Como me acosté con mi mejor amiga por sorpresa
Todos hemos soñado en algún momento de nuestra vida con acostarnos con nuestro/a mejor amigo/a. Es lo que me pasó hace no demasiado
Mi mejor amiga, llamemosla Lucia, es una chica de 1,70 morena, pelo rizado, sonrisa deslumbrante, pechos pequeños pero bonitos y un culo de infarto. Entre ella y yo jamás ha habido ningún tipo de tonteo desde que se convirtío en una de las personas más importantes de mi vida hace ya 6 o 7 años. Claro está, porque ella no ha querido. Yo he respetado religiosamente esa decisión y valorado su amistad. Eso sí, me he masturbado pensando en ella innumerables veces.
Hace unos meses la invité a mi casa a que yo le hiciera la cena y a ver una película. Llegó con unos vaqueros ajustados, un top que le dejaba ver el ombligo y los hombros y unas sandalias. Todo transcurrió con total normalidad hasta que después de cenar nos acomodamos en el sofá y percibí desde mi posición una botella de ginebra situada en lo alto de una estantería de la cocina. Le comenté que no recordaba que esa botella estuviera allí, y con sonrisa complice me preguntó que por que no la abriamos. No me pude negar y abrimos la botella que combinamos con unas latas de refresco que tenía en la nevera.
Mientras bebíamos acostados en el sofá hablabamos de tantas cosas que tenemos en común y tantos sueños y proyectos de futuro que tenemos cada uno. Aunque ella no es nada cariñosa, conmigo siempre ha tenido una actitud cercana y dulce, supongo que porque le despierto ternura y paz. Al cabo de la tercera copa, ya estabamos haciendonos cosquillas y con nuestras piernas encima del otro. Lo interesante llegó cuando irremediablemente llegó las ganas de ir al baño. A ella le llegó antes y me dijo que iba al servicio un momento y que a ver si le podía dejar unos pantalones cortos de deportes para estar más comoda que con los vaqueros. Me acerqué a mi habitación y cogi los primeros que encontré y se los dí mientras ella se dirigía hacia el baño.
Volví al sofá y me puse a ojear Instagram hasta que unos minutos después escuché sus pasos acercandose por el pasillo. Cuando levanté la mirada me llevé la agradable sorpresa de que volvía ¡Sin pantalones!. Mis ojos como platos y mi sonrisa nerviosa estaban pidiendo a gritos una explicación que no tardó en llegar.
- jajaja no pongas esa cara de tonto. Creo que así estare más comoda que con ningun pantalón
Unas milesimas de segundo después volví en mí e intenté mostrarme con la mayor naturalidad y madurez que mis escasos 23 años me permitieron.
- jajajaja por mí como si te despelotas . Dije quitandole importancia al asunto.
Se volvio a recostar a mi lado en el sofa y continuamos la conversación por donde la dejamos, pero conmigo con ciertas dificultades para mantener la atención en la charla. Me fijé que su tanga era rosa, y que debía tener el coño bastante gordo porque el bultito que sobresalía era bastante percibible.
Seguimos bebiendo y charlando, y poco a poco la semierección que me había provocado fue en disminución. Al cabo de unos minutos, me llegaron las ganas de ir al servicio. Mientras iba andando por el pasillo ya iba maquinando alguna jugada que podía llevar a cabo en mi beneficio. Mientras meaba, miraba la pared analizando la situación que estaba viviendo en esos momentos.
Cuando volví al salón me encontré con la sonrisa de Lucía, al verme, por supuesto, sin pantalones.
- Jajajajaja me vas a copiar o que?
- Hombre si tu te los quitas, ¿no me los voy a poder quitar yo que estoy en mi casa? Dije mientras me acercaba a donde estaba ella y me tiraba a su lado en el sofá
Mientras continuamos con nuestra conversación me dí cuenta de que Lucia miraba con cierta frecuencia el bulto que me hacian los calzoncillos. A decir verdad, nunca han tenido queja de mi tamaño, y esos calzoncillos me hacían un paquete bastante bonito.
Sin que yo pudiera hacer nada para remediarlo, esas miradas produjeron en mi una erección en aumento, hasta que mi pene llegó a estar a un 80% de su tamaño máximo. No tardó mucho en darse cuenta, y provocado por la inhibición del alcohol, me hizo referencia a aquello, señalando con el dedo indice de su mano mi paquete y con la otra se tapaba la boca mientras se reía sorprendida.
- Jajajaja joder perdona, no soy de piedra. Dije sin saber muy bien si la situación iba bien o no
- Jajaja no pasa nada, tenemos confianza de sobra. Pero no sabía que calzabas tan bien cabrón, vaya bultazo se te ve
- Pues anda que no digo veces que la tengo grande... jajajaja
- Sísí ya veo que lo tuyo no es fantasmeo y es totalmente verdad
Este tonteo en ropa interior, inconscientemente me impulso a poner una de mis manos en mi pene y a acomodarlo y acariciarlo. Nos mantuvimos en silencio 2 segundos que me fueron eternos hasta que Lucía rompió el hielo y me preguntó con voz firme pero notandose de su nerviosismo:
- ¿Me la enseñas?
Su pregunta me pilló por sorpresa. Sin articular palabra, agarre de la cinta de mis boxer y deje escapar la bestia, que, ahora sí, estaba totalmente empalmada. La miré a los ojos e incluso vi como sus pupilas se dilataban y murmuró una palabra que descifré como un "Joder". Una vez me correspondió la mirada y me miró a los ojos me avalancé a su boca. Nos comenzamos a besar apasionadamente y me acosté sobre ella, rozando mi miembro sus piernas y tanga, lo que me provocó una vocanada de calor por todo el cuerpo. No tardé mucho en comenzar a quitarle la ropa. Me moría de ganas de verle los pechos. Una vez que le quité el sujetador y tuve ante mi sus dos preciosas tetas, comencé a comerselas, a besarselas y jugar con sus pezones con mi lengua.
Pronto estuvimos ambos totalmente desnudos. Me sentó en el sofa, y se comenzo a arrodillar en el suelo delante de mí. No había que ser muy listo para saber que era lo que venía. Agarró con una mano mi pene, y lentamente mirandome a los ojos, se la fue llevando a la boca. Debí tener cara de tonto porque comenzó a reirse hasta que su sonrisa desapareció cuando mi pene se introdujo en su boca y ella cerraba los ojos. Empezó a chuparmela con muchisimas ganas, mientras yo asimilaba un poco lo que estaba pasando. Tenía un pivón, que además era mi amiga, delante mía desnuda chupandomela. Mi autoestima dió un subidón al instante. Una vez me había proclamado Dios durante unos segundos, volví a centrarme en Lucia. Disfruté de su felación un par de minutos más y ya mi ansia por comerselo me superó. La cogí y la acosté en el sofa. En esta ocasión yo fui quien se agachó y comencé a deslizar mi lengua por su clitorís. Sus primeros gemidos me ecendieron más aún y comence a emplearme a fondo. Deslizando mi lengua desde su clitoris, y a bajar por su vagina y acabando en su precioso culo.
Una vez consideré que su vagina estaba lo bastante lubricada y dilatada para acoger mi pene, me acoste sobre ella y enfile mi polla en su sexo. Entró con algunas dificultades pero finalmente conseguí introducirla hasta el final.
Lentamente comencé a penetrarla, mientras nos mirabamos a los ojos y disfrutabamos de la situación. Al principio estabamos algo cohíbidos. Teníamos muchisima confianza, pero jamás nos habiamos visto en una situación asi. Al cabo de unos minutos ambos nos fuimos soltando un poco y empezamos a dar rienda suelta a nuestra excitación. Ambos gemiamos muy fuerte y deseabamos que ese polvo no acabara.
En un momento determinado, Lucia, se sentó sobre mí, agarró mi pene y se la introdujo en su vagina. Sentirla botando sobre mí fue de las mejores sensaciones que he experimentado en mi vida. Ver a centimetros de mi rostro sus pechos moviendose a la par que ella me obligó a de nuevo besarlas y comerselas. Eso le debió excitar profundamente porque no paró de gemir intensamente hasta que unos minutos más tarde se corrio y apoyó su cabeza en mi hombro victima del cansancio. Le dije que me había encantado y que no era necesario que yo me corriera, que no hacía falta seguir si estaba cansada. Ella mientras pronunciaba ea frase me negaba con la mirada
- Ni de coña, ahora te viene lo mejor . - Me dijo
Y sin darme margen de respuesta, se volvió a arrodillar frente a mi y a chuoarmela mientras me masturbaba con una de sus manos.
Me acomodé en el sofa y a disfrutar de los minutos de placer que me esperaban. Le acariciaba la cabeza, apretaba sus pechos, mientras, sus ojos entreabiertos no perdían de vista mi miembro, a punto de explotar.
No tardé demasiado en no poder aguantar más y explotar dentro de su boca. Al acabar, me hizo un gesto con la mano señalandose el ojo. Algo que yo entendí como que prestase atención a lo que iba a hacer. La miré con atención y percibí como su garganta tragaba todo lo que yo había expulsado segundos antes. Una vez se lo había tragado, me sonrió con complicidad. Yo le devolví la sonrisa y le dije que me había encantado.
- Te lo merecías, la cena estaba muy buena - Me respondió