Cómo fue aquello..
Mi infiel relación con una mujer casada...
En su día tuvimos una conversación acerca de lo aburrida que era su vida sexual de casada. Su marido, sus hijas que se emancipaban ya, ... En fin, una historia como todas.
Pero fué al año siguiente cuando yo reaccione. Fui a visitarla a su oficina y, sin tapujos le dije que la deseaba.
Puso cara extraña.
Como yo no sabía qué hacer, me despedí y me marché. A los 2 segundos de cerrar la puerta tras de mí, ella la abrió y me llamó.
Al entrar de nuevo a su oficina, ella cerró bien la puerta y se volvió muy despacio hacia mí. me miró a los ojos, me abrazó, se me pegó y me besó en la boca. Un beso largo, cálido, con nuestras lenguas jugueteando. mezclando bien las salivas. Se separó después un poco de mí, me miró profunda y tranquilamente y mientras se desabrochaba la blusa me dijo:
-"vamos a hacerlo ahora".
Yo no pude más. Acaricié sus pechos por encima de su preciosos y caro sujetador, que ya dejaba notar la dureza de sus pezones y los besé. Fui bajando la lengua por el centro de su cuerpo, hasta quedar abrazado a sus caderas, de rodillas. Entonces la miré. Apoyada en el canto de su mesa su gesto era de deseo, alegría y lujuria.
Entonces metí la cabeza debajo de su falda. Ella entreabrió sus piernas un poco, solo un poco. Y mi lengua llegó a a sus bragas, que a juego con su sostén, ya estaban húmedas.
Estuve intentando meter la lengua por algún pliegue hasta que apareció su mano apartando la fina tela. Alcancé su botón del placer. Chupé, mordí, sorbí aquel pedacito de carne que era gloria húmeda, alentado por sus jadeos y suspiros, que iban subiendo de tono y aumentando su frecuencia poco a poco y animado por la presión que su otra mano ejercía en mi cabeza empujando hacia su sexo.
Paré un momento.
Me puse de pie, . La besé en la boca sin dejar parar mi mano bajo su falda. Arriba y abajo, arriba y abajo por su chocho mojado. Ya no pude más y le quité las bragas.
Ella se desabrochó mientras el sostén.
Nos miramos otra vez. En silencio. Mientras ella me desabrochaba el el pantalón y, metiendo su mano en mi slip, cogió mi polla. La acarició dos veces, abrazándola bien.
Entretanto yo no podía dejar de sobar sus respetables tetas; las apretaba, las acariciaba. pasaba mis dedos por sus areolas y presionaba y pellizcaba sus pezones.
Entonces me quedé en bolas, me quite toda la ropa y desnudo ya, la cogí, le subí la falda y rocé su chocho con mi polla.
Me abrazó y me besó, y nos apretamos con tal fuerza que mi verga se introdujo en su chumino sin apenas enterarnos.
Era delicioso.
Balbucee entonces: -"No llevamos condón"
-"Quiero que te corras dentro de mí; quiero sentir tu leche caliente en el fondo de mi chocho", fue su respuesta.
Entonces se la saqué, nos tumbamos en el suelo y comencé a follarla con fuerza.
A cada empujón notábamos que entraba y salía con más facilidad si cabe. Estabamos empapados, muy mojados los dos. Nuestros movimientos eran muy acompasados. Ella pasaba sus brazos por mi espalda, arañándome ligeramente y me tenía cogido con sus piernas cruzadas sobre mi culo.
Nos mirábamos con la boca abierta, dejando escapar gemidos. Y en uno de los empujones más fuertes, que catapultó la punta de mi polla al fondo de su chocho, empezó a susurrar:
-"me..., me..., me corro, me corro..."
a la vez que yo intenté decirle:
-"yo... también, ...yo también..."
Nos corrimos a la vez y fue espléndido. Nos besamos con pasión y seguimos abrazados un buen rato.
Fue el comienzo de una lasciva, positiva y muy gratificante relación sexual, con una mujer más mayor que yo.