Como me fui convirtiendo en la hembra de mi primo
Sin tenerlo previsto, a veces llegas a un momento de la vida, que puede llegar a modificar tu futuro
Como me fui convirtiendo en la hembra de mi pimo
Mi nombre es Cristian, si bien esto sucedio hace bastante tiempo atras, recuerdo que en esa época estaba entrando en la pubertad, me encantaban las mujeres, salí con un par de ellas, pero nunca tuve sexo con ninguna de ellas, así que la masturbación era mi desahogo, algo propio de toda adolescencia. Me encantaban las chicas mayores que yo, a las que pretendía, pero no tenía el éxito que aspiraba, por supuesto que ante mis amigos era un perfecto Don Juan.
Tenía un primo, Esteban como dos años mayor, nos veíamos poco, pero a pesar de esos manteníamos una gran amistad.
Solía la familia reunirse cada tanto, en una casona grande propiedad de mi abuelo, y generalmente nos quedábamos algunos unos días, esta vez mi primo, se hospedó también, con gran alegría por ambas partes, compartiendo la habitación, bastante calurosa, que por suerte por la noche mantenía una temperatura agradable.
A veces nos acostábamos por la tarde para intentar aplacar el calor a esas horas, hablando de infinidad de cosas, por supuesto sobre el sexo, aunque carecía de una experiencia previa.
Pero una tarde me pregunta:
“Ya se te pone dura?”
“Si, si claro” Contesté algo temeroso y hasta avergonzado.
“Que bien, ya te habrás hecho alguna paja, supongo? Bastante colorado por su pregunta, le digo:
“Si, alguna vez lo he hecho”
“No seas vergonzoso, todos lo hacemos, cuando no tenemos otra cosa para aplacarnos”
“Si, si claro” Contesté.
Después de un rato me dice:
“La tenés grande?”
“Si más o menos”
“Porque no me la muestras?”
Me daba algo de retraimiento hacerlo a pesar de estar entre varones y ser mi primo, quedándome algo indeciso, en mostrarla
“Vamos mostrádmela, no te voy a comer”
Lentamente, bajé la cremallera, sacándola para que la viese.
“Vaya, me encanta, y eso que no está rígida” Estirando su mano para tocarla, cuando mi tía abre la puerta, para que tomásemos la merienda, sorprendiéndonos, aunque aparentemente, no vio nada de lo que sucedía.
A pesar de no pasar nada, una leve excitación invadió mi cuerpo, no se tocó el tema durante el día, que aprovechamos que el sol estaba menos intenso en jugar un partido de futbol, entre los que éramos.
Nos bañamos, cenamos, y nos fuimos a dormir cerca de la medianoche, estaba bastante cansado, así que me dormí rápidamente.
El día siguiente fue bastante similar, pero por la tarde otro de los chicos, se vino a la habitación con nosotros, me dio la sensación que no fue del agrado para Esteban, porque no participo demasiado en la charla, dormitando cada tanto.
Esa noche, antes de acostarnos, Esteban se duchó, apareciendo desnudo en el dormitorio, mostrando su verga, bastante más grande que la mía, algo erecta, que si bien no lo observé detenidamente, una cierta exaltación, me produzco.
Sin darme tiempo a nada me revoleo un almohadón, e inmediatamente comenzamos esas luchas habituales en la habitación, forcejeando, sintiendo su miembro rozarme en distintas partes de mi cuerpo.
Hasta que intentó sacarme el calzoncillo, pretendiendo detenerle, pero su mayor contextura, hizo que terminase cediendo, hasta que nuestros desnudos cuerpos se iban acariciando.
Por último quedé boca arriba tendido sobre la cama, mientras se sube sobre mí, apresándome las muñecas, que sin querer provocarlo comencé a tener una erección, cuando al percibirlo mi primo, me dice:
“Wow, parece que estas calentito, habrá que aplacarte un poco”
Mientras me toma la verga, acariciándola, hasta ponerla bien tiesa, tratando de impedir que continuase.
“Quédate quieto, no te gusta que te la toque?”
“Si me agrada, pero no está bien” Contesto algo ruborizado.
“Tranquilo, a vos te gusta y deseo hacerte una rica paja”
Traté de relajarme, disfrutando de esa inesperada masturbación, donde sus suaves movimientos, me iban excitando cada vez mas y mas, conteniéndome para no venirme, pero sus caricias y ciertos besos en mi miembro, me llevaron a eyacular bastante fluidos mojando mi pecho y parte del cuello.
Me quedé quieto reponiendo energías, cuando le digo:
“Oh, lo siento, puedo hacer algo por ti?”
“Tranquilo, me excitó muchísimo verte así.” Mientras se comenzó a masturbar, sentado sobre mi, mientras acariciaba su pierna, hasta que un chorro de su semen, cayó sobre mi pecho y gran parte en mi cara, que instintivamente pasé mi lengua apreciando ese sabor algo salado.
Nos abrazamos después de haber disfrutando ese momento de sexo tan peculiar y cálido. Nos duchamos y después de juntar las camas nos acostamos desnudos, no sabía bien en que terminaría todo esto, pero me había agradado bastante.
Cerca de la 1 o 2 de la mañana, me desperté al sentir la mano de acariciar mi cuerpo, más bien mis glúteos, hasta percibir su dedo bordear, mi ano, que traté de persuadirlo.
“ Tranquilo déjate llevar, primito” Insistiendo en proseguir, y hasta sentir la punta de su miembro intentar penetrarme, a pesar de haber tenido una cierta motivación, volví a negarme.
“ Esta bien, déjame meter mi verga entre tus piernas, y apretalas bien ” Hice lo que me pedía, sintiendo su verga cobijada entre mis extremidades, algo que me comenzó a excitarme, mientras no dejaba de besar mi cuello, oprimiendo mis pezones.
Cuando algo cálido sentí entre mis piernas, comenzando a masturbarme inmediatamente hasta eyacular a continuación de mi primo, durmiéndonos en esa posición.
A la mañana siguiente al despertar el olor a la secreción evacuada era muy evidente, así que limpiamos todo, separamos las camas y nos bañamos nuevamente, esperando que algunas de nuestras tías no lo percibiese.
Durante el día no dejaba de olvidar lo sucedido esa noche, con la idea de repetirlo nuevamente, mientas que Esteban estaría de la misma manera, ya que cada tanto me tocaba y hasta me bajó la cremallera para tocármelo.
Por la noche fue similar a la anterior, intentando penetrarme, negándome a hacerlo, por temor o no sé realmente porqué, solo que esta vez, para impedir ser follado, o por deseo, comencé a besar el cuerpo de mi primo, me atraía, lamia su cuello, succionando sus tetillas, bajando, besando su abdomen y pelvis, friccionando mi lengua sobre su verga candente y rígida. Hasta que mi boca, comenzó a deglutirla, introduciéndola totalmente en mi cavidad hasta producirme arcadas, pero sentía un placer enorme, hacerle ese sexo oral, saborear esa verga ardiente en mi interior.
Lo hice lentamente, hasta que después de varios minutos, eyaculó en mi interior, apreciando ese sabor salado pero tan excitante, llegando hasta tragar un poco.
Por la tarde se habían ido casi todos, quedábamos solo Esteban y yo, diciendo si queríamos seguir estando, aceptando la invitación.
Mi primo me propuso ir hasta una laguna que estaba a medio hora en bicicleta, me pareció buena idea, dado el calor reinante podíamos pegarnos un baño, a pesar de contar con la piscina de la casona, pero rápidamente estábamos pedaleando hacia el lugar previsto.
Apenas llegamos, nos metimos en el agua, quedándonos bastante tiempo, cuando salimos, nos volcamos a tomar sol, después de un rato, me dice:
“Saquémonos la malla, así se seca mejor”
“Pero, pueden vernos”
“Quien nos va a ver, si no hay gente”
Después de quitarnos la malla, me volqué boca abajo, cuando Esteban me dice:
“Que bello culito blanco que tienes, mira que se me pone cuando lo veo”
Me reí por su ocurrencia, cuando su mano acaricio los glúteos, separándolos para despejar mi orificio, tocándolo con su dedo, que ese leve contacto comenzó a estimularme, intentando meter su verga.
A pesar de mi incitación me negué, girándome para besarme mientras oprimía mi aparato ya erecto, chupó mis tetillas hasta hacerme gritar de placer, bajando, lamiendo mi entrepierna hasta rozar mi sexo, para tomarlo, bajando mi prepucio, liberando mi rojo y candente glande, dándole repetidos toques, con la punta de su lengua, hasta comenzar a absorber mí sexo, llevándome a un estado de incontenible paroxismo, hasta sentir unos de sus dedos incrustarse por mi abertura trasera, palpando mi sensible membrana.
Quedando muy estimulado por ese contacto, hasta que comenzó a chupar del gordo del pie, metiendo su lengua entre los intersticios de mis dedos, elevando mi temperatura, segundo a segundo.
Para continuar nuevamente con mis testículos, hasta introducir nuevamente su índice en mi recto, entrando y saliendo, hasta sublevar, cada vez mas mis hormonas, cuando con algo de labor incrustó un segundo, dando la sensación de dilatar la entrada, acelerando la mamada, alternando entre mi glande y testículos oprimiendo sus dedos contra mi esfínter, acelerando mis palpitaciones.
Girándome nuevamente, elevando mi culo, para introducir su lengua en mi ano, hasta hacerme gritar de placer, hasta que su insistencia y la forma en hacerlo, me transportaba a un estado de total arrebato, elevando mi culo, entregándome a su propósito, hasta que sus dedos comenzaron nuevamente a abrir el camino para algo de mayor calibre.
` “Estas recaliente, te gusta mi putita, te siento temblar, puedo seguir o dejar si lo deseas” Me susurraba al oído, sabiendo que estando en ese estado es imposible negarse.
“Te gustaría que te coja, primito?”
“Haz lo que te plazca, soy tuyo” Terminé contestando, deseando ser penetrado.
No sé porque lo dije, pero me estaba trastornando, metió algo de ropa bajo mi vientre, elevando ni culo, sintiendo enseguida su glande oprimiendo mi abertura, tratando de relajarme ante lo que se avecinaba.
Sentí separar mis nalgas, cuando la cabeza de su verga, queda apoyada en mi virgen orificio, cuando un pequeño empujón, hizo introducirse un poco, sabía que era bastante grueso su pene, pero sentí la necesidad de que continuase. La sensación que me producía era imposible de rechazarla, era extraño pero dejé que continuase, lo deseaba en mi interior, poco a poco lo fue metiendo hasta pegar su pelvis contra mi ano, mientras acariciaba mi espalda
Al experimentar que mis numerosas terminaciones nerviosas de mi esfínter me producían una serie de sensaciones de excitación, tanto cuando la iba insertando, como cuando posteriormente la extraía, presionándome la privacidad de mi recto.
Percibiendo como mi desnudo cuerpo se iba crispando, hasta erizar mis pezones, poniendo mi miembro totalmente erecto. Aceptando ser cogido por mi querido primo, algo impredecible, donde jamás pasó por mi mente ser follado por un familiar..
Me abrazó, para iniciar un alocado bombeo en mi recto, percibiendo como su verga friccionaba las paredes de mi entraña, causando un sonido cada vez que se chocaba contra mis glúteos.
“Tienes un divino culito, primito, tan estrecho, me encanta hacerlo”
Nuestros cuerpos llenos de sudor, por el esfuerzo y la carencia de sombra, se fusionaban en ese encuentro, me daba la sensación que me partía, pero ante tanta agitación, mi recto se fue dilatando, mientras entraba y salía con mayor facilidad, hasta sacarlo abruptamente para introducirlo de igual manera.
Mis gemidos delataban mi estado de excitación, me encantaba sentir esa loca penetración, donde las numerosas terminaciones nerviosas de mi esfínter, me producían una serie de sensaciones muy excitantes, cada vez que lo metía como cuando lo quitaba. En un momento se quedó quieto, con su miembro totalmente inserto en mi conducto, mientras me acariciaba, como exponiendo una cierta autoridad, algo que no me disgustó, sino que me entregué a esa postura.
Percibí que Esteban, estaba ejerciendo una supremacía, al estar efectuándome sexo anal, y hasta sus movimientos violentos demostraban ese comportamiento entre “victima y victimario” , por así llamarlo.
Clamaba y vociferaba, hasta que eyaculé copiosamente, mientras mi primo no cesaba de bombearme de una manera más que exaltada, casi un par de minutos después, evacuo su semen en mi recto.
Quedamos bastante exhaustos, después de ese imprevisto encuentro, fui a darme un chapuzón, para aplacar el calor.
Rato después juntamos las cosas para regresar, ya era algo tarde, mientras pedaleábamos, no hablamos nada, como avergonzados o deshonrados por lo sucedido.
Me dolía un poco, la zona afectada y mas por el pedaleo cuando, Esteban me hizo detener, dejando las bicicletas tiradas, comenzando a besarme, mientras intentaba nuevamente, bajar mis pantalones, hasta quedar sin ellos, terminando desnudarme, hasta que me volqué sobre el pasto, ofreciéndole nuevamente mi dolorido culo, no tardando en montarme, sintiendo nuevamente su grueso calibre rozar las paredes de mi membrana algo alterada.
Esa noche lo repetimos, transformándome poco a poco, en su hembra, algo que no me disgustaba en ser.