Como encontre a mi hombre - 11
Cris tras la transformación visita a sus padres y les pide que acudan a su boda
COMO ENCONTRA A MI HOMBRE – 11
La nueva medicación, estaba haciendo un cambio más rápido, mis pechos habían aumentado lo suficiente para recibir las prótesis y mis caderas y glúteos eran de las medidas que Arturo había dispuesto.
Faltaban dos semanas para la intervención, mis nervios estaban a flor de piel, me irritaba por cualquier tontería, como si tuviese la regla, Ingrid, se repartía entre Sofía y yo, trataba de calmarme, haciendo que me entretuviese con la niña. Arturo me había suspendido toda medicación, antes de la operación, me indico que es norma que se efectué, para evitar posibles complicaciones.
El día anterior al señalado, me dijo que me despidiese de los niños, indicándoles que iba a pasar unos días con mis padres, pero que regresaría pronto, ya que tenía que solucionar los papeles de la boda. En realidad, estaría una temporada internada en la clínica y cuando me diesen el alta, si iría a ver a mis padres, para que mi madre viese a su hija e indicarles que quería que estuviese en nuestra boda.
Por la mañana, ingrese en la clínica, la operación estaba dispuesta para las nueve de la mañana del día siguiente, tenía todo el día para mi sola, pensar que me convertiría en una mujer, prepararme para ese acontecimiento tan importante en mi vida. Me hicieron las últimas pruebas preoperatorias y por la noche, me dieron un tranquilizante para dormir.
A las 9 de la mañana, me vinieron a buscar, me subí a la camilla y alguien me cogió de la mano, era Ingrid, me dio un beso y me dijo.
Confía en Arturo, no va a permitir que nada salga mal te tendré en mi pensamiento todos los minutos que estés en el quirófano. Te quiero hija.
Entre en el quirófano, me acomodaron, en la mesa de operaciones, y me pusieron un gotero, al mismo tiempo que una voz me decía, “Soy Richard, el anestesista, cálmate, y comienza a contar de atrás para adelante desde 20”
Comenzó la cuenta atrás, 20-19-18-17-16-15-1…..
Cuando me desperté, habían trascurrido 16 horas, unas vendas cubrían mi pecho y otras mis partes bajas, estaba como vulgarmente se dice grogui, no recordaba nada, note que mis manos eran sostenidas por otras, de un lado, Arturo, que me sonreía y me llenaba de besos, del otro Ingrid, que no hacía otra cosa con su otra mano que secarse las lagrimas de alegría que caían por su rostro, y dirigiéndome a ella le pregunte, “Mama, ya tengo coño”
Si hija, y muy bonito.
Voltee la cara hacia Arturo y llorando le dije, “Gracias mi amor” “Te quiero, dame un beso”
Y no me dio uno, medio una docena.
Ahora a descansar, ordeno, mama vendrá esta tarde a verte y yo pasare mas tarde para estar contigo unos minutos. Duerme cariño.
Me pase todo el día durmiendo, según me dijeron después, Ingrid vino, con Sofía, aprovechando que no se enteraba de nada, y durante su estancia aprovecho para darle el pecho, todas las enfermeras la encontraron muy restablecida del parto, estaba recuperando su figura, y a la niña la encontraron muy hermosa.
Arturo había pasado varias veces por la habitación
preguntando novedades, ninguna, seguía durmiendo y el dejo que el postoperatorio siguiese su marcha natural.
El siguiente día, ya estaba más despejada mi mente, casi todo el personal me vino a visitar y a darme la enhorabuena, como si hubiese parido. Las primeras curas me las hizo Arturo y encontró que todo iba, perfectamente, los pechos habían quedado perfectos y en cinco días me quitarían las vendas que los cubrían y me pondrían un sujetador especial. Antes de marchar a ver a mis padres, Ingrid, me iba a comprar unos sujetadores nuevos muy sexis, me traería varios modelos para que escogiese color y talla.
Habían pasado 15 días desde la intervención, los puntos estaban casi cicatrizados, Arturo en una de las revisiones que me hizo, me trajo un estuche, en el, se encontraban varios dilatadores vaginales de diferentes tamaños.
Me indico, que debería usarlos, para que mi nueva vagina, fuese dilatándose poco a poco, hasta adquirir la dilatación correcta de una mujer. Debería comenzar por el más delgado y progresivamente ir aumentado los grosores, eran de metacrilato y tenían una forma cilíndrica terminada en cono.
Cuando vino Ingrid, se los enseñe y me dijo. “Vas a tener unos amigos especiales durante una temporada deberás lubricarlos bien para no hacerte daño y su uso es….
Me indico la manera de usarlos, yo nunca había utilizado consoladores aunque eran distintos el fin era casi el mismo.
Diez días después de traerme los dilatadores, Arturo me dijo que ya podía marchar que no me olvidase de sus indicaciones me había sacado el billete de avión para dentro de dos días y me dio un sobre, me dijo.
Ábrelo, es un regalo para ti. Me extraño y con sorpresa lo abrí, dentro estaba mi nueva documentación oficial con mi nombre CRISTINA y en el apartado de sexo MUJER. No solo mi carnet electoral, el de conducir mi pasaporte y mi partida de nacimiento. Todo en regla, oficialmente era una mujer, me abrace a él y le di un beso que casi lo tiro encima de la cama y le pregunte cuando me daba de alta para amarlo. Contestación: Cuando regreses de ver a tus padres.
Ingrid, me trajo una serie de conjuntos de ropa interior, todos eran preciosos, con encajes, unos eran con tanga, otros con braguitas otros con culotes, tenía un gusto especial, me los probé todos y todos me quedaban como guantes, me encontraba bellísima. En ese momento entraba Arturo, y yo le pregunte, ¿Quién es el médico o mi prometido? Me dijo:
Tu prometido, entonces espera que no estoy visible, riendo y guiñándole un ojo a Ingrid, me puse una bata y le deje pasar.
Porque esa pregunta, me dijo.
Si entra el médico, me ve con ojos de médico y puedo estar desnuda, pero si entra mi prometido, no me puede ver en ropa interior o desnuda hasta la boda, correcto.
Ingrid se reía pero afirmaba con la cabeza, Arturo dijo, “La próxima vez viene el médico”.
Comerás aquí y esta tarde te llevo al aeropuerto, no he avisado a tu madre para no ponerla nerviosa, así llegas de sorpresa, espero que te de la aprobación de tu cambio. Los dos almorzamos en la cafetería, le pregunte cuales eran mis medidas actuales, y mi sorpresa fue cuando me dijo, 85-60-85, el no había querido que fuesen las estandarizadas de una mujer bomba, 90-60-90, el quería las de una mujer hermosa y femenina, una mujer a la que amaba, el era mi Pigmalión y yo su Galatea.
En el aeropuerto, estuvimos hablando y recordándome todas las indicaciones que me había dado en la clínica, la limpieza como tenía que efectuarla y me recordó las medicinas que tenía que seguir tomando, si tuviese alguna duda que le llamase. Dieron la orden de embarcar, me abraza a él y con mi amor le di el mejor de mis besos.
Tras dos horas de vuelo, cogí un taxi que me llevo a casa de mis padres, estaba nerviosa, ¿Me reconocería mi madre? Y mi padre ¿se acordaría de cómo era, hacia casi 2 años que no lo veía.
Llame a la puerta, oí unos pasos
que se acercaban al mismo tiempo que decían, Ya voy, Ya voy.
Se abrió la puerta, una mujer, encanecida por los años, pero guardando la belleza de su juventud, me dijo:
Que quiere Srta.
No fui capaz de decir nada, entonces me vino a la mente y dije,
Vengo departe de su hija Cristina, me dijo que viniese a visitarla.
Se alegro mucho, al decirle que era una amiga de Cristina, me invito a pasar, fue entonces cuando me vio a los ojos, y sin decir nada, se puso a llorar.
La cogí de las manos, se las bese y le di un abrazo.
Pero porque no avisaste que venias, estas preciosa.
De un grito, llamo a mi padre, acudió rápidamente, pensando que le había pasado algo, y enseguida al verme, se acerco me abrazo, y me dijo.
Hija, cuánto tiempo sin verte, no cambiaste nada, estas como siempre te he recordado, en realidad el me había visto pocas veces por motivos de su trabajo, pero mama, le decía por teléfono y en las cartas como estaba creciendo y cambiando, se había hecho a la imagen que era la que tenía delante.
Nos alegramos, comenzamos a charlar, me preguntaron por Arturo, su familia, como eran, les conté todo lo concerniente a Arturo y su familia, que me habían acogido como a una hija, que tenía cuatro hermanos que mi vida había cambiado completamente y que había ido a decirles que tenían que asistir a mi boda.
Tu papa, que muy pocas veces te he visto, pero que siempre te he querido, quiero que me lleves al altar el día de mi boda. Aunque viva lejos de vosotros, siempre estaréis en mi corazón.
Cuando nos dimos cuenta eran más de las 11 de la noche, una buena hora para retirarnos a descansar, ya tendríamos tiempo para hablar al día siguiente. Fui a mi habitación, estaba como la había dejado, mi tocador mis recuerdos de juventud, las fotos con las amigas, muchos recuerdos vinieron a mi mente. El cansancio y las emociones hicieron mella en mí
invitándome a cerrar los ojos y dormir profundamente.
Al día siguiente, al bajar a desayunar mi padre no estaba, había salido a hacer unas compras y tardaría un buen rato. Tras el desayuno, me fui a duchar, cuando estaba en mi dormitorio, llame a mi madre.
Mama, puedes subir un momento.
Al entrar, me vio completamente desnuda, se quedo con la boca abierta, no podía creer que su hijo Cristóbal fuese esa persona que estaba delante de ella.
Mama, le dije, ahora si soy Cristina, tengo toda mi documentación oficial como Cristina y en ella figura de que soy una mujer.
Pero quien te hizo eso.
El hombre al que amo y amare toda mi vida, Arturo, el me convirtió en esto que tú ves, puedes tocar mis pechos, tengo una vagina, y el día de mañana tendré hijos que yo pariré. Ya no vivirás tu con la incertidumbre de que papa, se entere del secreto que le guardaste desde que nací, esa mentira es ahora una verdad.
Arturo es una persona maravillosa, trabaja en una fundación que ayuda a las mujeres que no pueden tener hijos a que lleguen a tenerlos, a las mujeres que por su condición económica no pueden acudir a un especialista y mueren por falta de atención medica por ser mujeres, el las ayuda, sin cobrar un solo céntimo, solo se ve pagado, cuando una de esas mujeres le dice.
“Gracias Dr. Ahora si soy feliz con mi esposo y mis hijos “es el precio que el se puso. Mama es un hombre maravilloso y lo ama con todo mi corazón.
Hija, gracias por ser feliz, te aseguro que cuando lo vean no estaré viendo a un médico, estaré viendo al hombre que hizo feliz a mi hija.
Por la tarde, salí de paseo con mi madre, y fui a visitar a mis antiguas amigas, cuando las encontré, algunas ya se habían casado y esperaban a su primer hijo, otras aun estaban buscando cuando me vieron llegar con esta figura se quedaron con la boca abierta, me preguntaron que me había pasado, les dije que mi prometido, si aquel de la discoteca, me había hecho unos retoques, aquí, allí, de un lado del otro y eso que, están viendo era el resultado. Me felicitaron, no solo por mi próximo enlace matrimonial sino por tener un hombre como Arturo.
Al llegar a casa, tenía que llamar a Arturo, me riño, por no haberlo hecho antes, pero después comprendió que eran muchas las emociones que estaba pasando le pase el teléfono a mi madre para que hablase con el. Al cogerlo, se puso a llorar, no era capaz de articular una palabra para darle las gracias de hacerme tan feliz, y no solo a mi sino también a ella. Le prometió que no faltarían a la boda y que quería conocer a sus padres, solo era capaz de decir, gracias, hijo, gracias hijo.
Le dije que para la próxima semana estaría de regreso y que todo iba como la teníamos planeado. Cuando llegase me pondría con los preparativos de la boda, tenía muchas cosas que contarle y quería que Ingrid me aconsejase en ello. Al colgar le mande un beso y le dije nuestra frase, …….mucho, mucho, mucho.