Como me dejé seducir por un chico gay - 4

Voy a ver qué tal ha quedado el cuadro, pero en el fondo buscaba algo mas

Dejé pasar bastante tiempo, aunque el pintor me dijo que ya estaba terminado y que podía ir a verlo cuando quisiera; no estaba seguro en realidad de que si regresaba era por el cuadro o podía ser por algo mas, pero un día de esos aburridos que no sabes que hacer me encontré de pronto delante de su puerta.

Me abrió el chico joven, la pareja del pintor, muy efusivo y encantado de volver a verme. Me tranquilizó que no hiciera mención de lo ocurrido, ni tampoco intentara pasarse conmigo, al revés, arregló un poco el taller para poner una mesita donde tomar un café tranquilamente, mientras me comunicaba que su compañero estaba fuera de viaje, preparando una exposición y que él no había podido acompañarle.

Le pregunté un poco por su relación, digamos que por cortesía, cuánto tiempo hacia que se conocían, que tal les iba, y cosas así y como le veía muy suelto, entré en temas un poco mas íntimos: si le gustaba su pareja o era solo sexo, si estaba enamorado, si hacía de chica al completo, si se vestía de mujer..

Cosas que nunca había pensado y que me resultaban extrañas, y además, por cierta curiosidad sobre el mundo gay.

Me contestó a todo muy amable, como si fuera lo más normal del mundo que le preguntasen esas intimidades, y me dijo que sí, que le gustaba a veces vestirse con ropas de mujer, que le hacía más femenino, aunque a su pareja no le parecía gustarle eso, pero que lo aceptaba, y me llevó a su dormitorio para que viera su armario.

Efectivamente, tenía en un lado toda la ropa de vestir normal, de salir a la calle, pero en un rincón colgaban varios vestidos y me dijo que también tenía ropa interior, incluso alguna peluca, y que alguna vez había posado así vestido para hacer de modelo a su pareja cuando quería pintar alguna mujer.

Y a continuación me llevo a ver algunos cuadros, que apenas se veía la cara, oculta por el pelo o un sombrero, y que podía pasar por una mujer casi sin problemas, y me enseño también, sorpresa, algunos bocetos que había realizado él mismo. Bueno, le faltaba el trazo y el vigor de su maestro y compañero, pero eran curiosos, más que bonitos.

Mientras los observaba se produjo un silencio casi absoluto, él me miraba, yo miraba los cuadros, y ninguno hablaba.

  • Sabes – me dijo al fin – desde que llegaste he sentido yo también el deseo de pintarte, o por lo menos de hacer unas líneas, me gusta tu cuerpo y me serviría para comparar con lo que ha hecho mi pareja contigo.

Discutimos un poco, yo no quería posar otra vez, y no había ido allí para eso, de hecho, no sabía muy bien para qué había ido, le alabe su ropa de mujer para cambiar de tema, y replicó inmediatamente que me la pusiera para hacer así el dibujo.

Me dejo totalmente sorprendido y sin habla. Qué tontería, como me iba yo a vestir de mujer, como un travesti, y además, de estar ridículo parecería una mona, ni se le ocurriera pensar en ello. Nadie se va a enterar, ni siquiera yo me iba a ver, solo él, y a él le gustaba eso, y además, sería menos de una hora, acabaría enseguida, me rogó y me llevo casi empujando hasta su dormitorio, donde quedé de pie ante su cama y comenzó a desabrocharme la camisa, y soltar el cinturón del pantalón.

Bueno, ya puestos casi prefería hacerlo yo y que él no me tocase, de modo que me lo quite todo, y quedé allí en pelotas delante de él, que daba vueltas a mi alrededor pensando que me iría mejor, susurrando no se qué sobre unas bragas estampadas, y un sujetador a juego, o todo blanco, mientras yo callaba y le veía como un zombi sacar cosas de los cajones y ponerlas sobre la cama para ver el efecto.

Las acercaba a mí, las devolvía y así dos o tres veces hasta que encontró lo que buscaba. Cuando quiso ponérmelo él, ya reaccioné y se lo arrebaté para a continuación levantar una pierna y embutirme unas bragas de seda con dibujitos de flores o frutos, de muchos colores, una horterada, vaya.

Me miré al espejo del armario y casi me parto de la risa, estaba ridículo, pero me di una par de vueltas para ver el efecto. Apenas me dio tiempo a más y metió mis brazos por las tiras de un sujetador, abrochándolo por detrás y luego colocándolo bien por delante. Ahora sí que estaba totalmente ridículo, y cuando me embutió en una especie de camisón, o combinación de nilón, ya era lo más absurdo que había visto nunca.

A él no le parecía lo mismo, alababa mi figura, miraba por delante y por detrás, y al final me dijo que me quedaba muy bien, aunque algo apretada, muy justa. Bueno, menos mal, que lo reconocía, así que procedí a ir quitándomelo todo.

Cuando iba a bajarme las bragas volvió a insistir en que posara un poco, diez minutos, y ya, por cansancio, le acompañé al estudio y me deje colocar, después de muchos toqueteos y colocación de las bragas sin parar, en la postura que deseaba para su dibujo.

A los cinco minutos parece que no le gustaban esas bragas, se fue corriendo y me hizo poner otras rositas, sin nada de dibujos y con puntillas, por arriba y por abajo, esas me quedaban más amplias, menos mal, pero tampoco le convencieron. Le acompañe, después de quitármelas de nuevo, para que no estuviera yendo y viniendo sin parar, me estaba poniendo nervioso, y empezó a rebuscar entre todo lo que un rato antes había colocado sobre la cama.

Me puso dos pares más, y al tercero, mi polla ya no dejaba que ninguna otra prenda pudiera pasar por encima de los muslos. Tantos toqueteos y ropa femenina habían hecho su efecto y estaba totalmente empalmado delante de ese chico con cuerpo de chica que me miraba arrobado y extasiado ante esa polla erecta y apuntando a su cara. Se arrodilló como en adoración, la agarró con delicadeza y se la llevó a la boca, primeros suaves besitos, después repasos con la lengua y al fin chupetones que me absorbían y me estaban ya poniendo enfermo de gusto.

No me enteré cuando le dio tiempo a quitarse toda la ropa, aunque tampoco llevaba mucha, porque en ningún momento me soltó y yo ya tenía los ojos medio cerrados y la visión algo extraviada, pero metió su cara entre mis piernas, olía, y besaba mi rabo, los huevos y los muslos sin parar, mientras sus brazos me rodeaban y me pegaban a él sin poder separarme, y tal vez sin que yo tampoco hiciera mucho por evitarlo.

Puso cara de pena y de lastima, se tumbo en la cama rogándome con la mirada, sus brazos hacia mí y levantando las piernas, flexionando las rodillas, ofreciéndose, y ya quedé ciego, solo quería descargar, aliviar mi ansiedad y fui hacia él como un autómata, acerqué la polla a su cuerpo y me fui pegando a su culo.

Sus manos diligentes agarraron mi pene y lo dirigieron certeramente a su objetivo, entró sin dificultad ninguna y se la metí hasta el fondo. Uyyy, estaba calentito y suave, sus piernas sobre mis hombros, y sus manos agarrándome el culo con fuerza para que no me retirase.

Ya a estas alturas no pensaba hacerlo, lo de retirarme, hasta acabar, así que empecé a empujar , y salir un poco y a moverme para adentro y para afuera, hasta que le solté todo dentro  y él daba grititos supongo que de placer, y me soltó casi desvanecido.

Estuvimos así un poquito rato, no demasiado, una vez satisfecho, mi polla se fue escapando de su prisión y salió toda pringosa y arrugada. Me limpié con lo primero que encontré, supongo que serian unas bragas de las que había por allí tiradas, me vestí rápidamente y me fui de aquella casa a todo correr.

Sólo al llegar a casa y desnudarme para la ducha, me percaté que en vez de mis calzoncillos tenía puestas unas preciosas bragas de color rosa con puntillitas del mismo color.