Como llegué a ser Alexia (9)
Lo que sucedió despues de regresar a la Universidad
Como llegué a ser Alexia (9)
Durante el resto de las vacaciones, salí poco de la casa de mis padres. Me estaba preparando para cuando llegara el momento de partir. Lo que más sentía es que no había podido continuar el manejo con hormonas femeninas. Sentía que estaba perdiendo mis curvas.
Cuando salí al aeropuerto, de la casa de mis padres, me sentí liberado. Durante la revisión del equipaje se le hizo raro a la persona, que estaba haciéndola revisión del equipaje, que llevara tanta ropa femenina. La explicación que di, pareció no la convencerla, pero al fin permitió documentar la maleta. Estaba ansiosa por llegar a mi departamento.
Llegué de noche y nadie se dio cuenta que había llegado. Por lo que tuve un plan. Ahora sería la hermana que a veces llegaba a hospedarse. Suplantaría a la imagen masculina. Para ello decidí estar las 24 hrs al día como mujer. Además me retumbaba en mi cerebro las palabras de Vanessa, que me hacía falta tener más tetas. La forma la tenía, así que sería cuestión de buscar un buen cirujano plástico.
Me bañé y me acosté completamente desnuda, mañana sería otro día. Al siguiente día decidí ir a la facultad, para darme de baja, vestida como toda una mujer. Me puse un vestido juvenil, pero no llamativo, de color melón. Una pantimedias del mismo color y unas sandalias de color beige con una suela baja y tacón de 5 cm. no me puse ropa interior para sentir la excitación de que todos me vieran y se cuestionaran si traía. Además la sensación de la tela del vestido con mi piel desnuda de mis tetas me hacía sentir un cosquilleo en mi fundillito, que estaba bien cubierto por la pantimedia, que era trasparente. El pequeño apéndice que me salía entre las piernas me lo escondí fácilmente haciéndolo para atrás.
Me maquille en forma natural, con colores tenues, y los labios únicamente con brillo. Poco rímel en mis pestañas y las cejas únicamente depiladas. Las uñas de manos y pies las pintes de un color melón pero bajito, casi parecía tener únicamente brillo.
Así en esas condiciones tomé un taxi para acudir a las oficinas de la facultad. Al llegar con la encargada me dijo que para dar de baja a mi hermano tendría que traer una carta poder. Me explicó que la podría comprar en la librería. Al acudir a ella me encontré que trabajaba el estudiante más guapo de la facultad y que había estado en una de mis clases. Al pedirle la carta me preguntó para que la quería y le dije que era para dar de baja a mi hermano. Me preguntó si él lo conocía le dije que probablemente no. Que era un estudiante muy tímido y que hacía poco amigos. Entonces, me dijo que ya sabía quién era que me parecía mucho a él pero que yo era más bonita. Se ofreció a ayudarme en todo o que necesitaba. Que salía a las 4:00 PM que si quería podíamos vernos en la cafetería de la facultad.
Hice todo el tramite y me día de baja. Ese semestre lo necesitaba para pensar bien las cosas que iba hacer y si me iba a operar debería tener todo el tiempo libre para hacerlo.
Fui a la cafetería y ahí estaba esperándome. Me parecía una locura lo que estaba haciendo, pero también me hacía sentir orgullosa por lo que estaba despertando en el sexo masculino. Eso me dio seguridad. Estuvimos como 3 horas, platicando de muchos temas. Y entre plática y plática estuvo planeando su conquista. Eso me halagaba sobre manera. Tome la estrategia del pescador, al sentir que había picado el anzuelo le dejaba correr el hilo para después jalar el carrete. Y de esta forma mantenerlo ocupado hasta que cayera. Esto dio resultados, porque más se interesó en mí. Me pregunto donde vivía y le dije que me iba a quedar con el departamento de mi hermano, que me era más fácil que alquilar otro departamento. Se ofreció a llevarme, para conocer donde vivía y así poder buscarme cuando quisiera. No le di el número de teléfono ni del celular. Para forzarlo a que si me quería ver tenía que ir al departamento.
Al llegar al departamento me vino una ansiedad porque no sabía si había guardado todas las cosas en su lugar seguro y no estaban a la vista. Principalmente mi muñeco que me consoló durante el semestre anterior. Así que le dije que me dejara en la puerta ya que no había hecho aun la limpieza y no me gustaría darle una mala impresión. El insistió y para convencerlo de no entrar, me dijo que tenía que darle un beso. Se lo di, pero no esperaba la reacción que tuvo. Me dio un beso intenso, metiéndome la lengua hasta lo más profundo de mi garganta y sus manos tampoco se quedaron quietas. Las paso en una forma, por todo mi cuerpo, que me encendió como un cerillo. Metió su mano por debajo del vestido y me toco en forma obscena los dos grandes cachetes de mis nalgas en una forma que nunca me lo había hecho. Como pude me retiré y con todo dolor de mi corazón lo deje en el pasillo cerrándole la puerta en la nariz.
Me quede un rato detrás de la puerta y pude oír su respiración agitada y al verlo por la mirilla alcance a ver como se acariciaba a través de pantalón un paquete de no malas proporciones. Dije en voz alta, para que oyera, que el sábado iba a ir de compras al centro comercial cercano.
Estuve contando los días hasta que llegó el sábado. Me vestí con un pantalón deportivo que se podía retirar fácilmente, ya que las piernas estaban unidas con velcro. Y además la cintura tenía un elástico fácil de bajar. Me puse una camiseta deportiva, transparente que dejaba ver apenas mis areolas y pezones. Una pantimedia con abertura, que al ponerme lo de atrás hacia adelante, dejaba el rodete de mi culo al aire y quedaba mi pequeño miembros bien resguardado. Y a través del pantalón se veía plano. Y uno zapatos tenis de color rosa. El cabello suelto, apenas maquillada.
Ya en el centro comercial, Manuel, se hizo el aparecido. Me acompañó todo el tiempo. Me llevo a tomar un helado. Por la tarde nos dirigimos a una pizzería que se encontraba al final del centro comercial. Al terminar me dijo que si me llevaba a mi departamento y le dije coquetamente que sí. Esto lo encendió. Y al bajar al estacionamiento me llevó a lo más apartado, donde tenía el auto, y me abrió la puerta muy caballerosamente. Ya adentro Manuel se dedicó a besarme y acariciarme todo el cuerpo. Cuantas veces dirigía su mano hacia mi pubis yo se lo detenía con ambas manos. Esto lo hacía ser más insistente. Entonces le dirigía su mano hacia mis nalgas. Las que acarició como un experto. Haciendo que me calentara al máximo. El se dio cuenta y entonces comenzó a juguetear con el hoyito de mi ojete. Le retire la mano. Pero él insistía y yo me hacía como la que no quería. Un no que parecía un sí. Tanto insistió y tanto me negué hasta que lo consiguió acariciarme mi ojete a placer. Me metía su dedo y lo sacaba en forma magistral. Entonces hizo algo que me sorprendió, lo sacó y se lo llevó a la boca y lo chupo como el mejor de los caramelos. Así con el dedo húmedo procedió a volver a meterlo, lo más profundamente, en mi ojete. Continuó jugando por un tiempo. Y luego lo sacó y lo volvió a chupar con mayor lujuria.
Me dijo que eran pocas las mujeres, que él conocía, que le gustara que les hicieran eso. Que las mujeres eran capaces de hacerse tatuajes, ponerse aretes en el ombligo, pezones, labios mayores. Pero que no se le mencionara se quejaban el sexo anal. Porque eso dolía mucho y eran una cochinada. Yo le dije que quería llegar virgen al matrimonio, por eso el sexo que únicamente había practicado era el anal. Que podía utilizar mi boca, mi culo y mis manos. Que eran todas suyas. Esto lo calentó más. Me beso los pechos a través de la camiseta. Que no tardo mucho tiempo de subirla y darse una agasajada con esas tetas tan tiernas que tenían. Me las mamó como nadie lo había hecho. Pasó su lengua, las mordió, las chupó, las jaló con la boca hasta que los pezones se pusieron duros e hiciera que saliera lechita que saboreó tanto.
Me bajó el pantalón deportivo y se dio cuenta que lo podía quitar fácilmente separando el velcro. Al hacer esto. Le di la espalda la que beso y paso su lengua desde el cuello hasta la colita. Donde se entretuvo un buen tiempo. Al voltearme y quedar frente a frente me tuve que colocar el pantalón entre mis piernas para no dar oportunidad de que me viera mi sexo. Hizo el asiento del conductor completamente hacia atrás y lo bajo hasta quedar como una cama. Se baja sus pantalones, mostrándome que no traía ropa interior. El muy malvado ya iba preparado.
Me sorprendió que ese paquete que me había imaginado mas grande, no lo era en lo largo, pero en lo grueso era de tamaño respetable. Cuando iniciaba yo a darle una buena mamada, como me había enseñado Vanessa. Oímos unos ruidos metálicos en el cristal del copiloto. Y cual sería nuestra sorpresa que era un policía. Que los golpes eran hechos con su macana sobre el cristal
Esta historia continuará .