Cómo me convertí en un sumiso. Semana 4 y Final

Relato de la última semana de la fantasía heterosexual de un posible sumiso en la cuarentena.

Al amanecer el lunes de la última semana yo pensaba que mis huevos iban a explotar llevaba semana y media sin correrme y además Lydia me tenía prácticamente las 24 horas del día excitado.

No duchamos juntos y Lydia me ordenó enjabonarla y asearla lo que me permitía tocarla todas las partes de su cuerpo, para mi suponía un maravilloso premio y una gran tortura, porque mi excitación se incrementaba pero realmente no tenía ni un solo premio. Mientras nos vestíamos, yo con unas bragas brasileñas de tul negro transparente y unas medias con liguero también negras, Lydia me comentó:

-Cariño, esta semana es la última de tu adiestramiento. Será la más importante y te supondrá grandes esfuerzos pero también podrás tener grandes recompensas, dependerá de ti. El domingo hablaremos sobre este asunto y deberás evaluar qué quieres realmente sobre nuestra relación sexual.

-Gracias, Señora. Intentaré estar a la altura de sus deseos.

-Por cierto, cuando salgas de trabajar esta tarde pasa a buscarme, nos vamos a cenar y luego al cine.

-Perfecto, allí estaré.

A la hora acordada la recogí en la puerta de su empresa y nos fuimos a un restaurante de moda donde ella tenía una mesa reservada. Al montarse en el coche su minifalda se le subió dejando a la vista sus maravillosas piernas, enfundadas en unas medias de color negro también con portaligas, no se molesto en bajarla por lo que durante el viaje yo podía contemplar las maravillosas piernas de mi Señora. Cuando estábamos de camino me dijo que me desviará hacía un polígono industrial que está a las afueras de la ciudad. Yo empecé a temerme lo peor, pero mi pene empezó a ponerse como una piedra porque también sabía que algo se avecinaba...

-Para el coche aquí mismo, me dijo al llegar a una calle en la que no había un alma, mientras la luz del sol prácticamente había desaparecido.

-OK.

-Desnúdate baja del coche.

-Pero tu estás loca, no me lo voy a quitar.

-No me enfades, no tienes opción, sabes que me perteneces y además te puedo obligar.

Empecé a gimotear y a pedir clemencia, pero solo me sirvió para impacientar más a Lydia y que su cabreo fuera en aumento. Hasta que sacó del bolso una pinzas y una cadena que servían para pinzarme los pezones y la polla y unirlo todo una cadena que caía por el pecho.

-Mira, sabes para que sirve ¿No? Pues obedeces ahora mismo o te lo pongo y no te lo quito hasta que tengamos que ir a un hospital.

Hasta hace un mes sabía que mi mujer no era capaz de hacer esas cosas, pero el cambio de actitud que había tenido me hacía dudar sobre si hablaba en serio o no, así que decidí obedecer. Total no había nadie en el polígono y prácticamente no había luz.

Baje del coche, no me podía creer lo que estaba haciendo, me dirigí hacia su puerta para abrirla y afortunadamente mi pene estaba totalmente flácido lo que para mi subconsciente significaba que la situación de humillación no empeoraba.

Cuando ella bajo del coche se incorporó y me puso un collar de cuero con una arandela a la altura de la luz, a dicha arandela unión una cadena metálica y me ordeno que me pusiera como un perro. Estuvo paseándome durante 5 minutos dando vueltas al coche sin que nadie nos viera y entonces me pidió que me incorpora, me dio un beso lascivo y me quito el collar.

-Suficiente, vístete y móntate en el coche, nos vamos a cenar.

Llegamos al restaurante y nos sentamos en una mesa muy acogedora que estaba ubicada en un rincón al fondo de un local con muy poca luz, yo pasé al fondo y mi mujer se quedó en la parte de la mesa por donde venían los camareros. Como era lunes prácticamente no había gente en el restaurante lo que supuso un gran alivio para mí.

Pedimos la comida y la bebida, que pronto fue servida por los camareros. Nada más empezar a comer Lydia me dijo:

-Quiero que comas con los pantalones bajados hasta los tobillos.

-Yo dude unos segundos, pero después de analizar el local decidí que nadie podía verme, así que me desabroche el pantalón y lo bajé. Cada vez que venía el camarero me moría de la vergüenza por si me pudiera ver, así que no levantaba la cabeza del plato y me arrimaba lo máximo posible a la mesa.

Terminamos de cenar y nos fuimos al cine sin más sobresaltos.

A la mañana siguiente continuamos con la rutina de la ducha y de la vestimenta pero en esta ocasión Lydia me dijo que el viernes venían a cenar a casa dos compañeras suyas del trabajo, así que teníamos que ir a por la compra de lo que íbamos a servir (pescado fresco y vino blanco)

El martes, Lydia llego pronto a casa y después de mi exhibición diaria corriendo por las calles enseñando mis bragas me ordenó enjabonarla. Estuvo todo el rato restregándose contra mi cuerpo mientras lo hacía e incluso se abría exageradamente de piernas para facilitar mi acceso a sus sitios más íntimos. El resumen es que después de la ducha me puso como una moto y mi pene y mis huevos estaban hasta morados por no poder aliviarse, lo que me producía un tremendo dolor en las pelotas. Yo no aguantaba más y le sugerí a mi Señora que si sería posible aliviarme porque me encontraba realmente mal.

-¡Pero cuantas veces te tengo que decir que durante este mes no tienes voluntad ninguna! ¡Súbete a la cama y ponte a cuatro patas ahora mismo!

Así lo hice mientras ella desaparecía del dormitorio, pensé que sería duramente castigado por mi atrevimiento. Estaba maldiciendo mi suerte cuando a los pocos segundos Lydia volvió a la habitación, me ató las manos a la espalda y se puso detrás de mí para empezar a masturbarme en esa posición. Estaba disfrutando de lo lindo del trabajo de mi Ama, cuando de repente empecé a sentir un escozor tremendo en mi polla, cada vez era más insoportable, hasta tal punto que parecía que se me estaba quemando el rabo.

-Señora, no puedo más me escuece muchísimo, para por favor.

-Pero en qué quedamos, no querías aliviarte, ¿Sabes que mi tiempo es oro y lo estoy perdiendo aquí contigo? Venga termina rápido que tengo que hacer cosas.

-Era imposible correrse, mi ama seguía subiendo y bajando su mano por mi miembro pero me dolía tanto que poco a poco mi miembro se fue poniendo flácido.

-Pero bueno, ¿qué te ha pasado, no querías aliviarte?

-Señora, es que no puedo, me duele muchísimo.

Entonces mi Ama me dio la vuelta y me puso boca arriba, se sentó sobre mi cara y me pidió que le comiera el coño hasta nueva orden. Encantado de la orden recibida me puse a la tarea, mi polla empezaba a recuperarse lentamente y el picor empezó a desaparecer. Cuando Lydia se había corrido un par de veces mi miembro ya estaba otra vez en forma y dispuesto para correrse. Por lo que mi Ama empezó otra vez a masturbarme sin cambiarme de posición para que la siguiera comiendo el coño y lamiendo el culo. Yo tenía los brazos dormidos por la postura y pronto el picor volvió aparecer.

Mi cara debía ser muy esclarecedora, porque mi Señora se debió dar cuenta de mis apuros y me dijo.

-O te corres ya o me voy, tienes un minuto. Ella incremento frenéticamente el ritmo provocado por el tercer orgasmo que tenía gracias a mis lamidas.

Fue imposible terminar, tenía la polla al rojo vivo, así que ella se bajó de mi cara, me desató y me mostró sus manos llenas de restos de guindillas picantes.

-Espero que hayas aprendido la lección, ¡tú no pides NADA!

La semana pasó sin más sobresaltos, tuve que masturbar en alguna ocasión a Lydia y todas las mañanas la enjabonaba en la ducha y me vestía con su ropa interior.

El viernes después de trabajar llegamos a casa, preparamos la cena y nos fuimos a la ducha para arreglarnos para recibir a las invitadas. Cuando me preparé para vestirme me llamó la atención que, como de costumbre, los viernes, estaba preparado mi cinturón de castidad, pero no había ropa interior y además estaba también mi plug-joya. Sin demorarme mucho me puse ambas cosas y me fui a buscar mi ropa.

No la encontré en su sitio habitual, así que me fui a buscar a la Señora para preguntarle cuales eran mis instrucciones.

-Señora, no encuentro la ropa para esta noche.

-Normal, estarás todo el rato tal y como estás ahora. Nos servirás la mesa y atenderás todas las ordenes, tanto las mías, como las de mis amigas.

Otra vez le grite que ni de coña iba a obedecer esa locura, me dirigí hacia el armario y cogí unos calzones y unos pantalones que me puse rápidamente. No se porque mi subconsciente me decía lo contrario ya que mi miembro estaba intentado ponerse duro dentro del cinturón, yo no me lo podía creer pero aunque mi cabeza pensaba una cosa mi pene decía todo lo contrario.

-Empiezas mal tu último fin de semana de sumiso, o te comportas o recibirás ahora mismo un castigo que seguro no te gusta.

-Que me dejes, se te ha ido la pinza tía. No pienso obedecerte, es una puta locura.

Lydia, me dio un bofetón y aprovechando que no tenía la camisa puesta, me pinzó los pezones. Luego me bajó los pantalones y me pinzó también el pene uniendo todas las pinzas con unas cadenas. Cuando estuvo todo puesto, agarró la cadena que colgaba por mi pecho y dio un tirón lo más fuerte que pudo, lo que provoco que todas las pinchas saltaran de golpe, provocándome un dolor insoportable que me obligo a tirarme al suelo.

A continuación se fue a la cocina y me llamó para que fuera, cuando llegue a la puerta me dijo que me parará y derramo una bolsa de garbanzos por todo el suelo de la cocina. Después se sentó en un taburete y me pidió que le pusiera una copa.

El dolor que produce andar descalzo sobre los garbanzos os aseguro que no es normal, a duras penas podía poner el pie en el suelo, así que tener que ir y venir varias veces fue un autentico calvario, cuando acabe Lydia saboreó la copa y me dijo:

-Cariño, llegados a esta situación tienes las siguientes opciones: La primera, recoges toda la cocina, terminas de preparar la cena y esperas, como te he ordenado, a que lleguen mis amigas. La segunda, recoges la cocina, terminas de preparar te visto con mi ropa intima y esperas a mis amigas. La tercera te vistes como quieras, haces lo que quieras y no me vuelves a comentar en tu vida nada sobre el asunto de los sumisos y las amas. Tienes una hora, piénsalo y me dices.

Estuve dándole vueltas a la cabeza y analizando el último mes, la verdad es que jamás pensé que me pudiera humillar ante alguien de la forma que lo había realizado y mucho menos que supusiera estar tan excitado hasta el punto de correrme, pero también es verdad que habiéndome corrido las mismas veces que en un mes normal, había conseguido estar completamente satisfecho a nivel sexual. Adoraba a mi mujer en todos los aspectos pensándolo fríamente, nadie que me conociera había visto nada de todo lo que me había pasado en el último mes.

En esos pensamientos estaba, cuando sonó el telefonillo del portal. Lydia se dirigió hacia él y tras una breve conversación abrió la puerta. Se dio la vuelta y mirándome me dijo:

-Bueno qué, ¿tenemos sirviente, sirvienta o acompañante para la cena?

Yo acache la cabeza y me baje los pantalones y los calzones. Y en voz baja y rojo como un tomate le dije:

-Sirviente, gracias Señora.

El timbre sonó y me dirigí a abrir la puerta totalmente desnudo, con un plug – joya en el culo y un cinturón de castidad puesto. Cuando entraron sus amigas yo no levanté la cabeza del suelo e intenté pasar lo más desapercibido posible simplemente dándoles la bienvenida y desapareciendo en la cocina.

Cuando se ubicaron en el salón empezaron a charlar de sus cosas hasta que mi ama en voz alta me llamó. Me dirigí hacia ellas sin mirarlas en ningún momento, pero notaba como las dos amigas de Lydia me miraban y cuchicheaban entre ellas. Mi pene estaba totalmente flácido e incluso parecía más pequeño de lo habitual por la vergüenza que estaba sintiendo.

-Cariño, tráenos unas copas de vino bien frio y un aperitivo.

-Ahora mismo, Señora. Conteste

Al darme la vuelta para marcharme, mi mujer tiro una servilleta al suelo y me pidió que la recogiera, por lo que al acacharme las invitadas tuvieran una vista única de mi culo bien abierto y el plug joya asomando por el mismo.

Las carcajadas se debieron escuchar hasta en el piso de al lado, mientras yo me dirigía a cumplir las órdenes de mi mujer, pensando que las cosas no podían ir peor pero no fue así ya que empecé a sentir como mi rabo se ponía duro como una piedra debido a la humillación que estaba sufriendo

Rápidamente abrí el vino y me dirigí al salón para servir las copas, al entrar en el mismo, las tres mujeres volvieron a estallar en risas lo que me provocó ponerme rojo como un tomate y que mi miembro quisiera romper el plástico que lo rodeaba. Terminé y cuando me fui a retirar Lydia ordenó que me quedara allí, así que me hice a un lado y esperé nuevas órdenes.

-Lydia, que bien adiestrado tienes a tu esclavo. Decía una de sus amigas.

-Yo mataría por tener uno así, decía la otra.

-Me ha costado mucho trabajo y esfuerzo domarlo como yo quería. Lo puedes utilizar para lo que quieras y raras veces se revela. En la cama ya es capaz de hacerte correr mil y una vez sin que él ni siquiera pueda empalmarse, solamente hay que ordeñarle de vez en cuando.

-¿Y hace todo lo que tu quieras?

-Claro, ¿quieres verlo? Ordénale algo tu misma.

-Esclavo, ponte a cuatro patas.

Sabía que no podía decepcionar a mi Señora delante de sus amigas, así que rápidamente me puse como ella deseaba.

-Bien, ahora da vueltas al rededor de salón.

Sin más demora empecé a andar a cuatro patas, mientras ellas seguían a sus cosas pero sin dejar de mirarme. Mi pene ya no cabía en el cinturón de castidad, realmente me dolía muchísimo, la excitación por la humillación sufrida me hacía temer que se me escaparan algunas gotas de liquido preseminal lo que sería aun más humillante todavía. Al rato mi Señora me ordeno servir la mesa... Me incorporé y empecé con las labores encomendadas, cuando estuvo todo listo se levantaron y se dirigieron hacia la mesa. La misma amiga que me había ordenado andar como un perro, cuando paso a mi lado me propino un tremendo azote que me hizo dar un pequeño salto y darme la vuelta por un acto reflejo para ver quien había sido, lo que provoco que mi Señora me mirará con cara desafiante por lo que entendí lo que tenía que hacer:

-Gracias, señora.

Las tres amigas se reían y alababan a mi Señora por lo que había conseguido, lo que a mí me llenaba de gozo y satisfacción. Como recompensa mi Señora decidió quitarme el cinturón de castidad y me envío a servir los platos.

Con toda mi hombría al aire serví la comida y estuve atento para que a ninguna les faltara nada de beber, mientras tanto ellas aprovechaban cualquier circunstancia para darme pellizcos en el culo, en los huevos o incluso en la polla cada vez que veían que se me ponía un poco flácida. Al servir los postres me quede paralizado, la amiga más atrevida tenía el móvil encima de la mesa con la pantalla encendida y en ella se veía una foto mía con las mallas blancas y las bragas brasileñas rojas con las que posé en el parque.

Ellas se dieron cuenta de la situación y mirándome se pusieron a ver en el teléfono de la otra amiga un video. Al acercarme, me quede blanco. En el video se veía a mi dueña con el arnés puesto mientras me sodomizaba hasta que consiguió ordeñarme sin darme nada de placer. Cuando acabo el video todas estallaron en un aplauso y felicitaron a mi dueña por la actuación. Mientras que se descojonaban de mi por el agujero que se me había quedado cuando me saco el consolador mi dueña.

Mis huevos estaban a punto de estallar, mi erección sin cinturón de castidad era obscena, jamás había visto mi polla de ese tamaño y con esa dureza, sinceramente a poco que me rozará con algo tendría un tremendo orgasmo y no quería pensar las consecuencias que eso podría tener.

Como pude terminé de servir la mesa y les puse los cafés quedándome a la espera de nuevas órdenes. Ellas tras una tertulia, decidieron dar por acabada la cena y entonces mi Señora se dirigió a mí y me felicito por el trabajo de esa noche y me anuncio que iba a tener mi recompensa en ese mismo momento.

-Miro a una de sus amigas y le dijo. Por favor, cariño haz los honores.

La que parecía más tímida, cambio el rictus de su cara y me ordenó ponerme a cuatro patas y ofrecerle el culo, en cuanto lo hice me saco el plug de un solo golpe y sin contemplación, para a continuación untarme de forma abundante con lubricante. Cuando acabo, se giro y le dijo a mi Señora que había finalizado su tarea.

Mi Señora ya tenía para entonces puesto su arnés y poniéndose detrás de mi procedió a penetrarme de un solo empujón. Comenzó entonces un bombeo mientras sus amigas y ella misma grababan fotos y hacían videos mientras gritaban todo tipo de comentarios sobre cómo debía empujar y en qué postura ponerme.

Cuando consiguió correrse dos veces, se retiró de mi y se agacho para realizarme una mamada que solo duró 10 segundos puesto que empecé a gemir y a correrme en su boca como nunca lo había realizado, hasta tal punto que a mi Señora se le salía la lefa por la comisura de los labios y se caía por la cara. Mis piernas me fallaron y caí al suelo como un guiñapo dándole las gracias a mi ama por la recompensa que finalmente había tenido, mientras mi señora se limpiaba los restos de la corrida y sus amigas se marchaban del piso volviéndola a felicitar por la maravillosa velada que habían pasado.

Esa noche recogió ella todo el piso, luego me acompañó a la cama y me dejó penetrarla tantas veces como pude y en las posiciones que desee. A eso de las 6 de la mañana ya ni siquiera se me levantaba y nos quedamos dormidos, ella chorreando semen por todos sus agujeros y yo totalmente satisfecho como nunca lo había estado.

Cuando nos despertarnos el sábado, nos duchamos y nos bajamos a desayunar. Mientras desayunaba ella miraba el IPAD hasta que en un momento dado me dijo, mira lo que he encontrado... ¿Te gusta?

Al incorporarme vi una web de videos porno, al fijarme más, vi que estaba consultando el perfil de un usuario de la página con nombre Nadia69 y en su perfil había estaban colgadas todas las fotos y videos que durante el último mes me habían realizado mi Señora y sus amigas. Afortunadamente mi Señora había distorsionado mi cara y la suya de forma que nadie nos podía reconocer.

Solo acerté a decir Gracias Señora y mostrarle mi incipiente empalme.

Continuamos desayunando y cuando acabamos me comento:

-Bueno cariño, pues hemos terminado tu mes de sumisión. ¿Qué te ha parecido? ¿Te ha gustado todas las situaciones que has vivido? Espero que no vuelvas a molestarme más con los temas del sexo y hayas tenido suficiente.

-Mi Señora, ha sido el mejor mes de vida. Jamás pensé que pudieras comportarte como una autentica Ama y mucho menos que se te ocurrieran las situaciones y humillaciones que he vivido. No pensé que lo que te proponía como juego fuera a cambiarme mi mentalidad y mi forma de pensar, estaría dispuesto si tu quisieras a vivir con este tipo de relación durante toda la vida.

-Ja, ja. Se reía Lydia mientras me acariciaba la cabeza. ¿Tanto te ha gustado?

-Sí. Eres una Ama increíble, te serviría siempre y para lo que desearas.

-La verdad es que a mí también me ha gustado mucho, me comentaba ella. No creía que mi cabeza pudiera estar todo el día dándole vueltas al sexo y mucho menos pensar todas las humillaciones que te he preparado. Es la primera vez que he estado cachonda todo el mes y me he conseguido correr como nunca. Pero la verdad es que no tengo muy claro que nuestra relación pueda derivar a estos roles para siempre

-Mi Señora, yo podría seguro y usted este mes ha estado increíble ¿no?

-No lo tengo nada claro, además no sé si mantener estos roles es lo que más me guste, quizás me gustarían otras cosas.

-No te entiendo lo que me dices, ¿Qué quieres decir? Háblame claro y con franqueza.

Lydia, se reclinó en el asiento y tras unos segundos de pausa respiró hondo y me dijo:

-¿Podríamos adaptar estos roles solo de vez en cuando?

-No, me convence pero lo que tú quieras.

-¿Por qué?

-Hemos estado 20 años juntos para vivir un mes como este. Tu mentalidad podría a volver a ser como antes y si eso pasa no creo que ese de vez en cuando sea en unas fechas próximas.

-No me entiendes, lo que quiero decir es que esta nueva filosofía me ha gustado mucho, y me ha encantado ser tu Ama, pero también me gustaría probar a mí a ser tu sumisa.

-¿CÓMO?

-Es increíble que con todo lo que te he humillado te haya gustado tanto, el verte prácticamente todo el mes con tu miembro a punto de estallar y correrte como te has corrido me deja alucinada. Necesito saber que has sentido para que seas capaz de aceptar a ser mi esclavo. ¿Qué te parecería intercambiarnos los roles mes a mes?, Es decir, desde mañana yo seré tu sumisa y tu mi amo, hasta el próximo día 30 que tu volverás a ser sumiso y yo Ama.

Yo estaba alucinando, la verdad es que no se si sería capaz de darle lo mismo que ella había conseguido, pero la idea de tener a mi mujer todo un mes a mi servicio también me llamaba mucho la atención. Además, este sistema nos permitía tener un cierto control con las humillaciones y ordenes porque de pasarte con alguna de ellas el próximo mes podrías sufrirla tu mismo en tus carnes.

-¿Estás segura? Ten claro que no es nada fácil. He tenido que vaciar mi mente de muchos prejuicios para poder soportar lo que me has humillado, ¿Tú estás preparada? Lo digo porque una vez que acordemos este juego, tendrás que estar un mes completo y no hay marcha atrás.

-Si quiero saber que has sentido, estás muy cambiado y se te ve tremendamente feliz.

-Si te parece, podemos acordar romper este tipo  de relación siempre que uno de los dos quiera, pero siempre cuando sea el cambio de papeles y nunca en medio de un mes.

-OK, mañana seré tuya.

Estimados lectores eso ya será otra historia que espero poder contaros en un futuro. Os pido disculpas por los errores que hayáis podido encontrar en esta historia, pero yo no soy escritor, soy un simple aficionado al sexo con unas ganas irrefrenables de probar cosas. Ante esa imposibilidad me permito la licencia de escribir estas cosas para compartirlas con quién desee leerlas.