Como llegué a ser Alexia (12)
Como termino ese fin de semana y la visita de Vanessa
Como llegué a ser Alexia (12)
Primero la masajee, toda la verga, con las manos para que se pusiera más erecta. Después le pase la lengua como si fuera un helado. Continué dándole besos y pequeños mordiscos con dientes y con los labios, a la vez que succionaba dejándole minúsculos círculos rojos. Y luego me dispuse a meterme, en la boca y hasta donde me llegara esa verga erecta con la cabeza chata. Pude hacer la proeza de meter toda la cabeza y parte del tronco, iniciando una chupada larga y lenta. No podía mover la lengua, como yo hubiera deseado, porque la verga ocupaba toda mi cavidad oral y parte de la garganta.
Aun con la verga en mi boca, el resto de la verga, la acaricié con ambas manos, las que pasaba en toda su extensión. En esa posición no podía ver su cara ni sus ojos tan expresivos. Pero escuchaba sus gemidos, suspiros y una serie de sonidos guturales que le estaba arrancando con esa mamada.
Entonces al sentir que iniciaba, Julio, un movimiento de balance de adelante hacia atrás y de atrás hacia adelante como si me estuviera cogiendo por la boca. Al principio lento y después rápido. Le cogí con las 2 manos la base de la verga con lo que detuve el conato de eyaculación, pero aun así sentí el sabor a helado de vainilla de su líquido seminal. Y entonces le hice algo, que Vanessa no me había dicho, con una mano tomé la raíz de la verga (entre los huevos y su culo se siente un cilindro duro esa es la raíz de la verga) y la inicié a acariciarla, apretarla primero sueva y después más intenso. Con esto desperté un nuevo placer, en Julio, que provocó que eyaculara; a pesar de todos mis intentos para que no lo hiciera. Fue una venida de semen en una cantidad impresionante. Que me dio mucho gusto y placer porque pude saborear nuevamente mi helado de vainilla. Después de haber terminado le oprimí la verga con las manos hasta obtener la última gota de ese néctar de los dioses.
Se recostó de espaldas y yo me acurruqué en sus brazos de macho que tenía. Hasta entonces puse atención al olor de su sudor, pues me quedo mi cara a nivel de su axila, a pesar de su fragancia. Era algo especial, dulzón pero con un toque como ácido. Me gusto y me excitó. Pero por esa noche ya había tenido suficiente. Así que me quedé dormida, después de haberme quitado mis sandalias. Sin desmaquillarme ni haber cepillado mi cabello como todas las noches lo hacía.
Por la mañana, me levante de la cama de la manera más silenciosa. Me bañé llevando a cabo todo mi ritual. Me volví a maquillar poniéndome colorete de color rojo fuego. Me peine el cabello con una coleta. Y me vestí con una baby doll, muy transparente, de color rojo. Con una tanga muy chiquita con una mariposa en frente con una abertura que dejaba todo mi culito al aire. Me puse unas medias de color rojo, muy transparentes, que remataban en la parte de atrás con unos moños muy coquetos de color rojo más intenso. Una sandalias con suela de plataforma transparente y con unas borlas rojas en la parte que cubrían el pie dejando ver mis dedos con las uñas pintadas de rojo intenso. Así me fui a la cocina a preparar un buen desayuno para que mi Julio repusiera sus fuerzas.
Lo desperté cuando le lleve su desayuno a la cama. Lo primero que hizo fue levantarse de forma inmediatamente e ir al baño. Se lavó sus dietes. Y con la rapidez que se levantó se regresó. Me dio un beso muy fogoso, me acarició mi cuerpo y luego se dispuso a comer. Lo hizo muy lento, yo esperaba que lo engullera como un tiburón, pero lo saboreó intensamente. Después me beso las manos y me dijo que era una forma de agradecerme tantas atenciones y el desayuno tan sabroso.
Después se fue a bañar. Tardándose un buen tiempo. Lo que me dio oportunidad de arreglar la cama y la pequeña alcoba. Salió desnudo del baño y le cubrí su cuerpo de crema. El se tiró en la cama y empecé nuevamente a juguetear con su verga. Poniéndose con una erección a lo máximo. Me pidió que únicamente se la mamara y que lo masturbara para terminar en mi boca. Porque tenía que presentarse en su cuartel a más tardar a las 12:00 del día si no lo arrestarían y la próxima semana no nos podríamos ver. Me dijo que fuera por una copa al pequeño bar, así lo hice. Después lo seguí masturbando y dándole mamadas. No sé que hizo pero tuvo una eyaculación abundante, la más abundante que yo le hubiera provocado. El tomó la copa y la lleno con su semen. Y me dijo que ese era mi desayuno. Me preguntó que si así estaba bien o quería más. Fui corriendo a la alacena de la cocina y tomé un poco de miel de abeja. Con esta y el semen termine de prepárame el desayuno. El cual me lo comí completito, y los restos que quedaron en la copa los limpie con mi lengua. No desperdicié nada.
Se levanto de la cama. Fue hacía su saco y tomó una cámara fotográfica digital. Me tomó en varias fotos en distintas poses. Me dijo que tenía una colección, pero que yo era la más bella de todas las mujeres con la que había estado. Se retiró, no antes de haberme besado en una forma apasionada, metiéndome la lengua hasta la garganta y haberme pasado su saliva de sabor a vainilla, como su semen. Me acarició todo mi cuerpo y me beso y mamó mis tetas hasta que logró ponerme los pezones erectos y duros como un par de clavos. Y me dijo que ya se iba porque si no se quedaba todo el día haciéndome lo que en la noche me había hecho. Me dijo que regresaría el sábado y que él me llamaría para confirmar la hora.
Después de que se fue Julio, me quedó un vacío. Fue la primera vez que extrañaba a alguien y que sintiera su ausencia, en esa forma. Me vestí con unos jeans de pescador y una blusa que tapaba mis pechos dejando el abdomen descubierto. Me puse unas sandalias sin tacón con una suela delgada y correas que se amarraban en el tobillo. Me fui de compras. Durante ese tiempo de compras me fije en las mujeres que estaban con sus parejas y sentí envidia de ellas. Caminé por distintas tiendas, y lo que anteriormente me gustaba ahora me estaba disgustando, las miradas de los hombres algunas en forma lasciva. Por ello al terminar las compras me fui directamente al departamento. No tomé taxi y me decidí irme en metro.
En ese lugar supe lo horrible que era viajar en ese transporte. Los hombres se me repagaban por detrás. Algunos eran tan cínicos, que tallaban su paquete en mi culo parado y redondo como si se estuvieran masturbando. En otros sentía como sus pollas se ponían erectas y mas la restregaban. Como casi nunca viajaba en metro, me equivoqué en mi parada y tuve que hacer más del doble del recorrido. Cuando llegue al departamento me puse a llorar.
Durante la semana salí poco a la calle. Y se me ocurrió llamarle a Vanessa y le explique mi situación, me dijo que probablemente había sido porque deje de tomar las hormonas. Ya que estaba utilizando dosis elevadas y en forma súbita las había suspendido. Que no las había vuelto a tomar a las grandes dosis que antes las tomaba. Le dije que si quería venir a visitarme, que si podía o tuviera tiempo. Ella estuvo encantada de visitarme. Nada más terminaba algunos asuntos que tenía pendiente y me visitaría y se quedaría el tiempo que yo quisiera aguantarla, en el departamento. Con esa respuesta me levantó el ánimo. El resto de la semana lo dediqué a poner el departamento dispuesto para otra inquilina.
No tardo mucho Vanessa en darme la sorpresa, el día martes llegó en el vuelo de la noche. La llevó un taxi al departamento. Baje ayudarle con sus maletas y me quedé sorprendido las buenas migas que había hecho con el taxista. Además no le quitaba la vista de encima, pues iba vestida como aquella vedette puertorriqueña Iris Chacón, con un cuerpazo igual únicamente le faltó el lunar. Con grandes nalgas y busto abundante que al moverse las lucía en todo su esplendor.
Ya en el departamento, le dije que le había acondicionado un cuarto para ella que era el antiguo estudio. De entrada le gusto, pero como toda mujer, me dijo que le hacía falta algunos cambios. Se dio una ducha rápida, y en el mismo baño se vistió, maquillo y cepillo su pelo. Me sorprendió con pues era un conjunto para dormir con una blusa y pantalón tan transparente que parecía que no traía nada. La vi más alegre que el día que me despedí, además con sus encantos en mayores proporciones. Le pregunté que había hecho y me dijo que Roberto le había pagado una cirugía para agrandar sus encantos. Hasta entonces me fije que traía una faja completa desde sus pechos hasta sus piernas. Nos acostamos en mi cama y nos quedamos platicando de lo sucedido hasta quedarnos dormidas abrazadas, como las grandes amigas que ya éramos
Esta historia continuará .