Como cree un negocio de putas para poder estudiar

Mis padres se arruinaron mi primer año en una universidad privada. No lo dudé, me eché a la calle a ganar dinero, era mi carrera universitaria o mis convicciones morales.

Aquel verano fue le verano de mi vida.  Después de un sobresaliente año a nivel estudios, había conseguido plaza para estudiar en Pamplona medicina, algo que solo gente con muy buen expediente como era el mío conseguía.

Digo que aquel fue el verano de mi vida pues aunque me consideraba una chica muy conservadora, antes de dejar mi Cádiz natal, le di mi flor a mi novio como despedida en la última noche antes de irme.  Mucho me había masturbado pensando en esa noche que al fin llegó y he de reconocer que muchas noches me masturbé pensando en aquella noche en los primeros meses en Navarra.

En Pamplona no fue posible conseguir una plaza en un colegio mayor, por lo tanto me tuve que meter en un piso supervisado por la universidad (se ocupaban de mandarnos una señora que limpiase, planchase o hiciese la comida) y que compartiría con tres chicas en mi situación.

Me gustó mucho el grupo de chicas que coincidimos.  Marga, una chica de Santander, estudiante de farmacia, Catalina una chica de Madrid estudiante de derecho y Ana una chica de Orense, Ana estudiaba medicina como yo, pero becada.

Tarde una semana en analizarlas a las tres.  La verdad es que las tres chicas  eran muy monas, quizás un poco paradas, yo era la única no virgen, a no ser que me hubieran mentido como cosacas, conservadoras y salvo Ana, todas de familias acomodadas.

Los primeros tres meses de curso la verdad es que salimos las cuatro al menos una vez por semana por lo viejo de la ciudad.  Algún beso de mis compañeras con algún ligue, pero poca cosa, yo respetaba las ausencias de Blas, mi novio.

Todo iba como la seda hasta que recibí una de esas llamadas de teléfono que te cambian la vida.  Era mi madre y me contaba que mi padre se había arruinado de la noche a la mañana y que básicamente estábamos en la calle.  Aun era pronto, pero por lo visto las deudas de mis padres habían acabado con sus ahorros y en pocos meses perderían la casa de la playa y la de el centro de Cádiz.

Mi madre me  decía que les iba a ser imposible mantenerme en Pamplona  y me sugería que volviese a Cádiz y que volvería a estudiar el año siguiente alguna carrera que se impartiese en la ciudad.  Le pregunté que cuanto tiempo podrían mantenerme y logré que me diesen un respiro de dos meses.  Le prometí a mi madre que intentaría ver posibilidades y luchar por quedarme.

Tal y como soy, me llevó cinco minutos asimilar el shock e inmediatamente me  puse en contacto con mi tutora y le expliqué mi situación, la verdad es que se portó fenomenal y en pocas horas me consiguió un trabajo en la biblioteca de la universidad a media jornada por la que recibiría 500 euros al mes, ósea la mitad de lo que me costaba el piso.  Por otro lado me consiguió un suculento descuento en la matricula de la facultad, tan bueno que me devolvieron dinero de lo ya pagado por mis padres, dinero que me permitió extender el respiro dado por mi madre.

Esa noche lloré en mi habitación echaba de menos a Blas, me hubiera gustado poder compartir con él lo que no podía compartir por falta de confianza con mis compañeras de piso.  Me quedé dormida después de masturbarme frenéticamente recordando como torpemente Blas me penetró en aquella última noche en Cadíz.

Pasé semanas buscando un trabajo que se amoldase a mi, no estaba teniendo la suerte que había tenido con mi tutora y no lograba nada que se amoldase a mis necesidades de tiempo y dinero.  Según aumentaba mi estrés, más caliente me ponía y más veces debía de masturbarme y según me masturba iba pasando de mis dedos a meterme cosas e incluso ha realizar al inmoralidad de acariciarme el ano, algo que estaba segura que era una aberración, pero mi estrés podía conmigo.

La situación era desesperada hasta que una noche con las chicas viendo un programa de televisión donde hablaban de estudiantes francesas que se prostituían para pagarse sus gastos de estudio.  Todas las chicas criticaron aquello, incluida yo, pero en el fondo algo se encendió en mi cerebro.

Le di vueltas toda la semana y fue un jueves saliendo de una entrevista de trabajo donde la respuesta fue no, en la que me envalentoné y decidí probarlo.  Desde luego era algo que no haría en Pamplona donde todo el mundo al fin de cuentas se conocía.

Metí mi ropa más sexy en una bolsa y a las 9 de la noche cogía un tren con destino a Vitoria.  Me cambié en el baño del tren y de la chica que subió al tren a la chica que se bajó hora y media después había un mundo.

No tenía ni idea que iba a hacer, la verdad es que seguí el guión del programa de las francesas por lo que pregunté a unos chicos por que zona salían lo universitarios.  Hablé con el del bar de la estación y le pedí que me guardase la bolsa que recogería por la mañana.

Empecé yendo a la zona de primeras copas de la noche, en la zona donde iban los pijos locales.  La verdad fue llegar allí y empezar a caer chicos intentado ligar conmigo.  Iba sin un duro por lo que me deje invitar por el primero que me lo ofreció.  No estuve mucho con él, seguramente si no me fuese a prostituir esa noche le hubiese dado más coba por que era un chico mono y agradable, pero no tenía mucha pinta de pagar por nada más caro que una caña.

Me sonrió la suerte cuando me entró un tío con unas llaves de un mercedes en las manos.  La verdad es que el tío prometía, el típico tío cañero que pretendía escandalizarme y que realmente lo estaba haciendo pero una hacía de tripas corazón y le fui aguantando los dobles sentidos y las bromas de mal gusto durante más de una hora.

Iñaki que así se llamaba el chico en un momento dado recibió una llamada y me dijo que me tenía que dejar que había quedado con su novia, me quedé un poco sorprendida de que hablase conmigo y que a la vez tuviese novia, no se como lo hice ni como se me ocurrió, pero cuando me di cuenta le acababa de soltar al oído

-       si tienes 100 euros te puedes ir a ver a la mojigata de tu novia con una buena mamada encima.

El chico me miró fijamente, sacó 100 euros de la cartera y me contestó.

-       sígueme a mi coche.

Seguí a Iñaki hasta un parking donde tenía aparcado un precioso mercedes, me dijo que entrase en el asiento de copiloto, Iñaki se sacó la polla mientras se sentaba.  Era la segunda polla que veía en mi vida e iba a ser la segunda polla que me iba a meter en la boca después de un verano de mamadas con Abel.

No creo que fuese la mejor mamada que el alavés había recibido en su vida, pero ni me lo pensé, trague saliva me la metí en la boca y empecé a chupar a la vez que tocaba la zambomba para acelerar su corrida.  Iñaki me amasaba una teta mientras yo mamada, de nuevo, era la segunda persona que me tocaba una teta.  Se corrió abundantemente en mi boca, me lo tragué todo, no por que no me diese un asco tremendo sino por que acababa de recibir 100 euros y además el Mercedes era nuevo y no era plan de soltarle la plasta en la tapiceria.

Iñaki me hizo bajar el coche sin ningún tipo de ceremonia.  Me quedé con la boca con sabor a lefa y tirada en medio del parking.

Arreglé un poco mi pelo y me fui a cenar a la primera hamburguesería que me encontré.

Deambulé un poco de bar en bar sin cruzarme con nadie que tuviese pinta de tener pasta.

A las cinco de la mañana me enteré que el sitio de moda era Elite, una macro discoteca donde te encontrabas de todo, desde macarras con pintas hasta los hijos de la elite de la ciudad.

La cosa fue rápida, según entre me cruce con Iñaki y un grupo de amigos suyos, era más que obvió que les había contado lo de la mamada por que todos se rieron a mi paso, todos se rieron pero quince minutos después dos de ellos se acercaron a mi con la excusa de invitarme a una copa.

-       ¿qué queréis?, ¿una mamada vosotros también? – ellos se miraron y contestaron

-       En realidad queremos algo un poco más fuerte.

-       ¿y que os hace pensar que soy la chica adecuada?

-       Perdona – dijo uno - ¿cómo te llamas?

-       Patricia, ¿eso importa mucho? – contesté.

-       Mira Patricia, queremos hacer un trio y la verdad no lo vamos a hacer con ninguna de las que conocemos, pienso que si se la has comido al Iñaki, un trio no será tanto pedir para una chica como tu.

-       ¿una chica como yo?

-       Si, una puta.

-       Os saldrá muy caro

-       El dinero no es problema.

-       De acuerdo, me iré con vosotros por 1000 euros.

-       ¿Toda la noche? -  contestaron haciendo cuentas en su cabeza

-       Hasta la hora de comer de mañana.  Si es a un hotel hasta que nos echen a las 12 – fui improvisando.

Los chicos cuchichearon entre ellos y volvieron a mi.

-       ¿Has bebido?

-       No

-       ¿Tienes carnet de conducir?

-       Si.

-       Esta bien, 1000 euros, salimos de aquí pasamos por un cajero, te pagamos cogemos el coche y tu conduces hasta la casa de veraneo en Azáceta.

-       ¿Azáceta?, ¿esta muy lejos?.

-       A 20 minutos.  ¿tienes algún limite?

-       Por mi culo no entra nada – empezaba a poner en practica todo lo leído en las ultimas horas.

Conducir evitó que esos babosos  me fuesen metiendo mano durante el trayecto.  Los chicos no dejaron de beber durante el trayecto.

La casa era una horterada llena de espejos y dorados, la típica de gente que acaba de hacer dinero.  Se pusieron unas copas y se sacaron las pollas.

-       chúpanoslas a la vez – me dijo el más alto mientras ellos se empezaron a hablar como si fuese algo habitual para ellos, el ejemplo de lo matados que eran.

Me arrodillé, me metí la primera en la boca y empecé a mamar mientras al segundo se la meneaba, fui alternando polla hasta que empezó a dolerme la mandíbula.  Era bastante gracioso pensar que eran las tercera y cuarta polla que cataba en mi vida.

-       móntarme cabrones – les dije mientras me separaba de ellos, me ponía de pie y me iba desnudando avanzando hacía el sofá en forma de ele que había en el salón.

Me senté desnuda abierta de piernas en el sofá, creo que a los chicos  les sorprendió con la pinta de devora hombres que tenía que llevase una ropa interior tan aburrida.

Cuando esperaba que me penetrase el primero, este se agachó entre mis piernas y empezó a comerme el coño, algo nuevo para mi, y por cierto muy placentero.  El otro se subió al sofá y me metió su polla en la boca.

El de abajo me hizo correrme como en mi vida, fue alucinante, al de arriba se la chupé poco por que mis gritos de placer no me dejaban cerrar la boca.  Les hubiese devuelto los 1000 euros con el tremendo orgasmo que me habían regalado, pero estaba allí por dinero y con dinero me iba a ir.

Me hicieron ponerme a cuatro patas de manera que el que me chupo el coño metió su polla en mi boca y al que intenté chupársela me penetró el coño de una solo estacazo.  Me jode reconocer que lo estaba deseando, me estaba muriendo de ganas, aquella comida de coño lo había cambiado todo y todo lo que deseaba era un rabo en mi conejo.

Me follaron durante toda la mañana, se fueron alternando mientras uno me daba otro me hacia que se la chupase.  Lo cierto es que me corrí infinidad de veces lo cual hacía de aquello algo mucho menos desagradable, al fin de cuentas me estaba prostituyendo, teniendo sexo por dinero.

-       no te esperaba ya, creí que no volvias – me dijo el del bar de la estación cuando fui a recoger mi bolsa.

Llegué a Pamplona sin novedad y con un mes de gastos asegurados en el bolsillo.  Con los 1.100 euros me sentía rica.

Las siguientes dos semanas fueron semanas normales, quizás un poco más alegres por que me permití salir a cenar cosa que no había echo en meses.  Todo seguía normal hasta que sonó mi móvil al salir de clase por la tarde y uno de los chicos del trio me saludo.

-       Hola Patricia – sonó en el teléfono, me tuve que poner en posición, para él yo era Patricia.

-       Hola… ¿quién eres?

-       José María, de Victoria.  Con el que estuviste en Azáceta

-       Ah, hola, ¿qué tal?

-       Bien, ¿y tu?

-       Estupendamente.

-       Me alegro.  Una cosa, te quiero contratar si estas libre.

-       ¿Perdona?

-       Si que quiero contratar tus servicios.

-       ¿Cuándo?

-       El viernes quiero ir con una pareja de amigos que vienen de Barcelona a un club de intercambio, es una historia muy larga pero el caso es que no encuentro con quien ir, y entiendo que tu podrías acompañarme.

-       ¿Cuántas horas?

-       Iremos a cenar, unas copas y después allí.

-       ¿Me follaras?  - dije en bajito.

-       Pues, claro o yo o mi amigo y yo me follaré a su novia.

-       Estas cosas tienen un precio.

-       ¿Cuánto?

-       500 euros.

-       Joder, ¿no me puedes hacer precio?

-       lo siento, es la tarifa – le contesté.

El chico aceptó y el viernes después de clase hice la misma jugada, me cambié en el tren y deje la bolsa en el bar de la estación de Pamplona.

Quedé en una cafetería en el centro, José María llegó con un amigo, un gordo y una chica que por la pinta también debía de ser de pago.

Cenamos en una marisquería, los chicos fueron mucho al baño durante la cena, inocente de mi, no sabía que estaban poniéndose de coca hasta las cejas.  La chica era muy agradable, simpática, sin muchas luces, pero simpática.  Nuria se hacía llamar.

Tomamos unas copas en un bar muy elegante y de allí nos fuimos al club.

Era un sitio curioso, muy discreto desde fuera, pero lleno de gente dentro.

En la entrada había una barra con gente hablando como si todos el mundo conociese a todo el mundo.  Tomamos una copa allí un poco apresurada por que los chicos querían pasar a las zonas privadas, donde se partía el bacalao.

A la zona había que pasar a través de un vestuario.  Nuria y yo nos desnudamos juntas, ella era mayor que yo y mientras nos cambiábamos estuvimos hablando.

-       ¿tu no eres muy joven para dedicarte a esto? – me soltó de sopetón.

-       Bueno – empecé a decir arrastrando las letras -  me estoy pagando los estudios.

-       Ah, así empecé yo.

-       ¿Llevas muchos años?

-       Siete.

-       ¿y cuanto le cobras a este?

-       Ja ja ja, rió con ganas.  ¿cuánto le cobras tu?

-       500 euros.

-       No esta mal, yo bastante más, pero piensa que tengo que aguantar a la bola de sebo esta durante cinco días y eso se paga.

Entramos desnudas con la toalla cubriendo nuestros pechos y el culo a duras penas.  José María y su amigo nos esperaban desnudos con las toallas al hombro.  Alrededor de ellos nadie hablaba, había más de treinta personas follando, chupándose o siendo azotados, algo que me impactó.

José María me llevó a un potro donde me ató mis tobillos y muñecas dejando mi coño elevado y mi cabeza colgando.  El gordo metió su polla en mi boca y José María hizo a Nuria que me comiese el coño.  Reventé en un tremendo orgasmo, no se si es que Nuria comiese coños como los ángeles o es que me puso a mil que una mujer me comiese la almeja.  Chupar, chupé poco al gordo por que no dejaba de gemir con el trabajo que la de Barcelona me estaba proporcionando en mis bajos.  Nuria paró y de repente una polla profanó mi coño.  Parecía mentira el placer que me estaba dando José María.  El gordo seguía con su polla en mi boca, de repente miré hacia un lado y vi a Nuria botando sobre la polla de José María, ni idea de quien me estaba follando pero no me iba a quejar, me estaba matando de placer y además me estaban pagando por ello.

La noche fue larga, me follaron muchos, no puse ni un solo pero, algunos me follaron estando atada, me encantaba sentirme poseída e indefensa, otros me follaron en le jacuzzi o los reservados, no follé ni una sola vez con los dos acompañantes, eso sí coincidí con Nuría en una sala privada y algo interactuamos.  No tenía ninguna prisa por irme, hasta las ocho no salía el primer tren.

Desayunamos los cuatro ya de día en el hotel donde se quedaban el gordo y Nuria, el gordo nos propuso que subiésemos pero yo no podía con mi alma y me quedaba todavía unas horas antes de meterme en mi propia cama.

  • una pena que no dejes usar ese culo prieto que tienes – me dijo el gordo a modo de despedida

El gordo me pidió mi teléfono y aproveché para darle a José María uno nuevo que había comprado para mi nueva actividad.

Ya en el tren y de camino a Pamplona un whatsapp me entró.

-       1000 euros por tu culito – me escribió el gordo.

-       No, muchas gracias, pero por ahora lo reservo – contesté.

La vida fue avanzando y en nuestro pequeño piso de estudiantes las cosas iban cambiando poco a poco.  Habían pasado dos años y ya no era tan raro que por la mañana desayunando te encontrases a algún chico que apuraba un café o al llegar después de una noche de farra una de las chica gritase de placer mientras algún ligue le daba lo suyo.  El sexo había pasado de ser tema tabú a tema habitual.  En mi caso cada día tenía más clientes, todos los fines de semana los tenía ocupados con clientes en Bilbao, Santander, San Sebastián, Vitoria e incluso en Biarritz en Francia.  Vivía en la abundancia, desde luego con mis compañeras disimilaba, aunque me daba algún capricho en forma de bolso de Gucci por lo demás seguía con mis estudios y haciendo entre semana la misma vida, incluido el trabajo en la biblioteca que me ocupaba poco tiempo al poder estudiar en él y sin embargo justificaba mis gastos.  La verdad es que tenía más trabajos que tiempo, pero a pesar de que cada vez que veía a mi novio Blas me obligaba a follarme con la luz apagada, disfrutaba muchísimo de ser follada, incluso ser sometida por mis clientes.

Un día ya casi al final del tercer año, llegué a casa y me encontré a Ana llorando como una magdalena.  Entre sollozos nos contó que había suspendido una asignatura y que perdía la beca.  Ana le echaba la culpa a todo pero sobre todo y después de un momento de tranquilidad al haberse echado a un follaamigo de León que le mantenía más tiempo abierta de piernas o comiendo rabo que estudiando lo que antes hacía.

La cosa tenía poca solución, con una suspensa la beca tanto de estudios como de residencia se esfumaba.

Ana y yo nos sentamos esa noche, hicimos cuentas de lo que le salía al mes el estudiar en Pamplona.  Haciendo la cuenta de la vieja, 1000 euros de residencia, 1500 al mes de universidad y 200 o 300 para vivir.  Casi 3000 euros.

-       mira Ana, te voy a contar una historia que por favor no quiero que salga de aquí

-       ¿alguna vez no he sido una tumba?

-       Esto es distinto.  ¿Me lo prometes? Vamos a hablar de mi buen nombre.

-       Te lo prometo.

-       Mira Ana, cuando llegamos aquí a los tres meses recibí una llamada de mi madre, mi padre se había arruinado y debía dejar medicina.  Conseguí un curro a media jornada, no, no lo hago por esnobismo, me rebajaron la matricula y después de no conseguir ningún trabajo,… me metí a puta.

-       Yo no podría hacerlo – me dijo Ana sin dejarme acabar la frase.

-       Sujeta los caballos, según lo veo yo tienes dos opciones, o bien o dejar la carrera trabajar para mi.

-       ¿cómo?

-       Si Ana, te estoy ofreciendo que trabajes para mi.  Yo te conseguiré trabajos y el 50% de lo que factures será para ti.

-       No podría hacerlo.

-       Ana, no me jodas, te he oído mil veces follar por las noches.  Te gusta más una polla que a un tonto un lápiz.  O te crees que no sabemos que además de tu amante el de León te calzas al que se te cruza por mucho que nos hagamos las locas…

-       Pero…

-       Ni pero ni leches, piénsatelo y me dices.  Estamos a martes, el jueves necesito saberlo.

El jueves por la mañana me crucé a Ana en el pasillo y solo me dijo un “estoy de acuerdo”

El viernes tenía un polvo en un hotel de Logroño con un empresario del sector vitivinícola, el sábado me habían ofrecido una orgia en Bilbao en una casa rural.  Quedé con Ana que la recogería en la estación de tren de Vitoria y de ahí iríamos de compras y después a Bilbao.

Había alquilado un coche y me pasé el la hora y medio de viaje desde Logroño a Vitoria masajeándome las muñecas porque al empresario le dio por follarme toda la noche esposada con mis brazos a la espalada, y no es que las esposas estuviesen muy apretadas, pero es que los cambios de postura no ayudaban y hacen presión.

Ana me esperaba vestida de calle.  Le sorprendió verme vestida para matar y en un deportivo.

-       sube, nos vamos a San Sebastián a comprar ropa, así no puedes venir.

Compramos ropa interior, varios modelitos, vestidos de noche, de no noche, juguetes sexuales e incluso una mordaza y un antifaz.

-       no te preocupes, te lo iré descontando de los primeros sueldos.

Llegamos a la casa rural en Loiu, al lado del aeropuerto y ocupamos nuestras habitaciones.  Era temprano y las dos aprovechamos para estudiar.  A las siete Ana  vino a mi habitación.  Nos duchamos, nos peinamos, maquillamos y a las nueve estábamos las dos junto a tres otras chicas que no había visto en mi vida desnudas de rodillas y esposadas a la espalda, en mi caso de nuevo, con los ojos vendados esperando a nuestros clientes.

Ninguna de las dos vio nada en toda la noche, pero si a la pobre chica se la follarón la mitad de lo que me follaron a mi, debió de quedarse acojonada.

Más de ocho hombres nos follaron a las cinco como si no hubiera un mañana.   Supe que se había hecho de día por el sonido de los pajaritos cantando en la calle.

Ana no parecía muy feliz hasta que justo al coger un taxi después de devolver el coche de alquiler le di 500 euros por la noche, le cambio la cara, el animo y la actitud.  El mío tampoco fue un mal fin de semana, 700 euros por el logroñés, 1000 euros por la orgia y 500 euros por mi comisión del trabajo de Ana.

Evidentemente sabiendo que tenía a Ana en mi equipo podía manejar mi agenda mucho mejor, podía mandar carne nueva a antiguos clientes, ofrecer dos chicas en las orgias a las que era invitada y ofrecernos para tríos.  Que Ana estudiase lo mismo que yo era una autentica ventaja.

Ana resultó ser más puta que las gallinas.  Ana no solo tenía un don natural para el sexo sino que además cuando le tocaba compartir cama conmigo no se cortaba un ápice.  No hubo que decirle nada la primera vez que se supuso que debía de comerme el coño, se lanzó a él y lo hizo de maravilla.  Creo que me dio más palo comérselo yo a ella que ella a mi, y se suponía que yo era la pro, y de hecho ya llevaba una buena cantidad de almejas lamidas para ese momento.

Antes de acabar ese curso vendí incluso la virginidad anal de mi amiga, y resulta que le encantó.

Las cosas en casa se iban yendo de madre. Carolina había sido dejada por un novio que le gustaba mucho.  Algunas solucionamos esas cosas con un atracón de chocolate, otros con un atracón de compras y alguna, como Carolina pasándose por la piedra cuanto tío se cruzaba.  Cada noche las paredes resonaban con sus gemidos y lamentos hasta que un día nos lo dijo, un día que habíamos acabado los exámenes y que nos habíamos ido de copas.

-       no me mintáis las dos, o os prostituís los fines de semana o pasáis drogas.

-       ¿pero?, ¿qué dices? – le dijo Ana haciéndose la indignada.

-       Que si, que si.  A ver, los fines de semana desaparecéis, estáis todo el día comprándoos caprichos, no traéis tíos a casa y jamás habéis protestado por que a mi me pongan mirando a Toledo con lo que grito.

Las dos nos quedamos mirándonos y después a ella.

-       ¿y si lo hacemos que?

-       ¿ganáis mucho?

-       Mucho

-       ¿cuánto?

-       Bueno yo me estoy levantando unos 1500 a la semana, esta – señalándome a mi – dobla.

-       ¿pero que hacéis?

-       ¿de verdad lo quieres saber?

-       Si, claro.

-       ¿de verdad?

-       Que siiiii

-       ¿a ti te han hecho alguna doble penetración?

-       No, pero me encantaría

-       Pues cosas de esas, la gente no paga por un polvo y ya esta, la gente paga por tirarse a una de 21 años, con cuerpazo y que no dice que no a nada.  No sabemos lo que es un misionero, y si sabemos lo que es ser atadas, sometidas y compartidas.

-       Me encantaría.

-       No sabes lo que dices.

-       Probarme.

Y  el viernes a la hora de comer conducíamos un coche alquilado hacía Barcelona donde teníamos reservado un hotel y donde a las 12 de la noche debíamos entrar en un club de intercambio cerrado para mi y algunas amigas entre ellas Carolina, Ana y la mítica Nuria con la que seguía en contacto.

Esa noche pareció que quien tenia la experiencia era Carolina y no ninguna de las otras que aunque no nos considerábamos profesionales llevábamos kilómetros de polla metidos en nuestra vagina.  Carolina folló sin descanso todo lo que se puso delante y tuvimos que calmarla cuando la orgia finalizó.

A la vuelta de Barcelona pasamos por Zaragoza donde hicimos un servicio cada una con un cliente distinto.  Carolina estaba encantada con su nueva fuente de ingresos y con poder finiquitar su fama de fácil dentro de la facultad de derecho sin dejar de follar, una afición que había explorado y que no quería dejar.

Lo que se había sido una tabla de salvación primero para mi,  después para Ana y por último una diversión para Carolina se había convertido en una empresa hecha y derecha.  Las tres acabamos nuestras carreras y ni Ana y yo nos presentamos al MIR directamente encaminamos nuestra vida profesional hacía lo que veníamos haciendo los últimos años.  Por cierto, Marga, la cuarta compañera de piso no se entero de a que nos dedicábamos hasta años después cuando un día cenando en Santander se lo confesamos, aquella noche pensé que se animaba ella también, pero no.

Para el momento de decidir si queríamos ser médicos o no tenía trabajando para mi a dieciocho chicas, no todas de mi universidad, también tenia chicas de la universidad de San Sebastián, Santander o Burgos.  Tenía chalets alquilados en cuatro ciudades donde no solo mis chicas recibían a clientes sino donde hacía fiestas temáticas o directamente orgias.  Me gustaría decir que yo solo gestionaba, pero no, cada semana recibía una oferta especial para follarse a la madame, ósea a mi.

Acabé dejando a Blas.  A lo largo de los años lo veía y follabamos cuando iba yo a Cádiz o las pocas veces que venia a Pamplona.  Como os conté empecé follandomelo con la luz apagada, pero poco a poco me fui abriendo y dándole el placer que le daba a mis clientes me imagino que se quedaba acojonado de las novedades que traía y como aullaba cuando me corría.  Él estrenó mi culo, quise que así fuera la última noche que estuve con él.  No he vuelto a verle, tampoco es que vaya mucho por Cádiz, tengo demasiado trabajo.