Como empece a ser infiel (3 - Final)
Mis últimos pasos calientes con mis dos amigos negros antes de volver a la cordura.
Hola cómo están
Espero que bien
Muchas gracias por todos los mensajes que me han enviado y gracias por escribir, y les reitero, para algunos incrédulos, que todos los hechos que narro intento que sean lo más cercano a la realidad, pues como todos sabemos la memoria no es la más fiel de las amigas del ser humano.
En fin, pero volvamos a la situación en la que me encontraba.
Les prometo que este será el último capítulo del la historia sobre mi viaje a Cartagena, porque además no habrá más que contar sobre este viaje.
Nos quedamos en mi ingreso al baño luego de la faena con mis dos amiguitos. La verdad, en ese momento volví a la realidad.
Ustedes saben, cuando uno, luego de la calentura, llega la razón y la moralidad por detrás.
Las mujeres que lean este relato me entenderán, porque en ese momento, frente a un espejo uno dice: ¿qué hice? ¿Qué pasaría si se entera mi familia? ¿Mi esposo? ¿Qué pensarían mis padres, mis hermanos al ver a su hijita revolcándose como en sodoma con dos hombres que sólo días atrás eran totalmente desconocidos para ella.
La verdad en ese momento no sabía como iba a vivir con ello. No sabía como volver a ver a los ojos a mi marido. En fin, me metí a la ducha e inicie a bañarme.
Estaba distraída bajo el agua, pensando en todo eso cuando sentí dos manos masajeando mi espalda, era Santi, sólo a tine a sonreírle, y el siguió. La verdad se sentía bien, el masaje me relajo y me distrajo de esos pensamientos que me hacían sentir la más callana de las mujeres de esta tierra.
Santi: Cómo te sentiste?
Sonia: Muy bien
Santi: No te noto muy convencida
Sonia: La verdad ahora me siento muy culpable
Santi: Por qué
Sonia: Porque le fui infiel a mi marido con dos hombres
Santi: Pero se lo merecía, no te atiende bien
Sonia: Pero lo amo
Santi: Esto no significa que no lo ames. Esto no es más que deseo.
Creo que fueron las palabras más sinceras que había escuchado en mucho tiempo. Me quitó un gran peso de encima y me dejé llevar por sus caricias en la espalda, así que hice mi cabeza hacia atrás y le dije:
Sonia: Entonces que es lo que tenemos entre nosotros?
Santi: Pues pasión, morbo, vicio, sexo
Sonia: Entonces solo me quieres para comerme?? (ya muy caliente)
Santi: Si, porque eres una nuestra perrita más querida y más apetitosa que he tenido en la vida.
Sonia: MMM que rico
Santi: Eres toda una bomba sexual
Le di un beso super caliente (al diablo con la moral, por esos momentos), y me atreví a preguntarle más.
Sonia: Te gusta compartirme con tu amiguito
Santi: Si, porque un hombre no basta para satisfacerte
Sonia: MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM que rico
Cuando Me decía eso al oído, ya sentía su pene rozándome las nalgas y sus manos en mis senos, que nuevamente, y para sorpresa mía, estaban duros y con ganas de más.
Debo decir que cuando era soltera, tuve buen sexo, en algunas ocasiones varias veces en una noche, pero nada como eso.
¿Habrá algún límite para el placer sexual de una mujer?
No lo sé, pero lo único que sabía era que me volvía a calentar y que delicia un polvito mañanero, en el clima de Cartagena y debajo de la ducha.
El, al ser más alto que yo, dobló un poco las rodillas para colocar su pene entre mis piernas para pasar su cabeza dura en mi ya húmedo coñito, mientras que sus manos me manoseaban las tetas y me decía morbosidades al oído.
Santi: Si que eres caliente perrita rica
Sonia: Te parece?
Santi: Quiero volver a follarte
Sonia: Y que esperas?
Me volteó y sin pensarlo dos veces me levanto con sus brazos y yo contra la padre y me la clavo de un solo empujón. Creo que el gemido no salió de mi garganta, sino de la boca del estómago.
Fue tan intenso que quedé ronca, de sentirlo tan adentro en esa posición.
No sé si es por el swing que tienen los negros, pero él tenía, en esa posición, tomar un ritmo parejo en el entra y sale y a la vez chuparme los pezones con gran intensidad. Fue la primera vez que me mordían las tetas, no soy capaz de decirles como era, ni tan duro que doliera intensamente, ni tan sueva que no sé sintiera que le las mordía.
Sus manos estaban cada una en una de mis nalgas, y mientras me seguia enterrando su impresionante y deliciosa verga, me las acariciaba, pero no de una forma sutil o tierna. Me las manoseaba con fuerza, como si quisiera arrancármelas, con mucho deseo y más morbo.
Debo decirles también, y creo que eso es por la gran experiencia que el tenía, que pese a lo poderoso del tamaño de su verga, cada penetración, a buena velocidad y dureza, la hacía casi dejando salir de mi coño parte de su cabeza, para nuevamente enterrármela hasta los huevos.
Me dolía la garganta del primer gemido, pero no podía pasar de hacer sentir lo caliente que me ponía ser comida así como él lo hacía.
Pero el esfuerzo que había hecho él durante la noche y los 15 o 20 minutos que llevábamos follando en el baño se pagan y el se cansó de esa posición donde los hombres llevan todo el peso. Por eso nos fuimos al inodoro, donde el se sentó y yo encima. Primero con nuestros rostros frente a frente para que me siguiera manoseando las nalgas y decierta forma me ayudara a subir y bajar. Ahí tome un ritmo más lento, pues ahí me entanca sentir como lentamento va saliendo la verga de mi coño, pero cuando casi toda la cabeza está por fuera, dejo caer el peso de mi cuerpo totalmente. Es delicioso.
El no dejaba de chupar mis tetas, de admirarlas, de decirme que eran grandes, ricas y poderosas.
Pronto empecé a sentir como él estaba a punto de estallar y de manera violenta me sentó en le inodoro y a gran velocidad me empujó su verga en mi coño, que momento sublime. Yo hize lo que jamás había hecho, tomar con mis anos mis senos y manoseármelos yo misma, hasta que él la saco y chorrio su leche en mis tetas.
No era tan espesa, ni tan blanca y ni tanta como su primera derramada, y aunque me gustó, no me dieron ganas de probarla, así que la restregué por todos mis senos.
Sentí que era suficiente para mí, que era hora de volver a la compostura y dejar esa locura en el pasado, pero Eduardo no lo pensaba así. El también quería repetir banquete en el baño. Cómo poder negarse, de inmediato me dije a mí que lo haría por él e intentaría hacerlo lo más rápido del mundo.
Cuidado hombres, cuando nosotros nos proponemos eso lo logramos, pues yo de inmediato empecé a calentarlo más hablándole sucio.
¿Quieres comerme?
Si podrás??
Me puso se pene en mi boca y no solo mame, también sucione su miembro. Me concentré tanto que en cuestión de minutos él me estaba pidiendo que parara que se iba a venir (eso era lo que yo quería), entonces le dije que un poco más.
Ahí segui mamando y con una mano le manoseaba las pelotas y la otra buscaba su anito para acariciarlo.
Sólo fue colocar la llema de mi dedo en su culito y apretar un poco, para sentir la leche de Eduardo en mi garganta.
Fue delicioso, lo goce, pero confieso que quería que se derramara porque era suficiente sexo por ese día.
Mientras se la limpiaba con mi boca, se colocó flacida y me dijo que me hubiera querido comer por el coño.
Yo le pedí disculpas mintiéndole
Perdona, pero me calienta tanto mamartela que me olvide de todo.
Veremos que tiempo tenemos para hacerlo.
Era sólo una mentira, ellos salián de viaje esa noche, después de las charlas.
Lo que hicimos fue bañarnos y me cambie para ir al día final de las charlas. Ellos antes de irse a sus habitaciones a cambiarse, se despidieron de mi pengandose a mi, ya vestidos, uno por detrás y otro por delante, besando a uno y luego a otro, mientras manoseaban mi cuerpo durante unos minutos.
Fue la verdadera despedida, porque luego delante del público fue un abrazo y un beso a cada uno.
Intercambiamos e-mails, teléfonos, pero ni yo e ido a República Dominicana ni ellos han vuelto.
Ese fin de semana me quedé allí, en Cartagena, en el hotel Almirante, descansando y disfrutando del mar.
Espero que les guste este relato
Y si desean que sigua escribiendo, por favor no duden en enviarme un e-mail
Me encantaría seguir contándoles mis cosas, pero no sé si lo hago bien o muy mal.