Cómo convertirse en una puta: error número 2

Dani despierta sin saber dónde está. Le obligarán a hacer lo que nunca se imaginó que haría. "─Si consigues llegar a la mitad, tengo un premio para ti".

A Dani le dolía el cuello. Lo notaba mientras soñaba. Debía de haber estado durmiendo de una mala postura. Tenía que abrir los ojos, ¿qué hora era? Cuando fue consciente de que debía despertarse, se dio cuenta de que no estaba en su habitación. Aquello no era su cama. Además, estaba en una posición extraña, echado boca abajo en una especie de banco y con los brazos y piernas colgando. La cabeza también le colgaba hacia abajo, dejando el cuello doblado de manera muy incómoda. Por eso le dolía. Alarmado, abrió los ojos para ver dónde estaba.

Lo primero que vio fueron las patas del mueble sobre el que estaba recostado. A ellas estaban amarradas sus muñecas. El corazón le dio un vuelco, y agitó violentamente los brazos intentando inútilmente soltarse. Advirtió que estaba totalmente desnudo. Miró a su alrededor y vio que estaba en una habitación espaciosa. Había un amplio ventanal por el que entraba la luz de la mañana, que pegaba en su suave piel directamente, lo cual Dani agradecía. Pudo ver que estaba en un piso elevado, mínimo un quinto. A lo lejos se veían las cuatro torres, características de la silueta de la ciudad. Estaba tumbado sobre un potro, igual que los utilizados por los gimnastas, el cual contaba con una argolla en cada pata a la que estaba anclada cada una de sus extremidades. El pánico se apoderó de Dani.

Echó otro vistazo a la habitación buscando una manera de desatarse y salir de allí. Además del potro había una cama de matrimonio que parecía muy cómoda, un armario grande y un espejo que ocupaba una de las paredes entera. La habitación era un lujo, sin duda a nadie le importaría vivir ahí, pero en ese momento eso era lo que a Dani ni se le pasaría por la cabeza. Junto a la cama había una mesita de noche, sobre la cual alcanzó a ver lo que parecía un folleto. Efectivamente, logró leer el nombre de una conocida cadena de hoteles sobre aquel papel que debía incluir información sobre los servicios que se ofrecían a los clientes.

La puerta de la habitación se abrió y apareció David, el chico que había conocido en el gimnasio la tarde anterior. Ahora en vez de ropa deportiva, llevaba puesta una camisa entallada que parecía que iba a explotar en algunas zonas por la presión de los músculos de David.

─¡Oye! ¿Qué está pasando? ─Dani se esforzó en recordar su nombre ─¡David! ¿Dó... dónde estoy? Menos mal que estás aquí. ¡Ayúdame a desatarme tío!

─Ya era hora, menudo sueñecito te has pegado.

─¿Qué hora es? Venga David, date prisa. No entiendo nada de lo que está pasando.

─¿Estás incómodo? Justo venía a levantarte, no te preocupes ─David le hablaba con la misma sonrisa de chulo que tenía el día anterior. ─¡Tienes mucho trabajo hoy!

─Tío, no se de qué va todo esto pero no tiene gracia. ¿Cómo he llegado aquí? Recuerdo salir del gimnasio, cruzarme contigo, subirme a tu coche y... ─Dani recordó el batido que le había dado David a probar mientras le llevaba supuestamente a su casa, y empezó a comprender lo que pasaba. Aquello no debía ser un batido de proteínas ─¿Qué... qué quieres de mi? No tengo dinero, que lo sepas. Mis padres ganan lo justo para vivir.

─Tranquilo, no es tu dinero el que quiero.

Mientras Dani seguía exigiendo saber qué quería de él, David hizo caso omiso y dio una vuelta alrededor de él revisando todo su cuerpo. Prestó especial atención a su culo, el cual presentaba algo de vello alrededor de la entrada. En las piernas Dani no tenía mucho vello, pero David pensó que aun así haría falta un repaso por todo el cuerpo para dejar completamente suave esa piel.

─Mis compañeros de piso ya estarán preguntándose dónde estoy. ─En realidad, eso no era del todo cierto. Dani vivía con dos compañeros, pero los tres hacían una vida muy libre los unos de los otros, y no era raro que sobre la marcha decidieran pasar la noche fuera de casa e incluso que pasaran muchas horas antes de volver a aparecer. Aún faltaba para que la ausencia de Dani hiciera pensar a sus compañeros que algo iba mal.

Tras finalizar el repaso, David se situó de pie frente a Dani. Su paquete quedaba a la altura de la cara del otro, y lo situó bastante cerca, lo cual puso más incómodo si cabe a Dani. Se desabrochó el pantalón y de dentro sacó el inmenso rabo que Dani había visto en el vestuario. Ahora estaba aún más grande que la tarde anterior, pues empezaba a ponerse dura. Era muy gorda y eso hacía que colgara de manera imponente.

─Come ─le ordenó, a la vez que le daba un golpe en la cara con su miembro.

─Creo que te confundes, tío. No me va esto, lo siento. Por favor, suéltame...

─Que comas, he dicho ─esta vez el golpe fue con la mano abierta, dejándole la mejilla algo roja a Dani. ─O mamas, o te la meto en el culo. Tú eliges.

Ante tal alternativa Dani lo tuvo claro. No quería ni imaginar cómo sería que le metieran un rabo de tales dimensiones por el culo. Entreabrió los labios tímidamente, y David aprovechó para meterle ese cañón de carne todo lo que pudo en la boca. Dani se echó a toser, pero solo le salieron una especie de sonidos guturales por tener la boca tan ocupada. David le acarició el pelo para que se calmara.

─Venga, ponte a mamar. Sabes como se hace.

Dani echó lo que pudo la cabeza atrás, para sacar parte del miembro, y empezó a mamar tal y como lo hacían las tías que se follaba. El rabo ya estaba mucho más duro, habiendo alcanzado un tamaño que dejaba al de Dani en ridículo. Aun así, no dejaba de colgar amenazantemente debido a lo que pesaba. Dani abarcaba una ínfima parte de el con su boca, pues enseguida le daban arcadas si intentaba pasar mucho más allá del glande. Era asqueroso y humillante. Con la de tías que tenía detrás, y ahí estaba, atado, desnudo y en una postura totalmente expuesta, tragándose una polla inmensa obligado por un tío también inmenso.

─Eso es, guapa. Venga, intenta tragarte un trozo más. No llevas ni una quinta parte. ─David le dijo esto riendo, y mientras le daba un leve cachete en la mejilla, para que Dani espabilara.

¿Lo había entendido mal o le había llamado “guapa”? Dani no podía verse más humillado, ¡en esos momentos no había ninguna diferencia entre él y las tías que se solía follar! Intentó abarcar un poco más de rabo, pero fue muy poco lo que ganó. No quería vomitar encima de esa polla, y era lo que le parecía que iba a hacer si forzaba un poco más, porque sabía fatal. Aunque tampoco sabía qué iba a vomitar; llevaba sin comer desde antes de ir al gimnasio el día anterior, ni siquiera había repuesto fuerzas después del entreno, y la verdad es que estaba muerto de hambre.

─Si consigues llegar a la mitad, tengo un premio para ti. Venga, yo te ayudo.

David cogió la cabeza de Dani con ambas manos y empujó, obligándole a alojar como pudiera en su boca más longitud de rabo. Dani gimió, para que entendiera que no iba a poder con él, pero no consiguió nada. El otro siguió forzando, y Dani tuvo que abrir la garganta para que aquella anaconda pasara, sintiéndola atravesar hacia su tráquea. Sorprendentemente, no vomitó, pero se empezó a agobiar porque no podía respirar. Sin embargo, David no tenía intención de que respirara tan rápido, y le obligó a aguantar unos segundos.

─Uno… Dos… Tres… ─David se puso a contar para ver cuánto aguantaba. ─… Siete… Ocho… Nueve… ¡Y diez! Muy bien, campeona. ─En cuanto tuvo la boca libre, Dani cogió una amplia bocanada de aire; ya creía que se iba a ahogar. ─Pero no has llegado a la mitad, qué lástima. Va, te doy una segunda oportunidad. Si llegas a la mitad y aguantas diez segundos, tendrás tu premio.

David repitió la operación, y esta vez Dani cogió aire para no volver a ahogarse. Notó que aquella polla llegaba aún más al fondo. Le parecía increíble cómo podía alojarla de esa manera en la boca, pues había avanzado mucho más después de haber atravesado su garganta. David contó hasta diez y sacó el miembro, cogiendo aire otra vez Dani, aliviado por haber conseguido el reto.

─¡Eso es! Guau, vas a ser una muy buena mamona. Imagínate lo que serás capaz de hacer con unos cuantos entrenos más.

¿Cómo? Dani seguía sin saber exactamente qué pretendía ese bestia, pero desde luego no pensaba repetir eso nunca más. David empezó a pajearse delante de la cara de Dani, dándole algún que otro pollazo que este recibía cerrando los ojos.

─Abre la boca. ─Dani se negó, consciente de lo que pretendía David en ese momento. Ni de coña iba a tragarse la corrida. ─Venga, puta, que vas muy bien. Recuerda que si no hay castigo. Creo que esta sería demasiado para tu culo hoy.

A Dani no le quedó otra que abrir la boca. Aunque no sabía qué era peor, si tragar semen o recibir rabo por el culo. David cogió ritmo con la paja y puso cara de concentración, acercando la punta peligrosamente a los labios de Dani. Tras una espera que se hizo interminable, soltó un primer trallazo que fue directamente a la garganta. Era humillante. Un segundo trallazo acompañó al primero, y le siguieron unos cuantos más que no llegaron tan lejos y se quedaron sobre la lengua, donde Dani pudo sentir el sabor dulzón de la corrida. Nunca se habría imaginado que sabía así. Las últimas gotas quedaron sobre sus labios, sobre los que David había posado el glande, y chorrearon por su barbilla mientras el otro restregaba la polla por su cara, esparciendo el semen por todo.

─Limpia. Y ni se te ocurra escupir, o en cuanto vuelva a tenerla dura te follo.

Dani se metió la punta de la polla en la boca y lamió a conciencia, dejándola reluciente y llevándose consigo aquella sustancia que, en el fondo, no sabía tan asquerosa. Cuando estuvo limpia, tragó la corrida delante de David. Este le dio unas palmaditas de felicitación.

─Has sido buena. Al final esto acabará gustándote, ya lo verás. ─Al oír eso, Dani hirvió por dentro. Nunca le gustaría eso, él era hetero y comerse un rabo le parecía asqueroso. Pero no dijo nada, ahora que David estaba satisfecho y había acabado aquello. ─Ahora, para que veas que soy alguien de palabra, voy a traerte tu premio. Tienes que tener hambre.

David salió de la habitación un momento, y volvió a entrar con un carro repleto de comida de desayuno. Dani se esperaba algo mejor, pues eso significaba que aún no iba a salir de ahí, pero se alegró de tener algo con lo que reponer energía. David situó el carro delante de él. ¿Pensaba que comiera como un perro, alcanzando la comida con la boca? Dani no podía sentirse más humillado. David cogió un plato y lo llenó de un poco de todo de lo que había en el carro. Lo puso justo debajo de la cara de Dani. Sí, pretendía que comiera sin usar las manos.

─Que aproveche, perrita. ─David  se fue de la habitación y le dejó disfrutando de ese merecido desayuno.

Dani agachó la cabeza y logró morder un trozo de tostada agarrándola con la boca. Aquello era odioso. Al menos, podría haberle soltado una mano para coger la comida. Pero lo que Dani no sabía era que eso también formaba parte de su entrenamiento. Por lo menos se había ganado esa comida. Dani estaba orgulloso de haber conseguido salir airoso de aquel encuentro, pues al fin y al cabo no había sido para tanto. Y aquella comida era su recompensa por haber sido obediente, así que la disfrutó como nunca y, cuando la acabó, se quedó a la espera de que volviera a aparecer alguien por la puerta de su habitación.