Cómo me convertí en la sissy personal de Pablo. P2
Pablo encuentra mis fotos y amenaza con publicarlas a menos de que haga todo lo que dice.
El verano acabó, pasó el tiempo, me dedique a hacer crecer mis glúteos y piernas haciendo ejercicio, pero no volví a vivir una situación así, lo único que conservaba eran aquellas fotos, el hábito de depilarme el bello corporal y el de masturbarme de vez en cuando con vídeos de sissys y crossdressers. Entré a la universidad, comencé a compartir piso con unos tres compañeros más, estuvimos viviendo dos años de esa manera, cada quién con su habitación y sus ocupaciones, aunque de vez en cuando organizábamos alguna convivencia, jugábamos videojuegos o salíamos juntos a hacer cualquier cosa, llevaba una relación bastante amena con ellos. Entre estos amigos se encuentra Pablo, uno con los que mejor me llevo, es fácil hablar con él y su carácter no es muy fuerte como el de los demás compañeros del piso, obviamente jamás se lo dije, pero también pienso que es bastante apuesto, y más de alguna vez miré sus labios con recelo, aunque rápidamente cancelaba esos pensamientos en mí ya que no veía ningún futuro en ellos, después llegó el verano que lo cambiaría todo. Esa vez conseguí un trabajo de medio tiempo nuevamente en la ciudad, al igual que Pablo, ambos nos quedaríamos en el piso mientras que nuestros otros dos compañeros se irían a sus respectivos pueblos, así fue como nuestra convivencia se volvió más íntima. Con los demás fuera, entre nosotros dos tendríamos que repartirnos las tareas del hogar, así que no me sorprendió cuando mientras jugando videojuegos me dijo:
Alguien tendrá que limpiar la casa de vez en cuando.
Si, podemos turnarnos para hacerlo justo. - Respondí de forma natural sin imaginar lo que estaría a punto de pasar.
Por alguien me refiero a ti.
¿Qué? Yo solo para nada. – Empezaba a confundirme.
Verás, el otro día mientras te duchabas tomé tu celular. – Al escuchar eso se me heló la sangre. – Quería pasarme las fotos que me tomaste aquella vez en el centro comercial, y terminé encontrándome esto. – Efectivamente me mostró todas las fotografías que guardaba en las que vestía las ropas de mi prima. El terror en ese momento fue incalculable, me quedé atónito, no sabía que decir ni cómo actuar, pero él se dio cuenta de esto. – Descuida, no se las mostré a nadie todavía, pero puede ocurrir.
Pablo por favor, borra esas fotos, son de hace mucho tiempo, no te burles de mí.
No lo hago, simplemente creo que puedes hacerme algunos favores a cambio de que yo no publique estas fotos, como, por ejemplo, limpiar la casa de vez en cuando.
¿Acaso estas extorsionándome?
Vamos, yo creo que es un precio justo, si lo haces bien durante este verano te prometo borrarlas. – La situación era muy surrealista para mí, no podía creer lo que estaba pasando, me sentía increíblemente avergonzado por que Pablo hubiera visto esas fotos, y la idea que más gente las viera me atemorizaba.
Esta bien – le dije – Pero bórralas ahora mismo, yo prometo que aun así limpiare.
Nah, creo que las conservare hasta que hayas cumplido tu parte del trato. – Se levantó y se dirigió a su habitación – No te preocupes, están en buenas manos mientras hagas lo que digo. – cerro la puerta y se quedó adentro. Ese día no le volví a dirigir la palabra y tampoco pude dormir, me quede dando vueltas en la cama pensando en cómo se arruinaría mi vida si esas fotos se hicieran públicas, siempre omití poner una clave de protección a mi celular por comodidad, ya que lo uso bastante, pero ahora me sentía bastante estúpido por no hacerlo, pero sobre todo pensé en cómo se había comportado Pablo, en ningún momento se rio de mí, a decir verdad, su actitud era fría, como si un ente malvado hubiera despertado dentro de él queriendo aprovecharse de la situación, sentía que tenía que hacer algo al respecto, pensé en arremeter contra él y quitarle su celular a la fuerza, golpearlo si era necesario, pero más allá de que probablemente jamás ganaría una pelea contra Pablo, también había algo que me causaba morbo de toda esta situación, si era verdad que él no publicaría esas fotos mientras yo hiciera todo lo que dice, querría saber hasta dónde podía llegar, y me excitaba la idea de que tuviera control sobre mí, de que me tuviera a su merced.
A partir de ahí casi no nos cruzábamos y cuando lo hacíamos no había más que una mirada incómoda entre nosotros, me mandó un mensaje que ponía “que sea los martes, jueves y sábados” por lo que esos días después de llegar del trabajo me dedicaba a limpiar el piso. Durante una semana lo hice, Pablo de vez en cuando se esforzaba por dejar algún desastre muy evidente como derramar jugo, dejar un montón de latas tiradas o restos de comida, hasta que el martes de la segunda semana cuando llegué del trabajo y de dispuse a limpiar me encontré con unos calzoncillos en el sofá, aunque limpiaba el piso cada quien se hacía cargo de su ropa así que eso tendría que estar en su cesto personal, por lo que después de terminar con la limpieza tome los calzoncillos y llamé a la puerta de su habitación.
Pasa – escuché desde el otro lado y entré.
¿Es esto tuyo cierto?
Vaya así es, déjalos por ahí. – Tumbado en la cama apuntó hacia el cesto, fui y los tiré dentro, estaba por retirarme cuando escuché. – Oye espera. – Voltee y con dos de sus dedos Pablo deslizó la bebida que tenía a lado en su buró hasta que cayera al suelo. – Creo que te hiso falta eso. – Lo miré con furia, estaba ya pensando un insulto para echarle en cara, pero antes de que pudiera hacerlo, levantó su celular mostrándome una de las fotos que me había robado, mientras sonreía provocativamente. Tuve que tragarme el orgullo y sin decir nada fui por el trapeador, volví y limpie lo que había hecho, mientras lo hacía él me miraba y yo no podía hacer más que avergonzarme.
¿Por qué lo hiciste? – Me preguntó repentinamente.
¿Hacer el que?
Las fotos, ¿Acaso te gusta eso? ¿Te excita vestirte de mujer o algo así? – La pregunta me dejó un poco en shock, no pude contestar algo, me sentía muy apenado. – ¿Vas a contestar algo o tendré que mandarle tus fotos a los chicos del piso para que me den sus teorías?
El trato era solo encargarme de la limpieza. – Contesté serio.
El trato fue que hicieras lo que te pido, y ahora mismo te pido que contestes mi pregunta. – Me quede en silencio conteniendo un montón de emociones por un rato. - ¿Y bien?
Supongo que sí, en algún momento hacer eso me hiso sentir bien. – Le dije a trompicones, de una forma muy nerviosa.
No te ves tan mal ¿sabes? – Replicó, esa reacción me confundió aún más – Algunas de esas prendas te hacen lucir linda. – “linda” dijo, y fue de una manera en la que parecía ir enserio, no como en tono de burla… entre en pánico y salí de su habitación. Nuevamente pase toda la noche pensando de donde habían venido esas palabras, ¿Sería que de verdad lo pesaba así?
Un día más pasó, y el jueves de esa misma semana al llegar a casa y entrar en mi habitación me encontré algo sobre mi cama. Al inspeccionarlo rápidamente me di cuenta de que era un conjunto de Maid, un vestido negro con encaje y delantal blanco, unas medias blancas, una diadema, unas zapatillas de tacón corto negras e incluso había un juego de bragas y sujetador con encaje. Miré todo eso estupefacto, Pablo apareció por detrás de mí dándome un susto.
¿Te gusta? – dijo
¿Qué es todo esto? ¿De dónde lo sacaste?
Eso no importa, de ahora en adelante quiero que lo uses mientras limpias el piso. – En este punto no sabía cómo reaccionar, tenía una combinación de miedo, furia, pero al mismo tiempo de lujuria y felicidad.
Tienes que estar bromeando, no lo hare, creo que esto ha llegado a su límite.
Entonces creo que compartiré tus fotos con unos cuantos amigos – Se dio media vuelta toqueteando su celular camino a su habitación.
¡Espera! – dije alarmado. – De acuerdo, lo haré.
Perfecto, espera un momento. – Entró a su habitación y volvió con una peluca, era una cabellera larga, castaña y lacia. – Esto también. – me dijo arrojándomela a los brazos. – Date prisa – Añadió mientras cerraba la puerta de mi habitación y me dejaba adentro.
“¿Por qué accedí a esto?” Me pregunté para mis adentros, pero también mi lado morboso sabia la respuesta, la excitación que todo esto me causaba, utilizaría un vestido extremadamente sexy en frente del amigo quién alguna vez me hiso dudar de mi sexualidad, encima él lo compró para mí, estaba apoderándose de mí poco a poco, convirtiéndome en su sumisa, esa idea me ponía muy cachondo. No sabía si estaba listo para esto, pero en un arrebato de lujuria accedí, y ahora Pablo estaba esperándome detrás de esa puerta. Me saqué lo que llevaba puesto, tomé las bragas y las deslicé entre mis piernas, la tela era muy suave y delicada, me seguía preguntando donde había obtenido todo esto, proseguí con el sujetador, era una copa pequeña por lo que no necesité ponerme ningún tipo de relleno, me puse las medias, no había usado ningunas antes, mi prima no tenía algo así en aquella ocasión, sin duda fue lo que más me gustó, aquella tela tan agradable al tacto cubriendo mis piernas, que además me hacía lucir súper sensual. Enseguida me puse el vestido, me quedaba a la altura justa, casi como si hubiera sido hecho a mi medida, era hasta sospechoso, pero me encantó, era lo suficientemente largo para agacharme sin tener que exponer mi trasero demás, pero lo suficientemente corto para mantenerse provocativo y sugerente. Me puse la peluca, no fue complicado esconder mi cabello ya que no lo tenía largo, me vi en el espejo y quedé asombrado, tampoco había usado una de estas nunca, y verme con el cabello así fue casi como ver a una persona completamente distinta, todos mis rasgos masculinos estaban desvanecidos, ahora sí que parecía una chica, lo peiné un poco y me puse la diadema encima, terminé poniéndome las zapatillas.
Dudé mucho antes de decidirme a salir de la habitación, pero lo hice, salí con la cabeza agachada, sosteniendo el borde inferior del vestido y dando pasos muy lentos, no quería ver a Pablo a la cara, sentía mucho calor en el cuerpo. Él no decía nada, así que voltee a mirar su rostro, tenía la boca abierta, estaba pasmado, ver esa expresión solo me avergonzó más, cuando logró reaccionar me dijo:
- Bien, haz lo tuyo. – Y se metió a su habitación. Intentando no pensar mucho al respecto me quedé limpiando el resto del piso, mientras terminaba de barrer me vi reflejado en la pantalla negra del televisor, ahí estaba yo, con un vestido de Maid limpiado la casa para complacer a Pablo, y pensé, él después de todo no ha sido tan malo, cualquier otra persona se hubiera escandalizado, me hubiera difamado, o se hubiera burlado de mi sin piedad, él en cambio incluso me regaló esto, era claro que tenía intenciones más ambiciosas, y sentía mucha curiosidad por averiguarlo.