Como llegué a ser Alexia (16)
Lo que sucedió el resto de la noche y madrugada con Julian Y Ricardo
Como llegué a ser Alexia (16)
Me desperté por la madrugada. Sentía sus cuerpos, de Julián y Ricardo, de machos apretándome. Con ese olor a sudor, reciente, que me volvía a excitar. Pero me incorporé de la cama pensando en donde estaba Vanessa. Fui a buscarla. Que con el todo el hartazgo de sexo la había tenido se me había olvidado. Corrí hacia su cuarto y la encontré muy entretenida colocándose su faja, que le iba desde sus pechos hasta los muslos. Le pregunté que cómo estaba. Su contestación fue muy simple, me dijo que esta era mi gran noche y que no desperdiciara ningún minuto. Que ella estaba bien, que únicamente estaba cuidándome. Me condujo nuevamente a mi recamara y me recomendó que gozara lo más que pudiera. Y así lo hice.
Llegue a mi cama y al ver a ese par de adonis, uno blanco y el otro moreno, mis sentidos se embotaron y en lo único que pude pensar era en tener sexo. Me fijé en su par de vergas fláccidas. Que yo, sabría ponerlas a tono. Así que volví a la cama y me hinqué entre los dos. Luego tomé ambas vergas una con mi mano derecha y la otra con la izquierda e inicié a masturbarlos lentamente. Me calentó el ver que se ponían tiesas. Entonces tomé a la de Julián con mis labios y la empecé a mamarla. La recorrí con mi lengua en toda su extensión, le di pequeños mordiscos, le lamí sus huevos. Y luego hice algo que no había hecho; chupé sus huevos y me los metí en la boca. Esto hizo que su verga creciera más y su cabeza chata se pusiera más turgente. Mientras continuaba masturbando la verga de Ricardo. Luego cambié, me puse a mamar la verga de Ricardo y a masturbar la verga de Julián. Logrando que las dos vergas se pusieran tiesas como si fueran uno troncos.
Entonces sentía sus manazas en mi cuerpo, que lo tomaron como si fuera una muñeca, Ricardo me atrajo hacía él haciendo que me sentara en su cara quedando su boca en mi culo. Y sin mediar palabra inició a mamármelo introduciendo su lengua, lo más que podía, en mi ojete. También me mordía y me apretaba los cachetes de mis nalgas con sus manos. Mientras tanto, Julián, iniciaba a mamarme mis tetas, chupándolas tan fuertes que me hacía tener deseos encontrados; retirarlo y a la vez atraerlo más, para que las metiera completamente en su boca. Después me besaba el cuello, me mordía la parte alta de la espalda. Y remató con un beso tan intenso que por poco y me asfixia.
Entonces, Julián, se puso de pie y me ofreció ese manjar que era su verga con su cabeza chata. La que tomé con mi boca, como si con ello me llevara la vida. Y le inicié a darle la mejor mamada que había dado. Mientras tanto, Ricardo, ya estaba haciendo de las suyas con mi culito; me metía uno, dos, tres y hasta cuatro dedos; los que sacaba y metía en una forma magistral. Ya mi culito, para ese entonces, quería lo que más deseaba en ese momento que lo perforaran con una soberana verga.
Parece que me leyeron el pensamiento. Porque me sentaron sobre Ricardo, quedando con mí cara enfrente de su cara. Y poco a poco me fue metiendo su verga en mi culito apretado, hasta sentir sus pelos del pubis. Entonces hizo un movimiento que no esperaba. Se arrastró conmigo, bien ensartada, hasta orillas de la cama y colgó sus piernas. Entonces, Julián, de pie se colocó detrás de mí empezó a tratar de introducir su cabeza chata, de su verga, por mi culito; que en ese momento se encontraba ya ocupada por la tremenda verga de Ricardo. Hizo varios intentos sin tener ningun éxito. Entonces escucho la voz de Vanessa que le dijo algo. Posteriormente sentí sus dedos en mi culito untándome lubricante e intentando introducirlos en mi ojete. Después de varios intentos, y de dolor intenso para mí; logró introducir al principio uno, dos, tres y después los cuatro dedos en mi culito; además de la verga de Ricardo. Después de esto, Julián, intentó introducirme nuevamente su cabezota chata, en mi culito, y después de mucho batallar y de mucho dolor para mí. Logró lo que parecía imposible meter su verga en mi culo ya estando ocupada por la verga de Ricardo. Estando así empalada iniciaron unos movimientos lentos de entrada y salida. Lo que me causaron mucho dolor, pero que al estar tomada por esos brazos hercúleos no pude zafarme de ese martirio. Después de un tiempo, de esa mete y saca, empecé a sentir un gran placer. Presente varios orgasmos y mi pequeño pene se mojo varias veces, con una escasa cantidad de liquido.
Así estábamos hasta que, Ricardo y Julián; empezaron a gruñir, a bufar, a emitir quejidos. Y yo a sentir que sus vergas aumentaban de tamaño. Y minutos después era bañado mi intestino por chorros de semen que se mezclaban. Continuaron metiendo sus vergas y sacándolas hasta que se quedaron completamente fláccidas y solas se salieron de mi sufrido culito. Entonces me desmontaron y me pusieron en cuatro patas, a horilla de la cama, y ellos de pie. Me pusieron sus instrumentos aun con restos de semen, para que se los mamara. Lo que hice gustosas, tomé ambas vergas y como pude me las metía en la boca; fue más fácil porque ya estaban fláccidas. Con una mano las exprimí hasta que salió la última gota de semen. Todo me lo comí, con gran placer, hasta la última gota. Su sabor combinado me pareció delicioso.
Después sentí que alguien colocaba algo entre mis nalgas. Era Vanessa que me había colocado una copa y me pedía que pujara para que dejara salir, ese néctar de los dioses, que me había metido al intestino como enema. Empecé a pujar y sentí como salía poco a poco ese manjar. Posteriormente me ofreció la copa, de donde tomé ávidamente ese néctar. Fue bastante ya que estaba media copa llena. Mis dos machos al ver esto se pusieron otra vez en pie de guerra. Entonces les volví a mamar sus vergas. En forma alterna hasta que logré que nuevamente eyacularan, primero uno y después el otro. No me trague el semen inmediatamente, sino que estuve jugando con él en mi boca para poder paladearlo. Y luego lentamente lo pasé, en pequeñas porciones hasta quedar mi boca completamente libre de semen.
Nos recostamos, nuevamente. Quedando yo en medio de mis dos machos garañones que me había demostrado de lo que eran capaces de hacer y que cantidad de leche tenía guardadas en sus bolas. Nuevamente me venció el sueño, después de tremendo maratón de sexo.
Como a las 10:00 de la mañana desperté. Me sorprendí porque estaba sola en la cama. Hasta llegué a pensar que había sido un sueño. Pero el dolor de mi culito me dijo lo contrario. Me levante y fui a la cocina. Donde vi una escena que no esperaba. Vanessa estaba con Julián y Ricardo. Ellos sentados en la mesa y ella sentada en una silla. Enfrente tenía sus grandes vergas las que estaba mamando en forma magistral. Me senté, yo también, en una silla y me puse a observar la escena. Después de un momento me puse no caliente sino hirviendo y se me antojó acompañar, a Vanessa, en su labor. Pero me detuve porque pensé que ella no había intervenido cuando a mi me estaban haciendo eses maravilla, así que continué únicamente como una espectadora. Vanessa logró que primero se viniera uno y después el otro. La veía como bebía ese semen caliente que sabía tan especial. La dejé hasta que se bebió hasta la última gota. Pero la calentura fue más que mi voluntad y me acerque hasta Vanessa, la que se sorprendió. Entonces hizo algo, que a mí también me sorprendió, me ofreció su boca. Y al darle un beso me paso un poco de semen, que aún conservaba. La combinación del semen con su saliva le dio otro sabor más rico a ese semen. Eso me bajo un poco la temperatura.
Entonces, preparamos el desayuno para nuestros machos. Después de comer. Se dieron un duchazo rápido. Se vistieron con la misma rapidez y se despidieron dándonos un prolongado beso, en donde se entrelazaron nuestras lenguas y me pasó Julián su saliva en abundante cantidad. No sin antes pasarme sus manos por todo mi cuerpo haciendo unas caricias obscenas. A Vanessa, Ricardo, le recetó lo mismo. Se fueron prometiéndonos que hablarían durante la semana.
Hasta entonces nos metimos a darnos un baño de tina con agua perfumada, nos quedamos así, sin hablar, hasta que se enfrió el agua y nos obligó salirnos. Nos secamos mutuamente. Entonces, Vanessa, me aplicó una pomada en mi adolorido culito y me puso una toalla femenina. Me vistió con un conjunto deportivo y ella se quedó únicamente con una faja nueva que también le cubría de los pechos hasta los muslos y nos acostamos en su cama. Platicando de lo sucedido nos venció el sueño y dormimos toda la mañana y parte de la tarde.
Esta historia continuará