Como me gusta mi trabajo
Una bella modelo, que trabaja para un fabricante de artículos sado, cuenta un día de trabajo, vale la pena saber lo que hace.
Mi nombre es Lia, soy modelo, 26 años, bastante alta y un cuerpo beneficiado por la naturaleza. No soy mucho de escribir, pero quise transmitirles a ustedes lectores alguna de mis anécdotas de trabajo, ya que yo tengo un trabajo muy especial, que encaja en las fantasías de muchos hombres y sobre todo de muchas pero muchas mujeres.
Les cuento que hace ya cuatro años me inicié como modelo porno, para diferentes revistas. Llegué incluso a tener un papel secundario en un par de películas, aunque nunca fui la estrella dado que era muy joven, pero lo que me llevó donde estoy ahora fue un aviso que leí en un diario importante de la capital, donde pedían lo siguiente:
"Chica, buena presencia, buen cuerpo, que sea especialmente alta , no mayor de 30 años, se necesita para modelo en fábrica de artículos especiales" Ofrecemos buen salario. Enviar currículum con foto a etc. Etc.
De entre más de cien postulantes salí elegida para el trabajo. Se trataba de un trabajo sencillo. Una empresa dedicada a fabricar elementos sexuales, especialmente para sadomasoquismo, artículos para calabozos y castigos femeninos, necesitaba una modelo para probar sus elementos, fotografiar sus catálogos y ajustar la fabricación de los mismos de acuerdo a los requerimientos. De ahí que pedían chica alta, ya que achicar algo se puede siempre. La especialidad de esa empresa eran todo tipo de Jaulas. De madera, de metal, de alambre, combinadas, etc. etc. Se trataba de un pequeño taller, con no más de cuatro o cinco empleados, que fabricaban y vendía a exclusivos sex shops de Europa. Eran exportadores a países como Holanda, Alemania y el Reino Unido. Los dueños eran un matrimonio de unos cuarenta años, que conocían el negocio muy bien, siempre habían estado vinculados al ambiente y sabían las necesidades del mercado. Se le agregaban dos herreros, un carpintero y un dibujante, amén de los fotógrafos que no eran fijos de la empresa. El trabajo, sencillo, probar posiciones, tamaños, evaluar efectos, opinar sobre sentimientos, placeres, dolores y todo eso. Me pareció algo muy interesante, además de excitante, ya que era todo en vivo y todavía cobraba por ello.
Mis días eran bastante movidos. Cuando debían diseñar una jaula el trabajo era muy arduo. Recuerdo un día que debieron fabricar un prototipo para un pedido desde un distribuidor para Sex Shops en Holanda, que les compraba mucho y pagaba bien.
Querían una jaula para poner dentro una mujer con el menor espacio posible, con diferentes artilugios como ser ganchos para colgarla, regulación para achicarla o agrandarla, ruedas para su transporte y piezas adicionales para el castigo de la esclava de turno, me refiero a consoladores, electricidad, esposas, y otras yerbas.
En mi trabajo estaba siempre desnuda, la ropa no permitía evaluar bien el efecto o las condiciones de uso de cualquier instrumento, que seguramente se aplicaría a una mujer también desnuda, así que ni bien llegaba me desnudaba y esperaba a que me asignen mi tarea.
Esa jaula si que era complicada. Debían entregar más de diez unidades en pocos días, con el modelo de una chica alta (esa soy yo), que en la jaula significaba larga mas bien. Primero se hacía un molde de madera entera, compuesto en este caso de una base de un metro de largo por 60 cm. de ancho, ni se imaginan lo poco que es cuando estás ahí dentro. Ahí arriba yo me debía encoger lo más que podía, y le iban agregando los laterales, uno detrás, uno delante, uno a la derecho, otro a la izquierda, de forma que cada vez estaba yo más comprimida. Lo peor de todo era cuando le agregaban el de arriba, siempre había un "más abajo", más, más. Quedaba hecha un ovillo y nunca estaban conformes. Alegaban que el cuerpo humano es muy flexible. Bueno, ese día la pasé bastante incómoda ya que al final quedó establecida una altura de 60 centímetros, regulable hasta los 52 cm. Todo un récord. Me dolían todos los huesos, pero ellos, muy profesionales, ajustaban un poco acá, un poco allá, como si yo fuera una herramienta más, y me preguntaban : ¿duele?, ¿se aguanta?. Yo contestaba como podía, mis huesos casi crujían con cada centímetro, pero entendiendo las necesidades de la empresa siempre accedía a más y más.
Debo decir que a pesar de ello disfruto mucho estar en esa situación. Desnuda completamente, utilizada como un objeto, con los obreros encargados de la construcción manoseándome constantemente, y yo vivía siempre totalmente mojada, lo que me sonrojaba un poco frente a mis compañeros de trabajo. Se veían las huellas de mi estado sobre la tabla, incluso alguien sugirió que el piso en vez de barrotes debía ser una sola pieza entera, para que caiga ahí todo lo que me chorreaba. Habíamos establecido un pre acuerdo, que ahí nadie me pondría un dedo encima, y eso al principio me pareció correcto, luego me di cuenta de mi error y pasé realmente momentos muy malos, sufriendo, caliente al máximo sin que me puedan tan siquiera hacerme una caricia. Había momentos en que hubiera dado cualquier cosa porque me poseyeran, que me violaran, que me chuparan, que me acariciaran. Generalmente al final de esos días, terminaba cojiendo con el primero que se me cruzaba o masturbándome en el baño.
Cuando colocaron la tapa se había ya hecho el medio día, hora de almuerzo. No se podía desarmar todo así que me llevaron algo de comer, que uno de mis propios compañeros me dio directamente en mi boca, y me dijeron que esperara a la tarde que tenían que ajustar los agujeros, uno para poner un artilugio que penetre por el culo, otro para aprisionar la lengua de la esclava, y necesitaban medir exacto.
Así pues me dejaron ahí adentro. Aire no faltaba porque los laterales tenían agujeros, pero la posición era bastante incómoda, además estaba desesperada porque estaba muy excitada, mi concha chorreaba todo tipo de jugos, y no podía llegar a ella con mis dedos, ya que los tenía esposados a la espalda, previendo esa situación en la vida real de un posible usuario de la jaula. Pensé que mis compañeros eran un poco desconsiderados, pero también pense que luego de tanto esfuerzo no hubiera sido lógico desarmar todo de vuelta y me resigné.
La pasé un poco mal cuando quise ir al baño, uno de los muchachos me trajo un recipiente, me dijo que haga pis ahí, yo me puse un poco colorada pero no aguantaba más. Luego me limpió con papel higiénico. Fue una bendición. Empezó a frotar mi concha y yo empecé a lanzar unos gemidos, pero de golpe paró. Trabajo es trabajo me dijo el hijo de puta. Me dejó tan caliente que casi se me caían las lágrimas.
Un par de horas más tarde volvieron del almuerzo como si nada, yo totalmente acalambrada y ellos como si nada. Me saludaron, preuntaron como estaba, les dije que mal, que me dolía todo el cuerpo, me dijeron que les quedaba poco trabajo y terminarían en poco tiempo. Sentí encender un taladro, estaban haciendo un agujero atrás, a la altura de lo que sería mi ano, me asusté pero las manos expertas del carpintero pararon justo a tiempo, aunque sentí el aserrín golpear contra mi culo. Luego comenzaron a agrandarlo a mano, con una sierrita pequeña. Por el agujero pasaron un gran consolador, que fue ingresando lentamente en mi culo. Previamente me lo habían lubricado con vaselina, no querían causarme ningún dolor. Entró bastante adentro, me dolió igual, pero me causó también placer. Ahhh, como me gustaba mi trabajo. Más tarde levantaron mi cabeza, para ver a que altura quedaría mi lengua, marcaron la posición, pusieron un taquito de madera y me la apretaron ahí con un apretapapeles pequeño. Y? , duele ahí? Si mucho, un poco más arriba le dije, subieron un centímetro, y ahí?, ahí mejor pero igual duele. Yo a esa altura estaba tan caliente que le pedí al que estaba ajustando que por favor me acariciara mi conchita.
No puedo más le dije, una caricia por favor, me muero. Se ve que le di lástima porque primero puso mi lengua apretada en el taquito de madera, dijo que para que no gritara, que si nos oían lo iban a despedir, y luego llevó la mano hacia abajo, entre mis piernas y me comenzó a masajear suavemente, masajeó y masajeó tanto que tuve un orgasmo impresionante. No podía gritar mucho por la lengua, casi me la arranco del placer. Fue precioso. Al final abrieron la caja, previo a marcar todo con señales para conservar las medidas exactas, me quitaron las esposas que aguantaban mis manos en la espalda y me liberé completamente. Apenas si podía enderezarme, me dolía la lengua, la espalda y el agujero del culo me ardía tremendamente ya que el consolador que me pusieron era mucho más grande de lo que imaginé. Bien, ya está dijeron. Tenemos justo lo que necesitamos. Descansa un rato, tenemos que fabricar un potro y queremos calcular la resistencia de las cuerdas, pero más tarde. Gracias. Aun desnuda, aproveché para hacer un estiramiento y volver a su lugar los huesos, me dolían todos. Me dirigí al baño, tenía mas pis para hacer, luego empecé a acariciar mi clítoris, suavemente al principio, luego imaginando que aún estaba en la caja, y ya al final tuve mi segundo orgasmo del día. Tomé un refresco y me senté a esperar el próximo trabajo. Adoro este empleo.