Cómo me convertí en la sissy personal de Pablo. P3
Pablo me ordena hacerle una mamada.
El siguiente sábado hice lo propio, me vestí de nuevo con la ropa que Pablo me obsequió y salí de mi habitación, él estaba ahí en la sala jugando videojuegos, era normal ya que ese día no trabajaba ninguno de los dos, al salir lo miré un rato esperando que se diera cuenta que estaba otra vez vestido de chica en frente de él, pero esta vez solo me ignoró, estaba inmerso en la pantalla mientras jugaba, me decepcioné un poco, pero no intenté llamar su atención, solo comencé a limpiar de manera habitual, en un momento dado tuve incluso que pasar por frente suyo para desempolvar la consola de videojuegos y el mueble, pero ni se inmutó. Más tarde cuando había terminado y estaba volviendo a la habitación para cambiarme oí su voz.
Oye ven aquí. – Después del silencio en el que había estado me sorprendió, tímidamente me acerqué a él – Tengo hambre, hazme algo de comer por favor. – no dije nada, solo refunfuñé y poco y me dirigí a la cocina. – Espera, una cosa más – Añadió – Desde ahora cada vez que te de una orden responderás “Sí señor” – lo natural hubiera sido sentir disgusto, pero ese vestido me hacía sentir indefenso, y convertirme en su esclava era ya algo que anhelaba, aunque no quisiera admitirlo. - ¿Oíste bien? – dijo después de haberme quedado en silencio un momento.
Si señor – Respondí sintiéndome un poco humillado… y me gustó. Fui a la cocina y guisé algo de carne que había en el congelador, estaba ya entrando mucho en el papel de sirvienta, y pensar que estaba cocinando para él hiso que me esmerara, puse además unas patatas a freír, me aseguré de que la carne tuviera una cocción adecuada y la sazoné con especias, puse todo en un plato y se lo llevé, al entregárselo me dijo:
Necesitaré algo de beber, creo que hay sodas en el frigorífico, tráeme una ¿quieres?
Si señor – Esta vez conteste con un poco más de seguridad, fui por ella y se la entregué.
Bien, quédate por aquí por si necesito algo más
Si señor – No sé a qué venia eso, pero sus órdenes eran cada vez más imponentes y casi sin pensar descarte por completo la posibilidad de negarme, así que me quede de pie junto a él con las manos juntas mientras terminaba de comer.
No pareces muy molesto ahora – exclamó Pablo, me agarró realmente en curva, estaba haciéndome a la idea de ser su sirvienta y dejándome llevar, pero ahora él estaba notándome también más dócil, no respondí nada. - ¿Y bien? ¿Te gustó el atuendo que te regalé? – Preguntó.
Sí señor, me gustó. – Contesté sin dudar mucho, Pablo es muy inteligente, en su cara percibí una sonrisa un tanto malévola, ahora sabía que estaba siguiéndole el juego completamente y que me tenía en la palma de su mano. Terminó de comer y dijo:
Listo, puedes llevarte la loza y limpiarla.
Sí señor. – Con cada vez que lo decía me salía más natural.
Te quiero de vuelta aquí cuando termines.
Sí señor. – Tome la loza y me la lleve a la cocina para lavarla, cuando terminé volví a donde estaba el y esperé instrucciones.
Desde ahora me referiré a ti como Vanesa. – un nombre de mujer, para mí, que alguien me reconociera y me llamara de esa forma era un pensamiento que me llenaba de felicidad, me pregunté por un momento por qué ese en específico, pero preferí no darle mucha importancia, ya no había vuelta atrás, quería convertirme en una chica por completo.
Esta bien, señor – asentí, el decidió terminar de jugar videojuegos, apagó la consola y el televisor, pero siguió mirando fijamente hacia la pantalla, hubo un silencio incomodo de unos cuantos segundos.
Vanesa, hazme una mamada. – soltó esa oración sin más, rompiendo el silencio, mi corazón se detuvo por un momento, un montón de inseguridades empezaron a brotar de mi cabeza.
Eh… Mm… Yo…
Es una orden. – afirmó mientras volteo a mirarme fijamente.
No se puso de pie, solo se llevó ambas manos a la nuca y echo la cabeza hacia atrás, no dijo nada más, solo esperó. Estaba muy confundido e indeciso, era obvio que tenía muchas ganas de hacerlo, pero me detenía pensar que si lo llegaba a hacer nunca podría ser el mismo, una cosa era usar ropa de mujer, pero complacer a otro hombre con mi boca me sentenciaría como una sucia y pervertida sissy para siempre. Casi me echo para atrás, pero Pablo se encargó de ponerme todo en bandeja de plata, si no tomaba una decisión en ese momento quizá jamás volvería a tener esa oportunidad. Me decidí, decidí que aceptaría mi destino como sissy, sí, eso es lo que quiero ser, quiero ser una buena sissy y complacer a mi hombre, no tengo que ocultarlo más, eso es lo que soy, lo que siempre he sido, quiero sostener su jugoso pene y meterlo en mi boca.
Lentamente me puse en frete suyo y una vez ahí me puse de rodillas, tan solo estar en esa posición vestido como lo estaba ya era demasiado, me costaba mucho asimilar que estaba ocurriendo, pero no me detuve, él no me miraba, tenía la vista hacia el techo, acerque mis manos a su pantalón, desabroché el botón y baje la bragueta, tome los bordes de su pantalón y lo deslicé un poco para abajo, él me ayudo con un movimiento de cadera, sus calzoncillos eran blancos con líneas azules y amarillas, las bajé lentamente también. Por fin lo vi, su pene, no estaba erecto aún pero aun así ya parcia muy grande, nunca me lo imaginé, que no estuviera erecto ya me decepcionó un poco, pero supongo que él también estaba un poco nervioso, no tenía mucho vello púbico, sus testículos estaban contraídos, estuve un rato contemplándolo, no había visto el pene de otro hombre tan de cerca, comencé a sentirme hambriento, la lujuria y el deseo aumentaban exponencialmente.
Tomé su pene con mi mano derecha, su piel era suave, al levantarlo inmediatamente pude notar su peso, comencé a estimularlo deslizando suavemente mi palma de arriba a abajo, sentí como se endurecía progresivamente, también su tamaño aumentaba hasta que finalmente estaba del todo erecto, y era enorme, no podría cubrirlo ni con mis dos manos, dudaba que llegara muy profundo en mi garganta, una vez erecto sus venas se notaron mucho más, podía incluso sentirlas mientras seguía estimulándolo lentamente, pero mi deber era otro, así que me incliné para acercarme un poco y tomarlo con ambas manos, continué acercando lentamente mi rostro, sentí su aroma de repente, era un olor masculino, amargo pero a la vez agradable, solo hiso que estuviera más ansioso, cuando estaba lo suficientemente cerca lentamente estiré mi lengua, cada vez menos distancia nos separaba hasta que la punta de mi lengua sintió su glande.
Estábamos en contacto, ningún hombre heterosexual podría estar en la misma situación alguna vez, pero yo no lo era más, yo era la esclava de Pablo y tenía que continuar, moví mi lengua en círculos alrededor de su glande, cada vez cubriendo y saboreándolo más, pude distinguir el sabor, era un poco ácido, pero dulce a la vez, rápidamente me pareció adictivo, me atreví y cerré los labios cubriendo la punta de su pene, los deslice hacia atrás y lo repetí algunas veces, me acostumbré al sabor, me gustaba y quería probar más, abrí la boca y fui introduciendo su pene dentro un poco más, esta vez cubrí la totalidad de su glande antes de cerrar los labios y extraerlo, procedí una vez más, ahora fui un poco más allá y llegué a un cuarto de su tronco, repetí el procedimiento, esta vez llegue hasta la mitad de su tronco, pude sentir la punta de su miembro esta vez tocando mi paladar, mi lengua se amoldaba también para lamerlo en el proceso, estaba comiéndome el pene de Pablo, él seguía mirando para arriba haciendo una profunda exhalación de vez en cuando, yo estaba del todo entregado a la tarea y lo peor ya había pasado.
Me dejé de bromas y en una nueva intervención cubrí tres cuartas partes del pene de Pablo, esta vez sentí que si lo metía un poco más me darían arcadas, ese era mi tope entonces, al extraerlo esta vez no lo saque por completo de mi boca antes de volverlo a introducir, en su lugar llevé mis labios hasta la punta y lo ingerí nuevamente hasta donde lo había hecho antes, repetí esto un par de veces más e incrementé la velocidad, el sabor tan jugoso de su Pene impregnó mi boca, cada vez que lo ingería saboreaba con mi lengua lo más que podía, seguí haciéndolo cada vez más rápido hasta que me encontré haciéndole una mamada como toda una profesional, continué sosteniéndolo con una sola mano y moviendo mi nuca de atrás para delante una y otra vez, hacia pequeñas pausas para respirar y limpiar el excedente de saliva que se acumulaba en la punta con mis labios, Pablo esta vez tenia respiraciones más fuertes y profundas.
Estaba tan inmerso en mi tarea que me sorprendió de repente sentir la mano de Pablo tomando mi nuca, voltee hacia el con su pene aun dentro de mi boca, ahora estaba mirándome a los ojos, veía como su compañero de piso le chupada el miembro vestido de mujer, comenzó a acompañar mis movimiento con su mano empujando mi cabeza hacia su pelvis, cada vez apretaba más como indicando que lo hiciera con más intensidad, yo me deje llevar y lo complacía respirando como podía, los movimientos se volvieron tan raudos y agresivos que por un momento parecía que estaba follándose mi cara, no podía mirarlo fijamente todo el tiempo, pero el no despego su vista de mí, conforme aumentaba la velocidad su rostro era cada vez más intenso, hasta que en un arrebato apretó muy fuerte mi cabeza contra su entrepierna, manteniendo su pene dentro de mi garganta por un lapso prolongado de tiempo, continuó apretando como poniendo a prueba la profundidad a la que era capaz de llegar, su glande comenzó a tocar muy dentro, me complicaba el poder respirar, estaba a punto de cubrir la totalidad de su pene pero mire hacia su rostro como implorando piedad, incluso la quijada comenzaba a dolerme, el rostro de Pablo era casi de furia, me asustó un poco, pero se apiadó de mí y quito su mano de mi nuca, enseguida me retiré e hice una rápida exhalación tosiendo un poco después de haber estado casi ahogándome, mientras recobraba el aliento Pablo se masturbó un poco y se corrió, su semen llegó hasta mi rostro, fue una cantidad grande de semen, no me lo esperaba así que cerré la boca y los ojos como reflejo, pero terminé empapado en sus fluidos, cuando terminó se levantó, se subió los calzoncillos y el pantalón, yo me quedé agotado de rodillas, mientras se abrochaba el botón exclamó - Bien hecho, esa es mi chica. – Y partió hacia su habitación cerrando la puerta y abandonándome tirado en el suelo con su semen en la cara.
Mi cerebro se desconectó, me levanté y caminé al baño como un zombi, me vi al espejo, era mi rostro bañado en esperma, con mi dedo índice rescaté un poco de esa sustancia, lo llevé a mi boca pensando aún en las últimas palabras de Pablo, “esa es mi chica”, fue una declaración de intenciones, él lo quería de mi era corromperme hasta que no quisiera hacer otra cosa más que estar a su servicio, hasta convertirme en su leal y obediente mascota… su semen tiene un sabor neutro pero la textura es espesa y difícil de tragar, esto es lo que él quiere de mí, y es también lo que yo quiero ser por toda la vida.