Como en las películas

Dos jóvenes adultos son presentados para perder la virginidad. Nervios, desconocimientos, deseos. ¿Podrán cumplir con lo que se prometieron?

El cielo estaba nublado, respiré profundo y el aroma a la tormenta que se avecinaba invadió mis pulmones. Exhalé intentando relajarme, los días de tormenta me suele salir todo bien. Bajé mi vista a la calle, el semáforo me dio el verde y avancé. Los últimos metros hasta la entrada del edificio recordé mi conversación con mi amiga.

  • Me da vergüenza, Mari.

  • No, tonta - Me alentó – No hay nada de qué avergonzarse. Él también es virgen, me lo dijo hace unos días. Van a estar bien.

  • Es que no sé qué hacer.

  • En realidad, nadie sabe bien que hacer. Jamás te lo van a admitir, pero es así.

Sonó el portero automático y pasé. En el sexto piso mi amiga abrió la puerta sonriendo, una sonrisa casual que siempre vi, pero ahora sentía que era una sonrisa socarrona y cómplice. Avergonzada la seguí hasta una puerta, se abrió y Nicolás, su compañero de departamento, nos invitó a pasar.

  • Nico. Lucía, mi bestie del estudio, es una grosa, ya te conté hace los mejores resúmenes – nos miró a los dos y soltó una risita – ¡Sin miedo, che! Cualquiera estuvo en esta situación, nadie nace sabiendo – Guiñó un ojo y comenzó a irse – Les voy a traer algo para que se relajen.

Nicolás me invitó a sentarme. Los dos nerviosos nos sentamos en la cama y sonreímos sin saber muy bien que decir. Miré alrededor para conversar sobre algo, sobre lo que sea. No era una habitación muy grande una cama de una plaza, un escritorio con una muy buena computadora, una biblioteca con libros y fotocopias. No parecía que hubiera una intención de hacerlo un lindo lugar, solo práctico y ordenado. ¿Aquí iba a ser dónde pierda mi virginidad? Sacudí de mi mente las pretensiones que otras veces interrumpieron mis intentos y pregunté:

  • ¿A Mari de dónde la conoces?

  • Somos los dos de Chacabuco – se aclaró la garganta y continuó - Nuestras mamás se conocen y decidieron alquilar juntas así el costo era menor. Nicolás estaba visiblemente nervioso, exteriorizaba todo lo que yo sentía y me relajó un poco que los dos nos sintiéramos tan incómodos.

  • Ahhh… - Volvió el silencio y no supe qué más decir.

  • Lisssstoooo - Por suerte, a los segundos entró a la habitación Mari con dos vasos y una botella de cerveza que apoyó en el escritorio – Chicos, no es nada del otro mundo, ya cuando lo hagan se van a dar cuenta. Es como jugar a un rompecabezas, ¡super fácil!

Me sentía avergonzada con la desenvoltura con la que Mari hablaba, en mi cabeza no era tan fácil y si bien alguna que otra vez me había mirado en el espejo y tocado no entendía mucho de por dónde se producía todo. En el porno todo se veía tan raro y violento que dudaba que yo pudiera hacer algo así. No había dudas de que no era fácil, no era fácil, pero yo hoy tenía que perder la virginidad, no soportaba más no saber.

  • Miren, me encantaría quedarme a ayudarles pero… no. Así que les dejo un video para que vean y les de coraje. Recuerden que en estas pelis esta todo exagerado, ¿ehhh?. Los penes no son tan grandes y se necesita lubricación – acto seguido sacó de su bolsillo unos sobrecitos de lubricante de una reconocida marca. – Me voy a lo de Manu así se quedan tranqui, mañana a la mañana vengo. Lu, si tenés alguna duda vos escribime, si estoy libre te atiendo.

Y en esa vorágine de parloteo incesante y desenvoltura se fue de la habitación, la oímos agarrar algunas cosas y salir hacia el ascensor. Mientras tanto en la compu se reproducía un video donde una chica mostraba todo su cuerpo sonreía y hablaba algunas cosas en inglés.

Nicolás sirvió la cerveza y me alcanzó un vaso mientras se sentaba en su silla, en silencio bebí y pensé en cómo íbamos a tener sexo si el espacio que nos separaba era cada vez más grande. Bebí deseando que cada trago me emborrachara más y me sacara de ese momento incómodo. Pensé que había sido un error pedirle a mi amiga que me presente a otro virgen, en mi inocencia creía que la igualdad de desconocimiento nos pusiera a un mismo nivel pero ahora notaba que el nivel no era de curiosidad sino de timidez.

Miré por la ventana y observé como el cielo se cerraba aún más, la gente pequeña y ajena al momento más importante de mi vida corría con el fin de llegar a algún lugar antes de que la lluvia se largue. El momento más importante de mi vida, con otro trago de cerveza me di cuenta que no se sentía el momento más importante de mi vida y que no sabía explicar por qué lo catalogaba así. ¿El momento más importante de mi vida? Quizás fue cuando superé el CBC de la UBA, y en ese momento me sentí feliz pero jamás pensé que era el momento más importante. Quizás le estaba dando demasiada importancia a algo que solo era una primera vez. En mi primer examen final igual estuve muy nerviosa, incluso puedo pensar que estuve muchísimo más nerviosa. Con el último trago del vaso resolví engañar a mi mente y hacerle creer que no era más que un examen: entro al aula, limpio mi mente, recibo la hoja, miro las preguntas y que salga lo que tenga que salir.

  • Me sirvo un vaso más ¿dale? – Le dije con más soltura a Nico, el miraba la pantalla de su compu como repasando todo lo que debía suceder.

  • Si… si… Eh.. Perdón… Te sirvo yo.

  • No, dejá – Mi voz intentaba soltarle peso a la situación – Te sirvo yo. Intentemos emborracharnos un poco.

Río. “Bueno, por lo menos lo hice reir”.

  • Éstos videos se me hacen falsos – comentó.

  • Y… Se suponen que actúan. A ver, poné de los amateurs. ¿Qué? Seré virgen pero no boluda.

  • Menos mal. A mi también me gusta amateur, pero ¿no te parece que también ahí actúan? ¿Hay tanta necesidad de gritar?

  • Y… No se… Veremos qué onda. Poné ese, dice que es en Buenos Aires.

El video decía Buenos Aires pero las personas hablaban en inglés, un clásico video amateur robado de algún lado para hacer como si fuera acá. Nos reímos de la situación y ya comenzábamos a olvidarnos de toda la presión que teníamos por delante.

  • Clickeá este, Nico - De nuevo otro video amateur en inglés, comenzamos a reírnos y propuse – Cada vez que digan “fuck” nos sacamos una prenda. Una vez cada uno. Yo empiezo.

“Fuck” Sonreí y me saqué la remera. “Fuuuck” y Nicolás se sacó su remera y vi que su pecho estaba cruzado por un tatuaje muy bonito. “Fuck yeah” y me saqué una sandalia.

  • No, no, no. – protestó Nicolás – Los zapatos y las medias son lo mismo, se sacan de a dos.

  • Yo cree el juego así que las reglas las pongo yo.

  • ¡Andá! ¡Qué tramposa!

  • ¿Tramposa yo? ¡Si yo soy la que menos ropa tiene!

Sonreímos y él se abalanzó contra mí sobre la cama intentando sacarme la sandalia. Yo reía y jugueteaba, éramos unos niños tonteando cuando logra sacarme la sandalia y me la muestra a centímetros de mi cara burlándose. Nos miramos fijamente y volvimos a ser los adultos que pretendíamos ser. Mis nervios volvieron y se instalaron en el rojo de mi cara. Durante un segundo de duda pensé que la buena onda se había cortado, pero un suave beso me sacó de mi lugar y comencé a besarlo mientras abrazaba su cuello.

Nicolás encima de mí pegaba todo su cuerpo al mío. Medios incomodos por la postura que teníamos por el juego previo nos fuimos acomodando para ocupar el largo de la pequeña cama. El en medias y jogging, yo en short y corpiño. Podía sentir el calor de su pene en mi entrepierna y mis nervios tamborileaban en mi estómago de pensar que eventualmente iba a tener que enfrentarme a eso. Por el momento los besos, las caricias estaban bien. Poco a poco bajó besando mi cuello, mi pecho hasta llegar a mis senos donde corrió un poco la tela y con un poco de timidez recorrió la zona hasta que llegó al pezón. Lamió y sorbió así como veíamos que se hacía en los videos. Se sentía bien, muy bien. Cerré mis ojos y me dispuse a disfrutar, acaricié su cabeza con cuidado, mimándolo.

Salí de mi trance al sentir como Nicolás intentaba sacarme el corpiño, con mucho fracaso. Le subí la cara y mientras nos dábamos un largo y profundo beso me lo quité. El volvió a su puesto de lamedor de pezones y alternó uno y otro mientras yo suspiraba de placer. “Bien, ya estoy medio desnuda, vamos bien” Ni bien pensé eso Los besos fueron bajando y bajando hasta el límite de mi short, se venía un nuevo desafío. Quieta y pasiva, sentí como bajaba mi short hasta las rodillas, con los ojos cerrados esperé hasta que sentí que besaba mi entrepierna con mi bombacha puesta. Sus manos temblaban y para darle la seguridad de que todo estaba bien, de que yo quería más lo ayudé a sacarme el último pedazo de tela que me protegía de sus labios. Comió esa piel nunca antes tocada por nadie, lamió y hurgó con su lengua dónde jamás mi ex novio se había animado a tanto. Gemí enloquecida de placer, solté grititos de alegría, me retorcí en sus manos. Se sentía bien y mal a la vez, quizás ahora que lo pienso con el tiempo no era el mejor sexo oral pero por primera vez alguien dedicaba especial atención a esa parte de mi cuerpo y se sentía espectacular. Sentía fuegos artificiales entre las piernas, el calor me subía y no podía dejar de retorcerme del deseo, un deseo profundo que pedía más.

Sentí como si me orinara un poco, Mari me había advertido que lo iba a sentir y que eso significaba que iba todo bien. A pesar de su aviso me sentí incómoda igual y quise cambiar de posición. Con unos pequeños empujoncitos y unos besos ocasionales donde puse sentir el sabor de mi vagina logré que Nicolás se incorporara. Parado frente a mí, el jogging no podía disimular el bulto que se encontraba debajo, bajé el elástico de pantalón y bóxer y liberé a la bestia. El tamaño era menor al de los videos, pero era mayor al de mi ex novio. Me puse a la tarea y mirándolo a los ojos engullí como ya sabía hacer. Sexo oral era la única experiencia que tenía y mi ex decía que era buena en eso, no lo sé. Me ocupé de no tocarlo con los dientes y de que haya mucha saliva, cosa que Mari decía que era vital. A medida que recorría su largo descubría diferencias, su cabeza era más chica y largaba más líquido preseminal, su color era más oscuro, se lo sentía más ancho por lo que tenía que abrir un poco más la boca. Pensé en cómo iba a hacer para meterme eso, si yo no era actriz porno, no tenía tanta habilidad, ¿Cómo iba a hacer? Pensando, comparando, sintiendo, así me encontraba yo, temblando ante la posibilidad de lo que se venía

No sé cuánto tiempo estuve así hasta que Nicolás, con un suspiro fuerte me separó de él, indicando que si seguía iba a acabar. Hilos de baba caían de mi boca y me asombré de lo gráfico y sensual que se volvía el momento, sentí de nuevo esa sensación de hacerme pis y toqué mi entrepierna, estaba mojada. Me acosté en la cama y tiré de Nicolás para que se pusiera encima mío. Él, sumiso, fue con su cara a mi vagina y volví a retorcerme de placer. Mientras con pataditas se sacaba lo que le quedaba de ropa, con las manos me terminaba de sacar el short. El video porno había acabado y en la habitación solo se oían mis gemidos, el cielo estaba completamente tapado de nubes oscuras que casi no dejaban pasar rayos de sol, lo único que los iluminaba era la pantalla de la compu.

  • Ya es hora – Susurré mientras sujetaba la cara de Nicolás y lo acercaba a mis labios.

Con mucha inexperiencia abrimos un preservativo y se lo intenté poner, había leído que era más sexy si se lo ponía yo pero en realidad solo le hice doler. Se incorporó, se lo puso él solo, me avergoncé de mi falta de capacidad y abrí las piernas deseando que lo siguiente fuera más fácil. Inclinado sobre mí, dirigió su pene a mi vagina y empujó. Me sobresalté, no sé qué esperaba yo que sucediera pero no eso. Dolió. Le pedí que fuera más despacio. El comenzó a empujar con más cuidado pero se sentía mal, dolía demasiado. Se inclinó más y me abrazó y con un par de besos intentó de nuevo con fuerza. Ya no me gustaba, ya no había placer.

Lo separé de mi cuerpo y de costado, acostados en la cama, nos besamos. Los besos ya no eran suficientes, queríamos tener sexo y nos frustrábamos. Su pene comenzaba a languidecer, eso no lo podía permitir, yo vine a esta casa a perder mi virginidad, no admitía volver a la mía sin haber sentido todo eso que mis amigas me contaban. Lo puse de espaldas en la cama y lo besé, lamí su cuello, besé el tatuaje de su pecho y recorrí suavemente con las yemas de mis dedos su estómago. Toqué con cuidado su pené y comprobé que dejaba de ablandarse. Subí sobre su cuerpo y arrodillada me enfrenté a su pene. Lo sostuve en alto e intenté sentarme sobre él. Ahora era Nicolás el que saltaba de dolor, estaba claro que esa estrategia no funcionaba. Agarrando firmemente su pene comencé a frotarlo por toda mi vagina, a lo largo y a lo ancho, comencé a moverme de un lado y de otro, mis piernas temblaban por la incómoda posición pero no desistí. Cerré los ojos y me concentré en mí, por algún lado ese pene se tenía que meter ¿O sería que mi cuerpo era diferente? Por favor, no. Como si de un suave murmullo se tratara sentí que mi cuerpo me comunicaba el camino, concentrada en mi misma al pasar la cabeza del pene por alguna parte de mi vagina sentía si estaba mal o bien. Instintivamente decidí que si se sentía bien tenía que pasar de nuevo por ahí, mis piernas se vencieron un poco y sentí con satisfacción como se introducía un poco en mi esa cabecita.

  • Ah – oí a Nicolás gemir bajito – Entró.

  • Si –Susurré.

Comencé a moverme si salirme intentando avanzar de a poco, dolía pero con un dolor bueno, sentía que ese dolor era algo bueno. Me moví para un costado y para otro, al frente y para atrás, buscando siempre sentir lo que “estaba bien”. Y como si de una clave de un candado se tratara mi cuerpo poco a poco se fue abriendo. El dolor lentamente se convertía en una extraña sensación de plenitud, de que todo lo que sucedía era porque tenía que ser de esa forma, una sensación de que las cosas estaban en su lugar.

Todavía con los ojos cerrados y con una respiración que se entrecortaba más avancé hasta llegar a la base. Comencé a moverme instintivamente para atrás y para delante presionando mi clítoris contra el cuerpo de Nicolás, me incliné sobre él y le di un largo beso en los labios. Cuando por fin abrí los ojos para verlo estaba arqueándose con los ojos cerrados y gimiendo suavecito. Sus manos no sabían dónde colocarse y las ubiqué en mi cola, comenzó a moverse intentando pactar un ritmo y yo le correspondí notando que cuanto más rápido el gemía más y muy fuerte. Me incorporé y sentada sobre él con un frenesí salté para clavarme más y más. Ya no había dolor, ni malo, ni bueno. Ahora era todo placer. Nicolás se incorporó y sentado comenzó a chupar y morder mis pezones. La posición me volvió loca, sentía una constante vibración de placer en mi clítoris y podía sentir la presencia de su pene dentro de mí con todo su esplendor. Los jadeos se volvieron más y más fuertes, y el deseo nos llevó a mordernos y arañarnos.

Sentí como el calor y la locura se apoderaba de mi cuerpo y como si de un ataque fuera mi cuerpo tembló con un grito de placer que broto de lo más profundo de mi “siiiiii”. BROOOM. Afuera un trueno parecía imitarme y lo siguió un rayo que iluminó la ya muy oscura habitación. “Oh, ooh, oh” oí a Nicolás mientras se retorcía debajo mío. Ambos caímos rendidos en la cama, abrazados. El silencio se adueñó de la escena, nuestras respiraciones y el repiqueteo de la lluvia en la ventana era todo lo que se oía. Afuera un coro de truenos parecía imitarnos en nuestra intensidad y los rayos alumbraban nuestras caras extasiadas que, poco a poco, fueron sumiéndose en el sueño.


Si te gustó este relato encontrá más en mi perfil. ¡Te espero!