Como me convertí en ama por necesidad

Me estaba metiendo en el mundo de buscar ayuda económica a cambio de sexo por necesidad. Me topé con un anuncio en una web de contactos, que llevaba a un link a un relato erótico. En él estaba la promesa de poner fin a mis penurias económicas y descubrir un nuevo lado de mi misma.

Como me convertí en ama por necesidad

Después de haberme decidido por fin a buscar ayuda económica a cambio de sexo por páginas de contacto, me enfrentaba a la realidad de que, una vez te decides, tampoco es que lluevan las ofertas. Buscaba, intercambiaba mensajes, hablaba por teléfono... pero muchas veces acababa en propuestas vacías de pajilleros que al final no se decidían o me proponían cosas que no quería hacer. Entre ellos mucha gente proponiendome cosas de sado. Yo como sumisa ni de coña dejaba que un depravado me pusiera un dedo encima. Pero de ama tampoco quería. En mi cabeza los hombres que quieren algo así deben ser unos enfermos con los que no tenía ningún interés en quedar. Además, ni sabría cómo hacerlo ni creo que pudiera.

Entonces vi un anuncio intrigante. Prometía que gracias a leer un relato descubriría cómo solucionar mis problemas económicos, sin sexo y estando yo al mando de la situación en todo momento. La puerta a un estilo de vida que me iba a permitir tener un buen nivel económico e incrementar mi autoestima de manera exponencial.

El relato empezaba con la presentación de mi primer  cliente. Él iba a ser quien me desmontara los prejuicios sobre los sumisos y quien me diera la opción de probar este camino, ganar dinero mientras recibía "formación" y ya luego ver si me animaba a ir más allá con otros clientes.  Él era un chico de 35 años. Empresario, respetuoso y muy agradable. Me daría la opción de conocerlo sin ningún compromiso y solo si me confirmaba en persona lo buena gente que era, empezaríamos. Si no, nada. El día que me animé a quedar en 10 minutos vi que era un bonachón. Me contó sobre lo que ya me había adelantado en el relato. Los sumisos como él no son unos enfermos a los que le gusta que les den dolor con un látigo. Hay de todo, pero la mayoría no busca cosas extremas. De lo que se trata es de entregar todo el poder a una mujer. De la sensación de placer que produce el entregar tu voluntad a una mujer y que lo que ocurra dependa de su deseo. Ella se convierte en una diosa, objeto de adoración que puede hacer con él lo que quiera. Ese es el morbo, de eso se trata. Como de depravado sea lo que la ama quiera hacer o lo que el sumiso se deje hacer ya depende de las personas. Pero la mayoría solo busca ese intercambio de poder, sin cosas raras. Derepente no lo veía tan extraño. Mi futuro cliente y esclavo me explica los beneficios para la mujer. Tener a un hombre de rodillas, diciendote que sí a todo, suplicandote por que le dejes acariciar o besar algo de tu cuerpo, aunque sean tus pies... es una recarga de autoestima brutal. Sobre todo para mujeres como yo en un momento bajo en lo personal. Sintiéndome perdida, sin valor por no tener dinero y haberme metido a buscar ayuda a cambio de sexo y aguantar a clientes o posibles clientes que me tratan como si fuera un trozo de carne. No, aquí no. Tenía a un hombre que no sólo era respetuoso. Era un hombre respetable, empresario serio que estaba dispuesto a arrodillarse ante mí, a adorarme, a hacer lo que pidiera sin rechistar. Rogando que le dejara adorar mi cuerpo. Eso hace sentir a cualquier mujer que puede comerse el mundo. A no dejarse tratar mal por ningún hombre. A sentirse hermosa y perfecta por fuera, con confianza por dentro. Y si además me llegaba a gustar podía ganar una barbaridad de dinero. Hay miles de scorts en mi ciudad pero pocas amas, o ninguna... Tener dinero suficiente o de sobra, parecía un sueño pero era posible. Mi entrenador/sumiso me contaba de una decena de chicas que vivían de esto permitiendose una vida plácida, algunas hasta de lujo.

Me di cuenta de que ya veía con otros ojos ese mundo. Lo veía como una gran oportunidad de poner fin a mis preocupaciones económicas y descubrir una faceta nueva de mí misma. Todavía no me imaginaba en el acto, pero ya me despertaba una emoción positiva.

Pasamos a una cómoda habitación que había alquilado mi primer cliente para enseñarne a cómo ser ama. Estaba muy relajada con él. Tanto que nos costaba meternos en la película porque a mí me daba la risa todo el rato. Teníamos complicidad y me reía cada vez que tenía que hacer algo por primera vez. Él me tranquilizó y me dijo que simplemente hiciéramos cada cosa aunque fuera riendome. Aunque fuera muerta de risa. Lo importante era hacerlo, romper el tabú, aprender de él y ya habría tiempo de aprender a hacerlo sin reírme y con la actitud correcta. Probamos varias cosas:

  • hacerlo gatear desnudo por la habitación como si fuera mi mascota. Antes me parecía algo súper raro. Todavía me lo parecía. Pero entendía que era una manera de demostrar mi poder y para mí sumiso demostrar su deseo de complacerme por encima de mantener su dignidad.

  • le hice pedirme de rodillas que me besara los pies. Él me explicó que no es un loco de los pies. Le encanta besar labios y vaginas. Pero besar los pies es nuevamente un símbolo de absoluta sumisión y adoración. Era una sensación agradable tenerlo besandome los pies. Me sentía poderosa y me hacía un rico masaje con sus labios y lengua.

  • hacerle darme un masaje. En este punto estaba encantada. Me estaba dejando súper relajada. Y yo que iba a quedar con pajilleros para que me follaran... Mi sumiso me explicó que si yo lo deseaba el podía estar horas comiéndome el chichi o follarme, pero solo si yo quería, cuándo y cómo yo quisiese. No me apetecía follar, todavía no lo conocía tanto, pero me animé a que me comiera el coño. Me volvió loca durante 15 minutos. Cuando tuve suficiente paró de inmediato. Era muy agradable sentir que tenía una marioneta a mi servicio.

  • pasé a follarle yo a él. Es decir, a penetrarle yo a él. Me explicó la importancia de esta práctica. No sólo les produce a los hombres una estimulación de próstata sin igual. Es la mayor representación de que el poder está en mi mano, en manos de las mujeres. Hoy en día, hasta la mujer más feminista está a la merced de su macho cuando follan. En ese rato sale el instinto animal del hombre poseyendo a la hembra. Pero con esta práctica hasta eso se le quita el sumiso. El último resto de su masculinidad. No porque sea gay o no sepa follar bien, simplemente parar marcar bien claro quién manda y quien es el sexo fuerte en esta relación. Follarte a un hombre con un arnés hace que nunca te dejes ningunear por un hombre.

  • luego probamos dos cosas más que reforzarán esa idea. Abofetearle. Increíble pero a mi sumiso esto le encantaba. Una señal más de sumisión y sometimiento absoluto a mi voluntad. Luego empecé a escupirle. Me parecía asqueroso al principio pero mi sumiso nuevamente me animó. Me explicó que en la vida real escupir a alguien es lo peor que se puede hacer, por eso no pasa. Pero en esa relación sexual-sumisa es la mayor exposición de que al hombre le importa una mierda su dignidad. Él sólo quiere ser el juguete de su ama. Y aún siendo muy humillante es un placer sentir sus fluidos en la cara. La verdad es que le cogí el gusto rápido y estuve un rato abofeteandolo y escupiendole.

  • luego pasamos a algo muy divertido. Un ataque a lo más sagrado de un hombre: sus huevos. Me explicó que hay que gente que lleva estas prácticas lejos, pero que él le exitaba mucho simplemente recibir ligeras bofetadas en sus huevos. Para el hombre supone sentirse absolutamente vendido. A merced de lo que su ama quiera hacer con sus bienes más preciados. Ella decide como de fuerte los aprieta y abofetea, cuando le apetece acariciarlo. Me sentía como una niña con un juguete nuevo.

Me explicó que si bien un sumiso solo se puede correr si su ama le deja, conviene terminar las sesiones dejando al sumiso correrse. Ya fuera con una manada o una paja de su ama. O mejor aún dejando que sea el mismo sumiso quien se pajee mientras la ama lo humilla porque ella no piensa tocarle. Hoy me apetecía ayudarle yo con la mano porque se lo había ganado. De vez en cuando le soltaba una bofetada en los huevos. Era muy divertido. Cuando se corrió su leche salió a toda velocidad. Me dijo que cuando a mi me apetezca le puedo obligar a bebersela. Pero no quise. Me di cuenta que a medida que avanzabamos en la sesión ya no me entraba la risa. Ya hablaba más seria y firme. Combinando con muchas sonrisas cómplices. Me dio su feedback y un par de consejos para la próxima vez.

Quedamos en que repetiriamos. El me compraría varias prendas para verme como una diosa y yo leería mucho sobre el tema para ver si quería aprender cosas nuevas. Ese día me pagó 50€ por ser una clase para aprender. A partir de ahora me pagaría 50€ o 100€ dependiendo de la duración o la sesión. Teniendo en cuenta que no tenía que tener sexo si no quería sino dominarlo, humillarlo y usarlo para mi placer si me apetecía... Perfecto. Quedamos en hacer un par de sesiones y si me veía con ganas empezar a quedar con otro sumisos y hacerme un hueco como ama en mi ciudad. Él me ayudaría con todo. Incluso se ofreció a estar presente cuando quedara con otros al principio. Con dos sesiones diarias me podía poner en unos 3.000€ mensuales sin problema. Sin sexo, sin que nadie se aproveche de mi, y haciéndome sentir una diosa. Acababa de empezar algo nuevo. Y todo empezó cuando me atreví a responder a aquel relato. Mi sumiso buscaba una mujer cuanto más joven y atractiva mejor, pero aceptaba verse también con diosas más terrenales. No dude y escribí al email artminmar@gmail.com

Tenía poco que perder y mucho que ganar. Y descubrir...