Cómo desperté ardiente

Desperté, pero con una sensación extraña. Ahí estaba él, entre mis suaves muslos veía su cabeza moverse.

Cómo desperté ardiente.

Era muy temprano, apenas unos pequeños rayos de sol pasaban por las persianas. Desperté, pero con una sensación extraña: el calor invadía mi cuerpo y el placer me hacía estremecer.

Ahí estaba él, entre mis suaves muslos veía su cabeza moverse y como su lengua relamía una y otra vez mi clítoris, haciéndome volar por un mundo enorme de fantasías.

Le acaricié el cabello de manera que supo que mi sueño había cesado, le atraje hacia mí y comencé a besarle apasionadamente,  mi vagina chorreaba. Y él empezó a besarme suavemente el cuello, los hombros, bajando poco a poco, junto con caricias, por todo el cuerpo. Se detuvo con mis pezones, los cuáles chupaba con ganas mientras apretaba mis pechos, yo le manoseaba la espalda y le apretaba sus duritas nalgas.

Su pene estaba bien duro desde el primer momento, no puede pensar en otra cosa más que bajar y comenzar a chupárselo con más y más ganas, qué rico¡ él gemía de placer pero me detuvo, quería que fuera mi gran momento. Sí¡ qué bien lo hacía¡ no podía dejar de disfrutar viendo como su miembro tan erecto colgaba por encima de mí rozándome, él seguía con sus besos y lametones. Ahora estaba sobre mi vientre, no paraba de pasar la lengua mientras me daba algún que otro beso, y siguió por los muslos, los besaba mientras sus dedos estaban dentro de mi moviéndose rápidamente de arriba abajo y su lengua volvió a lamer mi clítoris haciéndome temblar, acarició mis piernas y besó mis labios durante un buen rato.

Sus caricias y sus juegos duraros tanto tiempo que hicieron volverme loca y pedirle que me la metiera hasta el fondo. La sensación era tan grata que los dos gemíamos sin poder parar, él estaba encima con mis piernas sobre sus hombros.

Estábamos a punto de alcanzarlo cuando se paró para seguir disfrutando, entonces me puse encima suyo y no paré de mover mis caderas de un lado a otro, cada vez más rápido y él mientras me comía los pechos, uf¡¡ ah¡¡ un grito llegó a escapárseme.

Entonces volvió a detenerse para ponerme yo a un borde de la cama,  boca abajo y él de pie penetrándome, a lo que enseguida los dos llegamos a la vez a un éxtasis total.

Pero cuando conseguí relajarme, mi excitación volvió dos veces más llegando por tercera vez al orgasmo abrazada a él.

Fue genial,  me hizo enloquecer de tal manera que me quedé tirada en la cama sin poder moverme, y mientras él me besaba la cara, los labios,...