Cómo el porno destrozó mi vida - introducción
Introducción / no contiene sexo Como empezó mi sexualidad a una edad tardía, en medio de una vida totalmente nueva
Aún recuerdo cuando tan solo era un crio que acababa de empezar el instituto. Me llamo Sergio, aunque por aquel entonces me llamaban Joker (los carnavales hacen mucho daño a veces). Era mi primer año de instituto y estaba de puta madre, había hecho un montón de amigos y amigas nuevos y mantenía los del colegio. Los amigos nunca fueron un problema, siempre me llevaba bien con todo el mundo ya que iba con una sonrisa las 24 horas del día intentando hacer reír a los demás. Las novias eran otro tema, nunca había tenido ninguna pero no me importaba ya que todavía no tenía la cosa esa de ir detrás de ellas, simplemente no me llamaban la atención. Era bajo, delgado y algo feo, pero me daba igual ( a mi nunca me ha importado mi físico). En resumen, estaba genial, era feliz. Pero nada dura.
A finales de curso mis padres se divorciaron y tuve que elegir entre sí irme con mi madre a San Antón o quedarme con mi padre en Calcoma. Son 400kms de distancia, y tenía mucho cariño a mi pueblo, pero mi padre tenía a toda su familia mientras que a mi madre solo le quedaba la vieja casa de mis difuntos abuelos en la ciudad y como la casa del pueblo era de mi padre fue mi madre la que se tuvo que ir. Me fui con ella, y pasé el peor verano de mi vida. No conocía a nadie, pasé mi cumpleaños literalmente solo y no salí a la calle salvo para comprar la comida y poco más. Lo pasé muy mal, perdí mi vida y la nueva no pintaba bien... Gracias a dios llegó el nuevo curso, y empecé en un instituto enorme nada comparable al viejo edificio que había en mi pueblo. Poco a poco fui haciendo amigos, pero uno me cambió la vida. Pablo era mi vecino, lo había visto un par de veces en el rellano pero nunca habíamos hablado, por lo que cuando lo vi en mi clase me quedé flipando un poco. Se convirtió rápidamente en mi mejor amigo y básicamente fue el quién me enseñó el instituto y el barrio. Me convenció para apuntarme al equipo de rugby y aunque apenas sabía sobre ese deporte aprendí rápido y resultó dárseme bien. El equipo era una gran familia y siempre estábamos juntos. Quedábamos, veíamos películas y todo eso. Un día nos quedamos a dormir unos cuantos en casa de Mario, nuestro zaguero y un chaval bastante majo. Aquella noche yo compartía cuarto con Pablo y como habíamos tenido partido enseguida me dormí. Pero me desperté. Me desperté, y lo vi ahí, tirado en el colchón de al lado, haciendo algo extraño. El cabrón se estaba haciendo una paja. Le pregunté que coño hacía y se le cortó todo el rollo. Me pidió perdón y se giró a dormir avergonzado.
Me sorprendió porque me pareció que tenía un pene bastante grande, y empecé a comerme la cabeza. Yo nunca me había hecho una paja, y mi pene me parecía pequeño en comparación al suyo. No me malinterpretéis, no era porque no quisiera hacerme panas, es que cada vez que me empalmaba me dolía a rabiar y se me acababa bajando todo. Me pasé una semana rallado, y a Pablo se le notaba que le daba vergüenza la situación en la que lo pillé pero al cabo de unos días empezamos a actuar con completa normalidad e incluso empezamos a hacer bromas con el tema. Como no tenía a nadie más, le conté a él que yo no podía hacerme pajas por mi problema y me contó que a un primo suyo le pasaba algo parecido: se llama fimosis. Cuando me contó lo que era y cómo se solucionaba me aterré, y ¿cómo no? Dime tú a quién coño le gusta que le corten la polla. Uf, a día de hoy recuerdo el dolor de la operación, al salir cuando se pasó la anestesia... puedo asegurar que es el peor dolor que he sentido. No se lo deseo a nadie, creedme.
La operación fue en diciembre, y por primera vez tuve unas navidades realmente mágicas. Cuando me quitaron los vendajes y se cayeron los puntos era la primera vez que veía a mi polla como una polla de verdad, y no os mentiría si os dijese que ella y yo nos hicimos muy buenos amigos. Me sorprendió mucho ya que ahora cuando me empalmaba, se ponía mucho más grande que antes, incluso creo que era más grande que la de Pablo. Bueno, está demás decir que me pasé la navidad haciéndome pajas.
Se podría decir que era un pajillero de los buenos. Aun así, este supuso el mayor cambio en mi vida: empecé a interesarme en las mujeres y me volví todo un galán. Fue al final de curso, el día de la entregas de notas, que conocí a Marta.