Cómo me follé a Jesús
Tras dos años sin verle, descubrí que se habia puesto en forma y que compartía mi fetiche, me ponía muy cachonda, él era muy tímido pero con mis armas de mujer y gracias a mi mente pervertida pude acabar llevándomelo a mi dormitorio.
Mi nombre es Sandra, tengo 32 años y soy una chica guapisima, de pelo pelirrojo, delgadita (casi 90-60-90) y a la que le encanta el sexo.
Al salir de la ducha miré por la ventana, me esperaba a las 19 de la tarde una cita pasada por agua con Jesús, para vestirme me puse un suéter rosa, una faldita negra, unos leggings negros y unas botas de agua hunter brillantes y de color rosa, y empecé a maquillarme.
Al llegar al lugar de la cita vi a Jesús, nos dimos dos besos y un abrazo y me llamaron la atención varias cosas acerca de él:
Se habia puesto más fuerte por el gimnasio, sentía unas ingentes ganas de acariciar su cuerpo.
Antaño tenía poco pelo, pero a dia de hoy habia perdido algo más, ahora estaba rapado al cero, me recordaba al protagonista de la pelicula "Transporter", muy sexy.
Llevaba unas botas katiuskas hunter de color negro brillante, me quedé muy rallada, porque nunca habia visto a un chico con unas botas de esas, pero me transmitía personalidad y sobre todo que le importaba tres narices lo que los demás pensasen, ole por él.
Al verlo me di cuenta de que me gustaba más que antes, entramos al bar y antes de sentarnos pudimos elegir entre unas mesas con sillas o un sofá, elegí el sofá, que me parecía mejor para una cita.
Vino el camarero, yo pedí un té verde, él estaba dubitativo, pero al final acabó pidiendo un té verde también (creo que por copiarme), mejor, puesto que yo soy nutricionista y sé perfectamente que entre las bondades del té verde está el aumento de la libido, su polla va a acabar en mi coño.
Tras hablar durante un rato de asuntos banales, me fijé en que cruzó su pierna izquierda, le acaricié su bota izquierda para que sintiera mi mano, pude observar que se puso colorado y rapidamente puso el pie en el suelo de nuevo, asi que aproveché para acercarme a él y rozar nuestras botas mientras le cogía del brazo para ponerle nervioso, se puso como un tomate.
Pensé: "vaya, debe de ser muy tímido", y me dispuse a averiguarlo, era hora de sacar la artilleria pesada, le dije que me fijé en él desde que le conocí y que me gustaba mucho, nos besamos y acariciamos durante varios minutos.
Al rato dejamos el bar y fuimos directos a mi casa, una vez en el dormitorio, nos desnudamos y pasamos a la acción:
En primer lugar me tumbé en la cama de espaldas y le permití calzarse sus botas de agua, ya que seguramente le ponian cachondo y se masturbara con ellas como hacía yo a veces, luego una vez se ganara el derecho, yo me pondría las mías, primero empezó besándome los pies, posteriormente empezó a besarme las piernas y la barriga hasta que llegó a mis tetas y se tiró magreandolas y besandolas un buen rato, recuerdo que según subía hacía mis pechos, las cosquillas de sus besos y su barba de dos días me hacían cosquillas y me acababan cortando la respiración del gustito que daba, luego me tocó a mi acariciarle la espalda, sus definidos pectorales e incluso sus testículos, también aproveché y me calcé mis botas de agua rosas antes de acabar probando el tronco de su polla y lamiendo y acariciando uno de sus tesoros más preciados: su glande, su polla estaba palpitante de lo cachondo que estaba hasta que se acabó corriendo encima de mis botas, incluso sin haber pasado por mi coño, me parecía una ofensa hacia mi persona, asi que le até como a un perrito y le obligué a lamer su propio semen para dejar mis katiuskas impolutas, al rato parece que ya estaba listo para otra sesión.
Me senté en el borde de la cama y a él, como buen perrito que era, le ofrecí mis botas, me las quitó, las olió y aprovechó para lamerlas y para pasarlas por su polla, luego me las puso de nuevo; me tumbé en la cama e intrujo un dedo en mi sexo mientras lo lamía con la lengua, empecé a gemir lentamente hasta que los gemidos fueron a más, instantes después se tumbó en la cama de espaldas y señalo su polla erecta, supongo que para montarme encima, resulta que mi inocente perrito tenía capacidad para tomar buenas decisiones, empecé a hacer movimientos con la pelvis hacia los lados, hacia arriba y abajo, hasta que ambos compartimos el mismo orgasmo, al final resulta que Jesús no era tan infantil como esperaba.