Como engañe a mi pareja.

Pensé que era feliz, pero la falta de sexo termino con todo.

Hola, les platico lo que me paso hace un par de años, en ese entonces tenía 25 años y estaba viviendo con mi pareja; me describo, siempre he sido delgada y con tetas pequeñas, pero mi cadera y nalgas son extremadamente grandes, es mi mayor atributo.

Vivía con mi pareja, que aunque no éramos casados, ya llevábamos 2 años juntos, aunque la relación al principio era buena, en lo sexual jamás congeniamos mucho, si, si lo hacíamos, casi cada dos meses y solo era un palito, la verdad me sentía poco deseada por lo que casi siempre andaba muy deprimida.

En mi trabajo no me iba tan mal, así que harta de mi nula vida sexual, decidí hacer pequeños cambios, me inscribí en un gimnasio, no solo para reafirmar mi curveado cuerpo, también para distraerme un poco de mi inactividad sexual, con el paso de los días todo iba muy bien, me sentía de maravilla y por primera vez en mucho tiempo, sexy.

A mi empresa entro a trabajar un hombre llamado Alejandro, no especialmente guapo la verdad era bastante normalito, pero tenía un cuerpo muy bien trabajado, unos bíceps impresionantes y unos labios muy ricos, comenzamos como amigos, todo muy inocente porque yo no había engañado a mi pareja y no lo estaba buscando; sin embargo su compañía y sus pláticas me complacían bastante, hablábamos de todo incluyendo sexo y eso comenzó a revivir mi deseo, a veces trataba de evitarlo porque no quería fallarle a mi pareja, pero él era persistente, al salir del trabajo insistía en llevarme al gimnasio, aunque quedaba bastante lejos de su casa, aceptaba por interés, él tenía carro y me ahorraba bastante tiempo de traslado, y debo admitir que había cierta electricidad en el ambiente siempre que estábamos solos, tenía unas ganas tremendas de hacerle de todo pero me detenía, así fue un par de semanas hasta que me pregunto si podíamos ir a otro lado más privado, sin entenderle mucho fuimos a un parque cercano, se bajó de la camioneta, me abrió la puerta, le di la mano y fue instantáneo, el solo roce de su mano confirmo lo que en mi interior sabía, lo deseaba y mucho, era evidente que era correspondida porque al vernos a los ojos, nos besamos desesperadamente, como si su lengua fuera el oxígeno que necesitaba y olvidándome hasta de mi nombre lo bese, como hacía mucho no besaba a nadie, y aunque quería más, tenía que llegar con mi pareja así que lo dejamos para otro día.

Desde ese momento, cada que teníamos oportunidad, nos fajábamos riquísimo, le tocaba el miembro encima del pantalón y me imaginaba con su lechita en mi boca; pocos días pasaron para hacer realidad lo que tanto anhelaba, fuimos a un hotel saliendo del trabajo, mi ansia por él era descomunal, al entrar a la habitación nuestros instintos tomaron el control, se encargó de desvestirme despacito, torturándome con sus caricias, recorriéndome el cuello, mordiendo suavecito mi oreja, siguiendo con mis pequeños senos que estaban levantaditos, los chupo y mordisqueo, me tenía como su perrita en celo deseando que me cogiera y me lo metiera hasta el fondo. No le importaba mi desesperación, seguía tocándome cada vez más cerca de mi conchita, acerco su boca y despacio rozaba su lengua con mi clítoris, hinchado ya deseo, me vine casi enseguida, y aunque era delicioso explotar en su boca, quería más, mucho más; deseosa de probarlo, me agache y me metí su verga en mi boca, lamí desde la punta hasta los huevos, con ligeros mordiscos, su cuerpo se estremecía y aunque quería seguir probándolo, no pudo más, me levanto y me beso a la par que me hundía su delicioso miembro hasta el fondo, casi me corro de nuevo, comenzó con su bombeo, tocándome las tetas, pellizcándolas, sujetando fuerte mi cadera para metérmela bien profundo, la saco y me puso en 4, me observaba y me decía "tienes unas nalgas riquísimas, no sabes las ganas que tenía de hacerte mía", yo solo gemía como la puta que era, sollozándole que me diera más y más "estas nalgas son tuyas papito, úsalas cuando quieras", su ritmo era implacable, me vine varías veces hasta que caí rendida, se colocó encima de mí y sin preguntar, me tomo la palabra y se abrió paso por mi culito, que aunque no era virgen tenía mucho que no lo usaban, me dolió, grite pero era tanta mi calentura, que alcance a decirle "si, párteme en dos, cógeme", obedecía, me cogía duro mientras me revolcaba del dolor y el placer, estaba segura que me había roto el coño, pero no me importaba, logro ponerme al cien y en mi último orgasmo, el alcanzo el suyo rebosando mi culito de su rica lechita que me escurría entre las nalgas, se quedó quieto esperando recobrar la compostura, se levantó y me paso un pedazo de papel, me dijo "estas llena de mis jugos y de sangre", tenía razón, me partió el culo y aunque veía la sangre, jamás me había sentido tan mujer, me limpie, lo bese y tuvimos que huir porque el tiempo había volado.

Volví a casa, bese a mi pareja castamente en los labios y me acosté, y mientras me quedaba profundamente dormida, no podía dejar de sonreír.

Espero que les haya gustado y que puedan retroalimentarme con sus críticas.