Como me convertí en lo que soy

Definitivamente, mi marido se caso con una puta, lo sabía y ahora los dos aceptamos las consecuencias.

Como me convertí en lo que soy

Actualmente tengo 20 años, soy originaria de Guanajuato México. Soy de tez clara, mido 165, peso 57 kilos, mi cabello es largo de color castaño claro, mis ojos son color café claros, mi busto es mediano, mis piernas son regulares, y lo que mas llama la atención de los hombres es mi trasero el cual es firme y bastante paradito. Digamos que podría ser modelo, de hecho quede en tercer lugar en un certamen de belleza en la escuela, además de ganar el premio como señorita simpatía. Bueno ya fueron muchos halagos a mi persona, pasemos al tema y a los hechos que me llevaron a escribir esto.

En realidad estoy desnuda sobre la cama y es mi esposo quien escribe y quien fue el que me animó a relatar mis experiencias.

Llevamos apenas dos meses de casados. Yo no me case siendo virgen, la virginidad la perdí a los 16 años mientras estudiaba mi carrera de secretariado y fue con un profesor, pero eso se los contaré en otra ocasión.

Bueno resulta que mi marido supo que no era virgen, y también supo que antes de casarme había tenido tres amantes, es decir cuatro hombres en mi vida antes de casarme, esto es muy normal en la mayoría de los matrimonios, lo que no es "tan normal" es que una esposa tenga amantes y peor aún que su marido se los busqué. Les explico.

Resulta que nos casamos y yo me salí de trabajar del despacho contable donde trabajaba, y en donde mi jefe, por supuesto, me hechaba los perros cañón. Siempre me ha gustado vestir sexy, atrevida, resaltando mi trasero que es lo que más llama la atención y un poco mis piernas, por ser de busto mediano creo que ese no es mi mejor atractivo, pero es cosa de que cada quien juzgue. Bueno estaba acostumbrada a usar traje sastre de saco y falda, minifalda para ser exactos y por que no decirlo, unas minifaldas que me llegaban por lo menos a medio muslo. Desde que estudie mi carrera (secretariado) estuve acostumbrada a usar minifaldas, por lo que esa era mi manera normal de vestir, claro que algunas mas cortas que otras, pero la mas larga me llega a un palmo arriba de la rodilla y esa es la que uso para ir a misa.

Para no extenderme tanto iré a los hechos, resulta que mi marido obtuvo un mejor puesto en su trabajo y para festejar y agradecer, ofreció una cena en la casa, a donde solo acudieron: su jefe inmediato, el director de la empresa y algunos empleados más, unas diez personas en total contando algunas esposas de los que acudieron. Para esa ocasión mi esposo insistió en que usara un conjunto de saco y falda completamente blancos, la falda por cierto me queda muy corta además de que insistió en que no me pusiera blusa debajo del saco, medias y zapatillas altas completaban mi atuendo. La tela era un tanto delgada y si le añadimos que me quedaba muy justo, se podrán imaginar que se me marcaba perfectamente mi cuerpo, por lo ceñido de la falda tuve que usar tanga de hilo dental, la cual era un juego de lencería junto con un bra de media copa, ambas prendas de encaje blanco. Realmente me veía bien, se veían perfectamente el nacimiento de mis senos, además de que la falda con las zapatillas era muy sugestiva.

La cena fue encargada a un restaurante de comida china; por lo que tuve demasiado tiempo para dedicarme a mi persona y durante la cena fue casi un buffet. Después de la cena pusimos música y comenzamos a bailar además de ofrecer de tomar tequila de manera libre. Después de ser animada por mi esposo a bailar con sus compañeros, decidí disfrutar de la fiesta. Todo transcurría de manera normal, y después de acompañar a unas personas que se retiraban, me acerque a mi marido quien estaba sentado con su jefe inmediato y su esposa, así como con el director de la compañía y un compañero más. Al acercarme para preguntar que si no se ofrecía nada, mi marido me tomo de la cintura y me sentó en sus piernas, lo que provocó que mi minifalda se me subiera un poquito más de lo debido, quedando exactamente frente al director, un señor de unos 50 y tantos años, muy bien conservado con cabello blanco, un poco llenito pero alto como de 1.80, y fornido, de cuerpo fuerte y mirada penetrante. Ahora mi marido me confiesa que lo hizo a propósito, pero en ese momento pareció todo natural, mi esposo me sentó en sus piernas y tuve que mantenerlas cerradas, por que de lo contrario Raúl (así se llama el director) me hubiera visto hasta la conciencia. Pasamos unos minutos platicando y bebiendo un poco y yo me di cuenta de que Raúl me miraba de una manera muy lujuriosa, con mucho morbo, lo que lejos de molestarme me excitó. Fue tanta mi excitación que poco a poco abrí las pierna permitiéndole ver mi tanga la cual se me metía entre mis labios vaginales por lo justo. El me dedicaba unas miradas por demás morbosas, lujuriosas, parecía que me quería coger ahí mismo, me desnudaba con la vista, mis pezones se pusieron duros, y se podían admirar perfectamente por encima de la tela del saco. A mi la verdad me excitó mucho ver su actitud, yo continuaba sentada en las piernas de mi esposo, y aunque platicaba con los de la mesa, no podía dejar de corresponder con miradas igualmente cachondas y mordiéndome los labios.

No aguante más la situación así que anuncié que continuaría atendiendo a los pocos invitados que quedaban, y que iría a la cocina por hielos y botana. No pasaron ni cinco minutos y Raúl se levanto de la mesa me busco con la mirada y se dirigió al baño el cual quedaba junto al estudio. Yo me metí al estudio y solo esperé.

No lo podía creer, estaba en mi propia casa, con mi marido en la sala; y dispuesta a realizar una locura, ya que mi calentura era demasiada; estaba pensando en salirme pero apenas entro Raúl nos fundimos en un beso intenso, nuestras lenguas jugaban, y se buscaban mutuamente, nuestras manos exploraban nuestros cuerpos con ansiedad; con rudeza me abrió el saco y comenzó a pellizcar mis pezones, mientras me mordía el cuello lo que provocó que tuviera mi primer orgasmo, era mucho el morbo.

Continuó con sus caricias. Con una mano me pellizcaba los pezones y con la otra ya me metía dos dedos en mi raja la cuál estaba completamente húmeda y chorreando. Lo breve de mi falda facilitó que desapareciera casi de inmediato al enrollarla en mi cintura, la tanga solo la hizo a un lado. Raúl continuaba besándome, y ahora alternaba mi boca con mis senos, había bajado las copas del bra, mordiéndome, succionándome, de una manera brusca, un poco de dolor pero que a mi me acercaba a otro orgasmo, sus mordiditas hacían que mis quejidos fueran cada vez más fuetes. Si me dejo de acariciar fue para desabrocharse los pantalones dejándolos caer. Pero en ningún momento me dejo de besar y mordisquear. Estábamos cerca del sofá que tenemos para ver la tele, así que el único movimiento que tuvo que hacer fue darme media vuelta.

Mientras me inclinaba para quedar en posición de perrito sobre el sofá tuve un momento de lucidez y le pedí que se detuviera, pero ni yo misma me convencí de lo que decía; ansiaba sentir ese miembro que ya había palpado y que se sentía portentoso

Yo solo me prepare, y mordí mis labios cuando sentí que su verga me penetraba, era más gorda que la de mi esposo y más larga. Empezó a bombear de una manera brusca, rápida, salvaje, yo solo me mordía los labios para no gritar. Tiro de mis cabellos mientras con la otra mano seguía pellizcándome los pezones.

Yo sentía que se me doblaban las piernas, sentía demasiado placer, que junto con el morbo de pensar en lo que estaba ocurriendo: mi marido, recién casados, su jefe, en mi casa.

Raúl tomo mis caderas y acelero frenéticamente, sentía que me llegaba hasta las entrañas, y de repente recordé que no se había puesto condón, y es que su leche caliente ya me había llenado toda la vagina, matriz y alrededores. Estallo en un orgasmo impresionante, su semen me inundaba y no dejaba de brotar, mientras el permanecía lo mas dentro de mi que podía; si no fuera por el segundo orgasmo que tuve en ese momento me hubiera preocupado por que se saliera de mi, pero realmente me desvanecí.

El se salió primero y yo me dirigí a la cocina. Minutos después la fiesta transcurría como si nada, solamente que a mi me temblaban las piernas, al grado que mejor me senté, casi una hora después todos se retiraron; mientras mi esposo cerraba la casa y apagaba las luces, yo me dirigí de inmediato a la recamara quería bañarme, ya que no quería que mi esposo se diera cuenta de lo sucedido. Justo cuando estaba a punto de meterme a bañar, ya desnuda lógicamente, me detuvo.

Lo disfrutaste? –

Yo me quede helada, no supe que decir, me tomo de la mano y me llevo a la cama, me hizo el amor de una manera que realmente casi me duermo, si no es por que se vino de inmediato.

Me pidió que no me bañara, y durante la noche me hizo el amor otras tres veces, siempre preguntándome si me había gustado, como había sido, lo repetiría, en fin, dos preguntas, y terminaba.

Al día siguiente domingo, fuimos a desayunar, platicamos de lo sucedido, me confeso que el había planeado todo, el sabía que su jefe era un mujeriego, todo un semental, y que estaba seguro de que no perdería la oportunidad de cogerme si se daba la situación, y como ven se dio. Ahora soy amante de Raúl, hemos tenido relaciones en mi casa, en mi propia cama matrimonial, en hoteles y dos veces en su oficina. Mi esposo y yo acordamos, que yo podría tener relaciones con quien quisiera, cuando quisiera y como quisiera. Con la única condición que le contara con lujo de detalles.

Ahora llevamos seis meses de casados, y cuatro de esposa puta y marido cornudo.

Queremos entablar amistad y comunicación, solamente con parejas similares, hombres solos, por favor, no insistan.

Un beso a todos los que lean mi relato, que es 100% real, y si quieren saber más de mis aventuras, solo escríbanme o voten por este relato.

La segunda vez con Raúl

(Por favor antes lean "Como me convertí en lo que soy")

El miércoles siguiente a la fiesta, Raúl me hablo por la mañana, pidiéndome repetir lo que había sucedido pero esta vez con más tiempo. Yo le recordé la situación, yo soy una mujer casada y él, el jefe de alguna manera de mi esposo. Me aseguro que el trabajo de mi esposo jamás se vería afectado por nuestra relación, y que podríamos ser muy discretos para no tener problemas ninguno de los dos. Esto me confirmó que Raúl no sospechaba en lo más mínimo que mi esposo estaba de acuerdo en mis infidelidades, así que decidí aceptar su propuesta quedando de vernos al día siguiente a una cuadras de mi casa, a las 9 de la mañana.

Por la mañana mientras despedía a mi esposo en el desayuno le comenté que vería a Raúl en una hora más. El se excitó de inmediato y me dijo que por favor me portara muy mal, y que a la noche tendría que contarle con lujo de detalles todo lo que hubiera hecho.

Raúl me pidió que me vistiera con un pants y que llevara las zapatillas blancas más altas que tuviera, cosa que me intrigo, pero así lo hice, no obstante, utilice un pants súper ajustado y no me puse ropa interior, me amarre el cabello y con un maquillaje ligero me dirigí a mi cita, con las zapatillas en una maleta deportiva. Como si fuera al gym.

Raúl paso por mi muy puntualmente, casi no hablamos durante el trayecto, lo normal: como estas, como va todo, etc.

Entramos a un Motel no muy alejado para mi gusto; en la habitación, me entrego una "filipina" (es una camisola para las enfermeras, con cierre al frente, y que me llegaba justo a media nalga, por delante se veía claramente la mitad de mi osito perfectamente bien depilado, lógicamente era en color blanco) me entrego la filipina y me pidió que me la pusiera junto con las zapatillas y nada más, dejando el cierre abierto hasta un poco arriba del ombligo. En el baño me cambie, solté mi cabello y retoque mis labios. La imagen era sexy, mis senos apenas se asomaban, mis piernas se veían muy delineadas por las zapatillas y la ausencia de falda, en realidad me gusto como me veía, y supongo que también le gusto a Raúl, por que al salir tuvo una exclamación de "guau".

El se encontraba desnudo sentado en la cama; en la pantalla de 52 pulgadas de la habitación se podía ver una película pornográfica. Mi vista se dirigió de inmediato a su entrepierna, su pene mide unos 20 o 21 centímetros y como 6 o 7 de grosor, estaba completamente flácido, me pidió que diera una vuelta, y que me inclinara dándole la espalda. Nuevamente me encantaba su morbo.

Yo le obedecí sin parpadear, me di una vuelta lo mas lento que pude, y en seguida me incline, mostrándole todo mi trasero completamente desnudo, mi rajita se podía observar también, por que abrí las piernas lo suficiente; al inclinarme, pase mis dedos por mis labios vaginales abriéndolos un poco, mi osito ya chorreaba.

A gatas, y habiendo perdido toda compostura o sentimiento de culpa, me dirigí de inmediato a su pene, ansiaba tenerlo en mi boca, a mi marido solo le había hecho sexo oral una vez y de novios. Pero me puedo considerar una buena mamadora, por toda la experiencia que tuve anterior a mi matrimonio. Su pene era como un caramelo para mí, lo lamía desde la punta hasta los testículos, lo tomaba como una paleta, que realmente disfrutaba. Continué lamiéndolo, me lo metía en mi boca, hasta donde me era posible y más; también disfrute de sus testículos metiéndolos en mi boca y jugando con ellos, mientras con mi mano lo masturbaba, mientras metía su pene en mi boca acariciaba sus testículos, en fin por su expresión creo que lo disfrutaba; nos dedicábamos miradas cargadas de lujuria y ese morbo que me sigue fascinando. Me aviso que pronto terminaría, así que por ningún motivo se me ocurriera dejar de chupar; me gusto su firmeza al ordenarme que me tragara toda su leche. Acelere mis movimientos y cuando sentí que ya era inminente su venida, introduje su pene lo mas profundo que pude en mi garganta, la mayor cantidad de su semen paso directo a mi garganta y comencé a tragar, cuando sentí que ya había pasado la mayor parte coloque la punta de su pene en mi boca de tal manera que el semen que siguiera saliendo quedar en mi lengua. De esta manera pude disfrutar perfectamente de su sabor. Una vez que termino continué chupándolo, hasta dejarlo limpio.

Me recosté junto a él, mientras pedía dos cervezas y un tequila al cuarto.

Cuando tocaron me pidió que fuera por las bebidas, dude un segundo, pero me encantaba la sumisión ante ese hombre. Al abrir la puerta el chico que llevo las bebidas pareció no asombrarse el verme vestida con la filipina, las zapatillas y el coño al aire, seguramente sería común ver ese tipo de escenas en los moteles.

Raúl me pidió que me tomara las dos cervezas una tras otra y luego el tequila. Nuevamente su forma de ordenar y mandarme, logró que yo obedeciera sin chistar.

Apenas termine de beber y comenzó a acariciarme, la verdad lo único que sentí con las bebidas fue que me relaje bastante sin perder para nada las sensaciones.

Comenzamos a acariciarnos por todos lados, nos faltaban manos, y la cama nos quedaba chica a pesar de ser una kingsize, nuevamente me mordía los senos y el cuello, puesto que ya se había dado cuenta que ese era mi punto débil.

Me coloco en la posición de perrito sobre la cama y el de pie, empezó a penetrarme esta vez de una manera lenta y rítmica, como tratando de sentir cada centímetro que entraba. Yo nuevamente fascinada con ese pene que me enloquecía disfrute el momento mientras le decía lo rico que me cogía.

Estuvimos así un rato, luego me pidió que me apoyara en el tocador, en el espejo veía su rostro mientras me penetraba de nuevo, ambos de pie, yo un poco flexionada, pero esta vez era mas fuerte su embestida, lo que me obligo a apoyarme completamente sobre el tocador; parecía incansable, nuevamente nos movimos a un pequeño sillón que había en la habitación, Raúl se sentó y me pidió que me sentara en él, fue increíble poder controlar los movimientos, puede disfrutar a placer, yo subía y bajaba a mi propio ritmo, hacía círculos con mi cadera para poder disfrutar ese pene. El no dejaba de besarme y mordisquearme los senos, en especial los pezones.

Finalmente me pidió que regresáramos a la cama, quería venirse otra vez dentro de mí, pero en la posición de perrito.

Nuevamente se repitió lo que había sucedido en mi casa, con una mano me jalaba de los cabellos, mientras con la otra me propinaba nalgadas. Al hacer mas fuerte su ritmo me tomo de las caderas, en seguida sentí como me llenaba nuevamente las entrañas.

Nos recostamos un momento, nos besábamos cariñosamente, el fue el que se levantó y pidió que nos retiráramos, yo me cambié de ropa y salimos.

En la noche le platique a mi esposo todo lo sucedido, y termino casi de inmediato. Le mostré los chupetones que me había dejado Raúl en los senos y el cuello.

Ahora como saben soy amante de tiempo completo de Raúl. Quien me ha dicho que muy pronto deberé de acompañarlo a una orgía.

Mi esposo esta feliz siendo cornudo.

Por favor no dejen de escribir, parejas en la misma situación, hombres solos por favor no insistan, no voy a mandar fotos, ni ando buscando otros amantes. Si quieren podemos platicar experiencias, pero no insistan ok.

Un beso a todos, chicas o esposas infieles escriban.