Como me descubrí en el metro

El señor al ver que no oponía resistencia ni decía nada fue más aventurado y empezó a frotar su mano contra mi vaginita sobre la falda, me acomodaba sus dedos para ejercer presión sobre mí, podía sentir como recorría de arriba abajo, de un lado a otro mi vaginita sobre la tela y eso me puso a cien.

Mi nombre es Paola. Hasta hace poco no sabía que se podía compartir con los demás aquellas aventuras que a veces nos pasan. Por casualidad descubrí esta página y después de leer algunos relatos me interese en contar uno yo.

Los que más me excitaron fueron aquéllos que hablan de experiencias en el metro y eso me anima a contarles mis experiencias, espero las disfruten como yo lo hice.

Cuando tenía catorce años acudía a clases de baile folklórico en el INBA, pero como no tenía como llevarme mi mamá me llevaba mi tío. En ese entonces tenía él como 32 años y por las tardes me recogía de la escuela. Para llegar a mi casa teníamos que tomar el metro así que nos subíamos en Balderas cerca de las seis de la tarde y a esas horas siempre iba lleno el metro.

Desde el primer día que subimos tuve el placer de sentir unas manos en mi cuerpo, yo soy de caderas un poco anchas y me gusta tenerlas paraditas, simpática, 1.55 de estatura, cabello castaño claro y senos proporcionales a mi edad, bueno en ese tiempo no eran muy grandes. Cuando abordamos el vagón mi tío Carlos se puso atrás de mí, fue cuando pude sentir su miembro acomodarse en mi colita.

Dentro del vagón quede con mi tío a la espalda y me rodeo con sus brazos mi cintura "para protegerme", lo que hacía que pudiera sentir su pene entre mi colita, la podía sentir calientita, aprovechando el ajetreo para repegarse a mí cada vez más.

Dos estaciones más adelante pude sentir como mi tío me acariciaba suavemente la cintura con su mano derecha y con la izquierda sobaba la parte superior de mi muslo sobre mi falda. Era rico sentir esa sensación en mi cuerpo porque hasta esa fecha no había tenido novio y no había experimentado "esas cosas" a mi edad. Sus toques eran delicados y continuos, podía sentir su respiración en mi cabeza y su palpitante pene acomodado entre mi colita, me estaba gustando mucho y me dejaba hacer.

En el entrar y salir de los pasajeros uno señor quedo enfrente de mi con su mochila abajo, a la altura de mi vaginita, por lo que de pronto sentí como rozaba abiertamente mis piernas sobre la falda, era fácil para él porque entre tanta gente no se veía lo que hacía. La excitación me hizo no decir nada y no trate de decirle nada a mi tío, él ya estaba entretenido con mi colita, y no quise molestarlo.

El señor al ver que no oponía resistencia ni decía nada fue más aventurado y empezó a frotar su mano contra mi vaginita sobre la falda, me acomodaba sus dedos para ejercer presión sobre mí, podía sentir como recorría de arriba abajo, de un lado a otro mi vaginita sobre la tela y eso me puso a cien.

Fueron segundos pero para mí fueron eternos porque estaba disfrutando esos toqueteos en mi cuerpo y ese pene en mi colita, lo estaba disfrutando. No se en que momento el señor se bajo el cierre y dejo salir su pene, no lo veía pero pude sentirlo de pronto, y para ayudarlo empecé a levantar ligeramente mi falda un poco, lo que aprovecho para ponerlo entre mis piernas. Estaba caliente y húmedo y cada vez que podía se repegaba más a mí. Mi tío seguía ocupado haciéndome sentir su pene y acariciando mi muslo cada vez más atrevidamente por lo que se ocupaba en lo suyo sin enterarse de lo que me hacía el otro señor.

Cuando sentí la mano del señor tocarme la vaginita por debajo de la falda suavemente casi me desmayo, recorrió mi pantaleta por el frente, tocándola con sus dedos y empujándolos, eso fue lo que me hizo casi gritar.

Antes de llegar a Hidalgo tuve que bajar mi mano y tocar el pene del señor, estaba muy excitada y le agarre su cabecita, y rápidamente se humedeció mi mano, no hice gran esfuerzo para hacerle eyacular porque casi lo hizo inmediatamente y en mis manos quedo su semen viscoso y caliente, por lo que tuve que retirar mi mano y limpiarme con mi falda. El señor se bajo en la siguiente estación y ni nos miramos.

Poco a poco se fue vaciando el vagón y mi tío tuvo que alejarse de mí. Cuando salimos del metro en Indios Verdes me preguntó si me habían aplastado y le conteste que no, que el viaje fue muy cómodo. Nos sonreímos y nos fuimos a mi casa.

Mi excitación se bajo y ya en la noche tuve que masturbarme recordando las caricias de mi tío y del señor, de su pene entre mi mano y el pene de mi tío entre mi colita. No fue eso todo pero más adelante les contare como fue "aprendiendo" a viajar sola en el metro después, si es que me lo piden y les gusta mi relato.

Besos. Paola.