Como me convertí en un sumiso. Tercer Mes
Relato de la fantasía heterosexual de un sumiso en la cuarentena.
Este relato es la continuación de la serie titulada “Cómo me convertí en un sumiso”, como ya os he contado muchos capítulos de nuestra nueva vida, os pongo el orden en el que debéis leerlos para no perderos ni un solo detalle.
1.- “Cómo me convertí en un sumiso”
2.- “Cómo me convertí en un sumiso. Semana 2-3 Reescrito”
3.- “Cómo me convertí en un sumiso. Semana 4 y final”
4.- “Cómo me convertí en un sumiso. Segundo Mes”
5.- “Cómo me convertí en un sumiso. Tercer Mes”
Nuestra nueva vida continuaba por los mismos derroteros que los dos últimos meses, desde que empezamos con los nuevos roles nuestra vida había dado un giro total en cuanto a nuestra sexualidad.
Lydia, estaba totalmente cambiada en cuanto a su sexualidad, hasta tal punto que hacía una semana me había indicado que debía continuar con mi tarea de despertarla todas las mañanas realizándole una comida de coño, también debía ayudarla con su aseo diario bañándola y vistiéndola. Para ello, yo ponía mi despertador 30 minutos antes de que el suyo sonara y me introducía debajo de las sabanas para comenzar mi tarea, poco a poco le apartaba su tanga y empezaba a besar con delicadeza su depilado coño, le introducía la lengua lentamente por toda la longitud de su raja y cuando empezaba a mojarme la cara la penetraba con mi lengua todo lo profundo que podía, repetía todo el proceso de forma continua hasta que ella empezaba a gemir y bañaba mi cara con sus jugos.
Una vez que Lydia consideraba que era suficiente o sonaba su despertador, la acompañaba al baño, encendía la ducha y mientras el agua alcanzaba la temperatura que a ella le gustaba la ayudaba a desnudarse. Durante estos meses, mi Señora me había enseñado a enjabonarla como a ella le gustaba, así que mi trabajo en la ducha era fácil y no solía cometer muchos errores por lo que mi Ama se podía relajar mucho al no tener que prestarme atención.
Lo primero que tenía que hacer era mostrarla que mi cinturón de castidad estaba correctamente puesto y que su precinto era el mismo que ella misma me había utilizado la última vez que me encerró, debía continuar tumbándome en el suelo de la ducha y una vez en posición debía solicitar a mi Ama que por favor me meara encima “Señora, por favor hágame una lluvia dorada.”
Lydia, ponía un pie a cada lado de mi cuerpo y dejaba caer todo su pis de la noche sobre mi cara y cuerpo, haciendo especial hincapié en mi polla, que recibía la gran parte de todo su liquido caliente, provocando que mi miembro se empezará a querer levantar y por lo tanto se apretujará contra las paredes de mi dispositivo de calidad. Una vez que había evacuado, el proceso continuaba enjabonándola todo el cuerpo, incluyendo sus partes más íntimas, cuando tocaban esas zonas Lydia se mostraba obscenamente y hacía que la repasará constantemente, cuando ella consideraba que era suficiente, nunca antes de que mi pene y mis testículos estuviera totalmente comprimidos dentro del cinturón de castidad, debía aclararla y secarla. A continuación, tenía solo 5 minutos para lavarme mientras ella esperaba para que la vistiera.
Una vez que la vestía con la ropa que ella me indicaba, yo debía vestirme con la ropa que ella me había preparado, donde siempre llevaba ropa interior suya y normalmente con medias sujetas con portaligas. Ese día me había preparado un tanga básico en color rojo y unas medias tupidas negras sujetas por un liguero super ancho del mismo color.
Ese día, mientras yo me vestía mi Señora comento:
Lydia: Cariño, estoy muy contento con tu servicio. ¿Cuánto tiempo llevas sin que te vaciemos los huevos?
Gracias Señora. Diez días.
Estoy pensando que hace tiempo que no te compramos ropa interior y creo que te mereces un premio por tu buena conducta.
Gracias Señora, lo que quiera. Si me permite una pregunta: ¿Qué quiere comprarme?
He pensado que tienes de todo, pero ninguna prenda de una buena marca. Esta tarde iremos a una tienda de Agent Provocateur y te compraremos alguna cosa que me guste.
Yo sabía que esas ocurrencias de mi mujer no solían acabar bien, pero solo el que me lo hubiera contado conseguía que mi excitación subiera de golpe, con el consecuente dolor de huevos.
El día paso sin más novedad y cuando acabé en el trabajo fui con el coche a por Lydia, desde su trabajo nos dirigimos a la tienda, una vez allí Lydia empezó a mirar todas las prendas que tenían en la tienda, mientras mirábamos la ropa se acercó una dependienta para ayudar a mi Señora y entre las dos eligieron un par de modelos de bragas, una tanga, otra brasileña y un picardías.
- Lydia: Muchas gracias querida, refiriéndose a la empleada de la tienda ¿podemos pasar a probarlas?
- Lo siente señora, pero solo puede probar el picardías, las braguitas no se las puede probar o si se las prueba se las tiene que llevar
- Perfecto, no hay problema por eso, pero es que no estoy segura de la talla y prefiero probarlas para no tener que venir a comprar otras.
- En ese caso, les acompaño al probador.
- Una vez allí, mi Señora me dio instrucciones claras y concisas. “En posición”
- Rápidamente, me quité la ropa quedándome solo con el tanga, el liguero y las medias, puse las manos las puse en la cabeza y la mirada al frente.
- ¿Qué braguita quieres probarte primero? Me decía mientras tenía sujetos los dos modelos en sus manos.
- El que usted quiera señora. Le conteste mientras yo mismo me bajaba el tanga que, tal y como me había enseñado mi Señora llevaba por encima del liguero.
- Empezaremos por la brasileña, toma pontela.
- El modelo era de gasa transparente de color amarillo con detalles de flores bordadas en color azul, cuando me la estaba poniendo y mientras me la colocaba empecé a sentir otra vez como mis huevos se apretaban por el mecanismo del cinturón de castidad, una vez que terminé Lydia hizo que me girara para que yo mismo pudiera ver cómo me quedaba el modelo.
- Creo que te queda bien, pero con ese aparato que necesitas utilizar, vas a romper la gasa enseguida, espero que pronto podamos prescindir de él. De todas formas, voy a consultar a la dependienta si ella lo ve bien. Igual ha visto a más hombres con bragas y nos puede ayudar.
- Según acabo la frase y se levantó de la silla del probador mis testículos se empezaron a poner morados por la presión, pensé que iban a explotar. En pocos minutos una mujer a la que no conocía de nada me iba a ver en bragas, con un liguero puesto y mi cinturón de castidad para evitar mis erecciones.
- En seguida escuche a Lydia que se acercaba hablando con la dependienta al probador, instintivamente me di la vuelta, dejando a la vista de quien abriera el probador mi espalda, baje la cara al suelo y me prepare para pasar una de las mayores vergüenzas de mi vida.
- La cortina se abrió de golpe y me quede totalmente indefenso y expuesto a las miradas de mi Señora y de la dependienta.
- Dependienta: ¡Bueno, bueno, bueno! Pero que tenemos aquí… Decía mientras se reía sin parar.
- Lydia: Es lo que te decía, espero que tu tengas más experiencia porque yo no sé si estas braguitas deben quedar así o de otra forma.
- Dependienta: Sí, no te preocupes alguna vez vienen algunos de la misma especie que este. Por detrás, le quedan un poco prietas pero que se de la vuelta para ver cómo le quedan.
- Lydia: Ya la has oído, date la vuelta me indico mi Ama.
- Al darme la vuelta, la dependienta pudo ver cómo me quedaba el modelo y además al ser de gasa también pudo ver mi cinturón de castidad. “Le quedan bien, pero como tiene que llevar ese aparato las romperá enseguida, es una pena que lo tenga que utilizar”.
- Lydia: Ya lo sé, pero es que no aprende rápido y todavía tengo que utilizarlo porque de lo contrario estaría todo el día empalmado o masturbándose. Espero poder quitárselo pronto.
- Una de las cosas que más me ponía era que Lydia hablará de mi como si fuera una cosa y la conversación con la dependienta me estaba poniendo a mil, estaba tan excitado que incluso temía que empezará a expulsar liquido preseminal. Si eso ocurriera el castigo de mi Ama sería ejemplar por fallar en público.
- Dependienta: En ese caso, yo creo que se las puede llevar, pero deberías comprarle también el liguero que tenemos a juego.
- Lydia: Tiene muchos y esto era solo una recompensa pequeña por su buen comportamiento. Lo dejamos para otra ocasión. Cariño, pruébate el otro modelo para ver que tal te queda el tanga.
- Rápidamente me quité las bragas que llevaba puestas y me puse el tanga que había elegido Lydia, en esta ocasión también de gasa, pero ahora de color rojo y que por detrás era un simple hilo que se metía entre mis nalgas.
- La dependienta literalmente se descojonaba, era tan pequeño que mis huevos se salían por los lados y el cinturón de castidad lo tensaba tanto que el hilo del culo se me clavaba hasta las entrañas.
- Dependienta: Con ese aparato este tanga no le vale, le comentó a Lydia.
- Lydia: Sí, tienes razón. Se lo voy a quitar para ver si así le sirve. Se acerco a mí y mientras buscaba en el bolso los alicates para quitar el precinto del cinturón, me dijo lo estás haciendo muy bien, no me falles ahora y tendrás una recompensa esta noche.
- Yo asentí con la cabeza y me concentré en pensar otras cosas para intentar que mi miembro no se empalmará según mi Ama me quitará el cinturón.
- Note como cortaba el precinto y como con habilidad me quitó el cinturón y me subió el tanga para ver cómo me quedaba.
- Por mucho que piense en otras cosas, siempre que mi Ama me libera tengo una erección de caballo y en esta ocasión también fue así, por lo que el tanga minúsculo de gasa roja solo tapaba mis huevos, mientras que mi polla salía por fuera de la prenda.
- Mi señora, estaba tremendamente molesta porque mi incontinencia, mientras que la dependienta se reía y confirmaba que así era imposible valorar nada.
- Lydia, me ordenó ponerme de nuevo la otra braga que íbamos a comprar, devolvió el picardias y me dijo que me esperaba en la caja.
Cuando salí del probador todavía estaba empalmado, no había forma de bajarlo, así que me dirigí a la caja con la esperanza de irme lo antes posible de la tienda, puesto que ahora sentía que todas las dependientas me miraban.
Cuando estábamos pagando, se acercó una responsable y observó que en la bolsa solo había una prenda, el tanga rojo, pero en la factura ponía dos. Por lo que recriminó a la dependienta su error.
-Dependienta: No jefa no es un error, la que falta me ha indicado la señora que se la llevaba puesta el caballero.
Responsable: Señora, ¿es así? ¿Le importa que lo compruebe? Le pregunto a mi Ama.
Sí, es como indica la dependienta. Respondió Lydia, después se dirigió a mí y me dijo que le mostrará las bragas.
Yo apenas podía levantar la vista del suelo, pero sabía que si no cumplía la orden de mi Señora sería mucho peor, así que me desabroche los botones del pantalón y los abrí un poco para que se viera la gasa amarilla de mis nuevas bragas, el problema fue que también se asomaba por encima de la goma de las braguitas mi tremenda erección.
La responsable, se comportó como si estuviera totalmente habituada a este tipo de situaciones y dio la conformidad a la dependienta para que nos cobrara los dos productos, se despidió de nosotros y en voz muy alta, lo suficiente para que toda la tienda lo oyera, me deseó que disfrutará de mis nuevas braguitas.
En el coche, mientras nos dirigíamos a casa, Lydia me mostró su malestar por la tremenda erección que había mostrado en la tienda, así que me dijo claramente que no tendría ningún tipo de recompensa más durante esa semana.
Al llegar a casa, subimos al dormitorio para cambiarnos de ropa y mientras la desnudaba me ordenó quedarme en ropa interior y sentado en los pies de la cama. Abrió el cajón de la mesilla de noche y saco un bote de crema anestésica, se colocó un guante de látex y me esparció un buen chorro de crema en mi polla y huevos, la distribuyó hasta que mis genitales quedaron empalmados y cubiertos de crema. Por experiencias anteriores y que ya habéis leído, tenía claro que eso me dormiría totalmente la polla y los huevos.
Se fue a la cocina y preparó un bol de agua con hielos que llevó hasta el dormitorio y dejo en el suelo de la habitación, luego se fue al baño y dejando la puerta abierta se lavó su coño y culo mostrándome claramente como lo hacía. Cuando le tocaba a su coño se separaba todo lo que podía los labios y me miraba lascivamente a la cara, cuando le tocaba el culo, se separaba las nalgas y pasaba lentamente la esponja por su ojete totalmente depilado. Mi polla estaba a punto de reventar, pero sabía que no podía tocarme, mi excitación iba creciendo y mi Ama lo sabía,
Pasados unos diez minutos, me coloco dos condones y un aro de compresión en la base de mi polla, se subió a la cama, se tumbó boca arriba y me pidió, levantando sus piernas, que le comiera el culo. Me abalancé sobre él y la empecé a chupar su ojete con devoción, le intentaba meter la lengua, le soplaba dentro, la volvía a chupar… Ella empezó a gemir y poco a poco su culo se dilataba y abría obscenamente, “vamos cariño méteme la lengua” me decía con voz ronca. En ese momento intenté meterle toda la lengua que era posible, apretaba tanto incluso empezaba a notar en la punta mi lengua el calor del interior de su cuerpo. Pasados unos cinco minutos, mis bragas nuevas, de gasa amarilla, estaban empapadas de líquido preseminal que salía solo por la punta de mi miembro, por la simple excitación que tenía, pero sabía que no podía tocarme hasta que Lydia me indicará. Pasado un rato Lydia me ordeno que la follará por el coño, cosa que inmediatamente hice y rápidamente entendí porque me había puesto la crema y los dos condones… Tenía mi polla con una dureza como una barra de acero, soltando líquido, pero no notaba absolutamente nada, me la estuve follando durante un buen rato y en diferentes posturas hasta que ella se corrió por tercera ocasión. Exhausta me indicó que la dejará descansar y que metiera mis huevos y polla en el bol de agua fría que tenía en el suelo, debía estar así hasta que se me bajará la erección, así lo hice y una vez que mi polla estaba diminuta volvió a colocarme el cinturón de castidad y me indicó lo que tenía que hacer de cena.
-Señora, ¿Puedo comentarle una cosa?
- Lydia: Sí, dime.
-Estoy muy excitado, me duelen mucho los huevos y necesito correrme. ¿Sería posible que me lo permitiera?
-Lydia: Tampoco llevas tanto tiempo sin correrte, hoy me has defraudado en la tienda ¿Por qué debería dejar correrte?
-No puedo más Señora, me has puesto cachondisimo.
-Lydia: Es que eres muy guarro, mira que te gusta llevar ropa interior de mujer y que te humille delante de mujeres ¿verdad? Te gusta el tacto del liguero, las medias y la gasa de tus braguitas….
-Si señora, le conteste mientras mi polla se empezaba a endurecer dentro de su jaula.
-Lydia: Te permitiré desahogarte, tienes 20 minutos para hacerlo, pero será tu solo, con tu ropa interior de mujer, con el cinturón de castidad puesto y donde yo diga. ¿Conforme?
-Si señora, como usted desee. Gracias.
-Lydia, sacó del cajón un consolador de unos 18 centímetros y 5 de grosos con ventosa, se dirigió al jardín de la casa y lo colocó en el suelo, en el centro del jardín de nuestra casa.
-Afortunadamente era de noche y el jardín solo estaba alumbrado por las luces interiores de la casa, así que aunque alguien me viera solo vería una silueta y poco más.
-Lydia: El tiempo comienza ya.
-Rápidamente, aparte mis nuevas bragas, me unté bien de lubricante el ojete y me empecé a sentar sobre la tremenda polla que me había facilitado mi Ama.
-Cuando mi culo se había comido más de media polla, mi mujer apareció con la cámara del ordenador y un pequeño foco para emitir en directo por nuestra web.
-Poco a poco empecé a cabalgar sobre el consolador intentando correrme antes de los 20 minutos estipulados, gracias a la excitación que tenía rápidamente empecé a expulsar fluidos por mi encerrado pene y poco después mientras me sentaba sobre el suelo de jardín con los 18 centímetros dentro de mis entrañas, una especie de torrente de semen salía de forma continua del mismo. Una vez que terminé, abrí los ojos y vi que Lydia seguía grabando. Sabía lo que eso significaba, mi humillación continuaba un poco más, tenía claro que es lo que debía hacer, pero parecía que mi mente no me lo permitía… Lydia se empezó a impacientar y fue ella la que dio la orden mientras seguía grabando.
-Cariño, limpia todo esto que tengo hambre y tienes que hacer la cena.
- Poco a poco me levanté, me puse en el suelo a cuatro patas, con el culo totalmente dilatado, por los cinco centímetros de grosor de la polla que me acababa de follar, hacia la cámara y comencé a chupar todo el semen que había en el suelo. Cuando todo estuvo limpio Lydia paró la grabación.
Cenando me explicó que el siguiente paso que quería dar en mi educación era la eliminación del cinturón de castidad para que la ropa de mujer me quedará bien, para eso era necesario que mis erecciones disminuyeran y me fuera acostumbrando a no empalmarme nada más que cuando ella ordenará, por lo que en las próximas semanas realizaríamos muchos ejercicios en esa línea, también quería que cuando estuviéramos en casa me empezará a poner su ropa habitual, faldas, blusas y zapatos de tacón, pero eso será otra historia que ya os contaré.
Muchas gracias a todos por vuestra atención y disculpad si hay algunos errores literarios, como ya os he comentado yo no soy un escritor y lo único que pretendo es compartir con vosotros las fantasías eróticas que me entretienen en mis noches.