Como me convertí en un perro lamedor.

Cómo pase de ser un chico de éxito profesional y social a perro lamedor de niñatas consentidas.

Teno 35 años, buen cuerpo, varonil  y de buena posición social. Soy empresario y nunca he tenido problemas con las mujeres.

Des de hace 3 años mi vida sexual ha cambiado mucho. Antes salía con mujeres, mantenía relaciones más o menos cortas y tenía una vida sexual bastante activa. Hasta que conocí a Ana…. Y ahora que me ha abandonado soy como un perro sin dueño

Ana es la hija de un cliente. Su empresa es más pequeña que la mía y su padre me hacía bastante la pelota, por cuestiones comerciales le interesaba estar en buenas relaciones conmigo.

A ella la conocí en una reunión de trabajo, ayudaba a su padre tomando notas mientras aprendía  el negocio familiar. Tenía 20 años, bonita de cara y con el cuerpo normal para chicas de esa edad. Parecía que no le importaba demasiado el trabajo, se comportaba como la niña mimada, que se cree que su padre es mucho más rico de lo que es en realidad y que puede hacer lo que quiera porque  tiene la vida solucionada. En realidad era un poco cateta y ordinaria, pero por el hecho de tener dinero se comportaba como si estuviese por encima de todos.

A los pocos días coincidimos por casualidad en un bar de moda de Barcelona. Por lo visto su padre le había hablado de mí, porque se mostró especialmente simpática y atenta.

Estuvimos charlando y la invité a un par de copas. Al final la acompañé al piso que compartía con una amiga y nos acabamos acostando.

Me llamó un par de veces más, la volví a invitar y acabamos igual. Me llamaba cuando estaba de fiesta, creo que se animaba con el alcohol y se acordaba de mí. Todo normal, pero poco a poco la cosa fue evolucionando, sin haberlo planeado.

La tercera vez pasó lo mismo, me llamó, le pagué las copas pero se encontró con unos amigos. Me sentí un poco desplazado por lo que acabé invitándolos a todos para integrarme. Al final ella se fué con ellos y yo sólo a casa.

Al día siguiente me llamó para hablar, resulta que se había acostado con uno de ellos y le "sabia mal" haberse aprovechado de mi, que los hubiese invitado y encima, follarse a otro al que yo se lo había pagándoselo todo. Le dije que era normal, que era joven y debía hacer su vida, que no me importaba, éramos amigos que nos acostábamos de vez en cuando, pero también debía ir con chicos de edad, yo ya me daba por satisfecho.

A partir de allí todo degeneró.

Me llamaba para que pagase. Cuando se animaba, creo que les decía a sus amigos que tenía un tonto que la invitaba siempre y para demostrárselo me llamaba. Y tenía muchísimos amigos!  Al principio me quedaba y alguna vez se acostaba conmigo, pero poco a poco fue tratándome peor. Ya no disimulaba y con el alcohol se soltaba más. Yo pagaba y veía que ellos se reían de mí, incluso una vez mientras estaba yo en la barra, pidiendo para todos vi que se estaba enrollando con otro.

El punto de inflexión fuerte fue una ocasión en que nos quedamos ella, un chico que no conocíamos que se había acoplado y yo. Pensaba que lo despediríamos y me quedaría con ella, pero no...Pasamos por un hotel y me soltó que se quedaba con el chico ese, pero que no llevaba dinero. Les pagué la habitación y me fui a casa.

Al dia siguiente me llamó des de el hotel, el chico se había ido a trabajar y aun tenia la habitación disponible hasta las 12. No se anduvo con muchos rodeos, tenía ganas de follar y se había quedado sola, además consideraba que me debía un polvo.

Como un tonto fuí, a pesar de todo estaba muy cachondo y no me pude resistir.

Ella cada vez era más consciente de que podía hacer lo que le diese la gana, sabía que yo haría cualquier cosa por meterme entre las piernas.

Esa mañana se destapó del todo. Me hizo chuparle el culo, me dijo que el otro  la había follado por detrás y lo tenía irritado. Mientras se lo lamia me iba contando cómo la habían follado, y lo bien que le iba tener a un tonto como yo que la aliviase.

Des de ese día, cuando tenía una noche  de sexo iba yo detrás para aliviarla con mi lengua. Me convertí oficialmente en un perro lamedor, como ella me llamaba

La cosa fue a más, me insultaba y humillaba por capricho, A veces hasta me llamaba mientras follaba, para prepararme porque le estaban pegando una enculada de campeonato.

Los domingos, hubiese ligado o no, tenía que ir a su piso chuparla mientras miraba la tele y se recuperaba de la resaca.

Hasta que un domingo nos pilló su compañera de piso, ella abierta de piernas y yo arrodillado lamiendo.

  • A caso te he dicho que pares, perro?- Me quedé helado del susto, pero especialmente excitado, así que hice lo que hacía siempre, obedecer.

  • No, ama. Perdona.

  • Es que pareces tonto, cualquiera sabe chupar coños y ni siquiera eso puedes hacerlo bien. Para, que ya me has cansado.- Y dirigiendo se a su compañera de piso le dijo:

  • Quieres probarlo? Es un inútil, pero quizá te sirve.- Yo me quedé helado, su amiga era bastante fea y además obesa. Nunca me hubiese acostado con una chica así.

  • Sí, ven aquí perro. Quiero que me comas el coño.- Se subió la fada, se quitó las bragas y sentándose en el sofá bien abierta me enseñó un coño peludo especialmente asqueroso.

  • A qué esperas? No eres un perro lamecoños? Pues venga.- Me arrastré de rodillas hasta ella y haciendo de tripas corazón empecé a chupar.

  • Jajaja! Míralo, si hasta esta trempado! Como te gusta, eh?- Para mi sorpresa era verdad, la situación me excitaba y a mi pesar tenía una erección indisimulable

  • Puedo hacerme una paja? –Pregunté

  • Sí perro, pajeate, porque nosotras no te vamos ni a tocar

Ese domingo lo pasé chupándolas a las dos por turnos, aguantando sus sornas y humillaciones. A cada nuevo insulto y vejación me sentía más excitado, sin poder reprimir un impulso irrefrenable de masturbarme cada pocos minutos después de correrme.

Cada vez que me hacia una paja, ya fuese chupándoles el coño o el culo, era una nueva explosión de risas y humillaciones, lo que sólo hacia aumentar mi instinto masturbatorio y excitación

A partir de ese día iba a su casa varias veces por semana, las chupaba aunque estuviesen mirando la tele, hablando por teléfono e incluso comiendo,  debajo de la mesa. Ellas, o pasaban y me ignoraban totalmente o se reían de mí, me insultaban, escupían e incluso a veces me pegaban bofetadas mientras yo no podía para de masturbarme

En alguna ocasiones Ana me hacia esperar en otra habitación mientras ella se acostaba con alguien. Así no tenía que esperar a que me desplazase y podía limpiarla y aliviarla enseguida, a veces incluso delante del recién follador.

Se dieron muchas más situaciones de este estilo, pero no quiero aburrir demasiado.

Ahora Ana se ha ido a vivir fuera de Barcelona y su amiga no me llama.

Sigo buscando a esa chica o grupo de amigas que necesiten un perro lamedor pagafantas, mientras no las encuentre soy como un perro sin dueño.

Evidentemente la historia es verídica, aunque los nombres están cambiados

Para comentarios y sugerencias  mi correo es: perrolamedor@hotmail.com