Como llegué a ser Alexia (4)

Les continuaré contando los cambios que hubo en mi cuerpo y en mi vida....

Como llegué a ser Alexia (4)

Vanessa resultó ser una gran conocedora en el tema de hormonas femeninas. Me dijo donde poder conseguirlas, como utilizarlas, las precauciones que había que tomar. La visite nuevamente, en varias ocasiones, hasta que se terminaron mis vacaciones.

Me dijo que en una farmacia llamada la Esperanza podría comprar tabletas o inyecciones de hormonas femeninas. Que las primeras eran más lentas y que tendría que tomar muchas tabletas. Las inyecciones so rápidas pero dolorosas, pero muy efectivas.

Así que me decidí por las inyecciones. Me estuve aplicando una inyección cada tercer día. Me desilusionó que después de la segunda inyección no hubiera grandes cambios en mi cuerpo. Entonces fui a ver a Vanessa y ella me explicó que no eran mágicas, que tardaría hasta 3 meses en ver los resultados. El primer cambio sería que no había erección. Después había dolor en ambos pechos y estos irían creciendo poco a poco. También me recomendó que diariamente diera masaje en los pechos con aceite de almendras amargas, en círculos, para que no hubiera estrías.

Cuando me fui nuevamente la Universidad, guarde las ampolletas en las bolsas de mi pantalón. Para poder pasarla en la revisión del equipaje en el aeropuerto. Me vestí con una jeans, una camisa que parecía una blusa y debajo de esta ropa me puse una tanguita blanca y una pantimedias del mismo color, pero muy transparentes, que dejaban ver mi culito únicamente cubierto por el hilo dental. Y me cubrí con una chamarra, de entre tiempo, amarrada a la cintura con las mangas.

Ya en mi departamento. Me sentí libre. Me di un largo baño, en tina, con abundantes burbujas. Cuando al fin salí pude ver los cambios que habían empezado a suceder en mi cuerpo, a ver mi imagen refleja en el espejo entero que había en la puerta del baño. Me gusto lo que vi, unas nalgas más grandes, más carnosas y redondas. El pecho crecido como una copa A. Y con las areolas y pezones grandes aunque estos me dolía al palparlos. Pero no deje de masajearlos con el aceite de almendras amargas.

Me vestí con el camisón preferido. El negro, transparente como gasa y que llegaba hasta mis pies. Las piernas me las cubrí con unas medias negras con encaje y con un liguero negro de encaje. Me puse unas sandalias de plataforma transparente. Así me sentía más mujer.

Me puse a repasar nuevamente mis metas, ya faltaban menos que la inicio. Me puse nuevamente a practicar enfrente de la cámara de video. Al ver el resultados vi los adelantos que había tenido en relativo poco tiempo. Así satisfecha me acostar a dormir pensando que mas me faltaba.

Acudí a la facultad, como siempre, vestido con uniforme deportivo y zapatos tenis. Pero debajo de la ropa me ponía, en ocasiones; pantimedias, en otras tanguitas hilo dental y pantimedias pero siempre con sostén (que usan las deportistas, de lycra) para evitar dolor en mis incipientes pechos. Así fui a la facultas por 5 meses.

En la facultad me decían en el extraterrestre. Ya que socializaba poco. Algunos creían que era mudo y se sorprendían al escucharme hablar. Acudí algunas fiestas, pero tomaba poco y me iba temprano. Salía con amigas, pero nada de caricias ni sexo. Besos de amigas y charlas prolongadas de hombres, pues yo las aconsejaba bien.

En mis planes de continuar mi transformación en mujer siguieron adelante, en la privacidad de mi departamento. Conseguí una farmacia donde me vendieron las ampolletas de hormonas femeninas. Y por suerte las conseguí de mayor potencia, por lo que me tenía que aplicar menos inyecciones con los mismos efectos.

Al estar buscando por internet novedades, encontré un portal donde vendían muñecos de tamaño natural, con aspecto de un ser humano y que se palpaban muy naturales, tan perfectos que al tomarle una foto parecía una persona. Y lo que más me interesó fue que había varios modelos blancos, afros y con distintas medidas de sus aparatos reproductores. Escogí en que tenía 23 cm. de largo y 6 cm. de diámetro y sus medidas corporales de un hombre robusto, musculoso, cabello castaño. Para comprarlo tuve que inventar la mentiras que necesitaba material escolar, así como para un viaje de estudios.

Con estas mentiras logré tener el dinero para comprarlo. Estuve muy ansiosa hasta que después de 2 meses me llego una caja inmensa, donde fue transportado. Cuando compras algo sin haberlo visto físicamente a veces no es lo que tú querías. Pero est a compra superó mis expectativas. Era maravilloso, casi real, únicamente le faltaba hablar. Lo bañé, lo acicalé y lo vestí con mis antiguas ropas. Quedé maravillada al verlo ya muy arreglado.

Ya tenía quien me acompañara y me quitara esa soledad que en ocasiones me agobiaba. El primer día lo estrené. Lo desvestí y lo acomodé en mi cama, acostado de espaldas y con el pollón en todo lo alto me calentó. Lo bese, lo acaricié y lo masturbe. Como me había acostado desnuda se me facilitaron las cosas. Al acariciarle tremenda polla le iba untando lubricante y luego unte mi pequeño ojete. Después me puse encima de él (lo llamaremos Iván, pues así lo bauticé) y me puse la cabeza en mi entrada. Me masajeé el rodete del ano con la bella cabeza de mi Iván. Y lo inicié a introducírmelo poco a poco hasta que entró toda la cabeza. Me dolió menos, que las otras veces, por eso me pude sentar hasta meterlo los 23 cm. de largo. Tome un ritmo lento, de meterlo y sacarlo, hasta que me fui acostumbrando. Entonces tomé un mayor ritmo con lo que llegue a sentir como empezaba mi culito a tener espasmo hasta llegar a un largo orgasmo. Me quede sin fuerzas acostado sobre su pecho, pero sin sacar ni un centímetro de esa suave y gran verga. Al tomar nuevos animos volvií a moverme

Después continuaré como fue que llegué a ser Alexia