Cómo convertí a mis compañeras de clase en putas

Relato real acerca de cómo me follé a medio curso de instituto e hice que unas chicas muy monas y normales se convirtieran en mis putas

Mi experiencia emputeciendo: Nieves (1)

En primer lugar, toca presentarme.

Me llamo Diego, y vivo en Murcia. Murcia es una ciudad tranquila, llena de gente, que es como el clima, agradable, cálido y húmedo. Con esto me refiero obviamente a las mujeres que habitan esta pequeña pero viva ciudad.

Os voy a contar la historia de cómo hice realidad una fantasía para muchos de los estudiantes de un centro de secundaria en la ciudad. Esto soy capaz de escribirlo ahora, porque han pasado 5 años de lo que voy a contar ahora y por motivos de privacidad voy a cambiar los nombres de quienes aparecen en el relato. Todo lo que voy a contar es real, y pasó en el año 2018.

Durante varios años, he sido compañero de clase de varias chavalas a las que he visto, crecer, madurar, salirles un culo desproporcionado para tan poco cerebro, y resurgir unos prominentes pechos bajo las camisetas ajustadas de deporte en educación física. Yo suelo llevarme bien con las chicas, siempre he sido un tío abierto, mido un metro setenta y nueve, y estoy bastante bien, dejandome la modestia aparte. Mi mejor baza, es mi lengua. Con la forma de hablar me he llevado de calle a varias crías cuando era mas pequeño, pero ahora iba a probar mi verdadera capacidad.

Todo comenzó cuando en una clase de gimnasia, la profesora nos ordenó hacer sentadillas. Era un momento común para observar el género de la clase. Había tres compañeras que, por a o por b, se presentaban como las diosas de la clase. Menudos cuerpos. Yo había comentado con mis colegas muchas veces como estaban Elena, Alba y Nieves. Las 3 no es que fueran amigas, de hecho eran más bien esa clase de zorras de instituto completamente diferentes. El caso es que Nieves, la primera de estas historias, era una pija de manual. Siempre ropa ancha, vaqueros azules, bien arreglada y con el pelo moreno lacio cayéndole por la espalda. Lo mejor de Nieves, era su culo, del que yo me había fijado en más de una ocasión y que ahora en clase tenía la oportunidad de observar con detenimiento. No era muy grande, era redondo, blando, perfecto. Un culo de pija, de no haber catado nunca ni manos, ni mucho menos lengua. El caso es que ella sabía que la miraba, y se esforzaba siempre por sacar más conforme avanzaba el ejercicio. Al salir de clase le comenté que buenos ejercicios y me respondió con una mirada de golfa que no supe como interpretar.

Yo sabía que ella era virgen, porque como he comentado, tenía mucha relación con las mujeres, soy abierto y se me han dado siempre bien, así que decidí que basta de miradas, que tocaba pasar a la acción.

Conforme avanzaba el curso yo hacía por quedar con ella, y como mote la llamaba culona, lo cual la primera vez que lo dije reaccionó manteniendose en silencio y mirandome fijamente a la cara. Esto pasó a la salida de clase, cuando yo llevaba una semana sin tocarme y me empalmaba con el aire. Noté, en el fondo de sus ojos, algo que pronto iba a descubrir lo brutal que era. El caso es que el mote, culona, le gustó muchísimo y ya se lo decía hasta en público. Pero, ¿cómo le dices a la chavala que te estás haciendo que quieres clavarle el rabo en su culo? Muy fácil, coges y en cada rato vas dejando una pincelada de como te gusta follar, como lo has hecho y siembras y esperas recoger.

Ella captaba poco a poco mas detalles en las tipicas conversaciones calientes de adolescentes a punto de ser adultos, hasta que llegó  el día de sobarle el culo al salir del gimnasio, a las tres de la tarde con mucho calor. La tenía hecha, nos llevabamos liando una semana y su culo ya estaba entre mis manos. Tranquilamente le dije que me esperase en los baños del gimnasio, edificio apartado en cuyas duchas nadie entraba, dentro de 10 minutos. Ella, obediente, aceptó. Su cara era un poema, nerviosa pero excitada de que le hubiese sobado el culo, y sobretodo, deseosa de tener entre las manos por fin una polla. Llega un momento en la vida de las nenas, que si no han follado antes, están muy ansiosas por unirse al club, y se les despierta una zorra interior. Esto pasó con Nieves.

Al llegar empezamos a liarnos, y yo notaba como ella se estaba calentando al sobarle ese culazo que me traía. Le metí la lengua y ella respondió encendiéndose, y mi chandal apenas podía contener mi rabo. Entonces me bajé despacio el pantalón y los calzones, dejandole contemplar por un momento mi polla dura. Ella se quedó mirandola y yo sabía que no había tenido una tan cerca nunca. Fruto del instinto me agarró con su mano de pija y empezó a darme sacudidas torpes, momento que yo aproveché para colar mis manos entre su culo y su coño. Noté que la zona se humedecía y que me pajeaba cada vez más rápido. Poniendome a mil la cogí del pelo y le dije que si se había comido alguna vez una polla. Su cara al escucharme hablar y tratarla así no tuvo precio. Automáticamente bajó, con las mallas empapadas de fluido a ponerse de rodillas y hacerme una mamada inexperta pero llena de intención. Me comía la polla con ansia, queriendo hacerlo bien, y yo le liberé las tetas y levanté la pierna para poderme follar su boca agusto. Cada nuevo movimiento la excitaba más hasta que viendola a punto de correrse la levanté, puse de espaldas, y me puse el condón, listo para reventarla. Mi sorpresa fue cuando me dijo que me la follase muy fuerte, que se había tocado pensando en ese momento y sólo quería una polla dentro. Fue un empuje salvaje, brutal, en el cual no duré nada de lo cachondo que iba. No noté ningún gesto de dolor por su parte a pesar de partirla, y conforme me movía le iba dilatando el ano con suavidad, sabiendo que ese iba a ser mi próximo objetivo. Poco a poco, empezó a gemir más y más fuerte hasta que sin poder contenerme llené el condón agarrándola por el cuello y mordiendole la oreja. Al terminar me dijo que necesitaba más, que estaba muy cachonda y le dije que si tan guarra era que me limpiase la polla despues de quitarme el condón. Y, entonces lo vi claro. Una pija que no habia probado nunca una polla estaba gozando de limpiarme el pene a lengüetazos después de haberle quitado la virginidad. Era ya, e iba a ser mi puta. Ella y sus amigas.

Me dijo, que, no sería la primera y cuando hubo terminado de limpiarme bien, se subió las mallas y me hizo prometerle que me la follaría todos los días, que la haría correrse y que bebería lefa todos los días. Después de esta follada, ya nada iba a ser igual...