Como me la follaron gracias a un juego de internet

Es interesante esa gente que llegas a conocer, y con la que llegas a intimar, por un simple videojuego

Cuando nos conocimos, pronto quedo patente que ambos éramos de mente abierta. Hicimos algunas cosas, más o menos atrevidas, pero que no son el motivo de este relato. Su objeto es contar que nos ocurrió a raíz de jugar cierto videojuego. No es de naturaleza erótica ni nada similar, pero se dio la situación.

El juego era League of Legends. Yo jugaba y ella empezó a jugar conmigo. Y como suele ocurrir con las parejas que lo juegan juntos, ella iba de support y yo de ADC. Estuvimos jugando un tiempo, de vez en cuando hablábamos con gente, pues hace falta para completar ciertas misiones y puede ser hasta llegar a ser divertido.

Y un buen día nos topamos con él. Jugaba como jungla, se le daba bien y era majo, así que surgió la amistad. Cuando necesitábamos a alguien para una misión le dábamos un toque y viceversa. Y de las misiones pasamos a invitarles a las partidas normales. Y la conversación, poco a poco, flujo más y se alargaba más. Llegábamos a estar en el lobby, sin iniciar partida, hablando un buen rato.

Pronto nos quedó claro que mi novia le hacia tilín, aunque intentaba disimularlo. Pero éramos malas personas y decidimos jugar con él. Aumentábamos la temperatura de las charlas, yo hacía como que me desconectaba, mi novia le decía cosas con doble sentido… Al final, de tanto charlar, fue patente la naturaleza de nuestra relación y el nivel de apertura de nuestra mente.

La relación que manteníamos con él paso a otro nivel. Primero nos preguntaba, un poco tímido, alguna cosa y le respondíamos. Luego pasamos a contarle cosas que habíamos hecho. Para entonces, cuando íbamos a charlar con él, ya empleábamos Skype. Y la cámara nos vino muy bien. De contar pasamos a mostrar, cada vez más. Nos veía liarnos, a mi novia comer muy sugerentemente un plátano… A mí novia enseñarle las tetas, el culo, como llevaba depilado su coño… Como me comía la polla… Y, para entonces, él nos enseñaba como se pajeaba viéndonos.

Llegados a ese punto, era lógico que surgieran ideas disparatadas. El hecho de que él fuera un jovencito de 18 años con buena polla y nosotros una pareja a mediados de la veintena no hacia sino darle más morbo a la situación. Nuestras videollamadas se transformaban en intercambios de fantasías, diciendo que haríamos si le tuviéramos y el respondiendo con qué le gustaría hacer si pudiera. El principal problema era que él vivía en otra ciudad, a medio país de distancia.

Finalmente, un día, llegó la oportunidad que tanto anhelábamos. A medias. Sus padres se iban de vacaciones a otro país y él tendría la casa para sí solo durante un par de semanas. Pero a mí me venia fatal debido a mis obligaciones. Aunque a mi novia no… Obviamente quedamos en que mi novia le haría una visita para que le enseñara su ciudad un fin de semana.

Llegó al fin la fecha y me despedí de ella en la estación, con un morreo bien profundo, después de haber pasado el día anterior follando sin parar. Pasaron las horas, se hizo la tarde y ya empezaba a oscurecer cuando me llegó un mensaje de ella anunciándome que había llegado, sana y salva. Aparecían los dos en una foto, tomada en algún rincón apartado, besándose y con una mano de él metida en el escote de mi novia. Ese contraste entre ella, una mujerona de veintitantos años, y él, un criajo de dieciocho, me ponía a mil.

Según me contó mi novia a la vuelta, cuando bajo del autocar él le esperaba y estaba un poco cortado. Ella no se había hecho todo ese camino para que él fuera un soso, así que decidió cortar rápido el hielo dándose un morreo con él antes de abandonar la estación. Su casa no estaba no estaba demasiado lejos, así que fueron andando, y por el camino aprovecharon para hacer esa foto y mandármela, por idea de ella.

Llegaron al edificio y mientras subían por el ascensor ella aprovecho para lanzarse encima suya y morrearle durante cinco pisos. Un poco más y lo deja ahí ahogado. Luego entraron a la casa y se la enseñó. No era nada fuera de lo normal, pero era acogedor. Especialmente el salón, con sus grandes sofás, y el dormitorio de él, con una hermosa cama de matrimonio que ocupaba casi todo el espacio. Nada más verla tuvo que probarla.

Ese primer polvo fue completamente iniciativa de mi novia. Se sentó, se tumbó y le invito a subir. Él obedeció tímidamente y mi novia se lanzó a sus labios. El chaval se calentaba y pronto estaban sus manos recorriendo el cuerpo de mi novia. La ropa no tardó en desaparecer y él no sabia si prestarla más atención a los pechos a o al culo que tenia para su disfrute, pero acabó comiendo coño mientras se pajeaba y ella gemía. Cuando sintió que era el momento oportuno le incorporo y guio su polla. Ella estaba debajo y él encima, en el filo de la cama, entrando y saliendo mientras se besaban y le comía las tetas. Se tocaba el coño y cuando estaba a punto de correrse le avisó para que terminaran juntos, besándose. Se tiraron un rato largo en la cama, descansando con el coño de mi novia repleto de la corrida del chaval, hasta que ella se incorporó para ir al baño, limpiarse y ponerse una ropa más cómoda.

Cuando salió, su atuendo consistía en unas braguitas y una camiseta mía, que le quedaba bien holgada y dejaba claro que no llevaba sujetador. Él también se puso cómodo y preparó la cena, unas pizzas de microondas, pues ya era tarde y el hambre apretaba. Cenaron en el cuarto de estar, reposaron un poco y se trasladaron al cuarto en que tenía el ordenador.

Mi novia curioseó un poco mientras se iniciaba el ordenador y cuando estuvo a punto se sentó junto a él, en otra silla que habían traído. Y entonces me llamaron por Skype, tal y como habíamos acordado. Los vi ahí, el uno junto al otro, ella claramente con pelos de haber estado follando. Contemplar tal escena ya me ponía cachondo.

Intercambiamos saludos, estuvimos un poco de charla, me informo de la cena y el postre por adelantado… Deseaba mucho estar con ellos, pero al menos la retransmisión compensaba un poco. La cosa se calentaba, se morreaban, me ensañaba las tetas, como él se las comía, como ella se la sacaba y ahora era ella quien comía… Y yo me pajeaba viéndolo, ocupando la posición que él solía ocupar. Ella se puso a cuatro en las sillas y él empezó a darle como podía, pero finalmente abandonaron esa postura para que ella se volviera a sentar y yo pudiera disfrutar del gran final. Terminó en la cara de mi novia y también yo terminé, embelesado por el espectáculo. Su cara acabó repleta de corrida, que también alcanzó más lugares de la habitación; un verdadero desastre. Él tuvo que disculparse para ir a por papel y en tanto yo disfrutaba de la vista de mi novia con su cara repleta y chorreante, con gotas cayendo en mi camiseta. Y yo deseaba estar allí y limpiar esa carita a lengüetazos. Pero a falta de ello, mejor esto que nada.

Seguimos hablando un rato, comentando la faena, pero no demasiado. Yo tenia mucho que hacer el día siguiente y me convenia madrugar, así que me despedí sugiriéndoles que se divirtieran. Y por ello fueron al salón, a ver una peli, pues apenas entraba la madrugada. La película era buena, por eso tardo más de una hora en caer el siguiente polvo. Estaban tirados en el sofá y una mano de mi novia acabó acariciando su entrepierna, lo que le llevo a despojarla de mi camiseta y comerle las tetas antes de ponerla a cuatro patas en el sofá y follarla hasta correrse. A ella le faltaba un poco, así que no le dejo escapar y le puso a comer coño, sin importar que estuviera repleto de corrida, hasta que terminó y le dejó ir a por papel para limpiar las gotas que habían chorreado. Y de paso, ella aprovecho para ir al baño y asearse un poco. Tras ello retomaron la película por donde la había dejado, que tuvo un final satisfactorio, y luego volvieron al dormitorio.

Se desnudaron y adentraron en las mantas. Empezaron suave. Besos lentos, besos rápidos, besos profundos… las manos de él en las tetas de mi novia, su lengua en los pezones… otra mano que se deslizaba por sus muslos y alcanzaba su culo, para agarrar fuertemente su cachete… El polvo empezó con el chaval arriba y mi novia abajo, dándole sugerencias que bien siguió. A veces venia un beso, otras una bofetada, de vez en cuando una mano se posaba en su cuello y él preguntaba que era lo quería, a lo que ella respondía pidiéndole más, o que la follara o que le diera polla. Otra corrida más inundó el coño de mi novia y otra comida le siguió. Tras asearse volvieron de nuevo a la cama, esta vez para descansar.

Ya en la mañana tardía se despertaron, mas cerca de la comida que del desayuno. El abrió los ojos primeros y se entretuvo abrazándose por detrás a mi novia, que dormía de lado, con su polla rozando el culo y manos jugueteando con los pezones. La erección matutina despertó de buen humor a mi novia, que poco tardo en subirse a disfrutar de su dureza. Ella cabalgaba y él estaba debajo, sobando sus tetas, acariciando sus caderas y azotando sus muslos. Le faltaba poco, pero ella le pidió que resistiera un poco más y así hizo, terminando los dos a la vez y mi novia desplomándose sobre él. Permanecieron así un rato, acariciándose y besándose suavemente, pero la hora se les echaba encima y finalmente se incorporaron.

Primero se ducho mi novia, que al salir del baño se acercó desnuda a él para que le diera un beso en el coño. Él le correspondió con alegría y hubo de apartarle para no volver a follárselo ahí mismo. Después de qué él se hubiera duchado fue ella a arreglarse un poco. La hora se les echaba encima.

Salieron un poco tarde, pero nada imperdonable, y cuando llegaron, allí les esperaba. Habían quedado con un amigo del chaval, de similar edad, para comer juntos. Fueron hechas las presentaciones oficiosas y entraron a alimentarse. La comida estuvo buena y le acompañó un rato de sobremesa, hasta que se sintieron lo suficientemente ligeros para abandonar el local y ponerse en marcha a una tetería cercana. Era un sitio acogedor, hogareño, de hecho, era una casa reformada muchos años atrás, por lo que mantenía algunas habitaciones que proporcionaban intimidad.

Cogieron una de esas habitaciones, la más discreta y alejada del resto, tras lo cual pidieron algunos batidos, algo de té y una cachimba. La pesadez de la comida se disipaba y la conversación se animaba. El amigo era bastante majo y disfrutaba oyendo los detalles de anoche. Se notaba que también deseaba a mi novia y, bueno, para eso habían quedado con él.

Cada vez había más cercanía y poco tardaron las manos de los dos en posarse sobre mi novia. Recorrían sus muslos, subían por su cadera, continuaban por la barriga y se posaban por las tetas. La lengua de uno entraba en su boca y al poco la del otro. Se ponía cachonda, y la intimidad que proporcionaba la habitación no hacia sino estimularla. Primero se atrevió a sacarse una teta, luego a sacarse las dos y que cada uno chupara un pezón. Finalmente fue el amigo quien se atrevió a sacar y ella chupar. Le comió la polla en esa habitación tragándose todo, delante del chaval que había venido y visitar y que esa misma mañana se había corrido en su coño. Y él no parecía nada molesto por aquel espectáculo. De hecho, le dio un profundo beso cuando ella hubo acabado.

La tarde había volado, al igual que las cachimbas, y ya empezaba a oscurecer. Pusieron los tres rumbo a la casa del chaval y esta vez no tuvo ella que tirarse encima de nadie en el ascensor. Durante cinco pisos se estuvo morreando con el amigo, mientras el chaval rozaba su entrepierna en su culo y le metía las manos en él pantalón, acariciando su coño.

Entraron y ella se disculpo un instante para ir a ponerse más cómoda. Reapareció llevando de nuevo tan solo sus braguitas y mi camiseta, con sus secas gotas de corrida. La esperaban en el sofá del salón y habían tenido la previsión de traer papel, además de quitarse calzado y cinturones. Se sentó entre ellos, en el hueco que le habían reservado, y rápidamente se pusieron a la faena. Las manos se metían bajo su ropa, esta desaparecía y ellos se acababan levantando con las pollas fuera. Los tenía frente a sí y se puso a chupar. Lamia una, lamia la otra, besaba, tragaba… Y el chaval decidió tumbarse en el sofá, por lo que ella se puso a cuatro patas para comer polla y su amigo aprovecho para follarle el coño. Mi novia gemía y disfrutaba mientras el amigo le daba polla y azotes y el chaval acariciaba su rostro y le daba bofetones. No le aviso de que iba a correrse y terminó en su cara, sin moverse del lugar mientras el otro seguía dándole. Solo cuando hubo terminado, y el coño de mi novia volvió a estar lleno, se levantó para limpiarse. Mi novia se morreó con el amigo, le cogió de la mano y se sentó, poniéndole a comer el coño que había rellenado. Obedeció, como el buen chico que era, e hizo que mi novia terminara y quedara satisfecha.

Estuvieron un rato reposando y aprovecharon para asearse un poco. El hambre les volvió y decidieron saciarla y ser traviesos a la vez. Su travesura culminó cuando ella, tan solo cubierta por sus bragas, atendió al repartidor. No hubo propina, aunque la vista de los pechos de mi novia bien lo era.

Tras comer hubo otro momento de relax y ver la tele, que no ponía nada bueno, por lo que mi novia acabo bajando del sofá y poniéndose a comerle la polla al amigo. También el chaval acabo por abandonar el sofá, poniendo a mi novia a cuatro mientras le daba. Los chavales habían intercambiado el papel y ahora el chupado daba y quien daba era chupado. Aún con este cambio, una sensación de déjà vu inundaba a mi novia, que quería aprovechar al máximo su visita. Por ello se levantó, los cogió de la mano y guio al dormitorio.

Apartó las mantas y se lanzó al colchón, alzando sus piernas y presentando su coño. Los dos siguieron el juego y retomaron sus posiciones. El amigo se subió a la cama y puso su polla sobre la cara de mi novia, mientras que el chaval le clavo la polla en el coño y le agarró las piernas. Mi novia chupaba como podía, porque le estaban dando fuerte y se le salía de la boca. Su coño volvió a estar lleno, pero el amigo decidió que aún quedaba sitio. Por ello abandonó la boca y metió, sin ningún reparo, su polla en el coño de mi novia. Y mientras él daba, el chaval se había subido a la cama besaba lentamente a mi novia. Se corría de placer, como la puta que era, y el amigo, al verlo, tampoco pudo aguantar más.

Ahí estaba tirada en la cama mi novia, con el coño lleno por la corrida de dos chavales, uno detrás de otro. El chaval se tiró junto a ella, a reposar un poco, y al igual hizo su amigo, después de haber metido un par de dedos en el coño de mi novia para que se mojaran de la mezcla e introducirlos en la boquita de ella, que trago con gusto.

Permanecieron un rato largo los tres en la cama, intercambiando besos y caricias con ella, pero se iba haciendo tarde. El amigo les informó de que tenia que marcharse, pues había quedado mañana con su novia, aunque seguro que no se lo iba a pasar tan bien como con la mía. Fue a asearse un poco, vestirse y beber algo de agua antes de despedirse. Le acompañaron a la entrada para despedirse y cuando iba a empezar se arrodilló mi novia. No se resistió, acepto la chupada que le había tocado, frente a la puerta de la casa, mientras su amigo miraba divertido. Terminó en la cara de mi novia, que se limpió con algo de papel que el chaval había traído mientras tanto y, ahora sí, se despidieron de él.

Entre una cosa y otra ya se había hecho tarde y ambos estaban cansados. Estuvieron un poco en el sofá, pero la falta de buena programación les persuadió de abandonarlo cuando volvieron a empezar los besos y las caricias. Volvieron a la cama y el estaba de nuevo empalmado, pero se le notaba el cansancio, por lo que ella se apiadó y venció esta vez al déjà vu que otra vez hacia acto de presencia. Se subió encima y le cabalgó, y él le ponía energías, pero se notaba que le quedaban pocas, sus azotes no eran tan fuertes como antes… Mientras subía y bajaba se acariciaba el coño y pellizcaba los pezones, buscando terminar pronto. Y lo hizo cuando notaba que su coño volvía a estar inundado. Se desplomó y pasaron un dulce rato de entresueño juntos, con el cansancio amenazando vencerles. Y lo hizo en el caso de él, que cayo rendido. Ella tuvo las suficientes fuerzas para arrastrarse, limpiarse un poco, apagar la luz y volver a la cama con él, a dormir juntos.

A la mañana siguiente fue ella quien despertó primero en esta ocasión. Pero al igual que el día anterior, él estaba empalmado. No lo quiso desaprovechar y se puso primero a sobar su polla, pajeando un poco mientras besaba su cara. Luego bajó y se puso a comer polla y lamer huevos, hasta que una mano sobre su cabeza le indicó que él estaba despierto. Cuando fueron dos manos se levanto y sentó, volviendo a cabalgar como la noche anterior. Ahora si había energía y se llevaba buenos azotes. Tanta era la energía, que, casi sin aviso, la cogió y cambió de postura, poniéndola debajo y dándole fuerte y rápido. Las bofetadas llenaban su cara, los azotes sus muslos, y los mordiscos su cuello. Terminó, y cuando terminaba, él también terminó.

Estuvieron otro rato tirados en la cama, intercambiando besos, mordiscos y caricias, pero había que ponerse en marcha. Se ducharon, vistieron y ella hizo el equipaje, que tampoco era mucho. Comieron y volvieron a reposar. Era domingo y faltaba poco para partir. Mientras reposaban en el sofá se puso a comerle la polla y se trago todo. Luego permaneció un rato más jugueteando con su polla y huevos. Lamiendo y acariciando.

Llego la hora y salieron de casa. Se encaminaron a la estación y estuvieron un rato besándose y metiéndose mano mientras esperaban. Con un morreo bien profundo se despidieron. Unas cuantas horas después, ya oscureciendo, la recibí yo en otra estación, con otro morreo.

Mañana era lunes, y había que madrugar, pero mi lado malo pudo conmigo. Condujimos a un sitio alejado, picadero nuestro habitual. Por el camino me contaba del viaje, aunque me hacia sufrir sin detalles explícitos. Se lo había pasado bien, comido en tal sitio, ido a tal tetería, que era muy bonita, y el amigo del chaval muy majo… Cuando llegamos nos fuimos a los asientos de atrás, me costo no follarla mientras nos cambiábamos.

Y ya nos empezamos a liar. Acabamos con los pechos desnudos y yo con la polla fuera. Observaba los moratones que le habían dejado en el cuello, pecho y brazos, y cada vez me ponía más. La puse a comerme la polla mientras me contaba la despedida que había tenido. Chupaba y lamia un poco y me pajeaba mientras me contaba como se había comido una polla antes de verme, y volvía a ponerla a comer… Ahora era yo quien llenaba su boca y la besaba y abrazaba… No me iba a poder contar toda esa noche, pero a algo más le iba a dar tiempo antes de que la dejara en casa… Y ya, mañana o pasado, quedaríamos con el chaval para echar alguna partida…