Como llegué a ser Alexia (10)
Les contaré de que paso con Manuel y el inicio de una nueva aventura
Como llegué a ser Alexia (10)
El susto que nos dio el gendarme fue muy grande. Nos había tomado en flagrancia. Yo desnuda, Manuel con su aparato al aire, y para acabarla de rematar, iniciando una buena mamada. En forma experta se lo guardo su aparata a toda prisa e inmediatamente bajo del auto. Pero a pesar del susto aun tenía la verga erecta, era muy notorio, así que no podía decir que estábamos platicando y el resto había sido una ilusión óptica. Se llevó al oficial hacia la parte posterior del vehículo y luego estuvieron un rato platicando. Vi que se había arreglado todo porque regresaron riéndose
Manuel subió al auto para decirme el oficial no aceptaba un soborno. Pero él lo había con vencido de que si me portaba yo bien, él se portaría bien con nosotros. Cuando se acerca el señor policía, de nuevo a la puerta del auto, quité el seguro de la puerta y la abrió de un golpe. Al salir del auto, así completamente desnuda, el pudo observarme. Y creo que lo que vio le gusto. Porque inició a quitarse su pantalón y una tanga azul, que traía. Por eso volteo con Manuel y le digo que clase de arreglo había tendido, él se encogió de hombros como contestación. Entonces veo al oficial ya sin pantalón ni tanga. Esto me permitió observar que armas portaba, el nuevo enemigo. Y lo que vi, a mí también me satisfizo. Pues era un moreno alto, con cuerpo atlético, con unos muslos que parecían unas columnas de mármol negro y lo que traía entre las piernas era un pene con un largo nada despreciable pero de un grosor mayor, que cualquier verga que había tenido en mi colita, con una cabeza chata pequeña muy obscura. Las venas que transcurrían por toda su extensión, excepto por la cabeza eran gruesas y tortuosas de un color azul que le daban un aspecto como de una enredadera que caía por un tronco de árbol.
Me hablo con una voz de barítono, que únicamente quería una buena mamada y una buena cogida y se olvidaría del incidente. Que nos había observado desde en el interior del centro comercial y que nuestra actitud había sido sospechosa, por lo que nos había seguido hasta que entramos en el auto y nos había dejado que hiciéramos todo hasta el momento en que intervino. Le había gustado mi cuerpo y mi cara, cuando iba caminado, le excitó mi andar en el que contoneaban mis caderas y la blusa que dejaba ver unas tetas hermosas.
La posición que tomamos fue que Manuel se cambió al asiento del copiloto, con la puerta abierta, yo quede de pie agachada con mi boca tomando la verga del oficial y dándole la espalda a Manuel que se entretenía con su lengua en mi culito, mientras se masturbaba lentamente. Como el auto estaba hasta el fondo del estacionamiento, esa parte de la escena de la acción quedaba oculta a la vista de las personas que estaban recogiendo sus autos. Pues había una pared entre el auto y nosotros.
En esa forma trate de poner en práctica todas lecciones que me había dado Vanessa. Y no quería dejar mal a mi maestra. Así que inicie dando un recorrido con mi lengua a toda esa masa de carne, a chuparla, a morderla, a masajearla con mis manos hasta ponerla en su máxima expresión. En eso estaba cuando Manuel hace que me siente en su aparato, esa cosa gruesa pero no tan larga, que estaban en su completa en erección y me la trata de meter de un solo golpe. El dolor que me produjo hizo que le diera un mordisco a la verga del policía, que en lugar de molestarle le gusto. No pude gritar por tener la boca ocupada pero a señas le indique que fuera más despacio.
Entonces inició a meterla más despacio. A pesar de estar puesta mi atención en la macana del oficial. Le presté atención a esa nueva sensación. Pues no había una cabeza que pareciera un hongo, pues la cabeza era del mismo grosor que el tronco, así que no había manera de saber cuando entraba la cabeza y después el tronco. Esto me excitó mucho. Pues sentí una nueva sensación porque nunca me había cogido en forma lateral, estaba sentada sobre la verga por un lado no de frente. Con gran dificultad y dolor sentí como poco a poco estaba siendo ensartada hasta que toda esa cosa se alojo en mi intestino y sentí los pelos del pubis en mis nalgas. En forma lenta hizo que me sentara y me levantara, de aquel mástil grueso pero no tan largo. Así que mi ojete se tuvo que abrir la máximo. Esto me excitó mucho.
Mientras, al oficial, le estaba dando tremenda mamada. Le tuve que apretar la base del pene, con las dos manos, para evitar que se viniera. Mientras que el movimiento de levantarme y sentarme lo hacía más rápido. Sentí que Manuel se empezaba a correr en forma abundante, por lo que deje mamar, al oficial, y me voltee en forma brusca para poder paladear ese semen abundante que salía de la verga de Manuel. Logre tomar una buena porción con mi lengua. Tenía un sabor que no me gustó, como de leche agria. Pero no por eso dejé de comérmelo todo y limpiarle su verga con mi lengua. Como una forma de retribuirle el placer que me había dado.
En eso estaba cuando siento un empujón violento, por la espalda, era el policía queriendo meter su polla con esa cabeza chata. No hubo mucha dificultad para esa empresa ya que estaba dilatada y lubricada mi entradita. Pero fue mayor mi dolor, que después se convirtió en placer intenso. Ya que no había recibido por mi ojete tamaña masa de carne, con un grosor mayor que la que tenía Manuel. Sentí mayor placer con esta verga que con todas las que me había metido. En ese momento nació en mí el gusto por las vergas gordas más que largas. El oficial conocía bien el oficio me dio una clase de cogida que siempre sería recordada por mí. Tomó un ritmo lento, pero firme. La sacaba completamente para volverme a ensartar completamente. Después, tendiéndola toda adentro, movía la cadera como haciendo semicírculos. Tomaba, después, un ritmo rápido metiéndola y sacándola hasta tocar su pubis. Que estaba completamente depilado.
Así estuvo dándome placer por un buen rato hasta que sentía que la verga se hacía más gruesa. Con lo que tuve un orgasmo que inició lento y poco a poco fue aumentando de intensidad y llegó a ser muy prolongado. Como nunca había tenido uno. Me la sacó en forma brusca, para intentar metérmela en la boca. Logrando únicamente que esa cabeza chata entrara en mi cavidad oral y descargara una cantidad increíble de semen, con un sabor que aun hasta ahora no he vuelto a encontrar. El sabor era exquisito como helado de vainilla.
Me trague todo, el semen que medió, con un placer indescriptible. Me quitó el mal sabor del semen de Manuel. Después limpie su verga con mi lengua y me trague los restos que quedaban hasta que su verga quedo fláccida. Dando un aspecto que no mostraba el grosor que lograba al ponerse completamente erecta. El policía me dio un largo y prolongado beso. Luego procedió a amonestarme por las faltas al bando del buen gobierno. El coger en un espacio público era una falta que ameritaba arresto por 48 hrs y una multa elevada. Me dio un citatorio que en realidad era una nota con su número de celular, para poder corregir cualquier duda sobre la multa impuesta. Volvió a acomodarse su tanga y sus pantalones. Y salió de su escondite con una cara de haber cumplido con su deber en forma excelente.
Y vaya en que forma lo había cumplido. Me había dejado satisfecha y había la promesa de muchas otras sesiones de placer. Manuel me reclamó mi actitud. Pero lo conforme diciéndole que nos habíamos salvado de haber pasado un fin de semana en la cárcel, así que me tuve que portar lo mejor posible.
Me vestí como pude y me llevó a mi departamento. Quiso entrar pero le dije que había quedado agotada por semejantes cogidas con esas vergas gruesas y que parecían que nunca dejarían de estar erectas. Así que se fue despotricando contra el oficial que le había frustrado sus planes de pasar todo una noche conmigo y sin haber podido concertar una nueva cita. Pero en realidad estaba cansada y mi culito pedía a gritos un buen baño de asiento y la aplicación de una buena pomada antiinflamatoria.
Así que me di un baño de tina con el agua más caliente que pude tolerar, prolongado. Me quede con los ojos cerrados pensando en mi oficial de policía. Que hasta ese momento no había sabido su nombre pero había sabido como manejaba su macana, en forma magistral. Y lo que más me había gustado fue el sabor de su semen.
Salí del baño, me seque lentamente. Como de costumbre cubrí mi cuerpo con crema humectante. Me puse una bolsa de hielo en mi culito con lo que logre que dejara de arder y de sentir una especie de palpitación. Así desnuda me acosté y seguir soñando despierta y dormida con mi oficial de policía.
Esta historia continuará .