Como conseguí tener mi primer hijo (2)

Continuación de mi anterior relato, en que cuento lo que pasó desde que me quedé embarazada hasta que decidimos tener nuestro segundo hijo.

COMO CONSEGUI TENER MI PRIMER HIJO (2)

Desde el día de la boda no había pasado todavía un año y muchos eran los cambios que se habían producido en mi personalidad, rápida pero progresivamente, casi sin apenas darme cuenta, mi concepto de la moral y del comportamiento de una mujer, sobre todo si era casada, habían cambiado radicalmente.

Una primea fase, supongo que perfectamente pensada y programada por mi marido desde antes de casarnos, había hecho cambiar mi mentalidad con respecto a la importancia del recato en la mujer y como resultado de ello ahora disfrutaba provocando el deseo en los hombres.

En si misma no era una fase importante, la moda de la minifalda inducía a ello, y si yo no hubiera sido tan cabezota no habría hecho falta que mi marido influyera en mi en ese sentido, pues hasta mis padres querían que modernizara mi vestuario y vistiera mas a la moda.

De hecho, cuando acepté las sugerencias de mi marido ya estaba dispuesta a hacerlo por mi misma, pues me daba perfecta cuenta de que vestía desfasada con mi entorno y con ello provocaba una mayor atención hacia mi persona y nunca me había gustado destacar.

Ahora bien, lo que no me esperaba era que el sentirme deseada me gustara tanto y acabara provocando ese deseo con frecuencia premeditadamente a pesar de que ello significaba destacar.

Tampoco me esperaba, aunque ya lo intuía cuando se produjo, la confesión de mi marido de que le excitaba que provocara dicho deseo en los hombres dejándome ver las intimidades o mejor dicho enseñándolas a conciencia.

Pero aunque no me esperaba ninguna de las dos cosas, cada día que pasaba consideraba más normal el exhibirme y debido a ello, sobre todo cuando no estaba en mi entorno y por tanto no me conocía nadie, lo hacia de una forma descarada sin sufrir por ello ningún remordimiento, sobre todo si mi marido estaba conmigo.

Todo esto produjo un importante e inconsciente cambio en mi, antes el deseo sexual me lo provocaba siempre, solo y exclusivamente mi marido, ahora, aunque no me daba cuenta, muchas eran las veces que provocaba las atenciones de mi marido, excitada por otro u otros hombres.

La segunda fase, que supongo que se hubiera producido igual vistos los acontecimientos posteriores, se precipitó por el hecho de no poder tener hijos mi marido. Este hecho aceleró el proceso de la primera fase, pero sin la existencia de esta primera fase no creo que mi marido se hubiera atrevido a proponerme que tuviera un hijo con la ayuda de un extraño.

De no existir esa primera fase, me hubiera escandalizado tanto por la propuesta de mi marido que este no hubiera podido ni razonar conmigo y las consecuencias de tan prematura propuesta de tener relaciones sexuales con otro hombre hubieran sido nefastas para mi matrimonio.

Está perfectamente claro que mi marido valoró también la presión exterior que efectuaban mis padres sobre mí para que les diera nietos cuanto antes y la certeza, que todos teníamos, de que a mi padre le quedaba poco tiempo de vida. Todo influyó, pero mis padres con su presión, creo que tuvieron una influencia decisiva, al menos, para que la idea germinara en mi interior.

Una vez germinada la idea en mi cabeza, mi marido, que me conocía perfectamente, supo aprovechar cualquier oportunidad que surgía para ayudar a que yo la fuera aceptando, pues sabia que si trataba de imponerla, mi natural tozudez haría que la rechazara de plano y así, de una forma insistente aunque indirecta, consiguió que llegara a aceptarla como la única solución satisfactoria para todos en muy poco tiempo.

A partir de ahí, él ando con pies de plomo para conseguir sus propósitos, presionaba sobre mi disimuladamente, es cierto, pero no para que consintiera en quedarme embarazada de otro, pues sabia que cuando yo tomaba una decisión no retrocedía y avanzaba hacia la meta sin medir las consecuencia, lo hacia con la idea de que una vez hecho, no me arrepintiera de ello y estuviera abierta a nuevas experiencias.

No se, si al igual que en el cambiar mi forma de vestir, tenia premeditado el hacer de mi una mujer liberal desde antes de casarnos o fue, mas bien, un deseo posterior que le vino a la mente a raíz de la excitación que le producían mis exhibiciones, no me lo ha dicho y yo no se lo he preguntado, lo que si se es que, de una u otra forma, supo jugar sus bazas para que, en un tiempo muy corto, una mujer tan cabezota como yo, que había recibido y asumido plenamente además una educación muy puritana y tradicional aceptara de buen grado y plenamente su propósito.

Pero volvamos a donde me había quedado en el relato anterior, una vez cumplida la misión que nos había llevado a viajar hasta allí, que, para mi al menos, no era otra que dejarme penetrar por varios hombres con el fin de quedarme embarazada, volvimos a nuestra casa.

Desde el mismo momento en que nos subimos al coche para regresar, al haber finalizado el largo proceso que durante tanto tiempo había bloqueado mi cerebro, pues de otra forma no creo que lo hubiera llegado a hacer, se produjo en mí la lógica reacción ante lo que habíamos hecho.

Fue comenzar a pensar en lo que habíamos hecho y ponerme muy nerviosa, tanto por las consecuencias que podía tener en mi matrimonio lo que había sucedido, como por lo ansiedad que sentía por saber si realmente después del esfuerzo y sacrificio que, tanto mi marido como yo, habíamos hecho, me había conseguido quedar embarazada.

El nerviosismo y lo que me parecía una larga espera me producían una enorme irritación, además deseaba fervientemente tener una larga y/o al menos clarificadora conversación con mi marido, pero como cuando estaba irritada sabía por experiencia que no debía tener ninguna conversación importante y menos aquella que consideraba tan trascendental para nuestro matrimonio rehuía el hablar con él, lo cual me ponía mas nerviosa todavía.

En casa estaba mucho tiempo sola y no hacia mas que pensar en ello y me di cuenta que la realidad era que una vez había decidido intentar quedarme embarazada de aquella manera y comprobado en el cine que, aunque mas bien con desagrado, me era posible hacerlo, no me permití pensar mas en ello y rehuía hablar con mi marido del tema dejándolo todo en sus manos, pues de otra manera creo que me hubiera sido imposible hacerlo.

Había actuado pues, sin pararme a pensar en las consecuencias, unas veces siguiendo las indicaciones de mi marido y otras tomando iniciativas de forma instintiva, así es que ahora una vez consumado todo, me daba cuenta de que había sido una decisión importantísima en la toma de la cual, yo apenas había participado y tenia que haberme comunicado mas con mi marido para haberla tomado en conjunto, incluso pensaba que no debíamos haberlo hecho y me recriminaba por ello pues me aterraban las posibles consecuencias.

Varias veces estuve a punto de iniciar la conversación con mi marido y otras tantas estuve a punto de confesarle a mi madre lo que había sucedido para pedirle consejo, pero al final no hice ninguna de las dos cosas, no hable con mi madre porque bastante tenia ella con lo de mi padre y no lo hice con mi marido por prudencia y decidí por ello esperar al menos hasta saber si estaba embarazada, pues esperaba que después de quitarme esa ansiedad de encima podría pensar con mas claridad y esperaba al menos estar menos irritable.

Llegó pues el momento en que tuve la certeza de estar embarazada, me pase toda la tarde llorando al lado del teléfono, quería llamar a mi marido para contárselo y que se viniera a estar conmigo para compartir el momento, pero al mismo tiempo me aterraba la idea de decírselo y de estar a solas con él.

No lo llamé, así es que cuando vino a casa me encontró en tan lamentable estado que se asustó, como pude le explique que estaba embarazada, su primera reacción fue cubrirme de besos, luego se dio cuenta de que yo no lloraba precisamente de alegría y me dijo muy serio, rozando el enfado, que no podía creerse que pudiera estar llorando por estar embarazada de nuestro hijo.

Luego me pidió que me arreglara para ir a visitar a mis padres y comunicarles mi embarazo, yo no quería ir para que no se dieran cuenta que me había pasado la tarde llorando, pero él, aunque se le notaba molesto, razonó conmigo y me hizo comprender que de no hacerlo enseguida, es cuando mis padres pensarían que algo anormal sucedía, para terminar diciéndome que si íbamos ahora se darían cuenta que había estado llorando, pero, por lógica, creerían que era de alegría por lo que lloraba.

La alegría que se llevaron mis padres fue enorme, el verlos tan emocionados me cambio el animo a mi y este hecho y el que mi marido me hubiera hablado de la forma en que lo había hecho, hizo, que al menos momentáneamente considerara que la decisión que habíamos adoptado para quedarme embarazada era acertada, y provoco que aunque continuara temiéndole a las posibles consecuencias posteriores, decidiera intentar por todos los medios que nos las hubiera, aunque para ello tuviera que esforzarme en complacerle para hacerle muy feliz, no oponiéndome en el futuro, sobre todo en el terreno sexual, a nada de lo que me propusiera.

Desde nuestra vuelta del viaje no habíamos tenidos relaciones sexuales, pues cuando él iniciaba la aproximación, mi irascible estado de animo, producía en mi cuerpo una crispación que él debía notar y comprensivo no continuaba, cosa que yo agradecía, pero esa noche no era así y se lo hice notar apoyando mi cabeza en su hombro, mientras el conducía durante el viaje de vuelta a casa.

Habíamos cenado en casa de mis padres, la velada se había prolongado y era tarde, así es que cuando llegamos a casa nos fuimos a la habitación directamente, cuando empecé a desnudarme él se acercó a mi y empezó a besarme y acariciarme con tanto amor, tanta dulzura, tanto cariño, que a mi me dieron unas ganas enormes de llorar, conseguí contenerme para no estropear el momento y lo conseguí porque mi cuerpo reaccionó de inmediato buscando, por su cuenta, el sexo que hacia días que no recibía.

Fue el mundo al revés, mi marido me besaba con ternura, como con miedo por si me hacia daño y yo le besaba con la pasión y la furia que habitualmente él empleaba.

En cuanto, ya desnudos, nos metimos en la cama, abrí las piernas y le pedí, toda ansiosa, que me penetrara, pero él no quiso penetrarme de la forma habitual, quiso que me pusiera encima de él y me penetrara yo misma, para evitar la posibilidad de lastimarme.

Era la primera vez que lo hacíamos así, en circunstancias normales me hubiera negado, pues por aquel entonces, yo era muy tradicional con las posturas sexuales, pero estaba ansiosa por ser penetrada y no discutí, nada mas le tuve dentro de mi, me di cuenta que de esta forma lo sentía mas profundamente y me llenaba mas y que por otra parte el no tener el peso de él encima de mi, me permitía una libertad de movimientos que de la otra forma no tenia.

Alcancé el primer orgasmo de inmediato, no digo que no influyera algo lo caliente que estaba, pero el poder moverme a mis anchas y presionar y friccionar así sobre los puntos que mi cuerpo necesitaba que fueran tratados, me gustó muchísimo y me hizo explotar rápida e intensamente, tan intensamente que pocas eran las veces en las que, hasta ese momento, había alcanzado tal clímax.

Mi marido eyaculó mientras yo orgasmaba y nos quedamos el uno junto al otro recuperando el aliento, luego mientras nos fumábamos un cigarrillo, oí complacida como me explicaba que mientras estuviera embarazada íbamos a hacerlo siempre así, para evitar problemas.

A la mañana siguiente, cuando mi marido se levantó para ir al trabajo, yo me quedé tranquilamente en la cama, recreándome con el pensamiento que todo seguía igual o mejor que antes, ya no esperaba que lo que habíamos hecho, para quedarme embarazada, influyera negativamente en nuestro matrimonio.

Este pensamiento y el relajamiento que sentía, me llevó a reflexionar por primera vez de una forma racional sobre lo que realmente había pasado en el último mes aproximadamente.

Pensé en lo felices que éramos todos, en ese momento, por mi embarazo y en los sacrificios de todo tipo que habíamos tenido que hacer tanto mi marido como yo para llegar hasta allí.

A mi cabeza venían todas las imágenes de lo sucedido y no tardé en decirme que no podía continuar engañándome a mi misma, pues si lo analizaba racionalmente no podía continuar pensando que, para mí al menos, había sido un sacrificio, pues el recuerdo de cómo había disfrutado con aquellos desconocidos estaba muy presente en mi memoria.

Una vez admitido lo mucho que había disfrutado, decidí volver la vista atrás para descubrir porque lo consideraba tan desagradable. Mi memoria empezó a revivir las imágenes de lo que había sucedido desde que habíamos comenzado el viaje en el que me quedé embarazada para después retroceder más aun en el tiempo al darme cuenta que el problema, si existía, venia de más atrás.

No fue cuestión de un momento, el análisis fue exhaustivo, en cuanto me quedaba sola me ponía a analizar y reflexionar sobre ello, tardé una semana en llegar a conclusiones, conclusiones que quería verificar con mi marido pues después de reflexionar largamente me di cuenta que de no suceder nada anormal, todo lo que podría conllevar consecuencias negativas para nuestro matrimonio había pasado ya.

Las conclusiones a las que yo había llegado eran, ni mas ni menos, que mi marido siempre había querido, desde antes incluso de casarnos, que hiciéramos participes a otros de nuestros momentos sexuales, sin importarle que para lograrlo, "me viera obligada" a tener sexo con otros hombres en su presencia. También llegué a la conclusión que el descubrimiento de que él no podía tener hijos lo único que había hecho era acelerar y facilitar la consecución de su objetivo.

Para llegar a esas conclusiones me había parado a pensar en nuestra época de novios, él siempre había sabido sacar el máximo rendimiento sexual a mi cuerpo, de habérselo propuesto apenas le habría bastado con una semana para penetrarme por primera vez.

En lugar de aprovechar mi debilidad, se recreaba con cada una de las caricias, retrasando el momento de pasar a la siguiente, haciéndomelo desear, no era una táctica para conseguir él mas de mi, era su táctica para conseguir mostrar a los demás mis intimidades porque al ya no poner yo ninguna resistencia a la caricia le era mas fácil dejar al descubierto mi cuerpo para que pudieran verme con claridad.

Desde el principio teníamos el sitio adecuado para poder tener intimidad en nuestros escarceos sexuales, no pasó mucho tiempo antes de que yo le insinuara la posibilidad de utilizarlo, pero él prefería pasar el principio de la tarde en el cine.

Cuando estábamos en el cine, me iba "calentando" poco a poco y cuando ya me tenia ardiendo es cuando hacia todo lo necesario para que me pudieran ver, si alguna vez yo protestaba débilmente, por si los demás se daban cuenta, siempre me decía que apenas se podía ver nada y que todo el mundo iba a lo suyo, pero ahora yo sabia que no era así, ahora yo había comprobado que si alguien se fijaba, veía casi perfectamente y aunque para muchos lo suyo es disfrutar de su pareja, para otros los suyo es disfrutar viendo a alguna mujer que como yo deja "las vergüenzas" al aire.

Este era el ejemplo más lejano, aunque no por ello el menos importante, para llegar a las conclusiones a las que había llegado muchos eran los ejemplos y detalles que había sospesado, pero ni este ejemplo ni ninguno de los otros me daban la certeza de que las conclusiones fueran ciertas, pensé en hablar con mi marido para aclararlo, pero el riesgo era demasiado elevado y si estaba en lo cierto, seria él quien lo fuera haciendo conmigo poco a poco.

Las conversaciones tuvieron su comienzo por mi vestuario, yo quería ir preparando ropa para cuando fuera ostensible el embarazo, consideraba que la ropa que ahora tenia no era la mas adecuada, se me veía demasiado y dentro de poco no seria el momento mas adecuado para exhibirme ante nadie, él me decía que por el contrario a la mayoría de hombres les excitaba ver la desnudez en la mujer embarazada.

Sus afirmaciones las apoyó trayendo a casa para que yo las viera revistas especializadas en desnudos de mujeres embarazadas, luego empezó a traer películas porno en las que la protagonista era una embarazada, le dije que no me gustaban aquellas películas aunque no era verdad pues me excitaba verlas, pero el decía que al verlas aprendíamos formas de practicar el sexo sin dañar al feto.

Luego empezó a traer publicaciones de relatos, novelas, fotonovelas, etc. en las que abundaban las historias de intercambios de parejas, al principio las dejaba a la vista sin decir nada, luego comenzamos a leerlas juntos, yo que estaba sobre aviso me di cuenta de que él estaba descubriendo sus intenciones y me analicé a mi misma buscando saber lo que pensaba realmente sobre todo aquello que se me venia encima.

Cuando me habló lo hizo queriendo saber mis impresiones sobre lo que leíamos, aproveche la ocasión y le hablé claramente de todo lo que pensaba sobre ello, le reconocí que me excitaba y mucho todo lo que leíamos, sobre todo porque me daba cuenta de lo que él pretendía y recordaba lo mucho que me excitado en su momento al mantener relaciones con otros hombres para conseguir tener el hijo que esperábamos.

Concluí diciéndole que mientras estuviera embarazada no quería que continuáramos hablando sobre ello, luego del nacimiento, pasado un tiempo, retomaríamos el tema y le prometía que intentaría vencer al menos una vez, pues pensaba que se lo debía, el único inconveniente que le veía al tema hoy en día, que no era otro que los mas que posibles celos que sintiera yo al verle en la cama con otra.

Aunque continuó trayendo las revistas, no habló mas sobre el tema conmigo, tuve a mi hijo, pasaron dos meses y mi madre me presionó para que tuviera otro hijo, puse mala cara y ella me ofreció todo tipo de ayudas, motivos y explicaciones.

Después de esta conversación fui yo la que hablé con mi marido para preguntarle si continuaba pensando igual, me dijo que si, que continuaba deseando que tuviéramos relaciones con otros, que incluso había hecho discretas averiguaciones y conocido la existencia de grupos de matrimonios que se reunían para pasarlo bien.

Le expuse lo que yo quería y aceptó de inmediato, le pedí que intentáramos aprovechar mi segundo intento de embarazo para tener relaciones con otro matrimonio y viendo la cara que ponía ante esta petición, añadí que no quería que dicho matrimonio formara parte de ningún grupo de intercambio con el que él pensara que nos podíamos relacionar en un futuro.

Se quedó extrañado mirándome y le expliqué que si como yo suponía, ya en esos momentos, no sentía celos en esa nueva relación que íbamos a mantener, viendo las ganas que él tenia de continuar con los intercambios estaba dispuesta a complacerle y no quería que nadie sospechara que en el nacimiento de nuestro hijo había intervenido alguien mas.

Estuvimos como 15 días preparándolo, esta vez participábamos los dos, mi marido me confesó que prefería no tener ningún tipo de relación con una mujer tampoco en esta ocasión, me explicó que él no sentía ningún interés especial por estar con otra mujer y si lo sentía por verme asediada por los otros hombres de la fiesta.

No lo pude convencer, y volvimos a repetir la ciudad y las circunstancias del primer embarazo con la salvedad de que ahora ninguno de los dos tenía ningún tipo de miedo, ni de prevención, nos habíamos cogido 15 días de vacaciones y las aprovechamos al máximo, ahora no me hacia falta que nadie me presentara a sus amigos para tener sexo, ahora mi pareja de cama la elegía yo en cada ocasión sin ningún problema y por supuesto volví a casa nuevamente embarazada.

No quiero que me pase como con el anterior que me salio demasiado extenso y ahora que lo puedo cortar lo hago, en el próximo relato, si veo que este gusta, os contaré nuestros inicios reales en el intercambio.

Un saludo y gracias por leerme.

Anchot