Cómo me convertí en un Amo

Relato de la fantasía heterosexual de un posible Amo en la cuarentena

Estimados lectores, este relato intenta reflejar lo que son las fantasías sexuales de un hombre heterosexual de 40 años con su mujer de la misma edad. Todo lo reflejado aquí son solo sueños de una mente que no para de imaginar cosas relacionadas con la sexualidad, aunque también es verdad que espera que alguna vez se vuelvan una realidad.

Aunque el relato es independiente, os recomiendo leer mis dos historias anteriores (“Una pareja normal” y Como me convertí en un sumiso”) para que podáis entender mejor esta fantasía.

Como ya os comenté somos un matrimonio sin hijos, que vivimos solos y no tenemos problemas económicos, en este momento llevamos 12 años de casados y casi 20 de relación.

Yo tengo 38 años, mido 182 y peso 67 kg., ella tiene 40 años, 174, y 65 kilos, con un  buen cuerpo y un par de tetas muy bien puestas rematadas en unos pezones rosados y del tamaño de una galleta, se llama Lydia y está totalmente depilada.

Realmente había dormido mal, estaba tan nervioso que fue imposible conciliar el sueño. La presión que sentía por tener que estar a la altura de lo que Lydia reclamaba me hizo estar toda la noche dándole vueltas a la cabeza. No paraba de imaginar cómo iba a adiestrarla, si ella sería capaz de soportar una doma como la que yo había imaginado para ella, si sus expectativas, creadas durante el mes anterior, estarían a la altura de lo que ella necesitaba... Sonó el despertador, esa era la señal de que mi mes como Amo y el mes como sumisa de Lydia había comenzado.

-Buenos días, cariño me dijo Lydia cuando se despertó.

-Buenos días, Lydia. ¿Te acuerdas de que desde ahora mismo y durante los próximos 30 días eres mía y no tendrás ni voluntad propia?

-Sí, claro. Lo hablamos ayer y te aseguro que estoy ansiosa por experimentar todo lo que me tengas preparado.

-Muy bien, pues desde este momento me llamaras Mi Señor. ¿Entendido?

-Si, mi Señor.

-Muy bien, tu primera instrucción es que todas las mañanas hasta nueva orden lo primero que debes hacer nada más despertar es realizarme una mamada. Da igual que yo todavía este dormido, según te despiertes me haces una buena mamada.

Lydia, sin mediar más palabras, acercó su boca a mi miembro y comenzó a lamerlo de arriba hacia abajo y a succionarlo con mucha fuerza. Ella tenía la costumbre de mientras chupaba ayudarse con la mano para ir haciéndome una paja, así que en el momento que su mano se fue a acoplar en mi inhiesto pene se la agarré y le comenté que solo con la boca.

-Lydia, vamos a cambiar algunas cosas, le dije mientras seguía chupando. Como ya te he comentado solo puedes utilizar la boca y mientras te estés comiendo mi polla debes tener los ojos abiertos y mirarme a la cara. ¿Lo has entendido?

Ella abrió los ojos de inmediato y continúo moviendo su lengua alrededor del prepucio e intentándola meter en mi agujero. Pronto sentí un pinchazo en mi espalda y un escalofrío recorrió mi cuerpo, sabía que mi corrida era inminente así que me abandoné al disfrute y sujetando la cabeza de Lydia fuertemente empecé a soltar chorros de esperma dentro de su boca. Una vez que terminé, mi mujer se levantó, se fue al baño y escupió toda mi leche en el wáter para volver rápidamente a la habitación por si necesitaba algo más.

-Muy bien Lydia, así da gusto despertarse por las mañana. Vamos a vestirnos que nos vamos a currar.

Mientras ella se duchaba, le preparé la ropa que debía llevar, nada distinto a lo que habitualmente llevaba puesto para trabajar, una blusa blanca y una falda de tubo de color negro. Pero cuando preparé la ropa interior no le puse sujetador, solo le saque un tanga y unas medías de las que se sujetan a medio muslo.

-Mientras nos vestíamos, Lydia me pregunto por el sujetador. Señor, ¿Por qué no tengo un sujetador para ponerme?

-Fácil, durante este mes cuando estemos fuera de casa solo podrás ponerte sujetador o tanga. Será una de las pocas cosas que puedas decidir, pero solo podrás llevar una de las dos. En este caso te he preparado el tanga, pero como te he dicho eres libre de elegir. Por cierto, cuando estemos en casa solo podrás llevar tanga o estar desnuda también eso será decisión tuya.

Lydia, se quedó evaluando la situación y finalmente eligió cambiar el tanga por el sujetador, ya que al ser la blusa blanca le daba miedo que se le transparentaran los pezones en la oficina. Nos fuimos a trabajar y le dije que pasaría a recogerla por la tarde para irnos juntos a casa.

Cuando llegue a su trabajo Lydia subió al coche

-Hola Cariño, ¿Qué tal el día?

-Todo bien ¿Y tu?

Rápidamente empezó a contarme todo su día, pero pronto la interrumpí y le avisé de que había cometido su primera falta, ella sorprendida me pregunto qué había pasado. Ni siquiera se había dado cuenta así que le volví a recordad que se debe referir a mi como Señor o Amo, pero nunca de otra forma. Ella se puso roja, bajo la cabeza y pidió disculpas por su error. Al ser la primera falta, le dije que solo le permitiría ese error y que a partir del próximo me vería obligado a castigarla por cada uno de sus errores.

-Lydía, cuando este conmigo a solas no puedes sentarte sobre tu falda. La piel de tu culo debe estar en contacto con el asiento, así que súbete la falda hasta la cintura y ponte el cinturón que nos vamos para casa.

-Señor, no llevo bragas y si me subo la falda cualquiera podrá verme cuando nos paremos en un semáforo o en el atasco.

-Lydia, es una orden y no voy a repetirla más. O la cumples inmediatamente o recibirás tu primer castigo.

Parece que la amenaza surgió efecto y Lydia se subió la falda rápidamente, sentándose sobre su culo sin bragas, dejando al descubierto su depilado coño y sus maravillosas piernas, cubiertas por unas medias transparentes. Durante el trayecto hasta casa intenté parar en todos los semáforos posibles y ponerme en paralelo con los camiones ya que al ser mucho más altos si miraban por la ventana podían ver a Lydia en todo su esplendor. Lydia, tenía tanta vergüenza que no abrió la boca en todo el camino y ni siquiera levantaba la vista del suelo del coche. Cuando llegamos al garaje de casa, Lydia se bajó del coche y se estiró la falda rápidamente, pero la pequeña mancha que había dejado en el asiento del coche la delataba, estaba literalmente empapada.

Cuando llegamos a casa Lydia se quitó toda la ropa, se puso un tanga y salió de la habitación para ver que tenía que hacer. Cuando llegó al salón la ordené ponerse a cuatro patas y que se acercará hacía mi. Cuando llegó donde yo estaba la enseñé un plug anal de 1,5 cm de ancho por 7 de largo y le dije.

-Lydia, una buena sumisa debe tener todos sus agujeros disponibles para su amo en cualquier momento, por tu bien, ya que no estás acostumbrada, te dejaré que entrenes tu culo durante todo este mes antes de hacerlo mío. Llevaras este plug, al menos una hora al día durante toda la semana, la próxima recibirás uno más ancho y largo que también deberás llevar una hora al día y la tercera semana otro más ancho y largo. Espero que sea suficiente porque desde ese momento yo podré utilizar tu culo como a mí me plazca. ¿Lo has entendido?

-La cara que tenía era de cabreo total, nunca ha sido partidaria del sexo anal y alguna vez que hemos probado no le ha gustado pero me dijo: Si mi Señor y sin mediar más palabras se giró sobre sí misma y me ofreció su culo.

-Otra cosa, durante este mes no tendrás intimidad alguna. Cuando tengas que ir al baño lo harás en el salón y delante de mí. Tienes un cubo en la cocina para hacer tus cosas, lo traes aquí, las haces y luego lo limpias. Mientras lo haces, debes estar lo más expuesta que te sea posible, quiero verte bien todos tus agujeros.

Le retiré la tira del tanga, embadurné el plug en lubricante y se lo introduje poco a poco hasta que quedó encajado, mientras tanto ella se retorcía y protestaba por el dolor causado, le di un azote con todas mis fuerzas y le coloque el tanga en su posición.

-Levántate y vamos a preparar la cena. La situación era cómica, apenas podía andar erguida y su cara era un poema por los gestos de dolor que ponía cada vez que se tenía que acachar o mover rápidamente para coger algo.

Cuando llevaba medía hora, Lydia se dirigió a mi:

-Señor, quíteme el plug. Me duele mucho. A cambio le puedo hacer una mamada o me puede usar como quiera.

Me giré rápidamente hacía ella y le pellizqué fuertemente uno de sus pezones mientras le decía. -¿Perdona? ¿Me ha parecido oír una orden tuya? Tú tienes claro que este mes no puedes tener ningún deseo o voluntad. Rápido date la vuelta agárrate a la encima y saca tu culo lo más que puedas. Por cada azote que recibas debes darme las gracias.

Saque una espumadera de madera del cajón y propine 5 azotes en cada nalga, por cada uno de ellos Lydia me daba las gracias en voz alta. Cuando acabé saque una crema hidratante y se la apliqué en el culo, ya que aunque los azotes no habían sido fuertes se le había puesto totalmente rojo. Mientras le aplicaba la crema aproveché para tocarle su coño y comprobé que no estaba nada excitada, no le gustaba lo que había vivido.

Me preocupaba como AMO, saber que le gustaba y que no, pero lo que está claro es que el dolor no parecía que fuera una cosa que la excitara para nada, debía tenerlo claro para mi doma.

Entre tanto había pasado ya la hora de entrenamiento así que me pidió permiso para retirase el plug, se lo concedí pero con la condición de que debía retirárselo delante mío. Así que Lydia se abrió de piernas y se sacó el plug entre gestos de dolor, cuando estuvo todo fuera dio un suspiro de alivio y se dirigió a la cocina.

Apareció en el salón, con un cubo y poniéndose en cuclillas y abriendo las piernas al máximo dirigió un chorro de pis al cubo. Su cara era un poema, solo miraba al suelo, estaba cabreada y roja como un tomate, tanto su cara como su culo. Mi polla estaba para reventar tras esa exhibición.

Ella cuando acabó, recogió el cubo y se dirigió a la cocina para limpiar yo ya no podía más, así que me acerque por detrás, le retiré el tanga y le empecé a meter mi miembro. Para mi sorpresa ella estaba totalmente empapada, parece que exhibirse de esa forma la gustaba, así que empecé a bombear y le avisé de que no podía correrse hasta que yo lo dijera. Cuando estaba a punto de terminar, me pidió permiso para correrse pero se lo denegué y fui yo el que me corrí en sus entrañas.

Estaba salida como una perra, no paraba de moverse y de pedirme permiso para correrse. Se la saque rápidamente y mientras chorreaba mi leche de su coño le di permiso para masturbarse y correrse.

Rápidamente se empezó a frotar su clítoris y se metía dos dedos de su mano lo más profundo que podía, sus dedos se llenaban de lefa y de sus propios flujos. Creo que en menos de 30 segundos empezó a gemir y contonearse hasta que terminó teniendo un orgasmo que le hizo que sus piernas temblaran mientras todos sus jugos y los míos chorreaban por sus piernas.

Cuando se recuperó le subí el tanga y le ordené que no se lavara, esa noche dormiría sucia y con las bragas empapadas.

El martes, su segundo día de adiestramiento, Lydia me despertó dándome una buena mamada mirándome directamente a los ojos y en esta ocasión cuando acabe de correrme en su boca, le ordené que abriera la boca, me enseñara su contenido y se lo tragara.

Lydia, siguió mis instrucciones al pie de la letra y cuando terminó de tragar me enseñó su boca totalmente vacía.

Nos preparamos para irnos a trabajar y Lydia eligió de nuevo llevar sujetador y no ponerse el tanga que estaba preparado junto a las medias sujetadas con un liguero. Antes de salir de casa le di una cajita y le dije que la guardara en el bolso y no la abriera hasta que recibiera la orden de hacerlo.

La mañana transcurrió sin más, después de comer le envié a Lydia un mensaje en el que le decía que cogiera la caja, se marchará al baño y me hiciera una video llamada desde allí. Tenía 3 minutos.

-Hola Señor, resonó mi móvil cuando la cara de Lydia apareció en la pantalla. Lydia, estaba sentada dentro de una cabina del baño de su oficina.

-Hola la contesté. Quítate la falda y la camisa ¿Has abierto la caja?

-No señor, todavía no. ¿La abro? Decía mientras se quedaba solo vestida con el sujetador y las medias con el liguero.

-Sí

-A Lydia se le cambió la cara cuando vio que el contenido de la caja eran unas bolas chinas de un tamaño considerable. ¿Qué desea que haga?

-Es fácil, siéntate y póntelas mientras hablamos.

-Señor, estoy en el trabajo, alguien podría verme o sospechar algo y no es conveniente.

-Lydia, me estoy hartando. Cada vez que te digo de hacer algo pones pegas, así no podemos seguir o cambias de actitud o recibirás un castigo que recordaras todo el mes.

Mi mujer se sentó y empezó a chupar las bolas chinas para humedecerlas, cuando consideró que era suficiente empezó a metérselas. La verdad es que no le costó mucho porque su sexo estaba bastante húmedo, cosa que me sorprendió pero me encantó.

Una vez que había terminado le ordené vestirse y estar 30 minutos con ellas puestas, cuando se las fuera a quitar me debía volver a llamar. Así que Lydia se levantó para coger su ropa y en ese momento las bolas se le cayeron al suelo lo que provocó una gran carcajada por mi parte mientras ella rápidamente se acachaba para recogerlas y que nadie pudiera verlas por debajo de la puerta.

-Señor, ¿Qué hago?

-Vuélvetelas a poner, vístete y sal a trabajar.

Rápidamente ella se introdujo las bolas, en esta ocasión se las puso mientras estaba de pie. Se vistió y cuando iba a salir se le volvieron a caer.

-Señor, no puedo salir así. Si se me caen en medio de la oficina me muero de vergüenza.

-Póntelas otra vez y ten mas cuidado. ¡Llámame desde tu teléfono fijo, tienes 3 minutos!

Habían pasado más de 5 minutos cuando recibí la llamada de Lydia desde su teléfono fijo.

-Perdón Señor, no he podido llegar antes.

-No conteste.

-Señor, es que no podía salir del baño. No había forma de que no se me caigan.

-Las tienes puestas ahora.

-No, mi Señor. Es que se me caen...

No dije nada y corte la llamada.

No volvimos a tener contacto hasta que llegamos casa, cuando abrí la puerta Lydia estaba en tanga haciendo sus cosas y rápidamente vino hacia mí para saludarme. La ignore y me puse a mis cosas sin ordenarle nada.

Lydia no sabía qué hacer, así que espero de pies a mi lado esperando sus órdenes. Paso un buen rato y de repente ella se dirigió a la habitación, cuando volvió me dio el plug y poniéndose a cuatro patas me ofreció su culo.

-Póntelo tu sola. Le dije. Ella se puso a la tarea de inmediato y cuando finalizó se quedo en esa posición. Estaba tan cabreado que no le presté más atención, aunque ella todas las mañanas me despertaba siguiendo sus órdenes con una tremenda mamada y cumplía todas las reglas que le había impuesto en su primera jornada.

Cuando volvimos de trabajar el viernes, al llegar a casa Lydia se desnudó quedándose en tanga, se introdujo su plug y se dirigió al salón donde yo me encontraba. Se arrodilló delante de mí y me empezó a realizar una mamada.

-¿Qué haces? Le pregunté.

-Creo que es obvio, seguro que te relajas.

-Lydia, no te puedo volver a decir que no tienes permiso para hacer esto, tampoco tienes iniciativa ni voluntad. Lo siento mucho pero te voy a castigar para que no se te olvide. ¡Abre la boca! La sujete la cabeza y le dije. Te voy a follar la boca, tu solo tienes que estarte quieta, procura no morderme y no digas nada.

Le metí mi polla en la boca y comencé a bombear lentamente, Lydia me miraba a los ojos y no movía un solo pelo. Poco a poco le fui metiendo mi rabo un poco mas profundo, hasta que pronto le empezaron a dar pequeñas arcadas lo que provocaba que intentara liberar su cabeza.

-¡Lydia no has entendido tus ordenes! Te aviso de que será peor cuanto más te muevas.

Cada vez le metía más tranca en la boca, ya faltaba poco para que su nariz topara con mi tripa. Mi mujer no paraba de dar arcadas, era un mar de babas y lagrimas que se escurrían desde su cara y caían en sus tetas y ya le llegaban hasta el tanga, sus arcadas eran tremendas e intentaba escaparse constantemente. En un momento dado la solté y dándole fuertes azotes la ordene que se metiera en la ducha, una vez allí continúe su castigo pero en esta ocasión le empecé a meter la polla hasta que mis huevos chocaban con su barbilla. Lydia, se estaba asfixiando, pronto las arcada volvieron y yo no la soltaba la cabeza lo que le provocaba una angustia tremenda y empezó a llorar. Le saque la polla de golpe y ella empezó a vomitar, nos puso perdidos, el suelo de la bañera estaba que daba asco, a mi me mancho todas las piernas, pero ella estaba totalmente empapada en pota, en babas y en lagrimas.

-¡Túmbate, rápido! Le ordene mientras me masturbaba enérgicamente. Para cuando ella se tumbo yo ya estaba a punto de correrme, así que apunte a su cara y me deje llevar por un maravilloso orgasmo que le embadurno la cara de leche.

Una vez que acabe, agarre mi ya flácido pene y la mee desde el cuello hasta los pies. Lydia, no se movía, estaba totalmente quieta, con los ojos cerrados y esperando nuevas órdenes. Mientras meaba sobre ella la grabe en video y le ordene saludar a la cámara y darme las gracias mientras lo hacía.

-Lydia, levántate, no te laves. Cuando este todo seco sales de la bañera, te quitas el plug y me esperas a cuatro patas en el suelo del salón.

Me fui a tomar unas cervezas y cuando volví Lydia ya estaba esperándome en el salón, su aspecto era lamentable, tenía un olor nauseabundo, rastros de su propia pota por todo el cuerpo, el tanga estaba lleno de lamparones, la cara llena de lefa seca, el pelo pegado a la espalda... Sin decirle nada encendí una vela y comencé a verter sobre su espalda y culo la cera que caía. Ella se retorcía en cada gota que caía y gritaba cuando los chorros de cera caían cerca de su ano, gasté dos velas enteras antes de decirla que habiamos terminado y que se podía ir a lavar. Su espalda era una acumulación de cera, hasta tal punto que no se veía la tira del tanga, le iba a costar un buen rato quitarse todo.

Cuando terminó de lavarse apareció en el salón vestida únicamente con un tanga limpio y se sentó a mi lado.

Le pregunté ¿Qué tal estás? Espero que hayas aprendido la lección

-Eres un cabrón, te has pasado tres pueblos. No tenías porque hacerme lo de antes.

-¡Perdona! Tu misma pediste ser mi esclava ¿y ahora me dices que no te use como quiera? Espero que hayas aprendido la lección y que el castigo te haya servido para algo, todavía te queda un mes y tu situación a las malas se puede convertir en lamentable.

Ella no dijo nada mas, simplemente se puso a llorar y se marchó a la cama.

Amanecimos el sábado por la mañana con la mamada de rigor por parte de Lydia, cuando acabe me preguntó sobre los planes del día. Lydia necesitaba una alegría después del disgusto de anoche, así que le dije que nos íbamos de compras y que se pusiera el plug. Ir de compras le encantaba, así que rápidamente se duchó mientras yo le preparaba la ropa. Para el día de hoy le preparé un pantalón de lino blanco y una camisa de algodón blanco, como ropa interior un tanga de color azul eléctrico o un sujetador negro.

Cuando salió del baño y vio la ropa dudo bastante, con el pantalón de lino se le transparentaba un poco el plug pero si se ponía el tanga era como ir sin pantalón. Finalmente se decanto por llevar sujetador y no ponerse el tanga. Una vez que estuvo arreglada nos fuimos al centro comercial.

Durante toda la mañana estuvimos viendo ropa y dando vueltas por el centro comercial, constantemente tiraba cosas al suelo y le ordenaba que las recogiera, Lydia sabía que cuando se acachaba se le transparentaba todo y se podía apreciar el plug con toda claridad. Lydia empezaba a estar muy incómoda porque llevaba insertado el plug desde primera hora pero no se atrevía a decir nada.

-¿Qué te pasa Lydia?

-Señor, me duele mucho el culo. ¿Puede quitarme el plug?

-Sí, llevas mucho tiempo con él puesto. Vamos a probarte algo de ropa y te lo quitas en el probador.

Nos metimos en una tienda y elegimos una ropa cualquiera y nos fuimos al probador. Al llegar Lydia se dio la vuelta, se bajó el pantalón y me ofreció su culo para que la liberara del dolor.

Cogí el plug y se lo saque de un solo tirón, lo que provoco que Lydia diera un grito que se debió oír en todos los probadores. En cuanto se dio cuenta se puso roja como un tomate y se dio la vuelta para ver cuáles eran sus instrucciones.

-Lydia, sujeta el plug en la mano y sin ocultarlo sal del probador y le pides a la dependienta que te acerque una talla más de esta prenda.

Aun roja por el grito que había dado, agarro el plug con su mano derecha y la ropa en la izquierda salió del probador con decisión y se fue a por la dependienta. Disimuladamente me asomé para ver la situación y pude ver como la dependienta no apartaba la vista del plug mientras hablaba con mi mujer. Cuando Lydia volvió la felicité y le dije que nos marchábamos.

-Amo, no puedo salir ahora.

-¿Por qué? Nos vamos a seguir con las compras.

-Señor es que estoy empapada y sin bragas se me ha mojado todo el pantalón de lino. Se me transparenta todo, es como ir desnuda.

-No te preocupes, nos vamos.

La ordené ir desde la tienda hasta el coche unos pasos delante mío y con las manos detrás del cuerpo. Todo el mundo con el que nos cruzamos se quedaba mirándola fijamente ya que cada vez el pantalón estaba más pegado al coño de mi mujer y el lino era prácticamente transparente, ella poco a poco iba acelerando el ritmo para acabar cuanto antes.

Cuando llegamos al coche y cerramos la puerta mi mujer estaba literalmente empapada, hasta tal punto que el asiento del coche estaba quedándose con manchas.

-Señor, necesito su ayuda.

-Que quieres.

-No puedo más, necesito que me folle.

-No es posible, pero te dejo masturbarte eso si debes pedirme permiso para correrte.

Mientras conducía camino de casa, mi mujer se quitó los pantalones y empezó a pellizcarse el clítoris y a meterse los dedos, pronto comenzó a gemir y le ordené poner los pies en el salpicadero mientras continuaba con su trabajo. De esta forma cualquiera podría verla masturbarse por la carretera.

-Amo, no puedo más. ¿Me puedo correr? Me dijo según puso los pies en el salpicadero.

-No, para de tocarte ahora mismo y hazme una mamada. Ponte a cuatro patas y apoya tu culo en la ventanilla.

-La cara de Lydia era la leche, no podía creerse que no la dejara correrse y volvió a insistir mientras continuaba con la paja. Señor, luego se la chupo pero me puedo correr ahora mismo.

-Para y haz lo que te he dicho si no quieres que te castigue.

A regañadientes cumplió la orden y empezó a chupar como ella sabía, cuando estaba a punto de correrme la avise de que se la sacara de la boca y que apuntará bien a su cara porque me iba a corren en ella, advirtiéndola de que no se debía caer una sola gota.

Cuando estábamos entrando en el garaje terminaron de salir chorros de mi miembro, la cara y los ojos de Lydia estaban llenos de lefa

-Muy bien cariño, ahora ponte el pantalón y no te limpies.

-Señor, puedo terminar la paja que me estaba haciendo.

-No, vístete y no te limpies. Me voy para casa, tu espera aquí y dentro de tres minutos subes.

Cuando Lydia entró en casa me fije en ella y la verdad es que el pantalón no le tapaba nada, era como si fuera desnuda y con toda la cara llena de leche.

-Muy bien, hoy te has portado como una verdadera sumisa, sigue así y tendrás recompensas.

-Señor, necesito que me folle, me duele el coño de la excitación.

-Vete a por el consolador, desnúdate sin limpiarte y vuelve aquí para follarte tu misma.

Cuando volvió al salón no tardo ni 15 segundos en tener el primer orgasmo, pero no le importó y continuo metiéndose el consolador hasta que se corrió 4 veces y cayó exhausta.

-Gracias señor, ha sido el mejor día de mi vida sexual.

-No te equivoques todavía no ha terminado. Ahora descansa que esta noche será larga y dura.

Tenía claro que a Lydia no le gustaban los castigos ni las humillaciones, lo que realmente le gustaba era la exhibición y estaba dispuesto a que no olvidara nunca ese mes.

Después de cenar nos preparamos para irnos de fiesta, para esa noche había reservado una mesa en una discoteca de moda dentro del ambiente BDSM pero Lydia no sabía nada.

Le preparé unos zapatos de tacón de aguja negros, un mini vestido de color rojo ajustadísimo y unas medias de color negro que tenían una costura en la parte posterior de la pierna y se sujetaban con un liguero, en esta ocasión no le preparé ropa interior porque quería ver cómo reaccionaba. Cuando Lydia empezó a vestirse rebusco entre las prendas para ver que ropa interior tenía preparada, pero evidentemente no encontró nada, así que se puso las medias y el liguero y sin decir nada se embutió el vestido rojo

Estaba espectacular, pero se la notaba especialmente incomoda, no paraba de bajarse el vestido ya que en el momento en el que se movía lo mas minino se le veía el final de las medias y por su puesto las tiras del liguero, a eso había que sumar que el vestido era tan ajustado que se le pegaba a los pezones y los marcaba en todo su esplendor.

Nos encaminamos al local y al llegar estaba esperando un aparcacoches que rápidamente se dirigió a abrir la puerta de Lydia, ella como siempre iba con el vestido totalmente subido a la cintura pero no hizo nada por taparse, simplemente se bajó del coche y cuando se puso de pie se estiró el vestido, la visión del aparcacoches debió ser espectacular porque se le podía apreciar una incipiente erección en la entrepierna.

-Señor que vergüenza me dijo cuando llegue a su lado. Me ha visto hasta las entrañas.

-Pues esto no es nada, para lo que te espera hay dentro, además se que te gusta bastante. Muéstrame como tienes el coño.

Ella, mientras andaba se metió un dedo y me lo acercó a la cara. Estaba realmente mojada y solo acabábamos de empezar.

-Así me gusta. Pero tómatelo con calma porque la noche se te puede hacer muy larga

Cuando llegamos a la mesa reservada, Lydia se quedó de piedra. Ella nunca había estado en un local de BDSM y ver a todos los esclavos, las argollas y todos los aparatos que allí había le pareció increíble.

-Señor, ¿qué hacemos aquí?

-Tomar una copa y continuar con tu doma, ¿Por qué lo preguntas esclava?

-No me castigue, por favor. Me he comportado durante todo el día y hoy haré todo lo que ordene.

-No te preocupes, estate tranquila y ya verás cómo te gusta todo lo que pasa. En primer lugar acábate las dos botellas de agua que tienes aquí, cuando termines nos vamos a ir a una habitación donde te van a preparar para pasar la noche como he acordado con el dueño del local, no te preocupes, nadie mas que yo te va a tocar, estate tranquila y déjales hacer. ¿Lo has entendido?

-Sí, amo.

Una vez que se bebió los dos litros de agua nos dirigimos hacía el fondo del local, allí había una puerta ante la que nos paramos y entonces le pedí a Lydia que se pusiera a cuatro patas, le puse un collar y enganche una cadena a la argolla del mismo mientras le susurra al oído que estuviera tranquila y no me defraudara. Sin más abrí la puerta y entregue a Lydia a las personas que allí estaban, salí y me volví a mi mesa para tomarme otra cosa.

Como un cuarto de hora después entraron unos empleados del local con una urna de cristal que emitía luz (como si fuera una lámpara) y la ubicaron en medio del local. Uno de ellos se acerco a mí y me dio una especie de mando a distancia. Cuando acabe mi copa me di un paseo por el local y cuando llegue a la urna me quede de piedra, dentro estaba Lydia, solo vestida con las medias, el liguero y los zapatos de tacón. Estaba sujetada por unas argollas que le inmovilizaban las manos y la obligaba a estar en cuclillas, con las piernas tan separadas que debían dolerle, también le habían inmovilizado la cabeza para que solo pudiera mirar hacia el frente y le habían puesto una bola en la boca que impedía cerrarla y además provocaba que toda su saliva se le callera sobre las tetas.

La situación me provocó una erección tremenda, habían cumplido mis órdenes al pie de la letra y Lydia estaba siendo exhibida en todo su esplendor, me acerque a ella y la acaricie la cabeza para tranquilizarla, ella me miro y solo con sus ojos parecía suplicarme algo.

-Tranquila, estas preciosa, eres la comidilla del local. Nadie te tocará, ni te hará nada simplemente serás un adorno. Ella emitía sonidos guturales y se agitaba constantemente, así que decidí quitarle la bola de la boca para ver que quería.

-Señor, señor me meo, no puedo más. Necesito ir al baño.

-Tranquila, aguanta todo lo que puedas y cuando estés a punto de explotar aprieta el botón que tienes al lado de la mano. Le puse otra vez la bola y me separé un poco para no tapar la visión de mi mujer expuesta.

A los pocos minutos Lydia apretó el botón y entonces el local se quedó a oscuras a excepción de un tremendo foco que solo alumbraba la urna. Todo el mundo se giró hacía Lydia y se quedaron expectantes. Lydia se puso roja como un tomate, todo el mundo la estaba mirando, estaba totalmente expuesta y su vejiga iba a explotar. Ella no pudo soportarlo más y empezó a mear con tal fuerza que el chorro de pis rebotaba en la pared de la urna para luego caer al suelo, cuando terminó, todo el local volvió a iluminarse y la gente volvió a lo suyo.

Me acerque, le retire la bola y le di otro litro de agua. -Muy bien cariño ha sido espectacular le dije mientras le metía un dedo en el coño

-Señor, que vergüenza.

-No empieces, Lydia. Has estado maravillosa y además tu coño esta chorreando.

-Señor, me han metido una bola en el chichi. Es pequeña y no se me cae pero no se qué es.

Entonces saque el mando, apreté un botón y la bola empezó a vibrar. Mi mujer dio un respingo y comprendió perfectamente que era ese artilugio.

-No señor, por favor. Párelo, estoy muy excitada y seguro que me corro.

La apague, le di otro litro de agua y me retire a dar otra vuelta por el local. Cuando calculé que Lydia debía estar a punto de mear otra vez encendí el vibrador y lo puse a máxima potencia mientras iba para allá para ver el espectáculo.

Cuando llegué Lydia ya se había corrido una vez y todo el local estaba pendiente de sus espasmos, decidí dejar el vibrador encendido y así estuvo hasta que se corrió tres veces más entre jadeos y exclamaciones. Entonces paré el vibrador y la pregunté que si quería mear.

-Sí, Amo. Pero no puedo más ¿qué hora es?

-Nos vamos ya para casa, te has portado fenomenal. Meate aquí mientras ordeno que te limpien y te saquen de aquí.

Según me di la vuelta para ir a buscar a los empleados del local, Lydia volvió a tocar el botón y mientras todo el mundo la miraba se meó abundantemente encima. La sacaron del allí y al poco rato me la llevaron a la mesa tal y como yo la había entregado pero casi no podía andar, le dolían las piernas, la boca y estaba totalmente exhausta. Cariño, se que estas muerta pero te voy a follar en cuanto lleguemos a casa, tengo el rabo que me va a estallar, tu comportamiento ha sido excepcional y te mereces un premio.

-Si Señor, lo que desees.

-¿Te ha gustado el día que has pasado?

-El mejor día de mi vida señor. Muchas gracias.

Esa noche conseguí follarmela dos veces más antes de que se durmiera.

A la mañana siguiente Lydia no era capaz de despertarse ya que estaba muerta por la noche anterior, decidí dejarla dormir y prepararle un desayuno reparador y un baño de espuma para que se pudiera limpiar todos los restos de la noche anterior y se acicalará para el resto del día.

Cuando se acabó el desayuno la ayude a meterse en el baño y la limpié a conciencia mientras ella descansaba totalmente tumbada y relajada en la bañera. Cuando acabé la ayude a secarse, la perfume y la peine, así que dos horas después de levantarse estábamos listos para irnos a comer a un restaurante ubicado en un famoso centro comercial de la ciudad.

En esta ocasión preparé para mi mujer un conjunto sencillo compuesto por una camisa de lino blanco y unos short cortos que dejaban ver sus magnificas piernas y se ajustaban a la perfección a su culo. Como siempre le saque un tanga y un sujetador para que eligiera que se quería poner, ella sin pensarlo eligió el sujetador blanco y se puso el short sin nada debajo.

Salimos a comer y estuvimos dando una vuelta por el centro comercial, mirando unas tiendas y comprando algo de ropa, entre la que estaba un vestido de verano, con tela muy fina, de color amarillo que le llegaba hasta medio muslo y se ceñía a su cuerpo como si fuera una segunda piel. Justo antes de llegar al restaurante encontramos un sex-shop enorme y obviamente entramos para ver que objetos había y me podían servir para la siguiente sesión que tuviéramos.

Estuvimos un buen rato mirando todos los objetos y Lydia cada vez estaba más nerviosa porque se temía lo peor, al final solamente compramos un tanga azul abierto por la entrepierna que dejaba su coño al aire.

Nos fuimos al restaurante, pedimos la comida y una botella de vino. Estuvimos charlando y justo antes de que nos trajeran los postres le ordené a Lydia que se fuera al baño para ponerse el plug y así continuar con el entrenamiento de su esfínter anal, también se debía poner el nuevo tanga por lo que debía quitarse el sujetador y el vestido amarillo que acabábamos de comprar.

  • Señor, se me transparentará todo.

  • ¿Y?

  • Señor, no son horas ni sitio para dar este espectáculo.

  • Lydia, tienes 5 minutos o recibirás un castigo, aunque igual también lo recibes por volver a ponerme pegas a una orden directa.

Con un cabreo importante Lydia agarro las bolsas y se dirigió al baño. El tiempo pasaba y Lydia no regresaba por lo que me empecé a impacientar, al rato y muy pasados los cinco minutos se abrió la puerta del baño y vi la cabeza de Lydia que me hacía gestos para que fuera, los ignoré y continué tomándome mi postre.

Finalmente Lydia salió del baño y se dirigió a la mesa con la cabeza agachada y andando muy deprisa, la verdad es que cualquiera que la viera sería objeto de sus miradas, ya que al ponerse el vestido la fina tela del mismo, se estiró al máximo lo que provocó que se volviera muy transparente y se le apreciaban los pezones y las aureolas de los mismos claramente, del tanga negro que decir, simplemente se le veía con total claridad. Cuando llegó a la mesa se sentó y me espetó:

-          Eres un cabrón. Es como si estuviera desnuda.

-          Lydia, me tienes harto. Esto lo pediste tú voluntariamente y no haces más que poner pegas y limites, además sabes que durante este mes no puedes volver atrás tu decisión y no te queda otra que aguantar por lo que lo único que conseguirás es recibir un nuevo castigo y alargar más las situaciones que son tan incomodas para ti.

-          Eres gilipollas, yo no sabía que me harías todo esto, me puede ver cualquier conocido.

-          Lydía, te queda una semana para volver a tener voluntad, no voy a cambiar de idea así que te aconsejo que te relajes y disfrutes de la situación, se que al final todo lo que te ordeno te gusta o así lo indica tu coño. Ahora tenemos dos opciones: La primera dejas de protestar, acabamos de comer y nos vamos juntos y agarrados de la mano o me voy yo solo y quedamos en el coche dentro de 15 minutos, tú decides.

-          ¡Me voy sola! Me contesto elevando la voz.

Sin más pagué la cuenta y me dirigí hacia al coche para esperar allí a Lydia. Tras 30 minutos esperando llamé a Lydia al móvil para ver que le pasaba y donde estaba, cuando me descolgó me dijo que se había marchado en taxi a casa.

Durante el camino iba intentando pensar en el castigo que le aplicaría a Lydia, no solo había pasado de mis instrucciones sino que me había dejado tirado en el centro comercial, la verdad es que no encontraba nada adecuado para tal falta pero tenía que darla una lección, aunque ya sabía que Lydia había decidido no continuar durante ningún mes mas con este cambio de roles.

Cuando llegué a casa Lydia estaba preparando la cena vestida solo con el tanga que habíamos comprado esa tarde, seguía llevando el plug de entrenamiento y me recibió como siempre hacia con un beso. La verdad es que me sorprendió la reacción, no me la espera, pensaba que tendríamos una fuerte discusión.

-Lydia, sabes que me has fallado ¿Verdad? Lo que implica que te tengo que castigar.

-Señor, haz lo que tengas que hacer, pero eso que me has pedido hacer supera mis límites y no tengo porque sobrepasarlos.

-Jamás, te ordenaría hacer algo para lo que no estés preparada.

-Te has pasado, no pensaba hacer lo que me mandaste. Me daba miedo, mejor dicho pánico. Así que haz lo que tengas que hacer pero no merezco un castigo, no tengo porque sobrepasar mis limites.

-Deja la cena, vamos a pedir unas pizzas.

-Señor, yo llamo ¿de qué las quieres?

-Pídelas tú, me voy a poner cómodo.

Al poco rato, el pizzero toco el telefonillo y le abrimos la puerta del portal, a los pocos minutos llamó a la puerta.

-Lydia, abre la puerta le dije mientras le alcanzaba un billete para pagar la factura.

Se puso roja como un tomate, estaba en tetas con un tanga que dejaba su coño totalmente depilado al aire y con un plug metido en el culo.

-Señor, pero como voy.... Intento protestar pero nada más ver mi cara, bajo la cabeza y se dirigió a la puerta.

El pizzero volvió a llamar a la puerta justo cuando Lydia la abría. Casi se le caen las pizzas al pobre, se quedó petrificado. Lydia, seguía con la cabeza acachada pero alargó las manos para que le dieran el pedido.

El chaval reaccionó y le alcanzo las pizzas mientras buscaba el cambio para devolver el dinero que sobraba. Mientras yo llamé a un chino para que nos subieran más comida. Lydia cerró la puerta y se encamino hacia el comedor roja como un tomate.

Cuando llegó y mientras dejaba las pizzas en la mesa le toqué el coño aprovechando que el acceso a él era fácil y pude comprobar que estaba empapado. Mira que le da reparo y vergüenza, pero como le gusta que la exhiba.

-Lydia, pero como estás de mojada.

-Si, Amo.

-¿Te ha gustado?

-Si, amo, mucho más que lo de esta tarde. Señor, me empieza a molestar el plug ¿Me lo puedo quitar?

-No, espera un poco, siéntate que vamos a cenar.

A los pocos minutos y justo cuando habíamos terminado con las pizzas sonó el telefonillo, era el chino que traía la comida. Al igual que antes, a los pocos minutos sonó la puerta de la casa.

-Lydia, abre, pero antes de hacerlo quítate el tanga, quiero que lo hagas sin nada.

Con un movimiento rápido de sus manos Lydia se quedo como cuando su madre la trajo al mundo, bueno casi ya que todavía llevaba el plug clavado en su culo. Con los nervios no se dio cuenta de que no le daba dinero y abrió la puerta tal cual estaba.

En esta ocasión apareció una mujer que se quedó blanca al ver el panorama, mi mujer también palideció y que quedo petrificada, a los pocos segundos la mujer china le   alcanzó la comida y esperó a que le dieran su dinero. En ese momento, Lydia se dio cuenta de que no tenía billete para pagar y se giro para que se lo diera.

Le hice un gesto de que lo tenía en la mesa y que se acercará ella, así que Lydia se giro y empezó a andar hacia el comedor por lo que la mujer podía ver perfectamente que tenía un plug alojado en sus intestinos.

Al llegar donde yo estaba, cogió el dinero y se encamino de nuevo a la puerta pero en ese momento le ordené:

-Lydia, ¿no te molestaba mucho el plug? Quítatelo ahora

-Señor, no es necesario puedo aguatar otro rato.

-Lydia, es una orden. Ponte a cuatro patas y con el culo hacia la puerta.

La cara de la china era un poema, estaba alucinando de lo que veía y oía. Lydia se puso en la posición indicada y me facilitó el acceso a su culo. Me acerque y le saque el plug, la verdad es que el entrenamiento estaba siendo muy bueno y el agujeró de su culo estaba totalmente dilatado y se apreciaba desde bastante lejos.

-Muy bien, cariño, toma tu plug y paga a la china.

Lydia se levantó, cogió el plug con una de sus manos y se encamino a la china para pagarla, recogió el cambio y cerró la puerta. Su cara era un poema, era una mezcla de excitación y vergüenza.

.Señor, estoy muy cachonda decía mientras se metía dos dedos en el coño y los sacaba chorreando de fluidos.

-No se si te lo mereces, tu comportamiento de hoy ha sido lamentable.

-Señor, por favor. Necesito correrme.

-Está bien, pero sabes que te tengo que castigar. Ponte a cuatro patas le ordene mientras me dirigía a la cocina a por la botella de aceite.

Cuando salí de la cocina, Lydia estaba en posición y esperándome mientras movía el culo de manera insinuante. Cuando llegue a su altura, me acache y le empecé a meter mi rabo por el coño, estaba totalmente empapada y no me costó ningún trabajo penetrarla. Según empecé el movimiento Lydia empezó a jadear y gemir, sabía que si seguía así se correría enseguida, por lo que decidí que su castigo debía empezar.

-Lydia, preparada para tu castigo.

-Si, amo.

Le saque el rabo y vertí algo de aceite en su muy dilatado agujero del culo. Por lo que ella, empezó a protestar y a ponerse tensa porque ya sabía que le iba a pasar.

Cuando terminé apunte mi polla y empecé a realizar fuerza para vencer la resistencia. Lydia se quejaba y decía que parará porque le dolía mucho. Hice caso omiso y continué apretando contra su culo hasta que conseguí meterle la punta. Espere unos segundos para que se fuera acostumbrando y continué apretando poco a poco hasta que mis huevos chocaron contra su coño. Realmente su culo era muy estrecho, apretaba muchísimo mi polla.

-Lydia, relájate. Será mucho peor para ti si no lo consigues.

Ella solo gritaba que se la sacara que la estaba haciendo muchísimo daño. Poco a poco empecé a moverme despacio lo que hizo que ella se moviera y gritará como una loca, pero lejos de parar empecé a bombear más rápido, mientras la ordené que se masturbara en esa posición.

A los pocos minutos Lydia dejó de gritar y empezó a mover el culo ella misma mientras su respiración se volvía agitada. La ordene parar de masturbarse y saque mi polla de su culo, el agujero era bastante grande y le hice un par de fotos para verlo en otras ocasiones. Después me tumbé en el suelo y la ordene que me montará, ella rápidamente se puso en cuclillas encima mío, me agarró el rabo y se lo metió por el culo mientras se sentaba sobre mí.

Empezó a cabalgarme y a los pocos segundos me pregunto si se podía masturbar, la imagen era impresionante, sus grandes tetas saltando para todos los lados, su coño empapado y mi polla entrando y saliendo de su culo. Fue demasiado y me corrí llenando sus entrañas.

La cara de Lydia fue un poema, tenía un calentón de muerte, no le había dado permiso y por su culo se empezaba a escurrir mi semen, Señor ¿Me puedo masturbar?

.- Lydia, no recuerda que es un castigo, hoy te quedaras así.

Ella empezó a saltar sobre mi polla pero estaba muy flácida y se salió de su culo lo que provocó que todo mi semen se escurrió hasta el suelo y hizo gritar de desesperación a Lydia.

.- Lydia, limpia todo esto y no se te ocurra tocarte.

Fin del relato.

Muchas gracias a todos por vuestra atención y disculpad si hay algunos errores literarios, como ya os he comentado yo no soy un escritor y lo único que pretendo es compartir con vosotros las fantasías eróticas que me entretienen en mis largas noches.