Como encontre a mi hombre - 14
Cristina es sometida al trasplante del aparto reproductor
COMO ENCONTRE A MI HOMBRE – 14
Después de los maravillosos días que disfrutamos en solitario, donde yo había perdido la virginidad, en donde demostré a Arturo que él era lo más importante de mi vida, regresamos a La casa Madre.
Ingrid, había dispuesto nuestro pequeño hogar con la delicadeza que le caracterizaba, nuestro dormitorio, situado en la parte alta de la casa, nos aislaba del bullicio del exterior y nuestros gritos de pasión no era oídos.
Nuestra llegada a casa de Ingrid, fue acogida, las preguntas clásicas de cómo habíamos descansado etc. En conversaciones entre mujeres, Ingrid, me pregunto si Arturo se había comportado como un hombre, yo le dije, “Como un hombre no, como 20” repasamos todas las posturas del Kamasutra, y otras que no venían en el manual, todos los días eran entre tre y cuatro veces, me dejaba satisfecha totalmente. Me hacia feliz cada dia que hacíamos el amor, porque lo que hacíamos era amarnos, mama.
Y tu hija le satisfacías? Mama, cuando mi coño lo tenía irritado de tanto mete y saca mi boca estaba a su entera disposición, ya no sé cuantos vasos de su leche me bebí, mi boca parecía la máquina de la sala de ordeño, chupa y chupa sin parar. Ingrid se reía con mis explicaciones.
Habían pasado 15 días desde nuestro regreso, cuando recibimos una notificación del banco de trasplantes, nos notificaban la posibilidad de una donante, una joven de 14 años, que ya menstruaba, había sufrido con su novio un accidente de moto y se encontraba en coma tratarían de convencer a los padres en el caso de que falleciera la donación de todos los órganos susceptibles de trasplantes.
Cuando Arturo me lo dije, me quede de piedra, me asuste pero al mismo tiempo pensé que el fin de mis deseos estaba muy cerca, el dio orden de tener todo preparado, me suspendió el tratamiento de refuerzo hasta saber algo definitivo.
Con esa incertidumbre, pasaron tres meses, casi me había olvidado del asunto cuando Arturo me comunico, que tenía que ingresar en la clínica ya, los órganos estaban de camino.
Ingrid, me acompaño en todo momento, no se separaba de mi, los niños habían quedado al cuidado de Estela y de una enfermera. Ingrese a las 4 de la tarde de un viernes, a las 8 estaba entrando en el quirófano. No recuerdo más,
solo me dijeron cuando desperté que había salido del quirófano a las 6 de la tarde del sábado, y que todo había salido bien, ahora solo faltaba esperar.
Me atiborraron de medicinas para evitar el rechazo, todos los días, Arturo y un colega suyo me visitaban y comprobaban las constantes vitales, así pase en la clínica seis meses
más, me dolía todo el cuerpo, tenia conectadas sondas para orinar, mi alimentación era a base de suero y papillas, a los pequeños, les dijeron que había ido a pasar una temporada a casa de mis padres porque mi papa se había puesto enfermo y que tardaría en regresar. Después de los seis meses, me dejaron levantarme y caminar un poco por los pasillos, ya comenzaba a comer algo solido, mis piernas comenzaban a ganar fuerza y mi humor mejoraba día a día.
Un día, Arturo me dijo que podía irme a casa, allí estaría una enfermera para cuidarme además de una limpiadora que se encargaría de las tareas domesticas, las medicinas que me daban eran principalmente para reavivar los ovarios y el útero. Un día le indique a Arturo que por la noche había sentido unas molestias en la zona del implante, como unos pequeños cólicos que apenas duraron unos segundos.
Por la mañana, la enfermera al lavarme y ayudándome a cambiarme me puso una compresa en las bragas. Me extraño, ya que el dolor que había sentido yo no se lo achacaba a una próxima menstruación. Le pregunte, y me dijo que era pro prescripción del Dr.
Cuando Arturo regreso, le pregunte el porqué de la compresa, y me dijo. Esa molestia que sentiste, puede ser a un comienzo de menstruación, no estamos seguros, pero es preferible estar prevenidos a que te lleves el susto de las niñas. Me alegre por la posible buena noticia, pero aun tenía que esperar.
Durante un mes la enfermera me cambiaba la compresa cada vez que hacia pis, comprobando que no había sangrado y lo hacía como tres o cuatro veces al día.
Una mañana, cuando me levante y la enfermera me lavó, comprobó que la compresa mostraba unas pequeñas manchas rosadas, se lo comunico a Arturo, que inmediatamente mando analizar esas manchas.
El resultado era que dichas manchas se habían producido por sangre menstrual. Eran las primeras gotas de la menstruación. Me lo comunico diciendo que seguramente en unos días la menstruación se produciría. Así fue, al acostarme las compresas que me ponía la enfermera eran de mayor absorción, ya que sise producía por la noche el sangrado que normalmente era el más abundante fuese recogido la mayor parte del flujo en una sola compresa y que luego se procedería a su análisis.
Cuando desperté, sin levantarme, la enfermera fue al dormitorio quería recoger la compresa antes de que fuese hacer pis. Efectivamente, cuando me quito las bragas, la compresa que estaba adherida a las mismas mostraba una gran mancha de sangre menstrual. Me dijo, “Felicidades Sra. Esta menstruando” la guardo y después de lavarme con mucho cuidado, me puso otra y me dijo que me quedase en la cama, me subió un desayuno y al verme ya un poco mas arreglada, me dijo. “Sra. Enhorabuena pronto todos sus deseos se verán cumplidos” y saliendo del dormitorio, salió para el laboratorio, comunicándole antes a Arturo lo sucedido.
Esa misma mañana Ingrid me vino a visitar me felicito y me dio muchos ánimos me indico que también Raque se había estrenado y que esa misma mañana, había tenido su primera regla, ya tenía otra mujer en casa, las dos estábamos de estreno.
Anote la fecha para llevar el recuento correspondiente y saber cada cuantos días tendría el sangrado y con qué periodicidad me vendrá, se que la regularización tardaría un
poco, mientras, me efectuaban las pruebas de ovulación avivando los ovarios pare que se produjese normalmente.
Los meses pasaron, yo ya había “regresado” de ver a mi papa, que había estado enfermo, Raque en una de sus visitas, me dijo.
Cristina, te encuentro distinta, un poco desmejorada parece que no te sentó bien el viaje a casa de tus papas.
Es normal, Raquel, mi papa estuvo muy malito y yo no quería separarme de su lado, dormía poco además ayudaba a mi mama con las cosas de casa, ahora que ya está recuperado he regresado y pronto me recuperare yo de todo ese trajín.
Durante un año estuve con el tratamiento de ovulación era para mí muy importante y para mi esposo también de que se llevase a cabo el final de todo el proceso con plena satisfacción.
Nuestras relaciones sexuales como es de suponer, se habían suspendido, únicamente nos satisfacíamos cuando le hacia una mamada que no me pedía Arturo, era yo la que insistía pues a él le relajaba el saber que la atracción que sentía
no había decaído., el me satisfacía besando mis pechos y con masajes eróticos hasta la cintura, eran tan intensos que tengo que confesar que a veces me producían orgasmos, le llegue a preguntar si eso sería bueno, y me dijo que si, que los movimientos de los músculos vaginales y de todo su contorno hacia que mi recuperación fuese más rápida y segura.
Un día, me llego la noticia, de que había comenzado a ovular, nos alegro a todos, no obstante por precaución mantuvimos nuestra abstinencia sexual durante unos meses más.
Le dije que no quería que me fuese implantado un ovulo mío fecundado in vitro por sus espermatozoides, que yo quería que fuese el que me dejase preñada por el método natural, y en el caso que después de varios intentos no pudiese aceptaría la fecundación in vitro.
Me beso y me dijo que eso era lo que el también quería, que llegado el momento lo haríamos con mucho cuidado y con mucho amor que lo intentaríamos las veces que fuese necesario.
La frecuencia de mi menstruación se producía cada 27 días, sabiendo cual era la frecuencia sabíamos los días de ovulación y por tanto los días más propicios para tener relaciones sexuales.
Al cabo de un mes de saber la noticia, lo intentamos por primera vez, la escena fue romántica, cena con velas y una puesta en escena muy cuidada, me puse un conjunto de unas braguitas color celeste, haciendo juego con el picardías que me ceñía el cuerpo por debajo de mis hermosos pechos.
Tumbada sobre mi espalda, comenzó a besarme, en la boca, los ojos, las orejas, el cuello y fue bajando por todo mi cuerpo al mismo tiempo que con su mano izquierda me sacaba las braguitas, cuando las hubo retirado, se saco la chaqueta del pijama, yo le acaricie su torso y el me quito el picardías.
Con su suavidad acostumbrada me froto mi vagina exteriormente comprobando si estaba bien lubricada, así era mis flujos estaba preparados para facilitar la entrada de su pene.
Poco a poco, fue introduciendo su glande cuando ya tenía todo él en el interior se paro, note que no seguía, me dijo, te voy hacer un poco de daño, ¿Por qué? Le pregunte, y me dijo Tienes el himen intacto, durante la operación te hicimos un himen para que al llegar este momento tuvieses la sensación de que te desfloraba, que tu embarazo se producía al penetrarte la primera vez.
Cariño eso has hecho por mí? Le pregunte, es que me quieres tanto que quieres que nuestro primer hijo sea concebido por un acto de amor tan importante para una mujer como su desfloración? Te adoro, mi amor pues entonces desflórame con tu amor.
Y
con suavidad, lo saco un poco, para que después con un suave golpe de caderas me lo introdujera todo su pene, hasta el fondo de mi vagina. Grite un poco por el dolor que me había producido, pero una vez comenzó a moverse en mi interior, ese dolor se desvaneció mezclado con el placer del mete y saca, cada vez era más rápido en los movimientos, le dije que estaba preparada para que me llenase, comencé a dar pequeños gritos de placer, me estaba llegando el orgasmo lo que le produjo que el acelerara los movimientos y en un momento, grito diciendo, ES TODO PARA TI. Sentí como su espeso y caliente esperma inundaba mi vagina, permanecimos unos minutos en esa posición mientras su miembro adelgazaba, me sugirió que mantuviese el mayor tiempo posible la pelvis más alta que la cabeza con el fin de facilitar la introducción de esperma en la cavidad uterina. Para ello me coloco unos cojines bajo el culo y cerré las piernas, para que ninguna gota se escapase. Al estar tumbada veía su pene hermoso pero ya flácido, le dije que se acercara, y cogiéndolo entre mis manos se lo limpie con mi boca, mi lengua lo recorrió en su totalidad y sus testículos comenzaban nuevamente a endurecerse, no quise forzarle y le pedí que se tumbase a mi lado, me abrace a su cuerpo y quedamos dormidos.
Ese polvo había sido muy distinto de aquel en la cabaña, pero los dos eran con amor. El primero con un amor desenfrenado y ansioso de haber estado esperando tanto tiempo y este con un amor de esperanza puesta en nosotros mismos para crear una familia.