Se lo soba con descaro pegándola contra él: Y ella? se deja sobar, se deja apretar, a ratos se separa como queriendo hacerle sufrir, jugando con él, él que está a esas alturas loco por pasársela por la piedra, ella jugando a calentarlo aún más. En un momento del baile ella se gira, le da la espalda, él aprovecha, se pega a su culo, ella mueve sus caderas, se aprieta contra él, tiene que estar empalmando y ella lo va a notar. Y eso va a acabar con las pocas barreras que tenga, eso le pone a mil, sé que le calienta un montón sentir una polla empalmada apretándose contra su culo. Por si fuera poco el tipo mueve sus manos hacia arriba, acariciando sus costados hasta llegar a sobar suavemente sus tetas. Ella cierra los ojos, se aprieta, se contonea, la conozco, está empapada...
Me estoy muriendo, de nervios, de celos, de excitación- Y ahora qué? como dar un nuevo paso? Veo al tipo que le dice algo a la oreja, aprovecha para mordérsela, ella se está derritiendo, y ahora qué?
Estoy tan absorto elucubrando posibles desenlaces que no me doy cuenta de que ella se ha despegado del él, me ha localizado y la tengo a mi lado. Tiene los ojos brillantes, tiene un calentón de cuidado, no hablamos mucho, no hace falta, te gusta ese tío? Uf! por toda respuesta. Y veo como se corta y casi le falla la voz cuando me dice : quiere llevarme a su casa, vive aquí al lado. Sin reponerme de esa primera impresión me cae la segunda; le he dicho que estoy contigo y propone que te vengas. Y tú que quieres hacer? le pregunto...y mira hacia abajo.
A partir de ahí se va sucediendo todo con cierta facilidad, el tío me saluda simpático y cordial, aunque le veo un punto de burla, o es mi propia necesidad de sentirme humillado y celoso. No hablamos mucho, disimula y propone tomar una copa en su casa porque debe parecerle muy fuerte decir vamos a casa que me voy a follar a tu mujer. Caminamos con ella en medio, apenas hablamos, me parece que no han pasado ni cinco minutos cuando llegamos a su portal.
Tengo tantos nervios que tardo en darme cuenta de..que no me estoy dando cuenta de nada. No sabría decir como era el portal, ni el ascensor, ni la primera impresión al entrar en la casa de aquel tío que quería…invitarnos a una copa. Le miro a ratos , me fijo más en él ahora, tiene barba de tres días, morena, cerrada, no es muy guapo pero si tiene una sonrisa que estoy seguro que a ella le pone aún más cachonda, medio burlón, medio divertido, muy seguro de lo que va a ocurrir. Le miro y no dejo de pensar, este hijoputa se la quiere clavar a mi mujer, si nadie lo remedia va a acabar encima de ella, entre sus piernas, dándole rabo…
Estamos en algo que parece un salón, el tío está poniendo algo de música y nos pregunta que queremos beber. Nosotros estamos sentados en un sofá muy grande, sin mirarnos. Ella con las piernas juntas y algo echada hacia delante, parece nerviosa. Nos sirve las copas, suena algo parecido a bossa nova, se sienta a su lado, dejándola en medio de nosotros dos. Ella sigue echada hacia delante, yo estoy recostado en el sofá y él hace lo mismo, así que por un momento nos miramos los dos sin que ella se interponga. El me ignora y le dice algo así como ¿dónde estábamos? y cogiéndola del brazo la hace recostarse y apoyarse también en el respaldo del sofá, ahora ella me tapa en parte al tío, no veo su cara ni la de ella porque no sé si por nervios o por miedo a ver mi reacción pero está vuelta hacia él, sin mirarme. La mano derecha del tío se apoya sobre la rodilla derecha de ella, encima de la media, aún no sabe que no son pantis. Se acerca a decirle algo a su oreja, no consigo saber lo que es, ella ríe nerviosa, él le dice, ahora sí, en alto,” en serio, yo nunca miento en eso”. Vuelve a acerca la boca a su oreja, imagino que vuelve a decirle algo pero no, esta vez ella no se ríe y por los movimientos que hace y como se mueve la cabeza de él me doy cuenta de que le está comiendo la oreja. También veo como su mano abandona su rodilla y comienza a explorar hacia arriba, llegando al borde del vestido, lo sube un poco y , bingo!, aparece la puntilla de sus medias de encaje negras, a partir de ahí comienza la carne, la piel desnuda a su disposición. De la oreja la boca baja al cuello, ella retuerce su cabeza, del final de las medias la mano sube muslo arriba, se están calentando por momentos y yo me estoy volviendo loco.
Ella levanta la cabeza con los ojos cerrados, él le besa el cuello bajo su barbilla y al hacerlo, con la boca pegada a su piel, me mira. Y con la mirada me dice, mira cabrón, mira como se está poniendo. Veo su mano moverse decidida bajo el vestido, entre sus piernas, muy cerca ya de su coño. Con la otra mano rodea su cuello de modo que posa los dedos sobre sus labios, ella abre la boca y atrapa uno, lo chupa. Abre las piernas, señal inequívoca que él ha llegado todo lo arriba que podía sobre su muslo, ella abre las piernas y al hacerlo abre la puerta para que la mano de él, bajo su falda, alcance su tanga que a estas alturas tiene que estar empapado.
La otra mano abandona su boca y empieza a sobarle una teta. Sé que es el momento de la verdad, es su punto débil, ahí se le caen todas las barreras. Si no dice nada ahora, y no lo va a decir, acabara ensartada y no precisamente por mí. Yo ahora sí que me estoy dando cuenta, trato de no perderme detalle. Me levanto, dejo el sofá y me siento en el sillón que está justo enfrente. Él me sonríe y me parece que cada sonrisa suya es un cabrón saliendo de sus labios. Ella sigue con los ojos cerrados, no se entera.
Ahora que me tiene enfrente el tío se empeña en que vea bien hasta qué punto la tiene entregada. Levanta por completo la falda de su vestido y me deja ver cómo le está sobando el coño por encima del tanga. Ella, piernas bien abiertas, empieza a jadear y se deja hacer. La hace tumbarse e inclinarse hacia él, consigue que levante un poco el culo y le sube aún más el vestido recogiéndoselo atrás y haciendo que ella se siente de nuevo sobre su culo desnudo; acaba de abrir un camino para seguir subiendo.
El camino que ha abierto conduce hacia sus tetas. Pero antes ella le tiene reservada otra sorpresa, aunque a decir verdad lo que tiene reservado lo estaba para mí, porque cuando se ha puesto en casa ese corpiño negro que me vuelve loco lo último que se podía imaginar ella es que en unas horas un macho como ese iba a alucinar al levantar poco a poco su vestido y descubrirlo. El tío alucina, si, tanto que por un momento se queda algo parado, no sé si paladeando el nuevo hallazgo y lo que viene detrás o simplemente sorprendido por un descubrimiento tan caliente. Ella parece recobrar un poco el dominio y por un momento esboza un gesto travieso, sigue sin mirarme la muy…, simplemente se echa un poco hacia atrás dejando que ese tío siga subiéndole el vestido y descubriendo su corpiño. Llega a la base de las tetas, las va descubriendo, y aparecen ante los dos, grandes, redondas, aún resguardadas por el sujetador de encaje. El tío decide que ya no puede con mantener esa calma y agarra el vestido con decisión por ambos costados tirando hacia arriba. Ella entiende o se ve obligada a entender, pero el caso es que levanta los brazos y en menos de un segundo el vestido está en el suelo.
La escena que tengo ante mí, a escaso metro y medio me nubla la vista y los sentidos. Mi mujer recostada en un sofá de una casa desconocida, vistiendo medias negras de encaje hasta medio muslo, liguero y corpiño también negro y también de encaje. Mi mujer no está gorda, ni siquiera diría que rellenita, pero sí que tiene unas formas absolutamente rotundas, los muslos tal vez algo gruesos aparecen más estilizados con esas medias ahora, entreabiertos y acogedores. Las tetas, usa una 95, quieren reventar el sujetador negro y se empujan entre si dibujando un canalillo en el qué cualquiera querría dormirse.
La mano derecha del tío se dirige entonces con decisión a la teta izquierda de ella; mis ojos ya no saben a dónde dirigirse porque todo es nuevo, todo es insoportablemente caliente, me siento humillado, por la forma en que ella me ignora, por las miradas burlonas que no deja de echarme ese cabrón cada vez que conquista sin dificultad un palmo más del cuerpo que se suponía reservado para mí. Me siento humillado además porque la veo a ella con un calentón como no le conocía, intuyo que el tío está empalmado como un burro y yo, a pesar del nerviosismo y de la excitación que me está volviendo loco noto mi polla absolutamente flácida y dormida. Y me da la sensación de que van a darse cuenta, como si ese macho moreno y ancho de espaldas y yo estuviéramos subidos, desnudos, en un escenario y ella desde la butaca se decidiera sin dudar ni un segundo por la polla desconocido, tiesa como un palo para darle cobijo entre sus piernas.
La mano del tío soba con descaro y algo de fuerza la teta izquierda de ella por encima del sujetador de su corpiño; ella descansa ahora echada hacia atrás, apoyada en el respaldo del sofá los ojos cerrados. El tío sigue totalmente vestido, camisa blanca que en algún momento ha desabrochado un poco dejando ver su pecho y brazos con vello y vaqueros azules modernillos. Caigo ahora en que se ha quitado ya zapatos y calcetines.
Reparo entonces en que se ha parado hace un buen rato la música, pero a ellos no parece importarles. Más bien , está claro que no les importa una mierda, porque el tío se incorpora un poco y no para cambiar el cd precisamente, sino para meter su mano derecha entre las piernas de ella y bien al fondo, agarrándole su coñito empapado por encima del tanga, mientras hunde su cabeza en su pecho y empieza a mordisquearle las tetas por encima del sujetador. En el momento que ella nota la mano del tío tratando de colarse entre sus piernas las abre a lo bestia y veo como su minúsculo tanga se entierra entre los labios de su recortadito coño; en cuanto siente que el macho que tiene sentado al lado le busca con su boca los pezones se retuerce ofreciéndolos aún más a sus mordiscos, dejando caer la cabeza hacia atrás y soltando un gemido largo e intenso que me deja helado.
El tío empieza a desbocarse; le coge su mano derecha y la coloca sobre su paquete; ella duda un poco al principio, parece cortarse, pero basta que el tío hunda un poco más los dedos en el coño para que mi mujercita suelte un gemido aún más fuerte que el anterior y empiece a apretarle la polla sobre el vaquero. Trata de buscar su cremallera, el tío le mete la lengua hasta la campanilla, ella empieza a mover el culo retorciéndose como si se le hubieran desatado los infiernos, yo no puedo más, creo que voy a estallar, me levanto y voy en busca de un baño, necesito echarme agua por la cara para asegurarme de que no es un sueño… o una pesadilla?
dDambulo por la casa aturdido, en busca del baño. Tropiezo con una habitación con la cama sin hacer. Por fin lo encuentro, es muy pequeño, abro el grifo y me echo agua por la cara. Al incorporarme me veo en el espejo. Casi al tiempo me llegan dos gemidos muy seguidos y muy intensos de mi mujer. Se me agolpan los pensamientos, a cual más hiriente, a cual más morboso. Trato de paladearlos y me digo en silencio: estás en una casa que no conoces, en la casa de un tío que se está pegando un festín con tu mujer en el salón. Ella te está poniendo los cuernos y ni siquiera te ha mirado. ¿Dónde están sus dudas ahora? ¿No decía que conmigo le bastaba? Y de repente...me entra una enorme inquietud que no sé si identificar como miedo. Al salirme de la escena y dejar de llenarme los ojos con lo más caliente que he visto en mi vida es como si me viniera un soplo de sensatez. A lo mejor tiene razón, a lo mejor no debemos, a lo mejor cambia algo…
Vuelvo al salón más aturdido aún, avanzo por el pasillo acojonado con lo que me puedo encontrar y aún me da tiempo a orla gemir un par de veces. Me estalla la cabeza, ¿y cómo lo paro ahora sin que haya malos rollos? Me asomo despacio, casi a cámara lenta. Lo primero que veo es su tanga sobre la mesa del salón. Lo siguiente a ese tío, sin camiseta pero aún en vaqueros, respiro algo aliviado, arrodillado sobre el sofá, inclinado hacia delante, como un perro…como un perro que tiene su cabeza hundida entre las piernas de mi mujer. Le está comiendo el coño. Ella tumbada boca arriba en el sofá, las piernas muy abiertas, aún con corpiño y medias, reparo en que el liguero está desabrochado. Con una mano sujeta la cabeza de su macho, como si quisiera hundirla aún más entre sus piernas. Su propia cabeza echada hacia atrás, los ojos cerrados, concentrada, a ratos gime y poco a poco su gemido se va haciendo más intenso y profundo.
Vuelvo a excitarme aunque más bien creo que lo único que se excita es mi cerebro, porque mi polla parece no enterarse de nada. Pese a todo sigo con la inquietud, sigo deseando que aquello acabe ya. Me acerco a ella, me arrodillo junto a su cabeza que está girada hacia el respaldo del sofá. Le acaricio suavemente invitándola a que se vuelva hacia mí. Lo hace, abre los ojos, creo que es la primera vez que me mira desde que le entró ese tío en el pub, un tío que sigue a lo suyo, comiéndosela como un desesperado.
Me acerco a su oreja, dudo, quieres?…quieres que nos vayamos ya?. Ella me mira, con la mirada muy perdida, un brillo desconocido en los ojos que no sé si se debe al alcohol, la María, el placer o todo a la vez. Me mira y me dice, muy bajo, con un tono de voz que nunca le he oído: “ni se te ocurra, cabrón “. Después mantiene su mirada, ahora dura, un segundo, y se vuelve hacia el respaldo, vuelve a sujetar la cabeza del tío con su mano y empieza a gemir aún más fuerte.
Me retiro hacia atrás, aturdido, me dejo caer otra vez en el sillón que está frente al sofá donde… no dejo de repetírmelo: mi mujer está dejando que un tío que acaba de conocer se ponga las botas con ella. Parece que quiero torturarme con eso.
Los gemidos de ella se intensifican, se vuelven insoportables, jamás en mi vida la he visto tan caliente, parece que no puede más, y algo de eso debe haber porque de pronto agarra al tío del pelo y tira hacia arriba, despegándolo de su coño, intentando que se ponga sobre ella. El tío acepta la retirada pero no es de los que se deja mandar tan fácil. Se pone de pie, tiene un cuerpazo, moreno, algo musculado, sin una gota de grasa, velludo pero sin pasarse. No soy bi, no me gustan los tíos, pero me excita aún más que el tipo que quiere beneficiarse a mi mujer tenga ese cuerpo.
Se pone de pie, frente a ella, pero cuida de colocarse un poco de perfil para no tapármela por completo. Se pone de pie, con su media sonrisa y sin decir nada se ve claro que le propone que haga algo en sus vaqueros. Ella se incorpora, aún sentada en el sofá, con manos ansiosas y hasta un poco torpes empieza a manipular su cinturón. Se lo desabrocha, le baja la bragueta, tira hacia debajo de los vaqueros ajustados del tío que parecen resistirse a caer. Descubre unos gayumbos clavin-klein blancos, ajustados. Nada más hacerlo lleva sus dos manos atrás y por unos segundos manosea el culo del tío, como si quisiera asegurarse de lo que ya sabe, que tiene un culo duro y apetecible. El tío registra la jugada, empiezo a ver claro que ese hijo de puta tiene mucha experiencia con maduritas, sabe cómo volverlas locas, se gira un poco casi dándole la espalda, ella pone otra vez las dos manos en su culo, él lo mueve de forma casi imperceptible.
Entonces mi mujer coge del elástico de los gayumbos del tío y tira hacia abajo, no se los baja del todo pero sí que le descubre por detrás casi todo su culo y…empieza a mordérselo! En mi vida me había hecho eso, le muerde el culo, lo recorre con sus dientes, el tío me mira y sonríe, se sigue burlando. Ella sigue entusiasmada mordisqueando las nalgas y los muslos de ese tipo, lleva sus manos hacia delante, empieza a sobarle el paquete sobre los calzoncillos y yo, vuelvo a grabarme en el cerebro a sangre y fuego una nueva frase ardiente: esas manos son las de tu mujer, y están manoseando la polla de un tío que no conoce. El tío se vuelve de nuevo hacia ella, ahora si me la tapa por completo. Ella ya no puede más y le baja los gayumbos de un tirón, el tipo se los quita del todo quedando completamente desnudo.
Otra vez las manos de mi mujer sobre las nalgas de ese tío, apretándolas con ansia, la veo además como empieza a explorar con su boca cerca del centro de esas ansias, vuelve a mordisquear los muslos del tío, ahora por delante. Me inclino hacia un lado para ver mejor, tiene una buena polla, gruesa, venosa, desde luego, mayor que la mía. Y aunque está empalmado algo me dice que aún no ha tocado techo. Veo como él toma la cabeza de mi mujer y hace que se gire hacia arriba para mirarle. Se miran, el mete un pulgar en su boca, ella se lo chupa, el aprovecha la presa del pulgar para dirigir la cara de mi mujer hacia su polla…
En ese momento mi mujer me mira, muy rápido, como si se arrepintiera de inmediato de haberlo hecho. No quiere mirarme porque se ve que no quiere perder ni un segundo la concentración en lo que va a empezar a hacer. Inclina a un lado la cabeza y toma la polla del tío por un lateral con los labios, como si le mordiera sin dientes. Una mano sigue sobando a conciencia el culo del tío, la otra pronto deja de hacerlo para agarrar esa estaca que cada vez se vuelve, sino más larga, si con seguridad más gruesa, muy gruesa. Entonces por fin lo hace, de un solo movimiento decidido engulle la polla del tío hasta casi la mitad de la caña. Cierra entonces los ojos, concentrada en lo que se está tragando. Yo los abro mucho, queriendo retener esa imagen, mi mujer con boca llena de..polla ajena. El hijoputa le sujeta la cabeza y se vuelve hacia mí con su sonrisa burlona.
No me dice nada, no le hace falta. Mi mujer chupa cada vez más entusiasmada, empieza a gemir otra vez mientras lo hace. Entonces llega un momento que no puede más, coge al tío de las caderas, echa su peso hacia atrás y lo arrastra haciéndole caer entre sus piernas que ha abierto mucho. Sigo descubriéndole gestos que en 5 años no había visto nunca. Esta loca por sentir ese rabo dentro, abre más las piernas, atrae al tío, él se resiste un poco, la hace sufrir, la desespera tanto que ahora es ella la que intenta que su coño busque su taladro subiendo la pelvis, él se mantiene a distancia, sonrisa burlona, creo que no la ha quitado en toda la noche. Ella le mira, le agarra de la cabeza por el cuello, acerca su oreja a su boca, le dice algo con urgencia.
Él le dice, de acuerdo, pero no dejes de mirar a tu marido. Intuyo que le ha pedido que se la meta de una vez, que no puede más. Y él ha aceptado pero quiere verla mirándome mientras la ensarta. Ella lo hace, tan loca esta por su polla que ya le da igual mi presencia allí.
Su deseo de polla es tan alto que ignora mis reacciones. Me mira sin apenas verme, esperando en vilo la estocada que la traspase. Y entonces llega; él se apoya sobre sus manos, como si hiciera flexiones, su único contacto con ella es su polla. Se la empieza a meter despacio, se me hace eterno, ella deja escapar un gemido intenso y profundo, grave, una ooohmmm claro de gusto y asombro. Y el empieza a moverse. Ha entrado despacio pero pronto la está follando con ritmo rápido ya empujones fuertes. Ella mueve su cabeza hacia los lados, ahora ya no jadea, grita, le rodea con sus piernas, trata de empujar su culo hacia ella, se está muriendo, me estoy muriendo...
El empuja cada vez más fuerte. El muy hijo de puta no deja de exigirle que me mire y basta que ella vuelva la cara y deje de hacerlo para que él se pare, sin sacársela pero sin deteniendo sus embestidas, hasta que ella se da cuenta y vuelve la cara hacia mí para conseguir que el tío se la siga follando. Lo cierto es que a ella le da igual mirarme o no, porque estoy seguro de que ni me ve, y si deja de hacerlo es porque están tan ida con ese pedazo de rabo desconocido entre sus piernas que se despista y olvida sus demandas. A ella le da igual pero a mí no, cada vez que vuelve la cara hacia el respaldo del sofá me concentro en apreciar cada detalle de la escena, como el tío no deja de manosearla mientras se la mete, como baja a comerle los pezones y se los muerde, como grita mi mujer, cada vez de forma más salvaje. Pero cuando ella atiende a su petición y se vuelve hacia mí lo que me siento es profundamente humillado. Porque la veo así, empalada por un macho de verdad, la veo tan caliente y tan entregada como nunca la he visto, la veo tan ida que no puedo evitar sentirme una mierda y darme cuenta que el sexo que le doy es apenas un juego comparado con el placer que le está proporcionando el hombre que se está revolcando sobre ella.
De pronto él se para, se vuelve hacia mí pero se dirige hacia ella. Ponte a cuatro patas y menea el culo. Y ella no duda, se incorpora, se coloca a cuatro patas, hunde el torso y la cabeza, coloca su culo en pompa y empieza a menearlo, ansiosa, loca porque ese taladro vuelva a su interior. Tantas veces he soñado con algo así, tantas veces lo he imaginado y sí, claro, la realidad supera absolutamente a la ficción. Y creo que en la vida voy a olvidar esa imagen de mi mujer absolutamente entregada, su voluntad rebajada al máximo, su culo pidiendo polla y detrás de ella un hijoputa de sonrisa burlona que vuelve a mirarme antes de cogerla con fuerza por las caderas y clavársela de nuevo.
Se la clava otra vez de una sola estocada, hasta el fondo, y ella lo registra hundiendo la cabeza en el asiento, hundiendo sus uñas en los cojines y soltando un grito, no un gemido ni un jadeo, un grito, fuerte, largo, como si necesitara descomprimir por algún lado. Tan grito es que llego a asustarme y empiezo a preguntarme si está bien o si le está haciendo daño. Salto como un resorte y me arrodillo junto a su cabeza, le acaricio con suavidad el pelo, intento que se vuelva hacia mi mientras el cabrón que se la está pasando por la piedra ignora mi acercamiento y sigue embistiéndola con más fuerza ahora si cabe. Le digo casi entre susurros…¿estás bien?, ¿necesitas algo? Y ella se vuelve a mí con la boca entreabierta y me mira, ahora si me ve, me ve y su gesto se endurece y entre gemidos entrecortados me suelta algo así como ”su pollaaa” y vuelve a hundir la cabeza en el asiento.
Me vuelvo a sentir un mierda, me siento tan poca cosa que aunque me pone a mil la situación no consigo que mi polla deje de ser un adorno. Trato de participar, llevo una mano a sus tetas, atrapo la más cercana a mí que no deja de bambolearse al ritmo de cada embestida, le pellizco despacio un pezón, duro como un perdigón, al hacerlo siento en mi mano cada empuje de este tío. Le miro, me está mirando, se burla, se lleva la mano hacia su cara, por un momento creo que intenta contener la risa pero no, llevo el pulgar a su boca, lo chupa bien sin dejar de mirarme, baja de nuevo la mano y yo sostengo la mirada porque cuanto más me mira más me humilla y cuanto más me humilla más excitado me siento.
Ella de pronto levanta la cabeza y lanza otro grito, este sí parece de dolor. El muy hijo de puta le ha metido el pulgar en el culo, la palma descansa sobre el final de la espalda de mi mujer pero el dedo está enterrado y empieza a moverlo sin dejar de follarla. Ella grita, jadea, sacude la cabeza, a ratos parece que llora y entonces ocurre, me pilla desprevenido como todo durante esa noche pero lo veo claramente, empieza a temblar, de forma tenue al principio pero cada vez más agitada, le tiembla todo el cuerpo, está con los ojos cerrados y la boca abierta, muy abierta, exageradamente, pero ahora ya no grita, se convulsiona, tardo en darme cuenta…se está corriendo, ¡se está corriendo! . Ahora sí que quiero morirme, se está corriendo, ella que no quería probar una experiencia así, ella que me decía que conmigo le bastaba, ella, mi mujercita que, hasta ese día, nunca, jamás, ni conmigo ni con nadie antes…había tenido un orgasmo.
Vuelvo a mi sillón, me dejo caer desconcertado, excitado como un burro y a la vez infinitamente triste. Ella poco a poco va dejando de temblar, sus gritos se van amortiguando, los codos apoyados y la cabeza hundida en el asiento, no quiere incorporarse, no quiere mirarme. De vez en cuando, cuando empiezo a creer que todo ha acabado, le viene un nuevo espasmo que sacude todo su cuerpo. El si me mira, si quiere mirarme, no deja de hacerlo, siempre la jodida sonrisa. Me doy cuenta entonces de que, juro que no sé cuando lo he hecho, tengo mi polla fuera y me la estoy meneando a pesar de que no consigo más que una erección a medias. Él la mira, sonríe aún más y casi a la vez se retira despacio hacia atrás sacando del coño de mi mujer su polla gruesa, tiesa y enfundada en un reluciente condón. No hace falta que hable porque entiendo lo que me dice, esto es una polla cornudo, no eso que le das tu a esta hembra.
Pero él no ha acabado, no piensa dejarlo ahí. Creo que se equivoca, ella está exhausta, se ha corrido, ha descargado como nunca. Uno a uno va desabrochando los corchetes de su corpiño negro; lo deja caer, saltan las tetas liberadas de su prisión.
Una nueva sorpresa, un pañuelo negro, no sé de dónde ha salido, no sé de dónde lo ha sacado, se inclina hacia ella que permanece a cuatro patas sobre el sofá y le obliga a incorporar un poco la cabeza para, a continuación, vendarle los ojos. Ella se deja hacer, no rechista, creo que está aún conmocionada por el primer orgasmo de su vida. Una vez vendada él se sienta en el sofá y la dirige para que se tumbe boca arriba sobre sus rodillas, como si fuera un piano que se dispusiera a tocar para mí. Y eso es lo que hace, empieza a tocarla, bueno, más que tocarla empieza a sobarla, le manosea las tetas, pellizca sus pezones. Me concentro en esa imagen, es como si tuviera en la cabeza una máquina de fotos que va tomando instantáneas a cual más morbosa e hiriente. La garra del macho desconocido crispada sobre la teta de mi mujer, apretándola, sobándola, manoseándola, parece que quiero recrearme buscando todos los sinónimos posibles.
Y ella…la posición le tiene que resultar incómoda, arqueada sobre el regazo de ese hijoputa, con la cabeza caída hacia atrás y algo más baja. Pero cuando una de las manos del tío abandona la presa de una de sus tetas y se cuela entre sus muslos veo como entreabre los labios, empieza a boquear, abre aún más las piernas, se está calentando otra vez por momentos, creo que voy a estallar.
De la mano entre sus muslos pronto destaca un dedo, el anular, que se cuela sin dificultad hasta las profundidades de su coño. Pronto le acompaña el índice. Así, con dos dedos dentro, los boqueos de mi mujer empiezan a ser otra vez menos contenidos. La otra mano deja por un momento de darse el festín saltando de una teta a otra y sube hacia su cara para colarle un dedo, también el anular, en su boca entreabierta. Ella comienza a chuparlo y a la vez empieza a mover rítmicamente el culo ayudando a que los dos dedos de ese hijoputa la follen más y más.
Así, con dos dedos en su coño y uno de la otra mano dentro de su boca el tío vuelve a mirarme, ya más que sonreír ríe abiertamente, sin ruido pero se descojona, se afana porque yo aprecie bien como sus dedos penetran en las profundidades de boca y coño y vuelven a salir. Mueve cada vez más rápido y más duro la mano con la que se la está follando. Ella empieza a jadear, pronto a gritar, a menear la cabeza, parece que va a volver a correrse y de pronto...el hijoputa retira sus manos, me mira y la deja así, corta el placer que le estaba dando sin aviso y de forma radical. Y ella se vuelve loca; intenta moverse pero ya no tiene nada en su coño, se desespera, salta al suelo y aún vendada se pone a cuatro patas sobre la alfombra y frente a su macho, eleva el culo, lo mueve, le pide polla sin decirle nada
Como él se niega a reaccionar es ella la que cada vez más desesperada le busca, Así, a cuatro patas, con el culo en alto trata de retroceder para buscar el contacto de su polla. Una de sus manos agarra un muslo del tío y trata de atraerlo. Él se mantiene impasible, le hace sufrir, ella pierde la cabeza, no sabe qué hacer para conseguir que su macho desconocido se la clave otra vez hasta el fondo. El la coge entonces con algo de violencia del pelo, tira un poco hacia atrás, le obliga a que levante su cabeza, la orienta hacia mí, el trato parece otra vez claro, su polla a cambio de mi humillación, si quiere que se la folle tendrá que mirarme de nuevo. Pero no, me equivoco, como casi en todo lo que trato de anticipar esa noche. No le dice eso aunque sí que busca mi humillación pero esta vez de forma más contundente. No sé si es que se ha sentido engañado antes, al ver como ella me miraba sin verme o si simplemente está tan crecido y la vez tan desesperada que siente que puede darle una nueva vuelta de tuerca a la situación - “dile que se vaya, si quieres más polla dile a tu maridito que se largue”. Ella hace ademán de mirarme, se mueve un poco hacia atrás, consigue que el taladro de ese cabrón llegue a rozarla, trata de hundírselo más pero, él no piensa ceder. – “¡Fuera, échalo!”
Su voz me llega seria pero tiene algo de súplica – “sal de aquí…por favor.. sal”… No consigo reaccionar, hace tiempo que la situación me ha superado. La súplica empieza a transformarse en rabia – “¡déjanos solos!” y más alto al fin – “¡LÁRGATE CABRÓN!”.
Me levanto y salgo de la habitación como un autómata. Me dirijo hacia la entrada, aunque tengo claro que no pienso dejarla allí sola con ese animal. En el pequeño hall dudo, abro la puerta de la calle y doy un portazo sin irme, no pueden verme, me cuelo en la cocina que queda a la derecha del salón en silencio para completar mi comedia. Me derrumbo en una silla, apoyo mi cara entre las manos. No me hace falta verles para saber que ella por fin se siente otra vez empalada por su macho, los jadeos vuelven a ser rítmicos y cada vez más altos. Identifico el golpeteo de sus huevos chocando contra el culo de mi mujer a cada embestida “¿Te gusta, eh, zorra? ¿Te tienen con hambre? Ella no contesta, no suele hablar cuando folla, pero su forma de darle réplica es gritar cada vez más alto. Cuanto más fuerte es el tono de las palabras más elevado es el nivel de los gemidos de mi mujer.
Entonces sí que le oigo una palabra, un “nooo” que me llega asustado; estoy por entrar como un elefante en el salón pero me contengo; me asomo despacio, ella sigue a cuatro patas, cuartos traseros en alto, él se ha puesto de pie tras ella y baja la pelvis para orientar su polla hacia su culo. Quiere clavársela por detrás
Ella trata de revolverse pero él la tiene bien sujeta por la cintura con ambas manos. Aun así consigue moverse lo suficiente como para que a él le cueste demasiado enterrársela en el culo. Así que apenas introduce la punta ella pega un bote y se mueve, le aparta con sus nalgas, se niega y cabecea. En ese momento parezco despertar del sueño-pesadilla en el que llevo sumido toda la noche y veo claro que si algo no voy a permitir es que ese cabrón le haga daño. Y hubiera entrado a por él de no ser porque en el último momento le oigo decir, vale, vale, no pasa nada. Entonces le arranca el pañuelo de la cara, hace que se vuelva. Él está sentado en el sofá, completamente desnudo, su tranca que cada vez me parece más gruesa y grande sigue apuntando al techo.
Ella, también desnuda, se vuelve despacio, como si estuviera ida. No puedo dejar de mirarla porque es puro sexo. Sus tetas rotundas, sus pezones grandes, guardan aún marcas sonrosadas de los lametones y mordiscos que le ha estado pegando ese tío. Su coño recortado parece algo abierto incluso así, en descanso, se muestra palpitante. Pero lo que más me enciende y atrae mi mirada es su boca porque no deja de morderse el labio inferior ni de sacar levemente la lengua y moverla a un lado y a otro para humedecerlos, como si aún estuviera masticando todo el placer que ese cabrón le está dando.
Él también debe reparar en el detalle porque pronto vuelve a meterle un dedo en la boca, el pulgar de su mano derecha. Ella lo acoge sin problemas, agarra su mano y empieza a mover la cabeza y a chuparlo como si le estuviera comiendo la polla. Oigo al cabrón decirle, pero mira que es zorra la casadita. Y ella cierra un momento los ojos acusando el golpe, como si no quisiera oír ese comentario, pero pronto los abre de nuevo y se afana en el trabajo que le está haciendo con la boca.
El pregunta, te quieres correr otra vez? Y ella rápida asiente con la cabeza. “Dímelo”, y ella contesta con un gemido afirmativo. “No te oigo”, y por fin le entrega un si claro y suplicante.
El hijo de puta se echa hacia atrás en el sofá. “Pues súbete aquí y métetela bien adentro”. Ella no duda, se encarama sobre sus muslos, se abre completamente de piernas, le coge la polla con una mano por su tronco y se la coloca a la entrada del coño para dejarse caer y enterrársela por completo de una sola vez.
Una nueva orden, “dame tus tetas” y ella sumisa obedece y aplasta una de ellas sobre su boca que se abre mucho para recibirla como si quisiera aspirarla entera. Las manos del cabrón amasan sus nalgas mientras ella empieza a subir y bajar sobre su polla cada vez más rápido, echando la cabeza hacia atrás. Con sus dedos abre sus nalgas y le tienta el agujero posterior con el dedo corazón de su mano derecha. Ella trata de impedirlo de nuevo pero esta vez la tiene muy bien agarrada, sus manos crispadas sobre sus nalgas, una teta en su boca y clavada por su mástil. Así que no le cuesta meterle un dedo dentro que le arranca un grito de dolor contenido. Esta vez no me planteo si entrar por una razón bastante sencilla. Pese a esa violación por detrás con el dedo ella no deja de gemir y botar sobre su polla
Desde mi absurdo escondite en la cocina de una casa desconocida, asomado como un crío a la puerta que da al hall y justo enfrente de otra puerta que da paso al salón tengo otro momento de lucidez que como en los casos anteriores trato de aprovechar para valorar a fondo la situación y sentirme más humillado y excitado a la vez. Allí al fondo, en un sofá verde de dudoso gusto, está sentado un pedazo de tío que se está follando a lo bestia a la que hasta hoy había sido madre amorosa de un niño pequeño y mujer de un solo hombre, yo. Y esa madre y esposa fiel bota sobre la polla de su macho como si nunca hubiera tenido, y es posible que así sea, nada tan grande, grueso y duro entre sus piernas.
Y ese macho le está comiendo los pechos casi literalmente, no le mordisquea los pezones, abre la boca todo lo que puede como si fuera a tragarse una teta y por los movimientos que hace con la boca sin soltar su presa se diría que la está masticando. Y las manos de ese macho la están agarrando del culo, crispando los dedos sobre sus nalgas, manoseándolas con violencia, con un dedo enterrado en su culo.Y solo de vez en cuando una de las manos sube por la espalda para apretarla más contra sí mismo como si no se conformara con la porción de teca que le cabe dentro.
Y ella sube y baja con violencia sobre la polla que la revienta. Y el trata de alzar el culo de forma acompasada para que cada vez que ella se deja descansar sobre su polla y se la entierra hasta el fondo sienta como desde abajo le llega todo el empuje del macho también con violencia. Y ella grita, ya no gime con los labios entreabiertos, grita con la boca abierta cada vez que su coño se abre para dar cabida a ese taladro.
Y después de apreciar paladeando casi cada detalle hago una especie de foto mental general y lo que veo es a una mujer que es puro sexo - tal vez hasta ese día no me había dado cuenta de esa forma - puro sexo, carne, curvas en movimiento, humedad, toda ella está húmeda, su coño que a estas alturas chorrea, sus tetas comidas con ansia. Y debajo de esa mujer un protomacho que ese está poniendo las botas con ella, que puede sin duda haber follado a mujeres más guapas y mejores cuerpos, pero a ninguna que se le haya entregado de esa manera tan sumisa, que le haya dicho así, sin necesidad de hablarle, haz conmigo lo que quieras pero que no se acabe, p
Hazme lo que quieras pero que no se acabe, hazme lo que quieras pero no pares…me parece oírle decir eso como un mantra, pero pronto me doy cuenta de que no es más que una interpretación mía. Ella está tan concentrada en sentir la polla que la parte en dos que no emite más ruido que sus gemidos entrecortados, gritos en ocasiones, pero ninguna palabra con sentido. Así que debo ser yo el que doy por sentado que ella podría estar así toda la vida y que en este momento es capaz de dejarse hacer lo que sea con tal de volver a sentir un nuevo orgasmo. Por dos veces veo al tío mirar hacia la puerta a la que estoy medio asomado. Tanto es así que acabo por convencerme de que me ha visto. Pero no parece reaccionar ni dice nada. Por primera vez en la noche se dedica por entero a sí mismo y… a ella.
Ya no se ocupa de burlarse, de burlado paso a completamente ignorado. Y no dice nada además porque alza su cabeza y le busca la boca. Y ella se deja encontrar y aunque no busca su beso de forma clara no hace nada por evitar que el tío quiera besarla, Y la besa con fuerza, sucio. Y le obliga a abrir la boca y le mete la lengua hasta la campanilla. Otra vez estoy inventando, imaginando, porque no puedo ver su lengua dentro de la boca de mi mujer. Pero si veo que le come la boca con ansia, que aprieta sus labios con fuerza, que ella tuerce el gesto, que el muerde y empuja, que la llena de lametones.
No sé cuánto tiempo están así, repitiendo sus movimientos. Sin introducir nuevos elementos. Ella botando sobre su polla. El amasándole el culo. Ella emitiendo gemidos ahogados cuando la lengua de ese hijoputa le llena la boca, gemidos que se convierten en gritos cuando abandona su boca para comerle las tetas. Yo siento que ya no me cabe más, no tengo capacidad para digerir más imágenes. Me retiro de la puerta y me dejo caer en la silla de la cocina. Desde ahí me basta con escuchar el ritmo creciente de los gemidos de mi mujer para visualizar completamente la escena que se está dando sin necesidad de verla. Y en ese momento, en mitad de un aluvión de sensaciones y sentimientos que no consigo ordenar, no se me ocurre otra cosa que…empezar a masturbarme.
Y tengo tal calentón encima que apenas duro un par de minutos. Y siento una corrida bestial que dejo salpique el suelo de la cocina sin preocuparme lo más mínimo de evitarlo. Y en cuanto acabo me derrumbo sobre la mesa exhausto. Y les sigo oyendo, cada vez más rápido, cada vez más alto el nivel de sus gritos, absolutamente ajenos a la paja que me he hecho a su costa. Y otra vez ocurre, se acelera, grita, solloza a ratos, oigo a su macho imperativo, córrete, córrete otra vez zorra, córrete…y por fin un grito prolongado que no necesito identificar. Nunca hasta hoy y dos veces ya en apenas media hora….
Sin despegar la cara de la mesa de la cocina oigo algún mueble que se mueve. Y le escucho decir a ese hijo de puta, trágatelo, trágatelo todo. Y los gemidos de mi mujer me llegan ahora sofocados. Le está follando la boca, se la está chupando, no puede hacer otra cosa, un grito del macho y no tengo dudas, se ha corrido en su boca…
De la misma forma que aquella noche no sería capaz de describir el camino que recorrimos desde el pub del encuentro hasta la casa de aquel macho, tampoco recuerdo demasiado como salimos de allí. No sé si fue la vergüenza o la urgencia de escapar de aquella casa donde mi mujer se había entregado a otro de forma tan bestial, pero el caso es que cuando empecé a tomar conciencia de la situación ya estábamos en la calle. Si recuerdo sin embargo algún detalle; el beso de despedida de los dos, un pico increíblemente recatado en comparación con todo lo que acababan de hacer, la mano que me tendió ese cabrón, su sonrisa burlona, su ironía..."ya sabéis donde tenéis vuestra casa...".
En la calle sentí frío. Ella caminaba algo adelantada, mirando hacia abajo, callada. Yo la miraba desde atrás, sin atreverme a romper el silencio. Hice parar al primer taxi que pasó cerca, en apenas diez minutos estábamos en casa, cinco más tarde metidos en la cama, a oscuras , sin tocarnos. Antes de caer rendidos me pareció oírla musitar un tímido "lo siento"...