Como me convertí en un juguete (2)

Las consecuencias de lo ocurrido en la playa empiezan a dejarse notar al día siguiente, cuando recibo una llamada de Héctor invitándome a jugar al Poker.

Aquel día amaneció diferente al resto. Después de lo ocurrido la noche anterior en la playa, tenía la sensanción de que algo iba a cambiar. Pese a haberle sido infiel a mi novio, no me sentía mal por ello, pues me refugiaba en las palabras de Héctor anunciando que él ya me lo estaba siendo a mi y, en cierto modo, me sentía bien con aquella pequeña venganza y, para que negarlo, satisfecha por poder haber cortado aquella sequía amorosa.

Joaquín ni se enteró de lo ocurrido. Nuestros amigos nos llevaron a casa y yo lo acosté para que durmiese la borrachera y, al día siguiente, no recordaba nada de lo ocurrido. Cuando me preguntó yo simplemente le dije que se había emborrachado, había montado un numerito y que había tenido que pedir que nos devolviesen a casa. Era mentira, pero me gustó ver como él se avergonzaba de lo "ocurrido". Las consecuencias de aquella infidelidad empezaron a notarse a las pocas horas de haber comido cuando, de repente, sonó el móvil de Joaquín y me dijo que Héctor nos invitaba a su casa a jugar una partida de póker.

Yo no tenía ningún problema en ir, pero Joaquín no quería pues le daba corte después del "numerito" de la noche anterior y se excusó con Héctor diciéndole que no se encontraba bien por la resaca. No le gustó mucho que yo dijese que iría sin él, pero no protestó demasiado y se encerró en su cuarto. Al rato pude oír el ruidito de unas explosiones y disparos y adiviné que no había tardado mucho en volver con su consola. Pasaba más tiempo con ella que fuera de casa.

Me vestí inmediatamente. La ropa que escogí fue lo primero que encontré, un tanguita rosa, sin sujetador, unos shorts de gimnasia cortos a la altura de muslo y, ya que había salido aquel pantalón, un top a juego de tirantes. Era lo que solía ponerme cuando salía a hacer footing o a hacer cualquier deporte. Le grité a Joaquín que me iba y bajé al portón. Al cabo de un cuarto de hora de espera llegó Héctor con el coche y me subí delante con él. Me dio dos besos y arrancó el coche. Estuvimos hablando tranquilamente durante un rato, sin comentar nada de lo que ocurrió el día anterior pero, cuando le pregunté que planes tenía para la tarde, el me sonrió y me pasó su móvil. No tardé en encontrar el vídeo que me habían grabado la noche anterior, en el que salía realizándole una felación.

-Vamos a jugar al Strip Poker y castigo -Me dijo divertido- Si te niegas, ese vídeo podría difundirse "accidentalmente"

Asentí algo frustrada. Se estaba aprovechando de la situación, pero no me preocupaba pues en los juegos de azar solía ser muy buena. No se me ocurrió borrar el vídeo, sabía perfectamente que él habría tomado precauciones y tendría alguna copia por ahí. De repente, el coche se paró y el estacionó en una zona poco transitada, un polígono industrial que, a esas horas, estaba vacío. Sus intenciones fueron claras desde el principio, pues se desabrochó el pantalón y en menos de dos segundos tenía el miembro, en estado pre-erección, fuera de los pantalones. No se molestó en, como el día anterior, seducirme, solo me guiñó el ojo palpándose el bolsillo donde tenía el móvil.

Él conocía ese punto débil que tenía. Héctor no era un figurín, sus atributos principales eran simplemente su altura, cercana al metro noventa y, como comprobé hace apenas un día, su miembro. Aproximadamente de veinte centímetros, gruesa y bastante más grande que la de Joaquín. Él sin duda sabría la diferencia de tamaño y se aprovechó de ella el día anterior para hipnotizarme. Suspiré derrotada y me acomodé en el asiento, inclinando la cabeza y comenzando a lamerle el tronco. Su cuerpo reaccionó y alcanzó la erección en poco tiempo. Él carraspeó impaciente y me introduje el miembro en la boca.

Él se recostó tranquilamente en el asiento, con las manos en la cabeza, dejándome a mi todo el trabajo. Me paseé su miembro por la boca, acariciándolo con la lengua e intentando alcanzar, sin éxito, la base del tronco en cada movimiento de mi boca, cada vez a mayor velocidad durante alrededor de diez minutos, lo que tardó él en agarrar mi cabeza con las manos, empujarme hacía abajo, forzando que su miembro entrase entero en mi boca y mi garganta, provocándome una arcada y eyaculando copiosamente. Él se aseguró de que yo tragaba todo el semen, no dejándome mover la cabeza durante un buen rato hasta que terminaron sus espasmos y me dejó alzarme, tosiendo.

-Bien hecho nena -Me "felicitó"- A partir de ahora serás mi juguetito y, si te portas bien, te daré el "biberón" todos los días

-Idiota -Le respondí algo humillada por el trato que me pretendía dar

Él me sonrió y se abrochó los pantalones, arrancando el coche y poniendo rumbo, ahora sí, a su casa. Durante el trayecto yo estuve pensando en sus declaraciones algo disgustada, pues no me agradaba la idea de ser un objeto de usar y tirar por el capricho suyo, pero sabía que si no le obedecía él difundiría el vídeo sin pensárselo y esa idea me aterrorizaba. No por Joaquín o por los demás amigos del grupo. Él conocía a amigas mías, a mis padres y a gente de mi círculos personal y sin duda escogería los adecuados para fastidiarme al máximo.

Me tragué el orgullo y suspiré conocedora de que por ahora no podía hacer nada. Finalmente llegamos a su casa, situada en el pueblo cercano a donde vivimos Joaquín y yo y entramos a su casa, un chalecito-pareado de una urbanización. Allí nos esperaban el resto, entre los cuales estaban Rubén, su novia Tatiana, otro de nuestros amigos llamado Jaime y, para mi sorpresa, uno de los chiquillos que aparecieron anoche, visiblemente nervioso ante mi presencia. Héctor me puso su mano en el trasero y me dio un empujoncito hacía ellos. Nos saludamos con unos besos y casi de inmediato Rubén sacó una baraja de cartas y me encontré sentada alrededor de una mesa oval junto a ellos, quedando Rubén y Héctor a mis lados, el chico al lado de Héctor y Tatiana entre Rubén y el chico. Jaime dijo que no quería jugar y que se iba a tomar una ducha. Héctor asintió y le indicó donde estaba el baño, mientras el resto esperábamos. Me preparé mentalmente para no dejarme vencer y las cartas volaron hacía las manos de sus dueños.

-Las reglas son sencillas -Anunció Rubén, nuestro "experto" en esos juegos- Si abandonas antes de la ronda final, te salvas, si estás en la última mano, arriesgas. Los supervivientes en la última mano muestran sus cartas y el ganador gana el derecho a imponer el castigo. Si quedan más de dos, el perdedor se define en aquel que tenga menor puntaje y es el que sufre el castigo. No se puede imponer castigo hasta que el perdedor no disponga de más prendas que ofrecer como salvaguardia y se pueden imponer castigos que afecten a terceros siempre y cuando este consienta. En las prendas, zapatillas y calcetines siempre son la primera, luego a voluntad pero esas prendas el vencedor puede elegir quitárselas al perdedor

Todos asentimos y yo sonreí ante mi mano y realicé un par de descartes, y fueron abandonando los demás participantes excepto el chico desconocido y yo, quedando sobre la mesa un rey, dos sotas, un cinco y un tres. Saqué mi mano con dos reyes y sonreí nuevamente mostrándoles mi "Full", segura de mi victoria, pero el chico se tomó su tiempo y, para mi sorpresa, tiró dos sotas, formando un póker que demolía mi mano.

Antes de que me dijesen nada, solté un gruñido y me deshice de mis deportivas y de los calcetines, arrojándolos a unos metros detrás mía, mientras Rubén recogía las cartas y volvía a barajar. Reuní toda la suerte que podía conseguir y con un solo descarte me aseguré de incluso superar la mano del chico en la anterior partida, formando un poker de reinas, quedando sobre la mesa dos reinas, una sota, un nueve y un dos. Nuevamente solo quedamos en la última mano el chico y yo y cuando saqué el poker de reinas vi complacida un gesto de sopresa en su rostro. Pero repentinamente ese gesto cambió a uno burlón y sacó de su mano un diez y un rey. Todos sonrieron y yo miré las cartas horrorizada. El diez y el rey eran de corazones, igual que una de las reinas, la sota y el as que habían en la mesa. Había ganado con una escalera de color.

Le miré incrédula, pero Rubén me miró una cara que solo decía "Las reglas son las reglas" y elegí de prenda los shorts pero, cuando me levanté para quitármelos, el chico se acercó a mí y dijo que elegía quitárme la prenda él y que me sentase sobre la mesa. Lo miré con algo de odio pero todo el temor que tenía al principio se había sustituido por una expresión de confianza y, en cierto modo, superioridad. Hice lo que me pidió y él me abrió las piernas, agarrando mis shorts y, tomándose su tiempo, desprendiéndome de ellos.

Volvimos a nuestros puestos y las cartas volvieron a repartirse. Algo mosqueada decidí abandonar en las siguientes partidas y, para mi nueva sorpresa, se realizó una ruleta un poco sospechosa en la que los demás perdieron una sola partida cada uno quedando descalzos. En la siguiente me volví a unir esperanzada con la mano que tenía y arriesge en la última mano, quedando por tercera vez sola con el chico y sacando a la mesa un nuevo full con tres dieces y dos cuatros. El chico se volvió a tomar su tiempo y al poco rato sacó el también un full...de tres sotas y dos cincos. Me quedé boquiabierta sin entender en ese momento la "casualidad" y tan solo pude simplemente soportar como el chico volvía a dirigirse hacía mi y me quitaba el top, tomándose la libertad de manosear mis pechos por el camino y dejándome con solo el tanga puesto.

Con algo de miedo debido a la poca ropa que me quedaba, abandoné en las siguientes tres partidas. Tatiana perdió los pantalones vaqueros y el chico que me había destrozado tres veces perdió los pantalones y la camiseta, quedando con solo unos boxers negros y visiblemente empalmado, cosa que no disimulaba. Héctor le susurró algo al oído y el asintió. La siguiente partida volví a quedar cara a cara con él, extrañada de que siempre que llegaba a la última mano solo quedase él. Ya ni me soprendí cuando el rompió mi escalera de color con una escalera real, aprovechando que sobre la mesa estaban una reina, una sota y un diez del mismo palo y sacando él un rey y un as por mi nueve y ocho. Me hizo tumbarme sobre la mesa y casi con devoción empezó a bajarme el tanguita, tomándose su tiempo y flexionando mis piernas juntas, mirándome descaradamente el sexo.

Volví a mi asiento roja como un tomate, mientras Héctor me silbaba y Tatiana se reía por lo bajini de algo que solo ella sabía. La siguiente partida volví a llegar a la final pero, para mi sorpresa, junto a aquel chico también había sobrevivido Tatiana. Había acabado con una mano bajita, pues me había marcado un farol, y el chico me sonrío sacando la misma tirada que yo, dobles parejas empatados a dieces y seises. Tatiana ganó y sacó un trío de dieces.

-Bueno, tenemos un empate de perdedores -Anunció Rubén- Haber como lo solucionamos

-Bueno, haré prenda y castigo a la vez -Anunció Tatiana mirándome directamente- Vicente perderá los boxers y el castigo de Alejandra será quitárselos ella

Todos parecieron conformes con la idea, menos yo claro. Miré al chico, que al parecer se llamaba Vicente y me acerqué a él mientras el se alzaba. Me arrodillé delante suya y llevé mis manos a los costados de sus boxers, pero Tatiana me dijo que no.

-Debes quitarle los boxers...pero con la boca

La miré incrédula, pero ella no cedió y Vicente me acarició el cabello invitándome a proceder. Miré a Tatiana con un poco de rencor y con los dientes agarré la tela de su ropa interior y empecé a estirar hacía abajo. No fue fácil y finalmente me tuve que ayudar con las manos hasta que finalmente su miembro totalmente erecto salió como un resorte, golpeándome en la cara. Jacinto hizo un poco de presión y me impidió apartarme, restregándomela durante unos instantes por el rostros hasta que por fin me liberé y, con una mirada de odio, me volví a mi asiento. Había algo raro, sin duda estaban haciendo trampas, pero no conseguía ver el momento.

Me decidí a no participar durante unas partidas, buscando ansiosa donde estaba el truco, pero no sirvió para nada. Como si estuviese acordado, tanto Rubén como Héctor acabaron en calzoncillos y Tatiana perdió toda su ropa, ropa que fue Héctor quien se la quitó ante la vigilancia de Rubén. En la siguiente partida vi que Vicente se retiraba y me animé, quedando contra Héctor que me volvió a ganar superándome un full. Me miró de arriba a abajo y me sonrió con crueldad, señalando a Tatiana.

-Tú castigo será...comerle el coño a Tatiana -Anunció arrastrando las palabras

-Acepto -Dijo inmediatamente ella, abriéndose de piernas

Miré suplicante a Rubén pero este me ignoró y me levanté, yendo directamente hacía ella y arrodillándome entre sus piernas. Volví a escuchar un "clic" e inmediatamente supe que estaba perdida, pero Tatiana no me dejó pensármelo y me rodeó la cabeza con sus muslos y empecé a lamerle la vagina, deslizando mi lengua por su sexo y dentro de él, mordiéndola suavemente mientras mis manos se agarraban a sus piernas. De repente, sentí una mano furtiva acariciar mi trasero e intenté forcejear, pero Tatiana aumentó la presión con sus muslos y me sujetó todavía más la cabeza con las manos, así que solo pude resignarme a sentir como aquella mano comenzaba a masturbarme. Sabía que Rubén no era, pues estaba al lado de Tatiana y podía ver por el rabillo del ojo como la estaba besando en ese momento.

Tatiana tuvo un orgasmo a los pocos minutos y cuando se aseguró de que yo había limpiado hasta el último resto de sus flujos vaginales me liberó de su prisión. La mano furtiva se alejó de mi y no pude identificar al culpable a tiempo. Miré a Rubén, que asintió y yo me volví a mi asiento, con la cara manchada por el orgasmo de Tatiana y con mi propia entrepierna húmeda.

-Que bien me lo comiste, Ale -Me dijo Tatiana con un tono seductor, a lo que yo me sonrojé como un tomate mientras los chicos se reían

-Es que ella es una auténtica "profesional" -Añadió Héctor con doble sentido, sentándome esa palabra como una bofetada que me tragué mirándolo molesta

Sin pensar ya en si hacían trampas o no, solo pensando en vengarme, me lancé con otro farol a la partida, farol que no funcionó y que me rompió Vicente casi ya por rutina.

-Tu castigo será venir gateando como una perra hasta mi y chupármela -Anunció él señalándose el miembro

Hice lo que me ordenó, gateando humillada y recibiendo una nalgada de Héctor por el camino hasta llegar a sus piernas y arrodillarme frente a él, sentado en la silla. A pesar de que ya iba bastante caliente, mis últimos restos de dignidad me dijeron que acabase rápido así que sin preliminares me la metí en la boca y empecé a chupársela rápidamente.

-Vaya, se te ve ansiosa putita ¿Tantas ganas de polla tienes? -Me provocó Vicente, saltando más risas entre los demás mientras yo volvía a enrojecer

Intenté ignorarle y concentrarme en la felación, mientras él se limitaba a soltarme la coleta y acariciarme el cabello. A pesar de su corta edad, si algo tenía el muchacho era aguante. Incluso con la rapidez con la que se la estaba chupando, el chico aguantó durante más de veinte minutos, en los que no paró de realizar comentarios obscenos. Finalmente, se levantó y me agarró la cabeza, penetrándome la boca con violencia mientras ahogaba un gemido y eyaculaba dentro de mi boca, soltándome la cabeza y repartiendo el semen por mi boca, cara y pechos. Cuando terminó de soltar semen, volvió a metérmela en la boca y me penetró oralmente un rato más hasta que se aseguró que su miembro quedara "limpio".

-Se te ve bien guarra así toda cubierta de leche -Dijo como última perla antes de dejarme volver a mi asiento, a gatas otra vez

-¿La chupa o no la chupa bien? -Le preguntó Héctor a Vicente una vez estaba yo sentada

-Sin duda, esta puta nació con una polla en la boca -Respondió él mirándome burlón y sin que yo pudiese decir nada por defenderme de sus insultos

-Ya te lo dije, desde que su novio no se la folla está necesitada y enseguida se amorra a cualquier polla... o coño -Volvió a decir Héctor mirando a Tatiana

Yo estaba flipando con los dos, que hablaban de mí como si no estuviese e incluso pensé en marcharme de allí y dejarlos con las ganas, pero Héctor me leyó la mente y acarició el móvil que permanecía sobre la mesa. Los comentarios a mi costa continuaron un rato hasta que las cartas volvieron a sus manos. Vicente y Rubén se asintieron mutuamente y como por obra de magia ambos llegaron a la última ronda contra mi e, igual que ocurrió cuando hubo doble perdedor, esta vez hubo doble ganador. Ambos ganaron sacando color los dos y, tal y como se había decidido la última vez, volvieron a aceptar repartirse salomónicamente el castigo. Me ordenaron que me pusiese a cuatro patas en el suelo y Rubén se puso delante mía, quedando Vicente arrodillado detrás.

-Vicente, su culo me pertenece, ni tocarlo -Advirtió Héctor

-Descuida, yo solo quiero follarme a esta zorra -Respondió él agarrándome por las caderas y penetrándome repentinamente

El primer gemido se escapó de mis labios, pero el segundo fue amortiguado por el miembro de Rubén que entró en mi boca y entre los dos empezaron a hacerme un serrucho, sin ningún cuidado por si me dolía, empleándose los dos con demasiada brusquedad y violencia.

-¡Dios! -Exclamó Vicente- No veas como entra, va mojadísima

Al cabo de medio minuto pude ver con el rabillo del ojo como Tatiana se levantaba y se dirigía hacía Héctor. Rubén ni la miró marcharse y yo me di cuenta de que la partida de poker había acabado. Enseguida me di cuenta del motivo por el cual Rubén había terminado tan pronto la noche anterior. Eyaculó al cabo de dos minutos dentro de mi boca, sin dejar que escapase más que un simple hilo de semen por mis labios y se levantó, dejándome libre la boca por la cual volvieron a salir los gemidos. En ese momento la puerta se abrió y apareció Jaime, totalmente desnudo y exhibiendo un miembro enorme a pesar de estar en reposo.

-¿Ya habéis empezado? -Preguntó decepcionado Jaime

-Si, pero no te preocupes, todavía te la puedes follar si quieres -Respondió Rubén algo rojo por haber terminado tan pronto

-Perfecto -Comentó complacido Jaime, que se fijó en que no apartaba los ojos de su miembro- Ya que te veo tan interesada por mi polla, te dejaré levantármela

Estando como estaba, totalmente caliente y excitada, solo pude responder con una mezcla de susurro y gemido, con los ojos perdidos entre aquel pedazo de carne. Jaime era el mayor del grupo, con veinticinco años. Trabajaba en la obra y en sus ratos libres iba al gimnasio, con lo cual con ambos factores era inevitable que hubiese desarrollado un cuerpo envidiable, sin ser tan alto como Héctor tenía todo el cuerpo marcado. No exhibía músculos, pues según él eso solo enfeaba su figura y se aseguraba de muscular solo lo justo, ayudado por su envergadura, siendo de hombro a hombro casi el triple de ancho que yo. Y no se tomó a broma la afirmación de Rubén pues sin que me diese cuenta ya estaba chupándole el miembro, casi con devoción y, lo reconozco, lascivia. Este creció dentro de mi boca y totalmente erecto alcanzó la friolera de veinticinco centímetros, según me contó luego él cuando le pregunté el tamaño.

Me olvidé totalmente de Vicente, que seguía penetrándome, y me centré en chupársela, haciendo algo que no me gustaba mucho hacer pero que me salió del instinto, metiéndome sus testículos en la boca a cada rato para volver luego a chupársela.

-Joder niña, parece que lleves años sin chupar una polla -Me comentó Jaime sorprendido por mi dedicación

-Es que le gustan bien grandes, Jaime -Le respondió por mi Héctor, sin faltar a la verdad

Miré con el rabillo del ojo a mi captor, el que había iniciado aquello y que ahora me tenía esclavizada a sus deseos. Estaba sentado fumándose un cigarro tranquilamente, hablando con Rubén mientras Tatiana se la chupaba...a Héctor, mientras masturbaba a Rubén. Dejé de chupársela a Jaime y los miré sorprendida. Héctor se dio cuenta de que les había visto y se rio divertido.

-Tatiana no es la novia de Rubén, Alejandra -Soltó de repente- Es su hermana

-Cierto, lo que pasa es que finge ser mi novia para que no la molesten -Añadió Rubén

Me quedé sorprendida, pues muchas veces los había visto besarse y meterse mano, pero Jaime me sacó de mis pensamientos volviendo a llevar mi cabeza a su miembro y forzando la felación, mientras Héctor continuaba hablando, acariciando la cabeza de Tatiana con cierta dulzura.

-Bueno, será tu hermana pero follártela si que te la has follado

-Alguna vez -Confesó Rubén

-Lo cierto, Alejandra, es que a Tatiana, exceptuando Rubén, solo puedo follármela yo -Dijo despreocupadamente- Pero no te pongas celosa, tu siempre serás mi putita particular, a ti dejaré que te folle quien quiera

No supe como sentirme ante su comentario. Una cosa era cierta, me tenía a su merced. Nuevamente el hilo de mis pensamientos se cortó, esta vez por culpa de Vicente que soltó un gemido y empezó a eyacular dentro mía, provocándome un orgasmo. Como despedida me pegó una nalgada y se sentó junto a Héctor. Como un resorte, la mano libre de Tatiana fue a su miembro y empezó a masturbarle también. Yo me quedé chupándosela a Jaime, que me acomodó de rodillas y, sujetándome la cabeza, empezó a metérmela poco a poco por la boca hasta que su miembro llegó a mi garganta y yo sentí una arcada. Pero no se detuvo y continuó metiéndomela hasta que alcancé con los labios la base de tronco.

-¡Joder tío! Nunca nadie había conseguido metérsela entera

Le arañé las rodillas, pues me estaba ahogando y él accedió a sacar un pedazo de mi boca, sin dejar de moverme la cabeza para que se la chupase a pesar de mi constantes espasmos provocados por la tos. El ritmo se aceleró y noté como se le hinchaban las venas y, rugiendo como un toro, empezó a eyacular. Apenas pude contener en mi boca la cantidad de semen y tuve que apartar la cabeza, tosiendo mientras él seguía eyaculando sobre mi en grandes cantidades, demostrando que no solo tenía tamaño e impregnando mi cara y mis pechos. Volvió a meterme el miembro en la boca y soltó los últimos chorros otra vez dentro, obligándome a tragarme el semen y, sin esperar a que se parase mi ataque de tos, me levantó sin ninguna dificultad y me puso sobre la mesa, boca abajo, separando mis piernas y penetrándome violentamente por detrás.

-¡Oye! ¡Su culo déjalo! -Protestó Héctor

-Es el único agujero que no está gastado y si quiero follármela por el culo me la follo por el culo -Sentenció Jaime

Héctor no dijo nada más, acobardado ante la mole de amigo, mientras él no se detenía y me embestía salvajemente. El "clic" volvió, grabando mi segunda experiencia anal y mis gritos de dolor ante la violencia de la penetración, que me estaban desgarrando. Ni el dolor que me estaba causando, ni las lágrimas que caían por mis mejillas causaron mella en él que continuó a lo suyo durante media hora, durante la cual el dolor y el placer se mezclaron cruelmente, provocándome dos orgasmos más, hasta que, repentinamente, me la sacó y me penetró por la vagina, viniéndose inmediatamente dentro de mi.

Jaime bufó y se apartó, alejándose hacía la nevera, mientras yo permanecía jadeando sobre la mesa, exhausta, con las piernas entumecidas y con mi sexo y ano doloridos. Sentí unas manos abrazarme suavemente y Tatiana me acercó hasta los otros tres chicos, dejándome arrodillada entre las sillas de Vicente y Héctor, mientras ella se arrodillaba junto a mi y abría la boca. A pesar de tener la visión algo borrosa pude ver como en su boca habían restos de semen. Cerré los ojos cuando ella me besó y empezó a pasarme el semen con la lengua, alargando el beso.

-Bueno, se está haciendo tarde y Joaquín, aunque es idiota, sospechará -Comentó Héctor- Pégate una ducha y te llevo a casa Alejandra

Yo asentí pero no me moví del sitio, pues no me respondían las piernas, así que Tatiana me levantó y me acompañó a la ducha, metiéndose conmigo y abriendo el grifo, dejando que el agua cayese sobre nosotras, mientras no perdía ocasión y volvía a besarme con cierto cariño, manoseandome los pechos y el trasero durante un rato, hasta que se separo de mi boca dejando un hilo de saliva entre ambas.

-Me encantó como me comiste el coño, en serio -Volvió a decirme ella- Rubén no sabe y Héctor no quiere

-Gracias... -Fue lo único que alcancé a responder

-Realmente eres bastante puta, sin ofender -Me ofendió igualmente- No te quejaste cuando Vicente te empezó a masturbar mientras me lo comías y, a pesar de que estaba haciendo trampas, continuaste jugando

-Trampas... -Respondí, viendo confirmadas mis sospechas y dándome cuenta de que ella tenía cierta razón

-Si, Jaime estaba mirándote desde una ventana detrás tuya y diciendo las cartas que tenías, y Vicente tenía cartas guardadas en el cajón de la mesa, no me creo que no te dieses cuenta -Me dijo ella, resolviendo mis dudas- Pero bueno, da igual ¿Puedes volver a comerme el coño por favor?

Asentí distraida y me arrodillé, abrazando sus piernas y lamiéndole la entrepierna mientras pensaba en las palabras de Tatiana. Sabía que hacían trampas y aún así continué, eso era cierto. Tatiana empezó a gemir mientras el agua seguía cayendo sobre nosotras, hasta que sentí sus líquidos caer sobre mi boca y deposité un último beso en su vagina, mientras ella me acariciaba el pelo y me miraba con ternura.

-Eres la mejor, cariño -Me susurró- Te amo...

La revelación me dejó sorprendida, pero no dije nada y continué un rato más entre sus piernas, hasta que finalmente salimos de la ducha y volvimos al salón. Los chicos ya estaban vestidos y yo me vestí inmediatamente, mientras Héctor se acercaba a mi con las llaves de su coche en la mano. Me despedí con dos besos de los demás, excepto de Tatiana que me volvió a besar en los labios y bajamos los dos al coche. Durante el trayecto no dijimos nada, pero cuando paró el coche frente al piso donde vivíamos mi novio y yo, se giró hacía mi.

-Tu parada

-Gracias por traerme -Respondí lista para bajar del coche

-¿No me das un beso de despedida? -Preguntó él con voz entristecida

Me acerqué a darle dos besos, pero él me besó en los labios y yo correspondí al beso durante medio minuto, hasta que nos separamos y él me sonrió.

-No me refería a ese tipo de beso -Dijo bajándose la bragueta

Cuando conseguí escapar de sus garras, tenía otra vez la boca con regustillo a semen, que había conseguido tragar sin que escapase nada para evitar mancharme. Él se despidió con la mano y me dijo por última vez antes de marcharse.

-Mañana tengo una sorpresa para ti, putita, no me falles

Tragué saliva y subí al piso de mi novio. Le di un beso en la mejilla y me encerré en mi cuarto, me desnudé y me tumbé sobre la cama. Si él se dio cuenta de que no llevaba ropa interior o que mi tanga favorito había desaparecido, robado sin duda por Héctor, no dijo nada. Yo solo estaba pensando en todo lo que había pasado aquel día y en lo que podía pasar al siguiente, si me fiaba de las palabras de Héctor...