Como conseguí tener mi primer hijo

Un joven matrimonio, se da cuenta de que el marido no puede tener hijos y deciden que ella lo tenga a pesar de ello.

COMO CONSEGUI TENER MI PRIMER HIJO

Empecé a salir como pareja con mi marido poco antes de cumplir los 15 años, debido a la educación que había recibido era muy renuente a dejarle avanzar con sus caricias, pero él con su paciencia y perseverancia por una parte y su saber hacer con mi cuerpo por la otra, logró que me abandonara totalmente a sus deseos y así antes de llegar a los 18, había perdido mi virginidad. Hecho poco habitual en la España de lo 70, por lo menos en mi circulo habitual.

Lo cierto es, que mi educación me pedía una cosa, pero mi cuerpo me exigía otra, así, una vez que mi novio conseguía dar un paso, me era imposible evitar que mi novio repitiera la caricia cuando quería hacerla, así, poco a poco, él fue avanzando hasta que perdí la virginidad y una vez dado este paso, ya no me resistía en absoluto a nada de lo que me pedía, solo le suplicaba que tuviera cuidado para no dejarme embarazada, pues no quería que me pasara como a mi madre, que me tuvo a mi a los 16 años y aunque no le fue mal en su matrimonio, el embarazo le ocasionó muchos problemas tanto con la familia como con su entorno de amistades.

Poco tiempo después de estar acostándome con mi novio, le descubrieron a mi padre una enfermedad y le pronosticaron un máximo de dos años de vida. Nosotros decidimos casarnos y mi padre le pidió a mi entonces todavía novio que se fuera haciendo cargo del negocio familiar.

El día que cumplía los 18 años me casé, a mi me apetecía mucho tener un hijo y como además sabia que mi padre tenia mucha ilusión por tener un nieto y si esperábamos para tenerlo no lo iba a poder conocer, fuimos a por él desde el primer día.

Como pasaron tres meses y no me había quedado embarazada, empezamos a preocuparnos, pues desde luego no era por no intentarlo, ya que tanto en la siesta como luego de cenar, todos los días, acabábamos teniendo sexo dos veces, y no es que lo hiciéramos por estar obsesionados con tener un hijo, simplemente lo hacíamos porque nos gustaba mucho.

En mi caso el no tener la preocupación por quedarme embarazada me daba tranquilidad y esta despreocupación me hacia disfrutar muchísimo mas del acto sexual, además mi marido sabia pulsar mi cuerpo para que este disfrutara al máximo y por tanto yo lo provocaba para obtener ese placer tan intenso que sentía, aunque a él, realmente, no le hacían falta muchas provocaciones para apetecerle tener sexo.

Fuimos al medico, cuando nos dieron el resultado de los análisis recibimos un fuerte mazazo ¡mi marido, seria muy difícil que pudiera dejarme embarazada!, pues una enfermedad de niño lo había dejado prácticamente estéril. Nos quedamos muy decepcionados, tanto por nosotros mismos como por nuestros padres. Mi marido me dijo que, de momento, no se lo dijera ni a mis padres ni a nadie y así lo hice aunque estuve varias veces a punto de confesárselo a mi madre.

Veía a mi marido muy pensativo, al fin de semana siguiente mi marido reservó habitación en el Monasterio de Piedra, un lugar hermoso, que desprendía paz, sosiego y tranquilidad, pero para nosotros fue un fin de semana borrascoso, pues mi marido me dijo, muy claramente, mientras paseábamos nada mas llegar, que quería que tuviera sexo con otro hombre para que así pudiera tener un hijo.

Sorprendida, me puse a llorar como una loca, lo primero que pensé es que ya se había cansado de mi, él intentaba razonar conmigo, pero yo no atendía razones y prácticamente no le oía, solo pensaba en qué le había fallado y que hacer para recuperarlo.

Bueno, parecía que no le oía, pero por la noche, despierta en la cama, repasé todas y cada una de sus razones y me di cuenta que tenia razón, posiblemente esa era la única solución para que yo pudiera tener un hijo, pensé que para él tenia que haber sido muy duro decírmelo y que era una hermosa demostración de amor pues sabia cuanto deseaba yo tener un hijo.

Me dormí mucho más tranquila pensando en como decírselo en cuanto nos despertáramos, pensé que además de decirle que después de recapacitar sobre todo lo que me había dicho entendía sus razonamientos y ya no me sentía mal y que le agradecía enormemente lo que yo consideraba un enorme sacrificio por su parte, le tendría que decir también que la solución no servia, porque yo me sentía incapaz de dejarme tocar siquiera por otro hombre, solo el pensarlo me producía escalofríos.

En cuanto nos despertamos se lo dije, él me escuchó atentamente y no hizo ningún comentario. Lo único que me dijo cuando terminé es que esperaba que no hiciera ningún comentario con nadie de nada de lo que habíamos hablado y me repitió que tampoco dijera nada a nadie sobre que no podíamos tener hijos.

Creí que era un tema zanjado, las cosas entre nosotros no habían variado en nada, si acaso yo era más complaciente si cabe con él sexualmente hablando y aunque no podía dejar de ponerme triste cada vez que pensaba en que no podríamos tener hijos procuraba disimularlo para no entristecerlo a él.

Pero, aunque yo no me daba cuenta, el tema no estaba zanjado, ni mucho menos para mi marido y lo único que sucedía era que al fracasar al atacar de frente, ahora estaba utilizando la táctica que tan buenos resultados le había dado durante el noviazgo de ir avanzando poco a poco.

Yo vestía desde siempre muy discreta, demasiado en opinión de mi madre que era bastante mas moderna que yo y siempre me estaba "dando la lata" por ello, mi marido cuando éramos novios nunca me había dicho nada al respecto, pero desde que nos habíamos casado, mi marido de forma disimulada estaba intentando, poco a poco, modernizar mi vestuario, yo aceptaba algunas sugerencias y había consentido aunque a regañadientes recortar un poco el largo de las faldas, ahora, mi marido, como primera fase de su nueva táctica y aprovechando lo complaciente que yo estaba con él, lo hacia mucho mas abiertamente, comprándome ropa continuamente.

Yo, interiormente, me había marcado unos limites y cuando se empeñó en que nos compráramos un vestido que los traspasaba, callé para no discutir delante de los demás, pero pensando en devolverlo mas tarde.

Nada mas llegar a casa comenté con él que pensaba devolverlo, procurando que no discutiéramos, pero como él insistía al final, molesta, le dije que era paradójico que tuviera que discutir con él por querer ser discreta y vestir con la ropa más larga, cuando todas las parejas que conocíamos discutían continuamente por el mismo tema, pero lo hacían precisamente por lo contrario.

El, tras meditarlo un momento, supongo que buscando la forma de decírmelo, me dijo que los demás no le importaban y como él estaba orgulloso de su mujer y deseaba que los demás se dieran cuenta de lo preciosa que era y como resultaba que lo que hacia yo, vistiendo con el tipo de ropa que me compraba, era disimular mis encantos, pues él trataba de impedirlo comprándome ropa que los resaltara y me hiciera apetecible a los demás. Como esta conversación se me había escapado de las manos y estaba muy confusa deje correr el tema para abordarlo mas adelante.

Al día siguiente salimos a pasear con mis cuñados, nos sentamos a tomar un refresco en una cafetería, con los vestidos tan cortos que llevábamos las dos era imposible que no se nos vieran las piernas, desde luego a ella se le veían bastante mas que a mi y era lógico porque su vestido era bastante mas corto que el mió y además por su despreocupada forma de sentarse.

De la mesa de enfrente no hacían mas que mirarnos las piernas, sobre todo a mi cuñada, mi cuñado se dio cuenta y se inicio una fuerte discusión entre el matrimonio. La discusión resultaba desagradable para mí, sobre todo porque pensaba que si a mi cuñado le sabía tan mal que se fijaran en su mujer ¿porque dejaba que fuera tan corta? y tuve una reacción, que pensándolo luego, resultaba bastante ilógica en mí.

Con la excusa de ir al baño me levanté y cuando volví en lugar de procurar, al sentarme, que la falda me cubriera las piernas el máximo posible como había hecho al llegar, dejé que subiera libremente sin hacer nada para impedirlo, las piernas, lógicamente, ahora se me veían mucho mas, pero es que además empecé a cruzarlas y descruzarlas y cuando no las tenia cruzadas jugaba con ellas abriéndolas y cerrándolas continuamente, aunque no de una forma exagerada.

Todos estos movimientos hicieron que la falda subiera aun mas, estaba convencida de que se me estaban viendo las bragas, pero no hice nada para impedirlo, pues por una parte me daba cuenta que la mirada de los de la mesa de enfrente, antes dirigida preferentemente a las piernas de mi cuñada, estaba dirigida ahora permanentemente a mis piernas.

Nunca lo había hecho y me produjo una excitante sensación que no por nueva dejaba de ser muy agradable para mí, pero es que además esperaba que mi marido, sobre todo para cubrir las apariencias con su hermano, me pidiera que me cubriera las piernas o me dijera alguna cosa parecida al respecto, pues aunque yo no miraba hacia él, aunque lo estaba deseando para ver su reacción, conociéndolo, estaba segura de que no había dejado de darse cuenta de mi cambio de actitud.

Mi marido no me dijo nada, mi cuñado me lanzaba unas miradas que me indicaban que le faltaba muy poco para ser él quien me recriminara mi nueva actitud, pero tampoco me dijo nada y como la situación se hizo insostenible le dije a mi marido de marcharnos a casa con la excusa de que mis padres venían a cenar.

Cuando íbamos hacia casa los dos solos, esperaba que al menos entonces me hiciera algún comentario, pero él iba muy pensativo y durante el trayecto apenas hablamos y una vez en casa lo único que me pregunto es si era verdad que venían mis padres a cenar y solo después de contestar yo que no, que había sido una excusa para marcharnos, pues estaba muy violenta por la situación, empezamos a hablar del tema.

Me dijo que su hermano "se había pasado" y no tenía ningún derecho a hablar, como lo había hecho y más delante de nosotros, para concluir diciendo que si tenia algo que reprocharle a su mujer, debería haber esperado a estar solos en casa.

Le pregunté, con toda intención, si en su opinión su hermano tenía motivos para recriminarle algo a su mujer, movió la cabeza negativamente y dijo que si acaso el hacer el ridículo al querer competir contigo en ser el centro de atención de las miradas de los hombres pues hay una diferencia enorme entre ambas.

Yo, quise asegurarme de lo que él quería decir y en tono de pregunta le dije "¿entonces es verdad que tu quieres que me miren?, como diste a entender tras la ultima compra de ropa".

Me miró y me explicó desde que no hemos sentado, las miradas de los de la mesa de al lado no se han apartado de vosotras, a ti, que te habías sentado cuidando que se te viera lo menos posible, te miraban tanto como a ella que iba bastante mas corta que tu y que como se había sentado sin ninguna precaución se le veía bastante más que a ti .

Ella se ha dado cuenta de lo mismo que yo y en lugar de resignarse, ha optado por enseñar las bragas para acaparar sus miradas y lo ha hecho sin ninguna clase, en el fondo creo que lo que le ha recriminado mi hermano es que, en su afán de destacar sobre ti, haya parecido una ramera que buscaba un cliente, por la forma de comportarse.

¡Pues yo he hecho lo mismo y tu, ni antes ni ahora, me has dicho nada!, fue mi contestación.

No, tu no has hecho lo mismo, al principio te has sentado procurando que la falda te tapara el máximo posible, ella se ha sentado sin arreglarse siquiera la falda, tu, una vez sentada, tenias las piernas muy juntas y recogidas, ella las tenia desde el principio abiertas aunque no exageradamente, ha sido luego cuando las ha abierto de forma descarada cuando mi hermano se ha enfadado.

Estuvo un momento callado y luego prosiguió, luego cuando ha empezado la disputa tú, no se porque, te has puesto a enseñarlas, se te veía bastante mas que a ella y sin embargo no parecía que "estuvieras enseñando la mercancía", como sucedía con ella y es que para eso, como para todo, hay que tener clase y tú la tienes .

Me sentí halagada y le di un beso toda mimosa, él notó por mi reacción que "había acertado" con la contestación y aprovechando el momento, empezó a preguntarme por las sensaciones que había sentido que yo me haya dado cuenta al menos, es la primera vez que tu enseñas las piernas a sabiendas ¿como te has sentido mientras lo hacías?, ¿te ha gustado? ¿Que te ha inducido a enseñar lo que no son ya las piernas?

Le contesté sinceramente que había sido instintivo y que en el momento de hacerlo no había pensado en nada, luego mientras nos íbamos hacia casa, pensé en ello y me había dado un poco de vergüenza lo que había hecho y además había sentido algo de temor por si a él le había parecido mal pero que en esos momentos, después de haberle escuchado, estaba mas tranquila y al mismo tiempo me sentía extrañamente halagada, muy halagada tanto por como me habían mirado los otros, como por su reacción.

Pero ¿te ha gustado?

Ha sido una sensación nueva, cuando me he puesto a enseñar las piernas, al menos conscientemente no había en mi ninguna intención de tipo sexual, pero mi cuerpo ha reaccionado de una forma que yo no esperaba.

Pero ¿te ha gustado hacerlo? Repitió al no haber contestado yo, realmente, a su pregunta

Es que mientras lo estaba haciendo me ha gustado y mucho, pero luego mientras pensaba en ello, me he sentido avergonzada y con sentimiento de culpa, además ¿te imaginas la vergüenza que hubiera pasado, si se hubiera dado cuenta alguien conocido?

Pues a mi me ha gustado mucho, tanto el que lo hayas hecho como la forma en que lo has hecho, y me gustaría que la cosa se repitiera con mas frecuencia, sobre todo si utilizas vestidos como el que te he comprado, pues así te será mucho mas fácil y menos violento hacerlo, pues no me gusta que te sientas violenta por complacerme.

Y diciéndole yo que aunque lo sucedido había sido una reacción inesperada ante la bronca que estaba armando su hermano, procuraría complacerle, aunque no creía que conscientemente enseñara tanto, por mucho que me hubiera gustado hacerlo y el vestido nuevo…., de momento, al menos en nuestra ciudad, no me iba a atrever a ponérmelo y lejos de all텅 ya veríamos, dejamos este tema conversación.

Tanto él como yo, sabíamos que, sexualmente hablando, una vez había avanzado un paso, sobre todo si me había gustado y él insistía, ya no retrocedía y él supo aprovechar las circunstancias. Los acontecimientos se desarrollaron a partir de ese momento muy rápidamente hasta llegar a las puertas de la meta que él se había propuesto, que no era otro que el que yo me quedara embarazada.

El se había puesto al día en el negocio de mi padre muy rápidamente, tanto a nivel de despacho como de producción, así es que mi padre le pidió que empezara a visitar clientes para conocer también la parte comercial y le sugirió que viajara conmigo y no tuviéramos prisas en los viajes para así poder disfrutarlos.

Cuando empezó a decirme que tendría que viajar, no me hizo ninguna gracia el tener que separarme de él, pero por supuesto acepté encantada en cuanto me dijo si quería acompañarle. Al día siguiente cuando estábamos haciendo las maletas y mirándome sonriente cogió el famoso vestido y lo puso en mi maleta, recordé de inmediato nuestra conversación, no pensaba mas allá, así es que me limite a sonreír ligeramente ruborizada y a llamarle cariñosamente tonto, sin protestar lo mas mínimo.

Llegamos a nuestro destino, cansados, ya anochecido, por la mañana el me despertó cariñosamente y tuvimos nuestra sesión de sexo, luego me dejó dormir y él se marchó para hacer dos visitas.

Cuando volvió a mediodía yo le estaba esperando y como habíamos quedado ya arreglada para salir, me había vestido con la ropa habitual ahora en mí, es decir corta pero no exageradamente.

Mientras le esperaba, sabiendo que a él le gustaría verme vestida con él, había pensado en cambiarme y ponerme el vestido nuevo, pero preferí que fuera él quien me pidiera que me cambiara. Tal y como lo había previsto, en cuanto llegó me lo pidió, moví la cabeza con desaprobación pero no me hice de rogar y le complací.

Una vez cambiada me mire en el espejo, el vestido realmente me sentaba muy bien, realzaba mis encantos, pero eso era precisamente lo que no me gustaba de él, pues necesariamente llamaría la atención y a mi me gustaba pasar desapercibida.

No comimos en el hotel y mientras nos dirigíamos al restaurante paseando no pude dejar de observar como me miraban los hombres, me daba un poco de apuro, pero al mismo tiempo, cuando mi marido me lo hizo observar, me complació darme cuenta que las miradas no las provocaba el vestido, las provocaba la mujer.

Estábamos ya llegando al restaurante cuando mi marido me pidió que al sentarme no lo hiciera de forma demasiada pudorosa, le miré sonriendo pero no le contesté, demasiado sabíamos los dos que aunque quisiera no podría hacerlo dado lo corto que era el vestido, su petición era una forma de decirme que no estaba arrepentido de haberme pedido que me vistiera así.

En el restaurante había pocos clientes, pero tanto el camarero, como los clientes que había, todos hombres, no cesaron de comerme con la mirada en ningún momento, el escote tan generoso y sobre todo la falda tan corta que permitía que al menor movimiento mostrara, excesivamente para mi, mis ocultos encantos hacia que no me perdieran de vista.

Precisamente por eso al principio, un tanto "cortada", apenas me movía, pero el vino, por lo visto, hizo su efecto desinhibidor y antes de acabar el primer plato ya me movía con naturalidad, dado que con el vestido que llevaba no podía prácticamente impedirlo no me importaba lo que se me viera, procuraba, eso si, que mis movimientos fueran elegantes y por tanto, como me había dicho mi marido poco tiempo antes, que no pareciera que "estaba ofreciendo la mercancía a la venta".

Después de comer, volvimos al hotel para hacer nuestra acostumbrada siesta, sorprendentemente para mi, tenia el sexo empapado y sentía unas ganas enormes de estar entre los brazos de mi marido.

En cuanto nos acostamos, mi marido sin muchos preámbulos, que por otra parte yo no necesitaba, me poseyó con una fogosidad en él desconocida, él que siempre procuraba arrancarme un orgasmo antes de penetrarme, en esta ocasión se olvido totalmente de mi y si mi cuerpo no hubiera estado tan extrañamente preparado, creo que, por primera vez, me habría dejado sin alcanzar ningún orgasmo, pero no fue así, alcancé tres maravillosos orgasmos antes de que él se corriera, aunque a pesar de ello todavía me quedaban mas ganas y hubiera preferido que él no eyaculara todavía.

Mientras me dormía pensé en que era la primera vez que mi marido había disfrutado plenamente del sexo conmigo, pues nunca hasta ahora lo había visto ponerse así y sonreí para mis adentros pensando en que me tendría que comprar una ropa interior mas bonita, acorde con la nueva situación, pues si él disfrutaba de esa forma cuando yo me dejaba ver las bragas, no iba a ser yo la que le negara ese "inocente" placer, siempre que pudiera hacerlo de una forma discreta.

Cuando me desperté de la siesta, él ya despierto estaba mirándome, yo continuaba caliente, creí por un momento que íbamos a continuar teniendo sexo, pero él quería hablar de lo sucedido en el restaurante, empezó a hablar el primero comentando sus impresiones y me dijo en pocas palabras que le había gustado mucho como me había comportado durante la comida y que se había puesto muy caliente viendo como me deseaban, luego callo esperando que yo le contara mis impresiones.

Le dije sinceramente que aunque al principio estaba un poco "cortada", luego me había sentido a gusto y que me había sorprendido a mi misma tanto por haber actuando así, como por lo caliente que me había puesto.

El no se conformó con esta explicación, quería que yo fuera mas explicita y continuamos nuestra conversación más o menos en estos términos:

En el restaurante ¿ Sabias que se te estaban viendo las bragas ?

No me he parado, en ningún momento a pensarlo, pero suponía que se me estaban viendo y no me importaba.

Y los pechos ¿sabias que el camarero los ha visto con generosidad?

Sabia que el camarero era muy probable que me los estuviera viendo y los clientes supongo que también los han visto cuando he recogido las servilleta dos veces, fíjate, continué sonriendo picaronamente ¡a mi que nunca se me cae la servilleta, hoy se me ha caído dos veces!, dándole a entender que lo había hecho adrede.

¿Pero, lo has permitido solo por complacerme?

Pensé en lo conveniente que seria para mi decirle que si, pero casi sin darme cuenta le dije lo que realmente pensaba: el ponerme el vestido realmente ha sido por complacerte, mientras íbamos al restaurante me ha gustado mucho que me miraran aunque me daba un poco de corte, luego ya en el restaurante al principio hubiera deseado poder estirar la falda, luego he visto las miradas de todos fijas en mis piernas y estaba muy nerviosa pero ha llegado un momento en que me he sentido muy a gusto, supongo que habrá influido el saber que tu deseabas que lo hiciera, pero desde luego no ha sido solo por eso.

Complacido con mis respuestas, me besó cariñosamente, y tras pensarlo un momento sugirió que saliéramos a dar una vuelta, acepté aunque hubiera preferido tener otra sesión de sexo, pues continuaba caliente y empecé a vestirme, lo hice con ropa "normal" y él no dijo nada, lo notaba muy pensativo.

Cuando íbamos a salir nos dimos cuenta que estaba lloviendo, sugerí que volviéramos a subir, pero él consiguió un paraguas y diciéndome que había visto un vestido que le gustaba para mi, hizo que nos encamináramos hacia la tienda.

El vestido me gustó, era tal y como me había explicado mientras íbamos hacia la tienda muy cómodo y me sentaba muy bien, podía incluso llevarlo normalmente, cosa que me sorprendió, decidí, ya que estábamos allí comprarme ropa interior, me compré dos juegos, cuando vio lo que elegía, pretendió que me comprara mas y retirara la que tenia, pero no acepté.

Nos encaminamos hacia el hotel nuevamente, pues el tiempo no invitaba a otra cosa, subimos a la habitación y empecé a probarme la ropa que habíamos comprado y tal y como esperaba en cuanto acabé de probarme tuvimos la sesión de sexo que yo deseaba.

Disfruté plenamente como era habitual y mientras nos fumábamos un cigarrillo después de acabar antes de darnos una ducha, pensé en comentarle mi extrañeza por el tipo de vestido que me había comprado y así lo hice.

Vamos a ducharnos y luego te contesto, me dijo. En cuanto nos acabamos de duchar me hizo vestir con lo que habíamos comprado, me pidió que me sentara de cara al espejo y en cuanto lo hice me pidió que enseñara las piernas, todo lo alto que pudiera sin que pareciera que la hacia.

Así sentada el vestido permitía ver hasta la mitad de las piernas, pero al cruzar y descruzar las piernas se vislumbraban las bragas y en cuanto me lo propuse, sin forzar apenas la posición, se vieron perfectamente.

Una vez me hubo demostrado lo que se podía hacer con él, me explico que aunque no le importaría que llevara un vestido con el que se me vieran las bragas al andar, como habíamos visto alguno, prefería que yo me sintiera cómoda y enseñara cuando me apeteciera hacerlo a mi, pues lo que realmente le gustaba era que fuera yo la que enseñara y no que se me viera.

Al día siguiente amaneció lloviendo y decidimos adelantar la vuelta, al vestirme me puse el vestido que habíamos comprado el día anterior y me miró complacido. Cuando habíamos viajado apenas 50 km., salió el sol, lo teníamos de cara y como me molestaba me puse las gafas de sol.

Entramos en un pueblo y paró para tomar café, pues el del hotel no nos gustaba, el bar estaba vacío y mientras lo tomábamos me comentó que desde los camiones y furgonetas al ser mas altas que nuestro coche, el conductor me podía ver las piernas.

No dijo mas y yo me quedé mirándole un tanto extrañada pues no entendía lo que pretendía decir ¿y…? pregunté al ver que no continuaba, pues que las mujeres habitualmente no piensan en ello y tu con las gafas de sol puestas, si reclinas el asiento y adoptas una posición cómoda, puedes enseñar lo que quieras sin que crean que lo estas haciendo, pensaran que estas dormida y así con los ojos semicerrados podrás ver como te miran sin que se den cuenta.

Me quedé pensando en lo que me había dicho mientras desayunaba, tenia razón, de hecho a mi no se me habría ocurrido, razoné conmigo misma y pensé en que me iba a gustar ver como me miraban y le pregunté si quería que enseñara así.

Rápidamente contestó que si y me pregunto a su vez si lo iba a hacer y al contestarle con la cabeza afirmativamente, me dijo que si no me importaba que entrara en los servicios y me arreglara el vello púbico de forma que se viera por los bordes laterales de la braga. Lo mire interrogante una vez mas y me explicó que si llegaban a verlo, yo me iba a dar cuenta de su reacción y me iba a gustar mas.

Entre en los lavabos e hice lo que me había pedido aun a sabiendas de que seria muy difícil que alguien me viera, en cuanto me senté en el coche el se puso a limpiar el parabrisas, no hizo falta que me lo pidiera, me recline en el asiento y abrí las piernas, cuando se sentó el me dijo que se me veían perfectamente. Ahora la duda para mi era, si sabiendo cuanto se me veía, si me atrevería a ponerme así.

Si me atreví, estando parados en un semáforo, me di cuenta que el conductor del vehiculo, parado a nuestro lado, me estaba viendo las piernas, no se veía excesivamente, pero aun no se porque me giré hacia el asiento de detrás y mientras removía en la bolsa que allí había, le pregunté a mi marido si se me veía mucho, contestó lo que yo esperaba, se veía casi toda la braga por detrás, volví a ponerme de frente y me removí en el asiento "buscando una posición cómoda", una vez que conseguí que la falda subiera, abrí la pierna derecha para que pudiera ver los "pelillos".

Mi marido como es lógico no se perdió detalle y cuando arrancamos lo estuvimos comentando durante un rato, comentábamos la cara que ponía el conductor, hasta donde me habría visto, que abría pensado, vamos que tuvimos tema de conversación para un rato.

Cuando el tema de conversación no daba mas de si, imagino que como yo no había disimulado para nada el hecho de que me había excitado el que me vieran, mi marido se atrevió a decirme " hasta hace muy poco, tu, no podías ni imaginarte enseñando las bragas y menos en mi presencia, creo de veras, que si quisieras intentarlo podíamos tener un hijo ".

Le dije que sabia que aunque quisiera, no podría hacerlo, solo de pensarlo me daban nauseas, y si no fuera así estaba además el hecho de que las consecuencias para nuestro matrimonio pensaba que serian muy negativas. El simplemente me dijo que no lo creía así, y que más bien pensaba que de influir de alguna manera lo haría muy positivamente.

El resto del camino, que no era mucho, lo hicimos en silencio, no porque yo estuviera enfadada, que no lo estaba, lo que me había dicho ya lo sabia y lo tenia superado, pero no surgía ningún tema nuevo de conversación y para quitarme de la cabeza el ultimo comentario de mi marido que me había dejado mal sabor de boca, me puse a pensar en lo que diría mi madre si supiera lo que había estado haciendo durante el viaje.

Pensé, en lo mal que me sabía a mí que se le vieran las piernas a ella y de repente me di cuenta de que ella también enseñaba, la forma de enseñar mía la había aprendido de ella y habitualmente cuando ella salía lo hacia siempre con mi padre y él no era tonto y también se tenia que haber dado cuenta y nunca le había visto muestras de desagrado.

Antes de ir a nuestra casa, pasamos por la de mis padres, no estaban allí, a mi padre lo habían tenido que ingresar, fuimos corriendo al hospital, la cosa no tenía importancia y para que no nos preocupáramos no nos habían querido llamar para decírnoslo, como mi madre llevaba una noche sin dormir la convencimos para que se fuera a descansar y me quedé yo con mi padre.

Mi padre estaba despierto y sin ganas de dormir, así es que estuvimos hablando de muchas cosas, tocamos el tema de mi marido y lo contento que estaba él con el trabajo de mi marido, de repente se quedó callado y con lagrimas en los ojos me dijo que preferiría que fuera menos eficiente en el trabajo y le proporcionara otro tipo de satisfacciones.

Nos quedamos callados y al poco rato se puso de lado dándome la espalda diciéndome que quería dormir, me dio la sensación de que lloraba y me faltó poco para ponerme a llorar, luego me di cuenta que de verdad se había dormido y me puse a pensar, lo estuve haciendo durante mucho rato hasta que llegué a la conclusión de que aunque mi marido no quisiera les tenia que decir a mis padres que no podíamos tener hijos, pero antes intentaría vencer mi repugnancia para darle a mi padre la alegría de tener un nieto.

A mi padre le dieron el alta al día siguiente, cuando me quedé a solas con mi marido le comenté la conversación y mi decisión, también le pedí que pensara alguna forma para que me fuera mas fácil hacerlo, pues a mi no se me ocurría ninguna.

Después de pensarlo un rato me dijo que a él le encantaría que me quedara embarazada pero a mi no me veía predispuesta a pesar de lo que le había dicho. Le dije que realmente estaba decidida a intentarlo, aunque era verdad que pensar en estar con otro hombre me producía repugnancia y por eso precisamente lo dejaba en sus manos.

El continúo diciéndome en esas condiciones nos jugábamos mucho y que no conviene que tomemos una decisión precipitada, yo estoy seguro de que a mí no me va a afectar, pero quiero ir probándote a ti hasta estar seguro de que lo que hagamos no afectara negativamente a nuestro matrimonio.

No sabía lo que quería decir con ello, pero lo deje totalmente en sus manos entre otras cosas porque yo no sabía ni por donde empezar y me quitaba un peso de encima y me dispuse a esperar tranquilamente los acontecimientos pues estaba segura de que él encontraría una buena solución.

Como mi padre estaba perfectamente volvimos a salir de viaje, todo era normal, por la mañana hizo las visitas que tenia programadas y cuando acabamos de comer me propuso ir al cine y aunque me sorprendió que estando en una ciudad que apenas conocíamos me lo propusiera acepté.

Desde que yo había descubierto cuanto me gustaba exhibirme, sobre todo en su presencia por como se excitaba él cuando yo lo hacia, era habitual que le pidiera que me eligiese la ropa, ese día me hizo poner una falda con vuelo, cosa que me extrañó pues no era la mas adecuada para enseñar con facilidad, pero le hice caso y nos dirigimos al cine.

Habíamos sacado ya las entradas, nos sobraba tiempo así es que nos entretuvimos un poco en la puerta, fue entonces cuando me pidió que cuando me sentara, lo hiciera sobre las bragas levantando para ello con discreción la falda, para luego dejar la falda lo mas alta que pudiera, exageradamente alta repitió, pues pretendía que me metieran mano.

No me lo esperaba pero no dije nada, esperamos un poco más en silencio, el cine era de sesión continua, cuando entramos lo hice como una autómata, la sesión estaba a punto de empezar, el local no estaba muy lleno, pero él eligió una de las ultimas filas, el hueco libre estaba a mitad de la fila, cada vez estaba mas nerviosa pero a pesar de ello me di cuenta de que la mayoría de gente que por allí había eran parejas, me hizo sentar al lado de un señor de unos 40 años, a pesar de haber mas huecos libres.

Mientras íbamos avanzando con dificultad por entre las filas pensé que todo el mundo me miraba a mí, en el momento de sentarme se acababan de apagar las luces, así es que no tuve ningún reparo en hacer lo que mi marido me había pedido, me continuó dando instrucciones, siguiéndolas apoyé la cabeza en su hombro y me acurruque en el asiento, dejando por tanto mi culo muy cerca del vecino de asiento, según sus instrucciones si sucedía algo, tenia que dejarme hacer hasta donde pudiera aunque no me gustara.

Como acabo de decir me había puesto muy nerviosa, pero al mismo tiempo estaba como bloqueada y no era muy consciente de los movimientos que hacia para cumplir sus instrucciones, a pesar de ello y de mis prejuicios anteriores, con el codo y sin que mi marido me lo pidiera, había subido mas la falda, pues debido al vuelo que tenia pensaba que no descubría lo suficiente, así es que ahora sabia que tenia, al menos, parte del culo a la vista, solo tapado por la transparente braguita y claro no tardó en suceder lo que queríamos y empecé a notar ligeros roces en mi pierna.

Los roces se hicieron más atrevidos, sin que yo hiciera nada para impedirlo, todo esto se lo iba diciendo quedamente a mi marido, el cual a la primera advertencia había empezado a acariciarme los pechos, a estas alturas si simplemente me hubieran estando viendo y solo me estuviera tocando mi marido, ya tendría todo el sexo empapado de flujo, pero en esta ocasión no era así.

A pesar de ello, no hice nada para impedir los avances cada vez mas atrevidos del vecino de asiento y continué informando de ellos a mi marido, los roces se convirtieron en caricias, su mano repasaba una y otra vez mis piernas desnudas desde las rodillas al culo, mis piernas se entreabrían o se desplazaban ligeramente, según la presión que recibían de la mano para facilitar la caricia.

Sus dedos empezaron a penetrar bajo de la braga y pronto sus caricias alcanzaron el sexo, debería ser incomodo para él, pues no tarde en notar que empezaba a intentar bajar la braga, le ayude subiendo el culo ligeramente para facilitarle la labor y al momento note con las bragas se deslizaban poco a poco por mi culo hasta dejarlo totalmente al descubierto, intentó bajarlas mas, pero mi reacción fue impedirlo haciendo presión con las piernas, por lo que el desistió de hacerlo, ahora su mano me acariciaba bajando por el canalillo del culo hasta llegar al sexo donde se entretenía un poco, para volver a subir por él y luego de apretar y acariciar mis nalgas volver a repetir nuevamente la acción.

La mano que me estaba acariciando era callosa y notaba como me raspaba la suave piel de la entrepierna y el culo, estando como estaba acostumbrada a la suave piel de la mano de mi marido no me estaba proporcionando nada de placer, pero a pesar de ello, cuando noté que quería introducir su dedo dentro de mi, le ayudé cuanto pude a introducirlo abriendo las piernas y separando los labios desde delante con mi propia mano.

Tras un buen rato de estarme hurgando y acariciando el sexo y sus alrededores, intentó introducirme un dedo en el agujero del culo, pero no pudo ser, el culo se resistió a dejarse penetrar, yo no hice nada ni para ayudarle ni para impedirlo, al no conseguirlo la mano fue subiendo por la espalda hasta llegar al sujetador, torpemente lo desabrocho, mi marido al aflojarse el sujetador se dio cuenta y para mi alivio retiro sus manos de mis pechos y así pudo comprobar la dureza de mis pechos sin tropezar con la mano de mi marido.

La película se estaba acabando, mi marido me susurró que nos fuéramos y acepté encantada, aunque las luces estaban apagadas me incorpore con cuidado para que nadie se diera cuenta que tenia las bragas bajadas. Ya en el vestíbulo entre en los aseos y recompuse mi atuendo.

Ninguno de los dos iniciaba la conversación sobre lo que había sucedido, así es que tanto en el camino hacia el hotel, como en la propia cena estuvimos extrañamente callados y no fue hasta la mañana siguiente cuando hablamos de ello.

Durante la noche había meditado mucho y por la mañana me desperté antes que mi marido, viéndole dormir estaba pensando precisamente en que ahora que sabia que podría acostarme con otro hombre me daba la impresión que a mi marido no le había hecho ninguna gracia el que me tocaran en el cine y no querría que sucediera nada mas, cuando se despertó.

Como sucedía siempre, tomó la iniciativa de la conversación, pero en cuanto me dijo que ya que yo lo estaba pasando tan mal, lo mejor seria dejarlo y decirles a mis padres que no podíamos tener hijos, pues no quería verme sufrir por complacerle a él, le corté y tras asegurarle que no lo había pasado mal, le conté con todo lujo de detalles todo lo que había pasado en el cine y las sensaciones que había tenido mientras sucedía, que sin ser agradables me permitían suponer que podría intentar quedarme embarazada sin que fuera un trauma para mi.

Hicimos el amor con mucha ternura, sin ninguna prisa, con muchas caricias y mucha dulzura y luego continuamos hablando, de todo lo que yo le había dicho el había sacado su propias conclusiones, en ellas se reprochaba el no haberme advertido de lo que pretendía con anterioridad y creía que por eso yo me había quedado tan fría que no había obtenido ningún placer, discrepábamos totalmente pues yo continuaba pensando que nunca alcanzaría ningún placer estando con otro hombre pero no quise contradecirle, me bastaba con saber que sí íbamos a intentar tener un hijo.

A los pocos días yo entraba en mi periodo más fértil y estuvimos de acuerdo en organizar unas pequeñas vacaciones para aprovecharlo, me propuso que nos fuéramos a un baile de una ciudad lo suficientemente grande para pasar desapercibidos y allí utilizando las artes femeninas, tan recientemente aprendidas por mi, me hiciera invitar a bailar a pesar de estar él conmigo.

A mi me daba un poco de corte hacerlo así, pero acepté enseguida pues fuera como fuera pensaba que me lo iba a dar, él le veía como ventaja que de esta forma yo podría elegir a quien quisiera y luego podía rectificar si no me acababa de gustar y aunque pensé que me daba igual quien fuera no quise contradecirlo.

Llegamos el miércoles por la noche y al día siguiente por la tarde fuimos a ver que pasaba para tantear el terreno, estaba bastante nerviosa pues yo no veía tan fácil como todo eso que me sacaran a bailar estando acompañada y pensaba que tendría que poner mucho de mi parte para lograrlo, a lo que no estaba acostumbrada, sorprendentemente para mi, el baile estaba lleno y en plena actividad, pronto caí en la cuenta que era el día libre de la mayoría de las muchachas de servicio, a pesar de que yo desentonaba en aquel ambiente o justamente por eso, le tuve que dar la razón a mi marido pues me di cuenta que iba a tener muchos "pretendientes".

Sin mucho esfuerzo por mi parte, apenas unas discretas pero intencionadas miradas, me sacó un chico a bailar, llevaba mucho perfume, cosa que me disgusto, además, a los primeros compases, casi en las narices de mi marido, bajo la mano hasta mi culo, así es que se la quité con discreción y me senté enseguida que termino la pieza, apenas terminé de decirle a mi marido porque lo había hecho, me estaba invitando a bailar otro chico, acepté también.

Este llevaba un ligero perfume muy fresco, fue mucho mas discreto y no intento nada a las primeras de cambio, no bailaba nada mal, me dio conversación y consiguió tranquilizarme, era simpático y continué bailando con él pues lo hacia a gusto.

Como sin darle importancia me pregunto quien era el que me acompañaba y al contestarle que era mi marido, mostró su extrañeza por que me permitiera bailar con un extraño, yo le expliqué que a él no le gustaba bailar y como sabia que a mi me gustaba mucho pues no le importaba en absoluto que bailara con otros.

Siguiendo con la aparente conversación intranscendente me dijo que le extrañaba también que me hubiera llevado a un su sitio como aquel, le explique que era la primera vez que estábamos en la ciudad y habíamos entrado en el primer baile que habíamos visto.

¿Y tu marido no se ha dado cuenta enseguida, que este no es un baile para parejas? Supongo que sí, pero eso facilita el que me saquen a bailar, contesté yo empezando a darme cuenta de que la conversación no era tan intrascendente y pues él pretendía con ella saber "si tenia posibilidades".

Continuó bailando durante un momento en silencio y me preguntó si nos habíamos dado cuenta que en este tipo de baile los chicos "pretendían sacar provecho" lo mas rápidamente posible y que las chicas que iban eran conocedoras de ello.

Le contesté lo primero que se me ocurrió y le dije mintiéndole, que no era la primera vez que estábamos en un baile como aquel pero que de todas formas, en cualquier tipo de baile, en cuanto la pareja que me había sacado a bailar se enteraba que mi acompañante era mi marido, intentaba averiguar si tenía posibilidades conmigo. En cuanto lo dije, me di cuenta que esta contestación podía acelerar los acontecimiento, no me importó, de hecho me alegré de haber contestado así.

Como ya me esperaba ante esta contestación, su siguiente comentario ya fue más directo, supongo que si continuas yendo a bailar a sitios como este es porque te diviertes y para que así ocurra tienes que hacer concesiones pues si no las haces apenas bailas ¿a tu marido no le importa?.

Le contesté con un atrevimiento del que no me consideraba capaz, que mi marido era consciente que si una mujer quería hacer algo, tenia mucho tiempo y muchas posibilidades para poder hacerlo y él prefería que cuando me apeteciera hacer algo, lo hiciera abiertamente en su presencia pues siempre seria mas discreto y mas apetecible para mi que el tener que quedar para otro momento para hacerlo a sus espaldas.

El era más alto que yo, como estaba mirándole a los ojos mientras le contestaba, él aprovechó la posición de mi cara para darme un beso en los labios, no lo rechacé, pero cuando separó los labios le dije que en aquella zona había demasiada luz, me propuso ir a la otra parte de la pista que estaba en penumbras y le dije que sí pero antes quería decirle a mi marido que cambiara de mesa.

Quiso esperarme en la pista pero le dije que no hacia falta y nos dirigimos hacia donde estaba mi marido, esta acción era una forma de darme tiempo, estaba totalmente decidida a llegar hasta el final, pero los acontecimientos se estaban desarrollando con una facilidad y una rapidez que no me esperaba y quería un respiro para hacerme a la idea.

Mi marido había visto como me besaba y el sentarme en la mesa también era una forma de contar con su aprobación, tras presentarlos le sugería a mi marido que cambiáramos de mesa, lo cual hicimos de inmediato, mi acompañante se dirigió a la barra para pedir unas bebidas y yo aproveché para contarle a mi marido como estaba la situación.

Cuando acabe me preguntó como estaba y le contesté sinceramente que estaba totalmente dispuesta a llegar hasta el final y además le dije una cosa de la que realmente me acababa de percatar, estaba caliente y de momento me gustaba lo que estaba sucediendo, estaba hablando con él, previendo lo que iba a suceder tras mis contestaciones, participando en suma y por tanto no era tan frío como en el cine, allí es posible, que de forzar la situación, me hubiera dejado penetrar, pero habría sido una muñeca, aquí era una cosa totalmente distinta y aunque era impensable para mi unos momentos antes, estaba empezando a disfrutar del baile y a seducirme la idea de lo que iba a suceder a continuación.

Mi acompañante trajo unas bebidas a la mesa que habíamos elegido, tenia sed, me di cuenta que el estaba cohibido y le invité con la mirada a bailar, cuando se levantó para pedírmelo le di una largo trago a la bebida y me levanté, sin mirar siquiera a mi marido.

Mientras empezaba a bailar me di cuenta que allí la pista estaba muy oscura, pero que a pesar de ello mi marido no apartaba la vista de nosotros, mi acompañante no perdió el tiempo y en cuanto empezamos a bailar bajo la mano hasta mi culo, no dije nada y esa pieza la acabamos bailando de esa forma.

Fue muy considerado conmigo, hacia como mi marido había hecho de novios, pero mas rápidamente, en el siguiente baile empezó a besarme en el cuello preferentemente, pero también en la boca, antes de abandonarme totalmente aun pude pensar que mi marido tenia toda la razón del mundo, me gustaba y mucho todo lo que me estaba haciendo y deseaba que avanzara para disfrutar más todavía.

Supongo que el hecho de ser yo la que dijera de ir a la zona mas oscura, influyo en que no se privara de nada, avanzando en cada pieza un paso, fue acariciando todas las partes de mi cuerpo, primero por arriba de la ropa, luego tanteó el hacerlo sin el impedimento de la ropa y al estar yo totalmente entregada y no protestar lo mas mínimo siguió por ese camino.

Yo sabia que mi marido no perdía detalle, pues había mirado hacia donde él estaba varias veces, volví a mirar una vez mas cuando descubrió mis pechos dejándolos prácticamente al aire, conocía lo suficiente a mi marido para darme cuenta que también él estaba muy excitado y ya no me preocupé mas.

Se hicieron las 10 de las noche y continuábamos bailando, él no había dejado en ningún momento de besarme, primero en el cuello y en la boca y luego mas tarde también en los pechos mientras bailábamos, cuando se acababa la pieza permanecíamos entrelazados.

Aunque cada vez había menos gente en el baile yo no quería que acabara aquello, era algo totalmente diferente a lo que hacia con mi marido y me gustaba muchísimo, no digo que me gustara mas que con mi marido, digo que era diferente. Me gustaba tanto que tenia las bragas totalmente empapadas de flujo, flujo que empezaba a deslizarse por las piernas.

Decidí ir al baño a secarme un poco, allí recapacite y pensé en que yo no había allí a disfrutar, o al menos solo a ello, me di cuenta de la hora que era y pensé en que igual él no se atrevía a proponerme nada mas por la presencia de mi marido y di con la solución.

En cuanto llegué a la mesa dije que tenia hambre, mi marido se levantó y con los ojos me invitó a dar el paso, yo me dirigí al nuevo amigo que permanecía sentado un tanto contrariado y le propuse que se viniera con nosotros a cenar, miró a mi marido que con una sonrisa asintió con la cabeza.

Cenamos en un restaurante, las cervezas primero, el vino después y el licor con el café mas tarde hicieron su efecto, la conversación era fluida y agradable y yo al menos me encontraba muy a gusto.

El nuevo amigo propuso volver al baile, mi marido no dijo nada, solo me miró y yo contesté que no me apetecía volver al baile, pero que en la habitación del hotel no me importaría poner un poco de música y mientras nos tomamos unas copas bailar un poco más.

El se quedó dudando, intuí el porque, le dije que no se preocupara por mi marido, que mi pareja de baile de esa noche era él y mi marido remacho mi afirmación diciendo que desde luego él no iba a participar en el baile, …ni en nada más.

Fuimos hacia el hotel que estaba muy cerca, nos servimos unas copas y estuvimos bailando unos bailes, yo me había enfriado un poco, pero al segundo baile ya notaba fluir el flujo a pesar de que ahora él no era tan atrevido, decidida, mientras estábamos bailando me acerque a la cama y me deje caer en ella arrastrándolo a él, allí tumbados empezó a besarme por todo el cuerpo.

El por lo visto no pensaba desnudarme y me besaba separando la ropa, pero a mi la ropa me molestaba y empecé a quitármela, no me la quité de golpe, me la fui quitando poco a poco, conforme me la iba quitando él se entretenía con las caricias en la nueva zona descubierta y así a mi ritmo me fue besando todos el cuerpo, hasta que estando ya totalmente desnuda diciéndome "supongo que tomaras precauciones" me penetró.

¡"Claro que había tomado mis precauciones"!, y también me preocupé de que continuara dentro de mi cuando eyaculó, me preocupe tanto que conseguí que se corriera dos veces más dentro de mi. Cuando se corrió la tercera vez, se levantó me dio un ligero beso en la boca y se vistió para marcharse.

Yo me quede desmadejada sobre la cama, estaba totalmente agotada de tantos y tan intensos orgasmos, desde allí escuche como mi marido hablaba con él mientras se vestía, él le felicitaba por la mujer que tenia, decía que cuando me había visto le había parecido una preciosidad y por eso se había decidido a sacarme a bailar a pesar de verme acompañada, se conformaba entonces con tenerme entre sus brazos mientras bailaba una o dos piezas como me había visto hacer con otro.

Prosiguió diciéndole que nunca se podría imaginar lo que después le había sucedido y que tenia que felicitarle también por lo maravillosa que era yo en la cama, para acabar diciéndole que si yo era una preciosidad vestida, una vez desnuda, al contrario que la mayoría de las mujeres, era mas hermosa todavía, oír lo cual me llenó de orgullo.

Ya en la puerta le preguntó a mi marido, si pensábamos pasarnos unos días allí pues él estaba dispuesto a cogerse unas vacaciones, …para enseñarnos la ciudad, oí como mi marido le contestaba que nos gustaría mas verla solos, él le preguntó entonces si pensábamos volver a ir al baile, mi marido le contestó que seguramente si, pero a otro distinto.

El le aconsejó entonces varios salones de baile y se ofreció para acompañarnos a lo que mi marido respondió que iríamos al primero que él había aconsejado, pero que no creía que yo volviera a querer bailar con él, pues teníamos convenido que si llegaba hasta el final con alguien no repetiría.

Entonces si me dices que estaréis en el, acudiré al baile, solo por el placer de verla y si no os molesta os presentaré a unos amigos de confianza por si a ella le apetece bailar con ellos.

Aunque yo no tenía ninguna gana, mi marido en cuanto él se marchó, sin consentir que me levantara y me lavara, me penetró y eyaculó dentro de mí, luego por lo menos yo me quedé dormida al instante pues estaba realmente agotada.

Me desperté tarde con el ruido que hacia mi marido en el baño, esperando que él saliera me vino a la memoria lo excitado que estaba él la noche anterior y la fogosidad que había demostrado cuando me había penetrado, ya era la segunda vez que me daba cuenta que él se olvidaba de mi mientras me penetraba y empecé a pensar que a él le gustaba verme con otro, pues en las dos ocasiones había intervenido de alguna forma un tercero, aunque desestimé de inmediato dicho pensamiento, prefería pensar que era una casualidad.

Cuando al día siguiente fuimos al baile, nos encontramos con la presencia del chico del día anterior, nos presentó a un amigo, estuvimos hablando un rato, luego, el nuevo conocido me sacó a bailar, actuó como lo había hecho el otro el día anterior, todo fue mas fácil para mi, el hecho de no haber tenido que provocar que me sacasen a bailar hacia que apenas estuviese nerviosa, además de que el recuerdo de lo fácil que me había sido acostarme con el otro y lo bien que lo había pasado, hicieron que me pusiese muy caliente en cuanto me puse a bailar.

El del día anterior y mi marido se quedaron hablando en la mesa y nos acompañó hasta que después de cenar nos marchamos al hotel, mas tarde mi marido me explicó que había insistido en subir a la habitación con intención de participar, pero que él no había aceptado, aunque si había quedado para el día siguiente en otro baile.

Cuando al día siguiente nos dirigíamos al baile, mi marido me dijo que si las cosas se desarrollaban como el día anterior y a mi me apetecía que subieran los dos que se lo dijera, porque a él no le importaba, le dije que no, pero que si cambiaba de opinión se lo diría.

Todo volvió a desarrollarse igual pues el nuevo amigo que nos presentó también me gustó, desde luego no cambié de opinión, pues preferí tener intimidad, bastante tenia ya con la presencia de mi marido.

Luego ya en casa, pasamos unos días esperanzados pero muy nerviosos, hasta que pudimos comprobar que me había quedado embarazada, luego vinieron unos días en que me sentía mal por lo que había hecho para lograrlo, pero mi marido con su actitud cariñosa me lo hizo olvidar.

Tuve un niño, pero esto y lo que aconteció luego, tiene que formar parte de otro relato pues en este me he excedido ya demasiado.

Lo voy a publicar en la categoría de intercambios, porque realmente no se en que categoría publicarlo y como si veo que gusta, la continuación ira por ese camino y será mas fácil relacionarlos, pues me he decidido a ello. Perdonad por la extensión.

Un saludo y gracias por leerme.